Nos
había acostumbrado a comenzar
a leer el periódico por detrás.
También por eso, echaremos mucho
de menos la columna de Francisco Umbral
en la última página del
diario ‘El Mundo’, uno de
los espacios de la prensa española
en los que, con mayor brillantez, se
han dado la mano a lo largo de estos
años el periodismo más
actual y la mejor creación literaria.
Periodismo y literatura vinculan ya para
siempre a Francisco Umbral con su primera
gran escuela, EL NORTE DE CASTILLA, y
con sus fundamentales maestros y directores,
y entre ellos especialmente con Miguel
Delibes. Periodismo y literatura con
cuyo extenso ejercicio Umbral consiguió algunos
de los premios más importantes
de las letras españolas, y también
consolidó alguna de las polémicas
más vivas sobre la injusticia
del no reconocimiento académico
de sus méritos como escritor y
creador de lenguaje. Conocí a
Francisco Umbral con ocasión de
una iniciativa que la Junta de Castilla
y León comparte con el Grupo editor
de ‘El Mundo’, para premiar
a castellanos y leoneses de dimensión
universal. Umbral recibió el Premio
de las Letras en su segunda edición,
y fue jurado en la siguiente convocatoria.
Todavía recordamos la belleza
y la inteligente ironía de su
intervención al recibir aquel
galardón. Era difícil diferenciar
en él la persona y el personaje
construido alrededor de ella. Como persona
nunca ocultó la raíz castellana
de su vida y de su estilo. Valladolid
fue su tierra de referencia como niño,
adolescente y primer escritor. Valladolid
ha seguido siendo hasta el final uno
de sus espacios literarios preferidos.
También recordaba su paso laboral
por León. Como personaje alcanzó mucha
notoriedad, pero afortunadamente era
tanta su calidad como escritor siempre
nuevo, que nunca suplantó o sustituyó a
su capacidad diaria para atraernos, deslumbrarnos
o provocarnos. O todas esas cosas a la
vez. Y así hasta el día
de hoy, en que sentimos profundamente
su muerte, pero agradecemos el valor
inmortal de su obra creativa.
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