Mientras se
adapta a los cambios políticos,
El Norte de Castilla adquiere cada
vez mayor importancia por su defensa
de los intereses agrícolas
de la provincia y la región |

Segunda sede.
Número 1 de Angustias. / G.
Villamil |

Advertencia.
Entre el 17 y el 20 de diciembre de
1871, el diario informa en primera
plana que ha pasado a manos de Gaviria
y Zapatero. / Ramón Gómez |
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LA EMPRESA |
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Cambio de propiedad
En 1870, Francisco Miguel Perillán
vende el diario a Miguel Díez
y Díez.
Nuevos dueños
En 1871, Agapito Zapatero y Luis Nazario
de Gaviria crean una nueva sociedad,
con sede en Angustias, n� 1. |
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Mientras
corría a su fin la década
de los sesenta del siglo XIX, El Norte
de Castilla sigue en manos de Francisco
Miguel Perillán y García
y mantiene su sede social en la calle
de los Tintes, además de su marcado
espíritu liberal. Incluso desde
el 1 de septiembre de 1865 y hasta el
16 de enero de 1867 en la cabecera del
diario se destacaba que era el «Diario
Liberal de Valladolid», algo que
no volverá a suceder en el siglo
y medio de historia del periódico.
El catedrático de Historia Moderna
y Contemporánea de la Universidad
de Valladolid (UVA), Celso Almuiña,
ha subrayado que el diario decano español
«afronta la esperanzadora década
de los sesenta con muy buenas bases tanto
empresariales, periodísticas como
políticas y, sobre todo, con un
horizonte regionalista ilusionante y prometedor».
Sus propietarios llevan a gala su compromiso
con los intereses agrícolas de
la provincia, hasta el punto de que las
informaciones del campo del diario se
convertirán en referente en el
país. Sin embargo, entre 1865 y
1868, se crispa la situación económica
y política del país. En
este sentido, Almuiña destaca que
los vaivenes de la política nacional
determinarán que el diario se vea
obligado a adaptarse a los ritmos cambiantes.
Las muestras de solidaridad ante los acontecimientos
nacionales también tienen su eco
en las páginas del periódico
vallisoletano. Así, por ejemplo,
el profesor José Altabella recuerda
que, al producirse en Madrid los sucesos
de la noche de San Daniel, el 10 de abril
de 1865, el periódico ofrece sus
columnas para abrir una suscripción
a favor de las víctimas. Durante
la sangrienta carga contra los estudiantes
de la Universidad de Madrid que realizaban
una serenata en la Puerta del Sol de apoyo
a su rector, murieron catorce manifestantes
y más de un centenar resultaron
heridos. El diario vallisoletano relata
estos hechos y se suma a la iniciativa
que ponen en marcha «23 periódicos
de diferentes matices políticos»
de la Corte para ayudar a las víctimas,
eso sí, para curarse en salud,
con la advertencia en su primera plana
de que esta decisión se toma «haciendo
abstracción completa de la cuestión
política».
Las cosas van complicándose poco
a poco para la prensa liberal. La Ley
de Imprenta del 7 de marzo de 1867 pretende
la sumisión de los periódicos.
Fue redactada por un hombre que conocía
el producto, Luis González Bravo,
periodista y político. Militante
del Partido Progresista durante la Regencia
de María Cristina de Borbón,
ya en 1864 fue nombrado ministro de la
Gobernación con Ramón María
Narváez, cuando la política
española había adquirido
un claro tono reaccionario. De hecho,
se le responsabiliza de los anteriores
sucesos.
El diario resiste
la censura
González Bravo, que había
sido azote de los moderados, se convierte
ahora en un eficiente censor de la libertad
de prensa. Será una ley decididamente
conservadora: crea registros de impresores,
permite al Gobierno secuestrar publicaciones,
eleva los requisitos para ser editor responsable
y jurado, se mantiene la censura previa
para escritos religiosos y exige un duro
control sobre los elementos gráficos,
cuya presencia en la prensa crecía
con rapidez. Algunos periódicos
dejan de salir, no así El Norte
de Castilla. Sin embargo, los responsables
del diario deciden «no publicar
ninguna noticia referente a los sucesos
de actualidad que no esté tomada
de la ‘Gaceta de Madrid’ o
de los partes o Boletines oficiales de
las autoridades militar o civil de esta
provincia. Lo demás, venga por
el conducto que quiera, no tendrá
acogida, por ahora, en nuestro periódico,
que comienza por suprimir o suspender
temporalmente sus correspondencias de
la Corte». El periódico se
dirige de esta manera a sus lectores y
justifica su decisión en el hecho
de que cincuenta familias dependen directa
o indirectamente de la continuidad de
la empresa.
Nuevo propietario:
Miguel Díez y Díez
Perillán se ve obligado
a afrontar muchos retos, entre ellos el
enfrentamiento con el gobernador civil
vallisoletano, Manuel Urueña, quien
ordenará su detención y
su traslado a Cádiz, aunque regresará
a Valladolid con el triunfo de La Gloriosa.
El impresor y copropietario de El Norte
también deberá lidiar con
la competencia de la ‘Unión
Regionalista’ y de ‘La Crónica
Mercantil’.
Unos meses después de triunfar
la Revolución de Septiembre de
1868, Luis de Polanco y Díaz Labandero,
palentino de Aguilar de Campoo, se traslada
a Madrid y se encarga de la dirección
del periódico Quintín Pérez
Calvo, abogado y autor de obras jurídicas.
Este último fue objeto de una ruidosa
cencerrada, protagonizada por los estudiantes
ante la redacción de El Norte de
Castilla, quienes le acusaban de haberles
ofendido en uno de sus artículos.
