150 años de historia
EL PRODUCTO
LOS ORÍGENES
  1856-1866
  1867-1876
  1877-1886
LOS ALBA
  1887-1896
  1897-1906
  1907-1916
  1917-1926
  1927-1936
  1937-1946
  1947-1956
  1957-1966
ROYO-VILLANOVA Y ALTÉS
  1967-1976
  1977-1986
GRUPO CORREO-VOCENTO
  1987-1996
  1997-2006
 
 
Royo-VIllanova y altés
 
  Un paseo por la década
 
CONTENIDO
  Metamorfosis
  Espontáneo
  Adiós a La Hoja del Lunes
  Nueva imagen
  Los gatos
La democracia, en juego. El golpe de estado de Tejero, en 1981, y el triunfo del PSOE, un año después, dos momentos críticos de la recién estrenada democracia española, quedaron reflejados en las primeras de El Norte.
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metamorfosis
Javier Aguiar
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Después de 120 años de historia El Norte acomete los mayores cambios en el diario en una década en la que se convertirá en un periódico moderno preparado para afrontar el siglo XXI
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La Carta Magna. El diario siguió paso a paso el proceso de aprobación de la Constitución, tanto informativamente como desde el punto de vista del humor y publicó el texto íntegro –como en tiempos hizo con el folletín– para poder encuadernarla.

 

 

 

 

 

El Norte en árabe. En el Mundial de fútbol de 1982 la selección de Kuwait jugó en Valladolid. Con ese motivo, el periódico llegó a un acuerdo con un rotativo kuwaití para publicar a diario, los pocos días que el equipo se mantuvo en liza, un suplemento con grandes textos y enormes anuncios en árabe.

 

 

 

 

 

EL PRODUCTO

El precio
En 1976 el diario cuesta 10 pesetas
y en 1985, 50.

La publicidad
En 1976 una página de publicidad costaba 20.000 pesetas, 10 años después, 69.000.

La difusión
En 1984 la difusión media diaria fue de 24.234 periódicos.

