150 años de historia
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LOS ALBA
 
  Un paseo por la década
 
CONTENIDO
  Para la historia
  Política y algo más
  Página femenina
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para la historia
Javier Aguiar
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El diario vive con intensidad el final de la dictadura de Primo de Rivera y la proclamación de la República, días de esperanza que los acontecimientos pronto se encargarían de truncar
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Momento crítico. El diario refleja en sus primeras la proclamación de la República el 14 de abril de 1931.

 

 

 

 

 

 

 

EL PRODUCTO
Características
Aumenta de tamaño hasta 57,5 por 40,5 ctms. Sube a siete columnas e incluye muchas fotos.
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En 1926 el Norte de Castilla es un tren que se ha adaptado lo mejor que ha podido al ancho de vía de la Dictadura de Primo de Rivera y que se adentra inconsciente en el desierto de una de las épocas más tristes de la historia española. A finales de 1925 el periódico cambia de tamaño –pasa a medir 58 por 41 centímetros– y adopta las siete columnas a raíz de estrenar esa maquetación en el extraordinario sobre la cosecha anual. Suele dar ocho páginas. La primera ya no lleva esquelas y suele ir abierta con un editorial –muchas veces firmado por Francisco de Cossío– o un artículo de opinión. La agenda ‘Para hoy’ –que ya incluye cuatro cinematógrafos– le sigue y, luego, las secciones habituales son ‘El Norte hace 50 años’, ‘Notas militares’, ‘Notas taurinas’ o ‘Cosas de la calle’. Muchos días, en la parte inferior aparece un dibujo de Geache que, según los días, varía su ilustración con series como ‘Tipos populares’ –un auténtico muestrario de las gentes de la época– ‘Escenas callejeras’ o ‘Rincones de Valladolid’. A veces también intenta chistes que le salían con un humor algo plano. Como novedad, que ha llegado hasta nuestros días, a ambos lados de la cabecera destacan sendas ‘llamadas’, en las que se destacan informaciones del interior. La página dos estaba consagrada a las noticias locales, completadas con el coleccionable ‘Obras maestras de la literatura’, una segunda versión del folletín pero con firmas consagradas, como Balzac, que inicia la década con ‘La piel de Onagro’.
La tres es para la publicidad, ya sin el epígrafe de ‘Sección de anuncios’ que la presidió 60 años, y en las dos siguientes van la información nacional e internacional y la regional, que mantienen sus títulos. Otra recién incorporada es ‘Notas económicas’, avance de una información que con el tiempo alcanzaría nombre y vida propios; En la seis, los clasificados, aunque aún no se llaman así, y se rellena con lo que haya; la siete, más publicidad y, la última, una sección vieja con un nombre nuevo y más pretencioso: ‘Información agraria, mercantil y financiera’. Para completar, al sempiterno folletón.
En cuanto a los contenidos, además de la economía, también aparecen el fútbol –otra premonición– las pequeñas fotografías, que proliferan, y las grandes, que solo asoman en ocasiones especiales. Por ejemplo, a finales de junio de 1926 llega a Valladolid una escuadrilla aérea que hace fotos desde el cielo de la ciudad, imágenes que el diario publica en su primera varios días. Por los grandes titulares sabemos que en esas fechas la noticia más espectacular fue el parricidio de un famoso boxeador, Rivero, que mató a su padre y luego huyó, pero que acabó detenido tras una accidentada persecución por media España. Por la publicidad descubrimos que un Citroën Torpedo de tres plazas y cinco caballos podía comprarse por 5.125 pesetas y un Ford último modelo, por 6.700.
A finales de los años veinte la fotografía empieza a cobrar el protagonismo que venía reclamando. Las imágenes aparecen por doquier, bien acompañando a las noticias o, en muchos casos, como simple información gráfica de un acto, casi siempre social y provinciano o local, que apenas se explica en un exiguo pie de foto. La primera se puebla de fotografías como antaño lo hiciera con esquelas. Un paseo de la Sociedad Excursionista, la fiesta de un barrio, la cena de una promoción de funcionarios, cualquier excusa vale para enviar a Cacho o a Vidal –las dos firmas constantes durante mucho tiempo– y encontrar un hueco.
