Menudean las ‘Notas de Sport’,
Pardo Bazán mantiene la publicación
de cuentos, y la pérdida de
Cuba llena las páginas del
periódico. La redacción
está plagada de políticos
y escritores |
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LAS PERSONAS |
A. Royo Villanova
Dirigió durante dos años
el periódico y durante más
de cuarenta presidió el Consejo
de Administración.
Darío Velao
Redactor jefe. Sucedió en
la dirección a Royo Villanova
Enrique Gavilán
Redactor. Alcalde de Valladolid. |
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Gloutz,
desde su sección ‘Por el
Globo’, describía los avances
sociales, sucesos escabrosos y los entresijos
de la política internacional, desprestigiando
a los ‘yankées’ y citando
ilustres periódicos «londonenses»,
como ‘The Standard’, en sus
crónicas; menudeaban ya las ‘Notas
de Sport’; Santiago Corella firmaba
informaciones sobre técnicas agrarias
y ‘Un Agente Colegiado’ suscribía
la crónica bursátil, plagada
de comentarios personales –«Los
cambios a 30 ¡El acabose! Emilia
Pardo Bazán publicaba el 3 de enero
de 1897 ‘La Paz’, uno de los
cuentos con los que compartía la
sección literaria junto a otras
prestigiosas plumas.
La pérdida de Cuba –el 6
de enero de 1897 El Norte publica un especial
de ocho páginas con los militares
vallisoletanos destinado en la mayor de
las Antillas– tuvo una destacada
cobertura. Alba había escrito durante
1897 una serie de artículos bajo
el título ‘Los aranceles
de Cuba y la producción castellana’,
en los que reflejaba la importancia económica
que para los castellanos tenía
la colonia. Asimismo, el desastre de la
escuadra de Cervera en la bahía
de Santiago de Cuba constituyó
un ‘pisotón’ informativo
de El Norte al resto de la prensa local.
Alba, acompañado de un redactor,
se desplazó a la estación
del Norte donde lograron arrancar de las
manos un ‘Heraldo’ –vespertino
madrileño– a un pasajero
de un tren procedente de Madrid. Al día
siguiente El Norte daba la noticia del
desastre, superando así la falta
de noticias oficiales y la censura del
telégrafo impuesta por el Gobierno.
La actividad política de Santiago
Alba era paralela a la periodística.
El 1 de enero de 1900 El Norte recogía
en primera página una nota de ‘Nuestra
Cámara de Comercio’, en la
que se recogía la sesión
de este órgano donde debían
ser designados los delegados para la reunión
de la Asamblea de Cámaras del día
14 en Valladolid, secuela de la celebrada
dos años antes en Zaragoza. Los
elegidos por aclamación fueron
Juan Herrero Olea, que sería presidente
del Consejo de Administración de
El Norte; Francisco Javier Gutiérrez,
entonces presidente de la Cámara
de Valladolid, y Santiago Alba, como secretario.
En aquella asamblea del día 14
quedó definitivamente constituido
el movimiento Unión Nacional, pergeñado
en Zaragoza, y cuyo primer secretario
fue Santiago Alba.
De Juan Herrero Olea decía entonces
El Norte: «No solo es un industrial
y un hombre de negocios acaudalado, sino
que figura entre los labradores de más
inteligente actividad».
Darío Velao:
«Dispénsenme...»
«Dispénseme mi querido
amigo Silió, mi distinguido director...
Dispénseme, asímismo, el
entusiasta amigo Alba, el correctísimo
Ramón Barco, el madrileño
Martín Fernández, el obsequioso
Castro, el chirigotero Rubio Borrás,
el pulquérrimo Eduardo Zarandona,
el bondadoso Delibes, el siempre adolescente
Gómez Alzega, todos, en fin, los
que componen esta casa de El Norte, dispénsenme,
repito, si mi primer saludo va dirigido
al pueblo vallisoletano, con el que créome
obligado a una amplia presentación
oficial que me libre de posteriores hablillas...»
La carta de presentación de Darío
Velao como redactor jefe publicada en
la edición del 1 de abril de 1897
–más tarde, Velao sería
director de El Norte entre 1903 y 1911–
hace una personal presentación
de la redacción del periódico
en aquella fecha.