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En la pequeña mancheta en la que El Norte incluyó hace diez años el nombre del director del periódico figura como tal Fernando Altés Bustelo, que será el encargado de que el diario se zambulla en el proceloso mundo de las libertades y la democracia, la época que transformó al país y lo llevó de la mano a la modernidad.
En 1976 el periódico lleva de media una veintena de páginas distribuidas en siete columnas. Mide 53 centímetros de alto por 38 de ancho, todavía el formato ‘sábana’, y cuesta diez pesetas. Los domingos sube ocho páginas y dos pesetas, aunque el antiguo suplemento ha desaparecido. Sencillamente se amplía y diversifica la información.
La primera es similar a la de años anteriores. Lleva muchas informaciones, tituladas a dos y tres columnas con gran variedad de tipos de letra, la mayoría en mayúsculas, y casi siempre dos o tres fotografías. En el interior, la agenda, que incluye la previsión meteorológica, antecede a la información local, que empieza a mostrar interés por la actividad municipal y suele incluir abundantes noticias sobre los plenos del ayuntamiento.
Tras ‘Vida local’ viene ‘Nuestra región’, que incorpora secciones casi fijas sobre las provincias de Palencia, Segovia y Zamora, firmadas respectivamente por LL., Común y Honorio, adelantando lo que será la posterior expansión del diario. Después vienen las ‘Noticias nacionales’, sección en la que Francisco Umbral firma a diario su ‘Crónica de Madrid’, y ‘Exterior’, el sucinto título de la sección internacional.
Alguna crítica literaria o de teatro anticipa lo que algún día será una sección de cultura, a la que suceden los deportes, la programación de televisión con su pequeño comentario y la cartelera. Los clasificados cuestan tres pesetas por palabra con un mínimo de diez y por primera vez hacen honor a su nombre, bien organizados por temas, con sus respectivos epígrafes. La última se resuelve con dos colaboraciones de Manuel Jiménez de Parga (‘Con acento’) y Francisco Javier Martín Abril (‘Cada mañana’), acompañadas del ya clásico ‘Tres minutos’, que empieza a suscribir una de las firmas legendarias del periódico, Maribel.
Aunque la mayor parte del diario mantiene un alto nivel periodístico y de estilo, con él convive alguna rémora del pasado en forma de crónicas de corresponsales o colaboradores que no se apercibieron de los nuevos modelos y conservan un fuerte tufo provinciano. Un día de enero podemos leer uno de esos ejemplos, referido al uso de un centro sanitario: «Nuestro mayor deseo sería contar con noticias oficiales que aclararan definitivamente el porvenir; de todos modos intentaremos obtener más información sobre este tema, información que con mucho gusto brindaremos a nuestros lectores».
La publicidad cabalga también entre el viejo mundo y el futuro. Se anuncian calculadoras, tomavistas, lavavajillas o taladros de uso doméstico, que aún no se conoce como bricolaje. El Ayuntamiento de Valladolid ha puesto en marcha un servicio de ambulancias que promociona destacando su bajo precio, 50 pesetas el viaje. Las ‘famosas rebajas de Raymond’ ofrecen abrigos de caballero por 1.995 pesetas y de señora, por 995, que todavía hay clases.
La crisis del petróleo sobrevuela occidente –del que ya formamos parte– y, como el periódico ha subido dos pesetas, Umbral («todo sube para ser europeos», dice) promete «dos pesetas más de información, de metáforas, de chistes, de prosa cincelada y de estilo». El escritor recibe en 1976 el premio Nadal por ‘Las ninfas’ y, entrevistado por Manuel Leguineche con tal motivo, asegura en su última respuesta que tarda 15 minutos en redactar cada crónica que publica en El Norte.
En esos meses aparece los sábados una completa página de Motor –el coche del año fue el Seat 131– con una completa información del mundo del automóvil y el tráfico. También ese día se incluye una ‘minisección’ de economía –con las cotizaciones de bolsa y algún comentario– y una página dedicada a ‘El campo’. Criado afina y afila su humor en cada viñeta, que muchos días es un dardo. ‘Tiburón’ y ‘Odessa’ triunfan en las carteleras y El Norte ofrece a sus lectores firmas como Gironella, Garrigues Walker, Baltasar Porcel o Julián Marías. La sed de libertad de expresión tantos años reprimida hace que la opinión se extienda por todo el periódico.
Otra sección que lucha por hacerse con un hueco en la creciente paginación del diario aparece primero los jueves y se llama ‘Literatura y sociedad’. El orden, también con cierto trabajo, trata de imponerse y empieza a hacerse frecuente el uso de los filetes, los cortes, los recuadros, los epígrafes y otras herramientas tipográficas. Pero cuando las líneas se niegan a ajustar, hay que volver a los viejos recursos, unas cajas de distintos tamaños en los que, en mitad de una plana, se recomiendan cuestiones tan dispares como «Visite el Museo de Escultura» o «Lleve siempre la documentación de su vehículo».
La información está protagonizada por las primeras huelgas de la democracia –la del Metro de Madrid fue especialmente sonada– los crímenes de ETA, aquí, y del IRA, allá, o por la vecina Revolución de los Claveles.