La seducción que produce la magia de las imágenes es palpable. Es como una fiebre que afecta tanto a los ‘diseñadores’ del periódico como a los lectores. Allí donde aparecen los fotógrafos de El Norte se congrega una multitud, ya sea con un motivo festivo o luctuoso. Un día de abril de 1929 una fotografía informa de un accidente laboral ocurrido a un trabajador de la compañía eléctrica. El pie dice: «El cadáver del desgraciado Antonio Pérez en el lugar del suceso». En la imagen, el cuerpo cubierto por una manta está rodeado de curiosos que miran más a la cámara del fotógrafo que a la escena, y que parecen más exaltados con la idea de aparecer en el periódico que compungidos por el trágico accidente. Otro día un colaborador visita en París la Casa de Víctor Hugo. Está tan entusiasmado que dispara su cámara a diestro y siniestro. Las imágenes son tan del agrado del periódico que publica nada menos que seis en su primera página. El Norte era una ventana al mundo para muchos que no habían podido conocerlo más allá de los límites de la provincia.
Pero la introducción de la fotografía no es el único avance. El diario está mejor editado, más limpio y ordenado. Da ocho páginas diarias, aunque algunos días sube a diez y hasta a doce. Los titulares cobran cuerpo, se distinguen mejor y se editan con más tino. Varían de cuerpo, de tipo y utilizan con frecuencia la negrita. Todavía muchos se limitan a una columna, pero pronto se extenderán a dos y a tres. Para ajustar las cajas se usan varios recursos: «Todos los días debe usted ver las últimas novedades editoriales en Librería Santarén. Servicio rapidísimo», dice uno de los más usados, y otro –España vive en una dictadura–, «Este número ha sido visado por la censura». Una sección que venía gestándose desde hacía años por fin cobra cuerpo y título, de gran tamaño, por cierto: ‘Anuncios económicos clasificados’. Costaban una peseta y treinta céntimos si no excedían las seis líneas y, por entonces, los que más proliferaban eran los de nodrizas, que ofrecían leche de dos meses a precios asequibles.
La información deportiva también recibe nuevos impulsos. Las fotografías la dotan de un atractivo especial. Al principio suelen ser de equipos posando, pero enseguida empiezan a reflejar la acción de los atletas. El fútbol lleva camino de convertirse en protagonista indiscutible –ya se dan los resultados del domingo el martes, mejorando un día– pero el boxeo tiene muchísimo tirón. «Los grandes matchs de Barcelona», titula a lo grande al referirse al acontecimiento que congregó a 75.000 personas en el ‘stadium’, el combate entre Uzcudum y Carnera, que este último ganó a los puntos. El periódico, como la sociedad, vive encorsetado por la falta de libertad y se dedica muchos días a cuestiones de escaso calado como las excursiones de Fomento del Turismo. Además, la I Guerra Mundial, permitió a España un ligero repunte económico que, en el diario, se traducía en notas como esta: «Por exceso de publicidad de inserción inaplazable dejamos para el próximo número la reseña del agasajo dedicado al Doctor Del Río». En estos momentos ya es toda una tradición en la ciudad acudir a las pizarras que El Norte ha colocado en su fachada de Montero Calvo a comprobar los números premiados en la Lotería de Navidad.
Durante años, la sección ‘La política del día’ era una pura entelequia. Una sucesión de partes oficiales –probablemente de obligada inserción– en el mismo estilo burocrático militar, plano y aburrido en el que llegaban a la redacción. Un día cualquiera podía comenzar así: «El general Berenguer oyó ayer misa en la capilla del Ministerio del Ejército y despachó después con…».
Pero los acontecimientos iban a despertar del letargo a toda España, y El Norte volvería a ser fiel reflejo de todo ello. La Dictadura de Primo de Rivera agonizaba y la olla de la piel de toro volvía a entrar en ebullición. Santiago Alba, durante muchos años padre moral, inspirador y guía ideológica del periódico, daba a finales de 1930, desde su exilio parisino, un proverbial aviso a navegantes que, desgraciadamente, no se escuchó: «El Ejército de un Estado moderno no ha de ser sino la nación misma en armas; instrumento de justicia; garantía de libertad; afirmación del decoro y de la independencia colectiva ante el mundo, extraño a las contiendas de la política», decía. El 15 de abril, El Norte titula a toda página: «Una fecha histórica: el Rey transmite sus poderes y en toda España queda proclamada la República». El subtítulo da más claves: «A las ocho de la noche el Rey sale de Madrid en dirección a Cartagena, donde embarcará con rumbo a Inglaterra» y, más adelante: «En Valladolid es izada la bandera republicana en la Casa Consistorial y se constituye con un orden perfecto, siguiendo las indicaciones del movimiento triunfante». El periódico, pese a dedicar la primera y la cuarta planas íntegras al suceso, parece no reaccionar. Un poco aletargado por la inercia represiva de la dictadura y un poco superado por los acontecimientos.

