Burgos.
jueves, 1
«El decreto trascendental
promulgado por la Junta de Defensa nacional
de España, después de nombrar
al glorioso general Franco jefe del Gobierno
del Estado español con todos los
poderes del nuevo Estado y después
de nombrarle también generalísimo
de las fuerzas nacionales de tierra, mar
y aire, dice en su artículo tercero
que dicha proclamación será
revestida de forma solemne ante representación
adecuada de todos los elementos nacionales
que integran este movimiento liberador
y de ella se hará la oportuna comunicación
a los gobiernos extranjeros.
La proclamación del general Franco
como jefe del Gobierno del Estado español
y la transmisión de los plenos
poderes de la Junta de Defensa Nacional
se ha verificado en el día de hoy
en la ciudad de Burgos. [...]
Todas las casas de la ciudad engalanadas.
La plaza de Alonso Manrique, donde está
el edificio de la División Militar,
está rebosante. El sitio que dejan
libre los soldados y las milicias que
han rendido honores es incapaz para la
muchedumbre que se aprieta de forma inverosímil.
[...]
Inmediatamente, en la Sala del Trono de
la División, se verificó
la transmisión de poderes.
El general Franco, más firme y
más sereno que nunca, en lugar
de honor. Frente a él, la Junta
de Defensa nacional de España en
pleno.
El Ejército, con sus generales,
jefes y oficiales que allí le representaban.
A su lado, las autoridades civiles y diplomáticas.
El general Cabanellas se adelantó
y pronunció las siguientes elocuentes
palabras:
«Señor jefe del Gobierno
del Estado español: con profunda
emoción por la solemnidad de este
momento, en nombre de esta Junta que represento,
os entrego los poderes que de ella estaba
investido.
»Pasados los días críticos,
los días difíciles, ya la
victoria está asentada entre nosotros.
»Estos altos poderes encuentran
en V. E. soldado de nacimiento, soldado
de cepa, que ha llegado a este empleo
paso a paso, vinculándose en vos
todas las virtudes de la raza.
»Os felicito y os doy la enhorabuena
y este movimiento que empezó al
grito de ‘¡Viva España!’
continuará de la misma manera.
¡Viva España! ¡Viva
el jefe del gobierno del Estado español!».
El general Franco recibió los poderes
y contestó con elocuencia, con
emoción y al mismo tiempo con serenidad
y con firmeza.
«Son, españoles —dijo—,
momentos cumbres de la Historia de España.
Ponéis en mis manos a España;
mi mano será firme, mi pulso no
temblará y yo procuraré
alzar a España al puesto que la
corresponde conforme a su Historia.»
[...]
Después tuvieron lugar la recepción
y los desfiles de Falange y milicias.
La magnífica banda de los requetés
navarros pone en el ambiente en entusiasmo
desbordado el brío de una marcha
militar.
La ovaciones se suceden. Los vivas a Franco
y a España que salen armónicamente
de la multitud y que son contestados clamorosamente,
llegan a los ámbitos de la plaza
de Alonso martínez de Burgos.»
[...] |