Llega el destape
A finales de año, las carteleras empiezan a descubrir el destape –en el cine de la Rubia en sesión doble– y la publicidad, la política. Los partidarios del ‘sí’ y el ‘no’ a la Constitución se disputan los espacios en los días en los que un animal se convierte en pequeño protagonista del periódico. Es un perro perezoso y se llama Fred Basset.
El 7 de diciembre El Norte abre a cuatro columnas: «Sí a la Constitución», titula con los datos obtenidos a las 5.14 de la madrugada que luego serían definitivos. En el interior las pequeñas imágenes, sin pie de foto, y las noticias sobre las votaciones se repiten por todas las secciones. Las cabeceras tipo ‘sin incidentes’ o ‘absoluta normalidad’ llegan hasta a chocarse en alguna página enfrentada. La viñeta de Criado representa a una paloma de la paz que acaba de romper el huevo y sale volando. La esperanza, otra vez.
Un año después Valladolid celebra la elección de su primer alcalde socialista después de la guerra mientras Angel María de Pablos escribe en El Norte sus primeras crónicas de ciclismo. También se habla ya de posibles negociaciones con ETA y en las páginas del periódico empiezan a aparecer, como setas, pequeños recuadros con agradecimientos al Espíritu Santo «por la gracia alcanzada» y unas inciertas instrucciones. La cotización de la bolsa es ya un espacio diario.
En 1980 Umbral ya no escribe y en primera Pedro Villalar suscribe un título que será longevo, ‘Hoja de calendario’. Se anuncian muchos pisos «a precio de coste» en una nueva ciudad llamada Parquesol y, aunque parezca mentira, un juez desestima una demanda de ilicitud penal contra Herri Batasuna. En septiembre, el ‘Diario de la Feria’ se lleva de seis a ocho páginas diarias. Entre otros, se anuncian los concesionarios en Valladolid de Mercedes, BMW o Audi.
La nómina de dibujantes se engrandece con Forges, primero, y Chumy Chúmez, después, en los días en los que se informa de la marcha de las obras del Nuevo Estadio José Zorrilla, que se prepara para el Mundial de Fútbol.
Y, de repente, un día de febrero El Norte abre a toda plana con un titular inquietante: «El Rey pide serenidad y confianza», decía. Y el antetítulo aclaraba: «Tras el asalto al Congreso de los Diputados». No había más fotos que una de archivo, en primera, de Don Juan Carlos. La crónica de urgencia de los tres periodistas de Colpisa atrapados por las huestes de Tejero era memorable. Al día siguiente, a cinco columnas y ya con las imágenes de la algarada, se daban razones para la serenidad: «Los sediciosos se entregaron a la Guardia Civil», rezaba el titular.
En otro orden de cosas, el mes del ‘tejerazo’ el periódico ofreció un suplemento comercial sobre ‘Vivienda, urbanismo y construcción’ con 30 densas páginas de información y publicidad. Al año siguiente incorpora un dominical llamado ‘Páginas especiales’ con los componentes habituales –reportajes, entrevistas, pasatiempos y una información más ligera– de la prensa del fin de semana. En los primeros tiempos solía hacer reportajes un tal Miguel Ángel Rodríguez, después más conocido al ser nombrado portavoz del Gobierno en el primer Gabinete de José María Aznar.
Pero para eso quedaban unos años de Gobierno socialista. El 29 de octubre de 1982 El Norte de Castilla tiraba una primera edición que abría con una cabeza a cuatro columnas –«Triunfó la participación», decía– y una segunda, con más datos y de mayor tamaño que titulaba: «Histórico triunfo socialista».
Los inicios de lo que luego se llamó el ‘felipismo’ no depararon mayores sorpresas al diario, salvo un discreto paso por la aprobación del Estatuto de Castilla y León –«Y la ley orgánica de integración de Segovia», añadía un subtítulo– y, eso sí, un profundo cambio de imagen que se hizo efectivo a finales de 1983.
En 1985, con un precio ya de diez duros, El Norte cuenta con pequeñas delegaciones en Palencia y Zamora y corresponsales en todas las provincias de Castilla y León que publican casi a diario convirtiéndolo en el primer periódico regional. Además, desde diciembre del año anterior y después de más de medio siglo de ausencia, el diario sale todos los días de la semana al haber desaparecido la ‘Hoja del Lunes’. Para celebrarlo incorpora ‘El Norte Deportivo’, un suplemento de 16 páginas con lo más destacado del domingo.

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espontáneo
Javier Aguiar
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La transición fue época de mucho opinar. Por los grandes cambios y por la falta de práctica. La historiadora Virginia Martín hace un análisis sobre las ideas de los lectores expresadas a través de las cartas a El Norte
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Visceralidad. La aprobación del divorcio provocó airadas cartas al periódico.

 

