Ciento cincuenta años de
la vida de un periódico suponen
que ha sido testigo inmediato de
este dilatado tiempo en todas sus
vertientes, políticas, sociales,
económicas, culturales, deportivas,
lúdicas, reflejo de una ciudad,
de un país y también
del acontecer universal, de lo más
concreto y unido a la tierra, a
lo transcendente en todos los ámbitos.
En sus páginas está
el todo, la memoria de unas épocas,
del presente, del pasado y también
de la proyección del futuro…
¿Qué decir de este
fabuloso testigo, de este peculiar
y positivo ‘voyeur’
que abre sus páginas a todo
lo que existe, desde las acciones,
los hechos, hasta las ideas? Acudo
al testimonio personal intransferible
que, junto a otros, puede aportar
alguna pequeña luz sobre
este milagro de supervivencia. Cuando
por razones profesionales me trasladé
a Valladolid, conocía de
esta ciudad (aparte de las procesiones
de Semana Santa) tres luces que
la hacían diferente: un escritor,
Miguel Delibes, al que admiraba;
un Festival de Cine que abrió
fronteras; un periódico,
El Norte de Castilla, unido al propio
Miguel, que compraba, sobre todo,
cuando se publicaba ‘El Caballo
de Troya’, la sección
que abrió sus puertas a magníficos
periodistas y escritores. Tuve la
fortuna de conocer a Miguel y ser
amigo suyo, codirigir seis años
la Seminci en épocas difíciles
y escribir en El Norte 36 años,
hasta este mismo momento, de temas
variados, predominando los culturales.
Emilio Salcedo, el inolvidable Emilio,
me abrió las puertas, y Fernando
Altés me cobijó. Sirva
esta referencia como pequeño
y agradecido homenaje a dos figuras
que marcaron una época.
El periódico tenía,
tiene, un gran prestigio. Ante cualquier
evento cultural, ópera, teatro,
festival, la referencia a El Norte
de Castilla te daba todas las facilidades.
Fuera del ámbito local, los
nombres de Delibes, Jiménez
Lozano y tantos otros constituían
una enseña de la independencia
y libertad que el diario tuvo como
norte, valga la expresión.
Creó escuela desde el riesgo
asumido en tiempos oscuros. Y ahí
sigue, en esta línea.
Portavoz del alma castellana y también
expresión de lo universal.
Se dice que el olvido es el mayor
enemigo de la verdad. En este diario
que ha cumplido 150 años
de vida, se conserva la memoria
del tiempo a través de quienes
en las diversas épocas lo
hicieron y lo hacen posible. En
estas décadas los cambios
han sido inmensos: tecnológicos,
ideológicos, sociales. El
Norte de Castilla ha sabido siempre
ser fiel a sí mismo desde
una mirada atenta y profunda a todos
ellos. |