150 años de historia
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LOS ALBA
 
  Un paseo por la década
Sede histórica. El diario se trasladó a Duque de la Victoria, esquina con Montero Calvo en 1906.
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Sociedad anónima
Nieves caballero
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El Norte de Castilla saluda el cambio de siglo con un número extraordinario y en 1906 se traslada a la calle Duque de la Victoria esquina con Montero Calvo, sede histórica que ocupó hasta el año 1995
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Visita real. El monarca Alfonso XIII, flanqueado por Santiago Alba y la reina Victoria Eugenia, en El Norte de Castilla en septiembre de 1903.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA EMPRESA
Sociedad Anónima
En el año 1900, el diario se constituye en Sociedad Anónima. El capital social era de 250.000 pesetas distribuido en 500 acciones.
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EN 1896 la propiedad del periódico se transforma en Sociedad Regular Colectiva, un hecho que de nuevo convierte a El Norte de Castilla en precursor y sirve de ejemplo a otras publicaciones españolas. Mientras el diario sigue erigiéndose en defensor de Castilla, y la información cerealista y sus resúmenes anuales se hacen imprescindibles a escala nacional, entra en confrontación abierta con la burguesía textil catalana, gracias a lo cual logra mayor adhesión entre los castellanos. Santiago Alba quiso que las páginas del diario tuviesen una vibración política próxima a la ciudadanía y al civismo, pero la principal característica de la que se podría denominar época albista es que el periódico se erigía en el defensor de los intereses morales y económicos de Castilla. Los expertos consideran que es precisamente esa peculiaridad la que ha permitido que se haya mantenido en la calle durante siglo y medio y que conserve una masa de lectores fieles, a pesar de los avatares de la política española. Celso Almuiña, catedrático de Historia Moderna y Contemporánea de la UVA, subraya que con Santiago Alba El Norte da un giro considerable de orientación política. Vinculado al partido liberal desde 1905, Alba ocupó diversos cargos ministeriales y su estrecha relación con el diario provoca que este entre en las pugnas políticas nacionales.

Imprenta Castellana
El diario decano de la prensa española compra la Imprenta Castellana, una máquina de doble reacción, último grito de la técnica, que imprimía al mismo tiempo las cuatro planas del periódico. Era una imprenta espaciosa y clara, frente a la lobreguez de los clásicos talleres de artes gráficas. Al mismo tiempo, comenzó la venta callejera de ejemplares, pero el hecho que más repercusión social tuvo en la ciudad fue la apertura del Salón, donde se leía la prensa y se comentaban los fastos de la política local. El Salón, en cuyas paredes colgaban pizarras para ofrecer las primicias de los telegramas o dar las cotizaciones de los valores públicos, mercantiles e industriales, representaba un vínculo más para el periódico con la ciudad. La descripción del profesor José Altabella apunta a que era como «la antesala popular del despacho del director, con sus clásicos divanes de felpa roja, en los que se reclinaban muchas ilusiones, sueños y esperanzas del viejo liberalismo castellano».
El Norte de Castilla saluda al nuevo siglo XX con un magnífico número extraordinario del que se tiran 16.000 ejemplares, con los que el diario logra una nueva marca. La capital entra en la centuria con cerca de 69.000 vecinos, pero la provincia vallisoletana alcanzaba casi los 279.000 habitantes. Con el nuevo siglo, el diario inicia una nueva etapa. El 4 de marzo de 1900 se constituye una Sociedad Anónima, en escritura autorizada por el notario Ignacio Bermúdez Sela. En ese momento, el capital social era de 250.000 pesetas y estaba representado por 500 acciones de 500 pesetas cada una. El Consejo de Administración estaba presidido por Juan Herrero Olea, mientras que Santos Vallejo, Alfredo Mengotti y Juan García Gil eran los consejeros, y Santiago Alba, consejero secretario.
En esos años, aparece en el diario otra figura digna de destacar. Se trata de Antonio Royo Villanova, quien presidirá el Consejo de Administración durante cuarenta y cuatro años. Se hará cargo de la dirección ante las exigencias de la política que obligan a Santiago Alba a residir en Madrid. Nacido en Zaragoza el 12 de junio de 1869, la llegada de Antonio Royo Villanova a Valladolid se produjo al obtener la cátedra de Derecho Administrativo, a los 23 años. La llegada del catedrático aragonés favorece la entrada en el diario de otra familia que permanece hoy como accionista.

Ruptura y marcha de Silió
En esos momentos, diferencias políticas insalvables separan a César Silió, más conservador, y Santiago Alba. Mientras el segundo se mantenía al frente del periódico, César Silió lo abandonaba definitivamente y, poco después, adquiría la propiedad del diario local ‘La Libertad’. Aunque una romántica leyenda presuponía que era tal el cariño que ambos sentían por el diario que se habían jugado a cara o cruz quién se iba y quién se quedaba, el acta del consejo directivo celebrado el 10 de abril de 1901 detalla los verdaderos motivos. «Reunidos … a petición de D. César Silió, director, de D. Santiago Alba, gerente de El Norte de Castilla, manifestaron ambos señores que la divergencia de criterio con que uno y otro aprecian las cuestiones políticas de actualidad hacía imposible que ellos continuasen juntos y en las mismas condiciones dirigiendo la empresa de El Norte, pues perdiéndose una íntima y cordial amistad, eran, ante todo, hombres sinceros y no podían cometer las deslealtad de disimular sus opiniones personales…». Durante el mencionado encuentro se propusieron tres posibles soluciones y, finalmente, se adoptó la tercera que consistía en que la dirección quedase en manos de Antonio Royo Villanova de forma provisional. El catedrático aceptó, pero en ningún caso su paso por el diario fue provisional. La también intensa actividad política de Royo-Villanova aconsejó al periódico la búsqueda de un director sustituto interino, que fue Darío Velao desde 1903.

Visita al periódico en la Acera de Recoletos
El diario se hizo eco de la visita del rey Alfonso XIII a Valladolid y a otras ciudades de Castilla en septiembre de 1903. El monarca en persona fue aclamado por calles y estaciones, y en Valladolid asistió a la inauguración del monumento erigido en honor de Cristóbal Colón al final del paseo del Campo Grande, donde colocó la primera piedra. Además, aprovechó su viaje a la capital del Pisuerga para visitar las instalaciones de El Norte de Castilla en la Acera de Recoletos, tal y como muestra una foto en la que el rey posa junto a Santiago Alba y el resto de consejeros.
La pugna entre los dos diarios existentes en aquella época en la ciudad fue dura. Sin embargo, en julio de 1905, El Norte de Castilla absorbía la sociedad de ‘La Libertad’ y ambas imprentas se refundían en una sola, con lo que aumentaba la capacidad técnica del veterano diario.
El Norte había conquistado definitivamente el mercado regional y la sociedad mercantil decide una nueva emisión de 200 acciones para tener más desahogo económico. En ese momento, la empresa considera insuficientes los locales que el periódico tenía en la Acera de Recoletos y la calle Miguel Íscar, y decide alquilar el edificio del número 31 de la calle Duque de la Victoria, esquina con Montero Calvo, que era propiedad de Josefa Ocejo, viuda de Venero. Allí se instaló el diario en 1906 y allí permanecería hasta 1995, cuando se trasladó al Polígono de Argales. Fue un alquiler con derecho a compra y cuyas escrituras se firmaron en 1910. Para acomodar con más amplitud los talleres, poco después se adquirieron las fincas colindantes, entonces números 19 y 21 de Montero Calvo.

 

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