Mientras los diarios y los políticos se afanaban en desmenuzar los grandes cambios que vivía el país, los ciudadanos, ávidos de opinar tras largos años de silencio obligado, buscaban su espacio para el debate en un rincón de El Norte. Así lo cuenta Virginia Martín en su trabajo ‘La transición de la prensa a la democracia: la llegada del artículo 20 a los periódicos’:
«Entre los temas que fueron objeto de más discusión durante los diez meses previos a la campaña del referéndum encontramos los referidos a la estructura territorial del Estado, la ley electoral, las Fuerzas Armadas, la educación o la fijación de la mayoría de edad. No obstante habría que puntualizar que los temas que incitaron en mayor medida a que la gente se lanzara al debate y expusiese sus opiniones fueron los que presentaban una relación con la ética o la religión.
»Sencillamente con que observemos las cartas que El Norte de Castilla publicó en su ‘Correo espontáneo’ percibiremos qué cuestiones movilizaron más a la población en general. [...] Nos referimos a muchos españoles que aún no habían aprendido el verdadero sentido de la democracia, políticamente hablando, pero cuando un tema se adentraba en el campo de sus creencias o de sus valores reaccionaban, haciendo uso de la libertad de expresión, escribiendo lo que opinaban. Por eso en el ‘Correo espontáneo’ veremos qué temas que generaron un gran debate en el entorno político, como la ley electoral, no van a tener tanta resonancia a nivel popular, mientras que el divorcio, la libertad de enseñanza, el aborto, los nuevos valores, la libertad de expresión o la pena de muerte, van a provocar un aluvión de cartas de opinión extensas y en muchos casos viscerales que a veces llegan a formar toda una polémica en la que ciudadanos de opiniones dispares se van a responder lanzando críticas a sus adversarios ideológicos, defendiendo y justificando sus propias convicciones.
»Un ejemplo encontrado en las páginas del Decano de la prensa española, en la sección citada, es el del divorcio, un combate impreso que tuvo una enorme repercusión en las páginas del diario. [...] Hay gran variedad de pareceres y argumentos, aunque podríamos decir que el vencedor fue el ‘no al divorcio’.
»Cada correo espontáneo acerca de este tema provocaba toda una serie de réplicas que a su vez creaban otras diferentes. Una opinión que late en muchas de las cartas que se envían a la redacción es aquella que considera que el pueblo español está siendo manipulado por sus políticos, que estarían aprovechando que la Constitución presentaba muchas ventajas para introducir artículos que no hubiesen sido fáciles de aprobar si se hubieran votado en un plebiscito independiente, como sería el caso del divorcio.
»Los escritos a favor del divorcio suelen ser menos viscerales, y aluden al derecho que tiene todo hombre de actuar con plena libertad, además de acusar de hipócritas a aquellos que prefieren un matrimonio roto que guarde las apariencias a una pareja divorciada. Por otro lado, los que atacan al divorcio lanzan mensajes más radicales y acusadores, llegando a resultar en muchos casos exagerados, como el que aparece en El Norte de Castilla el 14 de enero, en el que se puede leer: «Se nos ha instalado en España la pornografía, el adulterio y el amancebamiento. [....] Aprobar el divorcio es asesinar la familia, matar la sociedad y torturar al ser humano en su espíritu. (...) Divorcio, aborto, eutanasia… echar a rodar la piedra y acabaremos comiendo chorizo de niño y jamón de viejo. Negro, pero penosamente real».
»La gran mayoría de los correos que censuran el divorcio suelen alegar motivos religiosos: «Lo único que me preocupa –decía otro– son las palabras que en cualquier Biblia, hasta en las más herejes, pone. Hay un NO rotundo en cuanto al adulterio y al desear la mujer del prójimo, y otro NO rotundo para que lo que Dios juntó NO lo separen los hombres. Me preocupa porque no es un invento religioso ni es patrimonio de ninguna religión. Resulta que es la ley de Dios».

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Adiós a la ‘Hoja del Lunes’
Javier Aguiar
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Despedida. Último ejemplar de la ‘Hoja del lunes’.

 

EL día 3 de diciembre de 1984 El Norte salía a la calle por primera vez un lunes desde hacía 64 años. El diario daba así un nuevo paso en su evolución natural y se sumaba a otros periódicos nacionales y locales –el primero fue ‘Diario 16’– que habían iniciado antes su andadura por todos los días de la semana. Sin embargo, esa novedad entrañaba la desaparición de la publicación que desde 1947 estuvo llegando semanalmente a los vallisoletanos, la ‘Hoja del Lunes’.
Su último ejemplar costaba 45 pesetas y daba 32 páginas con mucha información deportiva, unas primeras planas locales y bastante opinión de la ciudad y la región. En primera, un artículo titulado ‘Buenos días, colega’ felicitaba a El Norte por su incorporación, que entendía como una consecuencia lógica del crecimiento de la empresa periodística. El texto cabalgaba entre la obligada salutación al ‘colega’ y la inevitable tristeza por la propia desaparición. La nostalgia envolvía las palabras. Sin embargo, en el interior algunos artículos no compartían el tono mesurado y arremetían directamente contra El Norte, al que hacían culpable de la pérdida. En una viñeta de Cantero, el decano aparecía como un matón del oeste que dejaba a sus víctimas a las puertas del ‘saloon’.
Las ‘Hojas del Lunes’ surgen a partir de los años veinte, a raíz de una concesión a las asociaciones de la prensa, consecuencia de un real decreto de 1920 que regulaba el descanso dominical de la prensa. En la elaboración de la de Valladolid participaban, como en otras, periodistas y técnicos del resto de los periódicos de la ciudad. El problema fue que El Norte se quedó solo en Valladolid, sin competencia, durante un tiempo.

