Redacción
Valladolid. Miércoles, 27
«El alcalde de esta capital,
señor Infante, recibió ayer
los siguientes telefonemas del senador
por esta provincia don Antonio Royo Villanova:
«Madrid, 27. Antonio Infante, alcalde
de Valladolid. Recibido telegrama, traté
ver en seguida ministro Guerra, quien
no pudo recibirme por estar reunido con
gabinete militar. Le veré mañana
tres tarde, pues por la mañana
tiene consejo de ministros. Creo Gobierno
procurará instalación rápida
Academia, esperando para ello regreso
general inspector. Excuso reiterarle incondicional
esfuerzo en apoyo intereses de la ciudad.
Royo Villanova».
«Madrid, 27. Antonio Infante, alcalde
de Valladolid. Conferencié con
ministro Guerra, quien refiriome su larga
conferencia con el rey sobre Academia
Caballería. Ni remotamente ocurriósele
al Gobierno pensar traslado Academia considerando
Valladolid identificado Caballería
española. Ministro espera llegada
Arenaz para estudiar instalación
Academia utilizando ofrecimientos locales
y procediendo seguidamente construcción
nuevo edificio, para lo cual pondranse
acuerdo senadores, diputados, incluyendo
presupuesto anualidad correspondiente.
Complázcome comunicarle estas noticias
con mi impresión personal de que
rey y Gobierno está decididos continúe
Valladolid Academia Caballería.
Royo Villanova». (...)
Durante todo el día continuó
ayer en actividad el fuego en los restos
calcinados de lo que fue edificio principal
de la Academia de Caballería. En
diversos puntos del gran octógono
continuaban focos de incendio que iban
consumiendo los materiales combustibles
de la edificación y el viento,
que soplaba con violencia, los avivaba
con frecuencia levantando de nuevo penachos
de llamas.
La bomba de vapor del Ayuntamiento y las
dos, muy potentes, de la compañía
del ferrocarril del Norte, con el personal
correspondiente, continuaron arrojando
agua en abundancia sobre los escombros
humeantes. Numeroso personal de los distintos
cuerpos militares trabajó activamente,
bajo la dirección de los ingenieros.
Por la noche ya no se veía llama
alguna. Los trabajos se suspendieron;
pero siguió la vigilancia muy rigurosa
en previsión de lo que pudiera
ocurrir.
La pared que da a la calle de San Ildefonso
sigue amenazando desplomarse, pero está
en pie. En el interior del edificio continuaron
ayer los hundimientos.
Durante todo el día ha habido constantemente
en los alrededores de la Academia muchísimo
gentío que contemplaba entristecido
la obra devastadora del fuego y presenciaba
los trabajos que se realizaban.
Los auxilios prestados por la compañía
del ferrocarril del Norte para la extinción
del incendio de la Academia fueron ayer
objeto de grandes elogios. Sus dos potentes
bombas en unión de la del Ayuntamiento,
ya que no la destrucción del edificio,
evitaron su propagación a otros
y facilitaron el salvamento de numeroso
mobiliario y material de enseñanza.
[...]
El elemento militar elogiaba grandemente
el rasgo de la compañía
del ferrocarril del Norte, no solo por
la desinteresada cesión de las
bombas y el personal, sino también
por el abastecimiento de combustible y
el pago de las horas extraordinarias a
aquel personal. [...]
A primera hora de la mañana de
ayer las materias incandescentes desprendidas
del edificio de la Academia ocasionaron
nueva avería en la línea
telegráfica. Inmediatamente el
personal de vigilancia las remedió
con gran pericia» [...]. |