Servicio
Especial. Madrid. Martes, 14
«Quedó ayer consumada
en España la trascendental andanza
política que comenzó a operarse
en la jornada electoral del domingo. Por
la renuncia del Rey quedó estinguida
la Monarquía restaurada en 1875
y en su lugar se proclamó la República.
Unas elecciones municipales que no debían
haber tenido más que un carácter
administrativo han bastado para cambiar
la forma de Gobierno. Esta es la primera
nota singular del momento histórico
que vivimos. La otra es la serenidad con
que se ha tramitado el cambio, tan tranquilo
como fulminante.
No creemos que se haya dado nunca en ningún
país un caso semejante. Una Monarquía
derrocada y una República instaurada
en breves horas, suavemente, con una mera
transición de poderes, sin que
las expansiones populares excedan en mucho
de los naturales límites.
Cualquiera que sea la posición
que se adopte ante el cambio, merece elogios
la forma de efectuarlo.
Ha contribuido en ello, en primer término,
la actitud noble y patriótica del
rey y la inteligencia de sus consejeros,
que con su acierto de ahora se han redimido
en parte de pasados errores; después,
la moderación de los vencedores,
que han sabido usar serenamente de su
triunfo, y la discreta actitud de los
vencidos que, siguiendo el ejemplo que
venía de lo alto, han acatado sin
protesta el fallo adverso.
Desde nuestra independencia, hoy reafirmada,
lo reconocemos, rindiendo tributo a la
justicia, deseando que el nuevo régimen
logre la restauración del derecho
y de la libertad y sirva para la paz y
la prosperidad de España. [...]
A las dos de la tarde el jefe del Gobierno
recibió a los periodistas con los
que estuvo conversando unos minutos.
Insistió en lo que ya había
expresado al salir del regio Alcázar:
—Su majestad del rey —agregó—
está perfectamente enterado de
todo; primero, por mí, y después
por todos los ministros, a los que el
rey ha llamado para oír la opinión
particular de cada uno.
»Esta tarde, a las cinco, comenzarán
las consultas de los constituyentes en
la forma ya indicada.
»Ante todo he de repetir rotundamente
que no hay crisis; aunque no debe desconocerse
la gravedad del momento actual.
—¿Y quedará resuelta
la cuestión en el día de
hoy?
—se le preguntó.
—Yo creo que sí, pues urge
cuanto antes una solución. Si no
la tiene esta misma noche por lo menos
será la iniciación de la
misma.
—¿Y se reunirán esta
tarde los ministros del Consejo?
—Aquí no. Es posible que
el Consejo se reúna bajo la presidencia
de Su Majestad del Rey. La reunión
ésta no es corriente, pero las
circunstancias presentes justifican esto,
que en otras no sería lo natural.
El general Aznar terminó diciendo
que los infundios circulados por provincias
han sido numerosos y que en vista de ello
se ha dirigido un telegrama circular a
todos los gobernadores manifestándoles
desmientan por completo y en absoluto
tales rumores, puesto que el Gobierno
continúa y se halla resuelto al
mantenimiento del orden» [...]. |