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Columnado. Los últimos números a siete columnas (31-12-77) y seis (29-4-84) y el primero a cinco (1-5-84).
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nueva imagen
Javier Aguiar
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El Norte es uno de los diarios pioneros en España en mostrar una preocupación por el diseño del periódico que aumenta en una década en la que su aspecto sufre varias reformas profundas y actualizaciones
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EL PRODUCTO

1977 y 1978
Desaparece el formato sábana y se adopta el tabloide. Pierde más del 30% de superficie y pasa de siete a seis columnas.

1983 y 1984
Pierde cinco ctms de ancho y otros tantos de alto, pasa a cinco columnas y la cabecera gótica amplía su tamaño.

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Reducción. Cambio de tamaño a escala real, que se produjo el 1 de mayo de 1984.

En 1977 el formato se ha reducido en dos centímetros de alto y uno de ancho. El especial de Navidades de ese año lleva 60 páginas y cuesta 20 pesetas. El último día de diciembre el director, Fernando Altés, anuncia en un breve texto los cambios que presentará El Norte en su próxima aparición, el 3 de enero (el día 1 no hay diarios y el 2 era lunes). En la nota explica que el nuevo periódico medirá 46 por 32 centímetros (cinco y cuatro menos, respectivamente), lo que significa un 28% de la superficie, aunque solo el 24% de la mancha (la parte impresa). Altés afirma que la nueva rotativa instalada en un taller del polígono de Argales permitirá tirar 20.000 ejemplares a la hora y ampliar la paginación de 32 a 192. Además destaca la mayor comodidad del nuevo formato, usado en muchos diarios europeos, y la dificultad que suponía –y los perjuicios al tráfico que causaba– tener que descargar todos los días una bobina de papel de un camión que apenas entraba en la estrecha calle Montero Calvo.
Pero ese martes los lectores se encontraron con más sorpresas. El diario costaba ya 15 pesetas, llevaba 40 páginas y había reducido a seis su columnado, después de muchas décadas distribuido a siete columnas. Las noticias, a veces firmadas por una nueva agencia llamada Colpisa, están mejor ordenadas y las fotos, el tamaño obligaba, son más pequeñas. Las secciones, que ya no se invadían unas a otras, se subdividían por temas (laboral, sucesos, etcétera) y mantenían una secuencia: Local (hasta la página 10), Región (cuatro más), Nacional (otras seis), Exterior (también seis) y los Deportes (entre cuatro y 13, los martes). De dos a cuatro páginas se dedicaban a la mujer, los toros, la cultura o la crítica de libros, y entre cuatro y seis, los Clasificados, en los que los anuncios de pisos eran ya una amplia mayoría.
Unos años después, en el mes de septiembre de 1983, el diseño del diario vuelve a presentar importantes cambios. La primera fue notablemente mejorada con la reducción del número de fotografías y de noticias, mejor presentadas y separadas mediante filetes y corondeles, y la utilización de dos elementos que todavía perviven, los subtítulos informativos y un recuadro de ‘llamadas’, pequeño resumen de titulares con remite de página.
En diciembre se modifica completamente la maquetación con criterios modernos y prácticos. La tipografía se unifica y los titulares solo presentan ya una diferenciación: un tipo para la información y otro para la opinión. Las mayúsculas, ‘versales’ en el argot de los talleres, desaparecen de las cabeceras que, sin embargo, se ven ahora apoyadas con antetítulos y entradillas.
Las páginas 2 y 3 quedan reservadas para la opinión y la sección de ‘Cultura y espectáculos’ obtiene plaza fija, otras dos planas justo detrás de los deportes. Además los domingos aparece ‘El Norte Semanal’, otra variación mayormente estética, y hay nuevas páginas monográficas dedicadas a ‘Artes y letras’, los jueves, y ‘Motor’, los viernes, que pasará pronto al sábado con la llegada de otro clásico que reaparece, ‘Campo’ que, como en los viejos tiempos, incluye los precios de los mercados agrícolas y ganaderos.
El cambio de imagen es radical y el periódico queda, en definitiva, mucho más limpio y ordenado. Pero aún falta un último retoque, nada desdeñable, que se dará en mayo de 1984. El formato vuelve a sufrir una importante reducción, pasa a tener 41 centímetros de alto por 27 de ancho –más pequeño que el actual– y las páginas de dividen en cinco columnas, otra innovación que perdura.
La cabecera gótica que durante tantos decenios vivió constreñida entre dos recuadros –que albergaron la mancheta, la fecha y el precio, publicidad o llamadas– se libra ahora de ellos y pasa a ocupar la anchura total de la primera plana, dando el relieve que sin duda merecía el centenario encabezamiento. Debajo mantiene el subtítulo ‘Diario independiente de Valladolid fundado en 1854’ y la reliquia ‘El que más circula en la región’. En la primera también figuran el precio (40 pesetas ese año) y la paginación (en torno a las 60). El sello de la OJD (Oficina de Justificación de la Difusión) y el recuadro de las llamadas va en tinta roja.
En ese final de década de la vida del diario aparece la primera foto a toda plana –un remate de cabeza de Eusebio entre dos rivales del Betis, sin pie y firmada por Cacho– y la economía, que todavía no cuenta con sección propia y se agrupa al final de ‘Nacional’, protagoniza un especial de entre cuatro y seis páginas que se entrega los domingos.

