Visita
real. El monarca Alfonso
XIII, flanqueado por Santiago Alba
y la reina Victoria Eugenia, en El
Norte de Castilla en septiembre de
1903. |
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LA EMPRESA |
Sociedad Anónima
En el año 1900, el diario se
constituye en Sociedad Anónima.
El capital social era de 250.000 pesetas
distribuido en 500 acciones. |
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EN 1896
la propiedad del periódico se transforma
en Sociedad Regular Colectiva, un hecho
que de nuevo convierte a El Norte de Castilla
en precursor y sirve de ejemplo a otras
publicaciones españolas. Mientras
el diario sigue erigiéndose en
defensor de Castilla, y la información
cerealista y sus resúmenes anuales
se hacen imprescindibles a escala nacional,
entra en confrontación abierta
con la burguesía textil catalana,
gracias a lo cual logra mayor adhesión
entre los castellanos. Santiago Alba quiso
que las páginas del diario tuviesen
una vibración política próxima
a la ciudadanía y al civismo, pero
la principal característica de
la que se podría denominar época
albista es que el periódico se
erigía en el defensor de los intereses
morales y económicos de Castilla.
Los expertos consideran que es precisamente
esa peculiaridad la que ha permitido que
se haya mantenido en la calle durante
siglo y medio y que conserve una masa
de lectores fieles, a pesar de los avatares
de la política española.
Celso Almuiña, catedrático
de Historia Moderna y Contemporánea
de la UVA, subraya que con Santiago Alba
El Norte da un giro considerable de orientación
política. Vinculado al partido
liberal desde 1905, Alba ocupó
diversos cargos ministeriales y su estrecha
relación con el diario provoca
que este entre en las pugnas políticas
nacionales.
Imprenta Castellana
El diario decano de la prensa
española compra la Imprenta Castellana,
una máquina de doble reacción,
último grito de la técnica,
que imprimía al mismo tiempo las
cuatro planas del periódico. Era
una imprenta espaciosa y clara, frente
a la lobreguez de los clásicos
talleres de artes gráficas. Al
mismo tiempo, comenzó la venta
callejera de ejemplares, pero el hecho
que más repercusión social
tuvo en la ciudad fue la apertura del
Salón, donde se leía la
prensa y se comentaban los fastos de la
política local. El Salón,
en cuyas paredes colgaban pizarras para
ofrecer las primicias de los telegramas
o dar las cotizaciones de los valores
públicos, mercantiles e industriales,
representaba un vínculo más
para el periódico con la ciudad.
La descripción del profesor José
Altabella apunta a que era como «la
antesala popular del despacho del director,
con sus clásicos divanes de felpa
roja, en los que se reclinaban muchas
ilusiones, sueños y esperanzas
del viejo liberalismo castellano».
El Norte de Castilla saluda al nuevo siglo
XX con un magnífico número
extraordinario del que se tiran 16.000
ejemplares, con los que el diario logra
una nueva marca. La capital entra en la
centuria con cerca de 69.000 vecinos,
pero la provincia vallisoletana alcanzaba
casi los 279.000 habitantes. Con el nuevo
siglo, el diario inicia una nueva etapa.
El 4 de marzo de 1900 se constituye una
Sociedad Anónima, en escritura
autorizada por el notario Ignacio Bermúdez
Sela. En ese momento, el capital social
era de 250.000 pesetas y estaba representado
por 500 acciones de 500 pesetas cada una.
El Consejo de Administración estaba
presidido por Juan Herrero Olea, mientras
que Santos Vallejo, Alfredo Mengotti y
Juan García Gil eran los consejeros,
y Santiago Alba, consejero secretario.
En esos años, aparece en el diario
otra figura digna de destacar. Se trata
de Antonio Royo Villanova, quien presidirá
el Consejo de Administración durante
cuarenta y cuatro años. Se hará
cargo de la dirección ante las
exigencias de la política que obligan
a Santiago Alba a residir en Madrid. Nacido
en Zaragoza el 12 de junio de 1869, la
llegada de Antonio Royo Villanova a Valladolid
se produjo al obtener la cátedra
de Derecho Administrativo, a los 23 años.
La llegada del catedrático aragonés
favorece la entrada en el diario de otra
familia que permanece hoy como accionista.
Ruptura y marcha
de Silió
En esos momentos, diferencias
políticas insalvables separan a
César Silió, más
conservador, y Santiago Alba. Mientras
el segundo se mantenía al frente
del periódico, César Silió
lo abandonaba definitivamente y, poco
después, adquiría la propiedad
del diario local ‘La Libertad’.
Aunque una romántica leyenda presuponía
que era tal el cariño que ambos
sentían por el diario que se habían
jugado a cara o cruz quién se iba
y quién se quedaba, el acta del
consejo directivo celebrado el 10 de abril
de 1901 detalla los verdaderos motivos.
«Reunidos … a petición
de D. César Silió, director,
de D. Santiago Alba, gerente de El Norte
de Castilla, manifestaron ambos señores
que la divergencia de criterio con que
uno y otro aprecian las cuestiones políticas
de actualidad hacía imposible que
ellos continuasen juntos y en las mismas
condiciones dirigiendo la empresa de El
Norte, pues perdiéndose una íntima
y cordial amistad, eran, ante todo, hombres
sinceros y no podían cometer las
deslealtad de disimular sus opiniones
personales…». Durante el mencionado
encuentro se propusieron tres posibles
soluciones y, finalmente, se adoptó
la tercera que consistía en que
la dirección quedase en manos de
Antonio Royo Villanova de forma provisional.
El catedrático aceptó, pero
en ningún caso su paso por el diario
fue provisional. La también intensa
actividad política de Royo-Villanova
aconsejó al periódico la
búsqueda de un director sustituto
interino, que fue Darío Velao desde
1903.
Visita al periódico
en la Acera de Recoletos
El diario se hizo eco de la visita
del rey Alfonso XIII a Valladolid y a
otras ciudades de Castilla en septiembre
de 1903. El monarca en persona fue aclamado
por calles y estaciones, y en Valladolid
asistió a la inauguración
del monumento erigido en honor de Cristóbal
Colón al final del paseo del Campo
Grande, donde colocó la primera
piedra. Además, aprovechó
su viaje a la capital del Pisuerga para
visitar las instalaciones de El Norte
de Castilla en la Acera de Recoletos,
tal y como muestra una foto en la que
el rey posa junto a Santiago Alba y el
resto de consejeros.
La pugna entre los dos diarios existentes
en aquella época en la ciudad fue
dura. Sin embargo, en julio de 1905, El
Norte de Castilla absorbía la sociedad
de ‘La Libertad’ y ambas imprentas
se refundían en una sola, con lo
que aumentaba la capacidad técnica
del veterano diario.
El Norte había conquistado definitivamente
el mercado regional y la sociedad mercantil
decide una nueva emisión de 200
acciones para tener más desahogo
económico. En ese momento, la empresa
considera insuficientes los locales que
el periódico tenía en la
Acera de Recoletos y la calle Miguel Íscar,
y decide alquilar el edificio del número
31 de la calle Duque de la Victoria, esquina
con Montero Calvo, que era propiedad de
Josefa Ocejo, viuda de Venero. Allí
se instaló el diario en 1906 y
allí permanecería hasta
1995, cuando se trasladó al Polígono
de Argales. Fue un alquiler con derecho
a compra y cuyas escrituras se firmaron
en 1910. Para acomodar con más
amplitud los talleres, poco después
se adquirieron las fincas colindantes,
entonces números 19 y 21 de Montero
Calvo.
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