Nuevo régimen
El día 16 amplía el cuerpo de su titular de primera, que ocupa las siete columnas de ancho: «España bajo la República». Y otra vez la primera y la cuarta. El 17, la información baja. En primera, una fotografía de la primera reunión del nuevo Consejo de Ministros, presidido por Niceto Alcalá Zamora, una breve reseña de la entrega del Palacio Real de Madrid y otra sobre las reacciones en la prensa extranjera que, en general, acogió con optimismo la proclamación de la República. Pero en esa apertura, vista con perspectiva histórica, aparece una pieza más interesante. Dos columnas están dedicadas a un magnífico artículo titulado ‘Nacional socialismo’ enviado desde Múnich por «uno de nuestros colaboradores» que, por evidentes razones, firma a su pie «X. X. X.». El ‘colaborador’ se introdujo en un acto de homenaje a Hitler en la capital bávara en la que, envuelto por toda la exaltación y la parafernalia nazis, el Führer pronunció aquella famosa frase que hoy a algún suspicaz puede resultarle familiar. «Solo se puede estar con nosotros o contra nosotros y el que no está con nosotros está contra Alemania». Los truenos de la terrible tormenta que se avecinaba llegaban a Castilla de la mano de El Norte, pero el destino tenía reservada para España otra tragedia de dimensiones catastróficas cuyas primeras manifestaciones ya podían adivinarse.
Ese mes, el diario informaba de los «Graves sucesos de Madrid». El Círculo Monárquico, presidido por Juan Ignacio Luca de Tena, se reunía en la sede de ‘ABC’ para organizar la lucha contra la República. Los participantes lanzan vivas al rey que se cruzan con los vivas a la República de los madrileños. Al final, los vivas se trocan en muertos; los reyes; en disparos; y las repúblicas; en iglesias incendiadas. Las dos españas que lloró Machado empiezan a mostrar el peor de sus rostros.

