El Norte
entra en su segunda década de existencia
en un momento de auge. Entre 1866 y 1868
la tirada se situaba entre los 4.000 y
los 5.000 ejemplares diarios. Mucho para
un diario de provincias en aquella época.
Se habían superado tiempos más
difíciles y aún habrían
de venir otros peores, y a no mucho tardar,
pero, entre tanto, la bonanza animaba
también a la publicidad y los anuncios
empujaban hacia adelante los demás
contenidos del periódico. ‘La
Gacetilla’ aparece en primera, donde
la cabecera del diario ha adquirido proporciones
de gigante. Además, la información
local, por muy pedestre que fuera entonces,
empieza a significarse como uno de los
pilares de la publicación, que
con los años habría de convertirse
en su seña de identidad.
En enero de 1866, mientras dura la sublevación
militar de Ávila, se tiran dos
ediciones, matutina y vespertina, con
el fin de recoger en la segunda los últimos
sucesos y la información más
reciente. Tres años después
se ensaya una segunda edición económica
que no termina de cuajar.
Cuando comienza la década de los
setenta un ejemplar de El Norte cuesta
un real y las suscripciones en Valladolid,
siete reales la mensual y once la trimestral.
Esta última tiene un precio de
22 reales en el resto de la península,
y de 347,50, en el extranjero.
El aspecto del periódico no ha
variado demasiado. Sigue teniendo cuatro
páginas, a cinco columnas y unas
medidas de 38 centímetros de ancho
por 57 de alto. Las secciones tampoco
han sufrido grandes variaciones. Se han
incorporado algunas, como la ‘Revista
teatral’, la Correspondencia particular
de El Norte o ‘Leyendo a los colegas’.
En esta última se incluían
artículos destacados de la prensa
nacional, sobre todo la de Madrid, que,
precedidos de frases como «Nos asociamos
completamente a las siguientes líneas
de nuestro ilustrado colega ...»
servían en ocasiones para llenar
las columnas propias plagiando de forma
inmisericorde al ‘ilustrado colega’.
Otras, como la de ‘Última
hora’, experimentan un importante
empuje que anuncia ya la vocación
por un periodismo más moderno,
que pugna por ofrecer la actualidad más
pujante.
Con todo, los intentos por perseguir la
última hora chocaba a veces con
las imposiciones técnicas del momento
y, por ejemplo, bajo el epígrafe
de ‘Partes telegráficos’
se encontraban noticias fechadas cuatro
y hasta cinco días atrás.
Si desde el año 1866 da la imagen
de muy político –partidario
fiel de la Unión Liberal–,
El Norte, temeroso de la revolución
que anuncian las reiteradas intentonas
golpistas, se muestra hasta finales de
siglo tremendamente crítico con
los políticos, a los que acusa
abiertamente de «vampiros que viven
a costa de los contribuyentes sin importarles
lo más mínimo la suerte
del país».
La crisis económica que se padece
en toda España, pero que afecta
muy especialmente a la agricultura y a
la industria harinera regional, mueven
al periódico a identificarse plenamente
con los intereses de Castilla, una tendencia
que ya había manifestado desde
su creación y que convierte ahora
en bandera que ya no abandonará
nunca. |