Luis Polanco y Miguel Perillán
volverán a coincidir más
tarde en Madrid, ya que cuando el segundo
funda ‘El Popular’ contratará
al primero como director. De allí,
pasaría Polanco a ingresar como
redactor en ‘El Imparcial’,
donde más tarde llegaría
también a ser director.
En 1870, Francisco Miguel Perillán
y García atraviesa una mala racha
económica y se ve obligado a desprenderse
del periódico, según explica
José Altabella. Sin embargo, el
historiador Celso Almuiña considera
que en realidad Perillán «no
resiste el envite conservador»,
y decide buscar nuevos horizontes en Madrid.
El experto subraya que «así
culmina la etapa de Perillán y
el encauzamiento definitivo de El Norte
de Castilla por el camino de la información
del campo, con especial atención
al mercado cerealista».
Perillán opta por trasladar tanto
la propiedad como la dirección
a Miguel Díez y Díez, hombre
conservador y proteccionista. Aunque conservará
el diario hasta 1871, Díez y Díez
solamente lo dirige durante unos meses,
tras los cuales pasa a asumir la dirección
Restituto Estirado Benito, que estará
en el cargo entre 1870 y 1874. Durante
esa época, el periódico
vuelve sus ojos hacia los ideales monárquicos,
da un giro radicalmente conservador y
defiende, incluso, posturas próximas
al carlismo, como queda reflejado en informaciones,
gacetillas y comentarios. Tal es el vaivén
que el fracaso del entonces empresario
y director, Díez y Díez,
es estrepitoso. Hay que entender que,
en ese momento, los vallisoletanos que
tenían cierta capacidad de decisión
económica, social y cultural, estaban
muy próximos al progresismo.
Gaviria y Zapatero
El periódico sufre una
nueva transformación al pasar a
otra propiedad, según daba noticia
el propio diario en un anuncio que apareció
el 17 de diciembre de 1871 y durante los
días siguientes. El impresor Luis
Nazario de Gaviria formó sociedad
con Agapito Zapatero, librero de gran
tradición en la ciudad y antepasado
del actual presidente del Gobierno, José
Luis Rodríguez Zapatero. La razón
social era Imprenta y Librería
de Gaviria y Zapatero y tenía su
sede en el número 1 de la calle
de Angustias. Luis Nazario de Gaviria,
alavés afincado en Valladolid,
estaba dedicado al negocio de la impresión.
Así, Altabella explica que tuvo
diversos talleres que estuvieron asentados
en en número 4 de la calle Cárcava;
el 2 de Cardenal Moreno; y también
el número 2 de González
(desde 1876, llamada de Alonso Berruguete).
Entre los días 17 y 20 de diciembre,
la primera plana de El Norte de Castilla
recoge el anuncio con el cambio de manos.
«ADVERTENCIA. Habiéndose
trasladado la administración de
este periódico a la imprenta y
librería de los señores
Gaviria y Zapatero, Angustias, 1, y González,
2, toda la correspondencia que a ella
dirijan se mandará a nombre de
los referidos editores, en cuanto se refiere
a la parte administrativa». Era
la mejor forma de hacer llegar a los lectores
y suscriptores la razón de la nueva
sede de la empresa.
Mientras Agapito y Zapatero se ocupan
del negocio editorial y de la distribución
del periódico, llaman al abogado
Sebastián Díez de Salcedo
para que se haga cargo de la dirección
del periódico. Será el director
que más tiempo se mantenga en el
puesto, aunque nunca dejará su
bufete. Este abogado dirigirá el
periódico durante 19 años,
entre 1874 y 1893, hasta enlazar con los
siguientes propietarios, Santiago Alba
Bonifaz y César Silió. Durante
aquellos años, Díez de Salcedo
se veía obligado a competir con
otro periódico destacado, ‘La
Crónica Mercantil’.
Almuiña explica que «durante
el denominado Sexenio Revolucionario (1868-1874)
el periódico progresista, castellanista
y cerealista está a punto de naufragar»
al caer «en veleidades filocarlistas»,
debido a que los nuevos responsables de
El Norte «no saben sintonizar con
las fuerzas del futuro del momento y pretenden
convertir el diario en portavoz de ideologías
trasnochadas, que reman en contra de los
vientos de la historia», en referencia
a la segunda guerra carlista.
La burguesía
harinera
En esos años, el periódico
se adaptó a los vientos de la Restauración
y los partidos alternantes en el poder.
De su cada vez mayor matiz monárquico
dan cuenta algunas noticias relacionadas
con el recientemente proclamado monarca
Alfonso XII, que visitó Valladolid
el 11 de febrero de 1875. El conservadurismo
va a ser la tónica dominante hasta
1893, año en el que se constituye
una nueva empresa. Bajo la dirección
de Díez de Salcedo, el periódico
castellano recupera la línea cerealista
de sus orígenes «en perfecta
sintonía con las fuerzas dominantes
regionales; la burguesía harinera»,
subraya Almuiña. Cualquier acontecimiento
agrícola y todas aquellas novedades
que pueden ser útiles a la industria
y al comercio serán recogidas en
sus planas para informar al ciudadano.
No solamente detalla los datos de los
mercados de la ciudad y los de provincias,
sino también los de Ultramar. Día
a día, aumenta la publicidad de
la llamada «cuarta plana».
Los especuladores de granos y fabricantes
de harinas cerraban sus negocios en virtud
de las informaciones sobre los precios
facilitadas por el periódico. La
tendencia de expansión regional
queda demostrada en el despliegue de corresponsales
en puntos rurales y partidos judiciales,
y más tarde, en las capitales de
Castilla.
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