Muy pocas empresas alcanzan la dicha
de celebrar siglo y medio de fecunda existencia,
realizando su cometido con la misma profesionalidad,
rigor y compromiso del primer día.
Si la celebración corresponde a
un medio de comunicación, un sector
sujeto a infinidad de avatares donde surgen
muchas publicaciones pero pocas persisten
en el tiempo, el mérito resulta
aún mayor. Por eso, conmemorar
una efeméride de semejante magnitud
supone un evidente motivo de satisfacción.
El Norte de Castilla ha logrado ese hito
realmente excepcional entrando cada mañana
en nuestras casas con las noticias de
esta ciudad, de la región, de España
y del panorama internacional, en una relación
íntima y estrecha con un lector
que ha respondido con fidelidad.
Un periódico en el que hemos aprendido
a leer miles de personas –entre
las que me incluyo–, que ha defendido
con ahínco los intereses de esta
tierra, que ha servido para abrir los
ojos al mundo a generaciones y generaciones
de vallisoletanos, que ha forjado vocacionales
periodistas luego catapultados a la prensa
nacional, que ha tenido y tiene como articulistas
a brillantes escritores, que ha sido abanderado
de la libertad y el progreso incluso en
periodos sombríos de los últimos
150 años… es mucho más
que un periódico, que un mero rotativo.
La concesión de la Medalla de Oro
de la Ciudad de Valladolid a El Norte
de Castilla, aprobada en el pleno de octubre
con el respaldo de los tres grupos políticos
municipales, no es sino el reconocimiento
oficial a una realidad cotidiana, la de
un diario profundamente incardinado en
la vida y en la historia contemporánea
de nuestra capital, que ha sabido adaptarse
a los cambios tecnológicos y mediáticos
sin perder su identidad.
En definitiva, una personalidad que esencialmente
sigue siendo muy vallisoletana. Enhorabuena
a todas las personas que hacen posible,
jornada tras jornada, la salida a la calle
de una cabecera tan singular, que de alguna
manera ya forma parte de nosotros, el
paisanaje, y del paisaje. |