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Los gatos
Javier Aguiar
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Los lectores se preguntaron durante años por qué una legión de felinos invadía las páginas de opinión de su diario. Un misterio sin resolver
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Tradición. Durante muchos años los gatos ilustraron las páginas de opinión.

 

Una vieja norma de edición, que demostraba el respeto hacia los colaboradores y sus textos, prohibía no solo cortar ni una sola palabra de los artículos de opinión que llegaban a la redacción, sino que tampoco permitía la presencia de publicidad ni cualquier imagen que pudiera desvirtuar el contenido de los escritos.
La dignidad con que se trataban las páginas de opinión se convertía, sin embargo, en un problema para los montadores que debían de ajustar los textos sin contar con demasiados recursos para ello.
Así llegaron a los talleres de El Norte los gatos, que no eran otra cosa que una serie de fotografías de felinos que se utilizaban para ajustar esas planas con imágenes presuntamente asépticas. Se tiraban las columnas de texto corrido con los textos íntegros y luego se medía con el tipómetro el tamaño del gato que había que utilizar para completarlas. Sencillo y práctico. Esta costumbre, que se implantó en algún otro rotativo, duró bastantes años, hasta el punto de resultar tremendamente chocante en un periódico moderno que trataba la información con seriedad y rigor. No en vano, para los legos debía resultar inexplicable su presencia.
Otra cosa debía de ser la corriente de rumores que se extendía entre los lectores para explicar las casi diarias apariciones de estos enigmáticos animales, cuyas planchas de zinc llegaron a llenar varios cajones del taller de El Norte.
De ahí que incluso hoy haya quien niegue su existencia por considerarla una leyenda más del mundo del periodismo. La hemeroteca les quita la razón y anima un aspecto sorprendente del intramundo de la prensa.
Dentro incluso de la familia de El Norte se recuerda que en el taller del diario en la calle Montero Calvo vivía una amplia colonia de felinos que incluso eran alimentados y cuidados por el personal del periódico. Hay quien asegura que esta actitud no se debía –o al menos no exclusivamente– a un desmedido amor hacia los animales, sino a una cuestión mucho más práctica. Según esta versión, en el local se almacenaba el papel utilizado para la impresión del diario, que debía suponer un atractivo complemento alimenticio para los ratones que habitaban en toda la manzana, y que llegaban a entrañar una cierta amenaza, así que el ejército gatuno se erigía en arma de defensa contra los roedores. En señal de agradecimiento, y también por un prurito artístico, los fotógrafos de El Norte disparaban sus cámaras sobre los felinos hasta hacerse con una enorme colección de imágenes que algún ajustador descubrió como fuente inagotable de recursos para su labor profesional.
Más fácil de comprobar que la citada versión es el hecho de que Fernando Altés Bustelo, durante largos años director del diario y que empezó a trabajar en él como redactor-ajustador, era un gran aficionado tanto a la fotografía como a los gatos y poseía un amplio muestrario de imágenes, muchas de ellas extraídas de revistas y libros. Un gusto que decidió trasladar a las páginas del diario que dirigía con una doble función, práctica y estética.

 

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