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Política y algo más
Javier Aguiar
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En estos años, sin que el ruido de las calles le restase un ápice de brillo, el diario ofreció en portada una sección titulada ‘Colaboraciones de El Norte’, una serie de artículos sin periodicidad fija firmados por nombres como Gómez de la Serna, Unamuno, Concha Espina, Pérez de Ayala o D’Ors, entre otros. El tiempo de los derechos de autor ya había llegado y en todos, como en los de Cossío, advertía: «Prohibida rigurosamente la reproducción».
Los años sucesivos pasan, entre disturbios y algaradas, por pequeños oasis de tranquilidad, pero con la política omnipresente. En los breves momentos de sosiego se permite alguna frivolidad, por ejemplo, unos artículos casi de sociedad, como aquel en el que se anuncia el previsible escándalo que la tenista española Lilí Álvarez va a provocar en Wimbledon si intenta, como ya hizo en Montecarlo, «jugar en pijama» o, peor aun, si, tal y como demandaban las más procaces de sus compañeras, insistía en jugar «sin medias». El Norte abre cada día con un editorial o con un artículo de Francisco de Cossío, que para el caso era lo mismo. Antonio Royo Villanova, a la sazón presidente del Consejo de Administración del periódico y parlamentario electo por Valladolid, escribe con mucha frecuencia alertando de los peligros que intuye. Sus críticas al nacionalismo catalán alcanzan grado de serial y no concluyen con su enfrentamiento directo –por una cuestión, cómo no, de cereales– con Francisco Maciá. El presidente de la Generalitat responde iracundo a una de sus piezas en una carta dirigida personalmente a El Norte. El diario la publica en primera, pero flanqueada por sendos artículos, uno de Cossío y el otro de Royo Villanova, en el que acepta la llamada a la fraternidad del líder catalán, aunque le aclara: «Queremos ser hermanos, pero no primos».
Y mientras todo esto ocurría en España, El Norte seguía evolucionando, un poco a trancas y barrancas, como el país. El mismo mes de mayo de 1931 las mejoras técnicas le permiten ofrecer a sus clientes anuncios a dos colores, aunque solo en las páginas 1 y 2 (con un incremento del 50% sobre tarifa) y en las 7 y 8 (con la mitad de subida). El resultado, que seguramente impresionó en el momento, parece hoy un pastiche en rojo y malva pálidos.

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página femenina
Javier Aguiar
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Mujer y cine. La ’Página femenina’ y la ‘Página cinematográfica’; y
Separata. Portada del cuadernillo en formato cuartilla que se publica como especial de Semana Santa, en 1931.

 

A comienzos de los años treinta, el rotativo saca una serie de monográficos destinados a captar públicos diferentes

 

Los intentos de El Norte por llegar a todos los públicos se traducen a principios de los años treinta en la aparición de una serie de suplementos monográficos que ocupan una plana, abarcan los temas más variopintos y se procura difundir con una periodicidad semanal aunque, en realidad, se está muy lejos de conseguirla y la irregularidad vuelve a ser la nota predominante.
La ‘Página femenina’ es una de las primeras en aparecer y tiene una larga vida. Moda, belleza, recetas de cocina o decoración son los temas que suele tratar y casi todos ellos aparecen reflejados en la sección ‘Conocimientos útiles’, llena de consejos prácticos... para las amas de casa. Pero la ‘Página femenina’, además de nutrir las arcas del periódico gracias a la publicidad del ramo que se contrata, deja un espacio incipiente al feminismo que empieza a ondear su bandera en España y, bien mirado, por su contenido no se diferencia tanto de las revistas femeninas de ahora.
También ha eclosionado la afición al cinematógrafo. Ya se conocen muchas figuras de Hollywood y se siguen sus vidas y amoríos. El diario reacciona ante este ‘boom’ y saca la ‘Página cinematográfica’, en la que abundan las fotografías de actores y actrices y se informa de las películas de estreno.
La fórmula tiene éxito y El Norte recupera dos clásicos de la década anterior, el suplemento literario, que pasa a llamarse ‘Libros’ y se dedica fundamentalmente a la crítica y a la recomendación de las novedades editoriales –incluyendo imágenes de sus portadas–, y ‘Vida rural’, la hoja agraria con la que se identificaron tantos campesinos de la región.
Pero además trata de apurar el filón descubierto con otras propuestas, como la ‘Pagina de la vida médica’ o, ya de carácter descaradamente comercial, ‘Villas castellanas’, en la que algunas imágenes y textos de los pueblos de la región sirven de excusa para hacer una batida publicitaria por sus negocios y empresas.
Hay que resaltar el suplemento de Semana Santa de Valladolid, que aparece en 1931. Si El Norte siempre le había dedicado un generoso tratamiento, en esta ocasión lanza un cuaderno separado, de 32 páginas a dos colores y formato cuartilla. La separata se abre con un artículo de Cossío que no termina hasta la página 22.

 

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