Patio de Duque
de la Victoria. Los trabajadores
del periódico no tuvieron inconveniente
en posar para la cámara en la galería
que asomaba al patio donde se ubicaban las
máquinas.
.
Bajo la República
Nieves caballero
.
Durante esta década
el gerente del diario será Jacinto Altés
Alonso,
un hombre que con el tiempo dará entrada
a una nueva saga en el accionariado de El Norte
de Castilla, la familia Altés
.
LA EMPRESA
Sede social
El diario se mantiene en la calle
Duque de la Victoria, esquina con
Montero Calvo.
Inversiones
Aunque no hay datos económicos,
los responsables de la sociedad
compran una nueva rotativa, también
de la casa Koenig&Bauer.
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Fecha
histórica. Primera
plana del 16 de abril de 1931, en
la que se informa de la proclamación
de la II República y de la
salida de España hacia el destierro
de la familia real. / R. G.
Planta baja.
En la planta baja de Duque de la Victoria
se ubicaban la redacción y
la administración.
Pizarras.
El gentío lee en la pizarra
colgada de la fachada de El Norte
los resultados de la Lotería
de Navidad.
Después
de la persecución sufrida por el
diario durante la Dictadura de Primo de
Ribera, llega el restablecimiento del
orden constitucional destruido por el
régimen militar en 1923, y El Norte
de Castilla saluda la llegada de la II
República en abril de 1931. Los
expertos, entre ellos Celso Almuiña,
consideran que el vuelco electoral que
sufrieron los monárquicos fue consecuencia
del enmudecimiento del rey Alfonso XIII,
quien había consentido los desmanes
de la Dictadura de Primo de Rivera y el
aniquilamiento de cualquier espíritu
crítico, incluido el procedente
de los liberales más moderados.
El destierro esperaba al monarca. Ya lo
había advertido Santiago Alba en
1930 antes de poder regresar a su patria
desde el exilio: la monarquía debía
someterse al juicio de las urnas. Esa
era la única manera de saldar las
cuentas pendientes con el país.
El periódico, fiel al doctrinarismo
liberal de Alba, adopta una actitud de
correcto acatamiento ante la República,
pero siempre sin alardes entusiastas,
demasiado alejados de la serena objetividad
que sus páginas habían conquistado
con el correr de los años, subraya
el profesor José Altabella en su
monografía. En 1931 es nombrado
director Francisco de Cossío. Sin
embargo, Cossío reconocería
años más tarde su rechazo
a la radicalización de amplios
sectores de la vida española en
ese momento. «El ambiente republicano
me era antipático, y bien pronto
tuve a la República enfrente»,
señala en sus ‘Confesiones’,
de 1958. Fue director de forma oficial
hasta 1943, aunque hubo periodos en los
que no se encontraba en Valladolid. El
profesor José Altabella destaca
que «con su pluma y su autoridad
de maestro de periodistas», Cossío
sacó el diario adelante y consiguió
convertirlo «en uno de los periódicos
de empresa más importantes de aquella
zona de España».
El afán de superación de
los hombres que formaban la familia de
El Norte de Castilla hace que se mantenga
en marcha un proceso de mecanización
y modernización permanente desde
sus inicios. En 1927, instala un taller
de fotograbado. En enero de 1928, del
edificio de Duque de la Victoria colgaba
una gran sirena para anunciar los sucesos
extraordinarios, al mismo tiempo que los
grandes periódicos nacionales y
extranjeros. En junio de 1930, el diario
adquiere una rotativa más moderna,
también Koenig&Bauer, que permitía
aumentar la tirada y el número
de páginas para dar cabida al crecimiento
de la publicidad. Una máquina con
la que celebrará el centenario.
En 1930, eran 11.519 los ejemplares diarios.
Durante esta década, el diario
contrata como gerente a Jacinto Altés
Alonso, el hombre que con el tiempo dará
entrada a una nueva familia en el accionariado
del periódico, los Altés,
una saga a la que pertenecerá uno
de los gerentes más relevantes
que ha tenido el diario decano de la prensa
española a lo largo de sus 150
de historia, Fernando Altés Villanueva.