Velao, novelista, poeta y dramaturgo,
debía conocer bien a sus nuevos
compañeros porque había
sido redactor jefe y director interino
de ‘La Libertad’ durante 14
años – «Allá,
desde las columnas de ‘La Libertad’
aprendí a unir voluntades y a cosechar
amigos»–. Aunque no todos
lo debían ser. «Y terminaré
–dice en su presentación–
para no seros molesto, ofreciendoos no
las soeces peregrinas de Bonafoux, ni
los atildamientos de Burrell, ni las gracias
de Estrañi, ni las nerviosidades
de Cavia, ni los humorismos de Palacio,
ni tantos otros afiligranados estilos
que por allí bullen y campan. Yo
os ofrezco imitar a mis queridos amigos,
los que me acompañan hoy desde
la magna lucha bajó la dirección
pristísima de César y Santiago,
estos dos resucitadores del periodismo
de Castilla». Y se despide «seguro
de que tantos renglones habrán
hecho dormir a no pocos de mis lectores
benévolos».
Su firma, Darío Velao, se acompaña
del que sería su seudónimo,
Fray Cándido.
Antonio Royo Villanova
Las discrepancias entre Alba y
Silió colocaron a un ilustre colaborador,
Antonio Royo Villanova, al frente de la
Redacción, como una solución
transitoria. Efectivamente, este catedrático
de Derecho Administrativo de la Universidad
de Valladolid, diputado liberal, director
general de Primera Enseñanza, consejero
de Instrucción Pública y
senador vitalicio, que negaría
su adhesión al rey durante la dictadura
de Primo de Rivera, apenas dirigió
el periódico durante dos años.
Su dedicación a la política
le apartó pronto de la redacción,
pero su trayectoria fue definitiva en
la de El Norte, cuyo Consejo de Administración
presidió durante más de
cuarenta años. Su actividad parlamentaria,
que destacó por sus discursos contra
el separatismo y en favor de la unidad
de España, tuvo reflejo en la línea
editorial de El Norte.
«Durante mi estancia en Barcelona,
he podido comprobar allí dos grandes
injusticias: la una es el odio de los
catalanes al castellano; la otra, la animosidad
de los castellanos al catalán.
Pude comprobar entre los castellanos de
Barcelona, la creencia arraigada de que
el catalán se expresa siempre en
su idioma solo para molestarlos.»
«Jamás, jamás, transigiré
con que Cataluña sea una nación».
Antonio Royo Villanova llegó a
dimitir como director general de Primera
Enseñanza cuando, siendo Romanones
jefe de Gobierno, admitió la cooficialidad
de la lengua catalana.
Redacción
de fin de siglo
Altabella recoge en ‘El
Norte de Castilla en su marco periodístico
1864-1965’ una fotografía
con la casi totalidad de los miembros
de la redacción de aquel fin de
siglo. Aparecen en ella Raimundo Castro,
Luis Salado y Salado, que en 1905 iría
a trabajar a Madrid y fue redactor de
varios periódicos, entre ellos
el ‘Informaciones’; Ramón
Barco, abogado y poeta, que poco después
sería director de ‘La Opinión’
de Valladolid y colaborador de los periódicos
madrileños ‘El Bazar’
y ‘El Nacional’.
En el grupo figura Luis Zapatero, poeta
nacido en Valladolid, que ingresó
en la carrera judicial y residió
después en La Bañeza. Fue
redactor de los periódicos de la
capital ‘La Academia’, ‘La
Igualdad’, ‘El Escolar’
y ‘El Eco de Castilla’ y director
de otros, como ¡Velay! y el ‘Diario
de Valladolid’. Zapatero obtuvo
diversos premios en certámenes
literarios y estrenó con éxito
algunas obras teatrales.
Aparece también Francisco Zarandona,
quien tenía la misión en
el periódico de ‘hinchar’
telegramas, labor amplificadora del viejo
periodismo, según Altabella, cuyo
recuerdo se ha enriquecido de un sabroso
y pintoresco anecdotario a causa de los
dislates de algunos redactores. Zarandona
era vallisoletano y había colaborado
antes con otros periódicos de la
ciudad. Presidió el Colegio de
Abogados y fue diputado a Cortes. Enrique
Gavilán fue diputado, senador,
alcalde de Valladolid a los 30 años,
presidente de la Diputación y director
general de los Registros y Notariado.
La imagen se completa con Pío García,
Luis Salcedo, el gerente, Santiago Alba,
y el director, César Silió.
Por esos años pasaron también
por El Norte el reportero Manuel Rubio
Borrás, que hacía información
teatral, y Daniel Blanco, que durante
seis años publicó ‘Notas
festivas’ una sección diaria
en verso.
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