Su hijo Fernando Altés Bustelo
dirigirá el rotativo entre 1972
y 1992, año de su muerte. Con su
magisterio, Jacinto Altés Alonso
creó la dinastía de los
Altés y demostró que la
pulcritud puede ser la cualidad predominante
en los libros de cuentas de una sociedad
mercantil.
Jacinto Altés Alonso había
pasado de modesto empleado administrativo
a ser el gerente de El Norte de Castilla
entre los años 1926 y 1949. Se
trataba de un hombre muy serio y reflexivo,
y un auténtico experto en contabilidad.
A su lado, maduró la experiencia
profesional de su sobrino Fernando Altés
Villanueva, un hombre de letras al que
la historia le hace dedicarse a los números
y que asumiría las mismas labores
que su tío entre los años
1949 y 1980. Esto significa que durante
más de medio siglo, 54 años
en concreto, de los números y las
cuentas de El Norte de Castilla se ocupaba
algún miembro de la familia Altés.
El profesor José Altabella relata
cómo durante una inspección
acometida por la Hacienda Pública
en el verano de 1927 en las principales
sociedades anónimas de Valladolid,
para la que fueron enviados desde Madrid
varios profesores mercantiles, permitió
comprobar «el orden perfecto»
existente en los libros de contabilidad
del diario decano de la prensa española,
un aspecto que contribuía a corroborar
el prestigio moral del periódico
en todo el país.
Sin embargo, esta década culmina
con un desgraciado acontecimiento histórico.
En 1936 estalla la Guerra Civil y El Norte
de Castilla presta su adhesión
al régimen y a sus instituciones.
De su imprenta salen muchos ejemplares
gratuitos para los frentes. La editorial
publica libros de propaganda. La rotativa
imprime sus páginas y otras revistas,
denominadas de circunstancias, como ‘La
Ametralladora’ y ‘El Legionario’.
El diario se convierte en una periódico
de rango nacional.
.
Carta de don Santiago Alba
santiago alba y bonifaz | Principal
accionista de el norte de castilla Artículo
publicado el 14 de abril de 1931
.
«Hay que procurar
la paz de España, retirándose
con dignidad los que
no han propugnado
la República»
Termina ahora la liquidación dolorosa
de la Dictadura. Vivimos momentos históricos
que no permiten el equívoco. Hay
que mirar la realidad de frente, tal como
ella es, respetarla y servirla, aceptando
cada uno su parte de responsabilidad,
sin otra preocupación que el interés
de España. Por mi parte así
lo hago, manteniéndome firme en
la actitud que señalé claramente
en la nota de 8 de febrero. Hoy, aún
más que entonces, hay que evitar
la guerra civil a toda costa. Para ello
nosotros, los liberales demócratas
constitucionales, no tenemos más
que una ruta a seguir. La trazada soberanamente
el domingo por el voto de la nación.
La abdicación en el príncipe
de Asturias padecería todos los
inconvenientes del ‘statu quo’
y no tendría ninguna de las ventajas
que pudieran desear los servidores incondicionales
de la Monarquía. Yo no colaboraré
en ninguna solución dinástica
intermedia, ni menos habría de
dirigirla.
Puesto que España así lo
quiere, vaya a la República, pero
sin los estragos de la revolución.
Deben cooperar a este resultado, haciendo
breve y legal el trámite, cuantos
puedan facilitarle; arriba, abajo y en
medio; en la población civil como
en el Ejército, en la burguesía
como en el obrero, en la ciudad como en
el campo. Pensemos ya todos en España
y sólo en España. Digo,
para concluir, como Thiers en ocasión
memorable: «Los sucesos han sido
más fuertes que todos los cálculos».
No nos dejemos ir de palabras arrebatadas.
Quienes no hemos propugnado la república
que alborea, por sacrificar a la paz de
la nación las más íntimas
y legítimas reivindicaciones, tenemos
una sola cosa que hacer: retirarnos con
dignidad. Paso, añado yo, a la
nueva generación. Que ella continúe
con gloria y con fruto la Historia de
España.