 |
LA TÉCNICA |
Cambio radical
Los teletipos adquiridos por El
Norte permitían recibir hasta
65 palabras por minuto. En cinco
horas de suscripción, casi
veinte mil palabras.
Otros modelos
En los últimos años
del teletipo, el diario utilizó
también modelos de la marca
Siemens. |
................................... |

Un ejemplo.
El día que inauguró
el teletipo, El Norte reprodujo este
a modo de ejemplo para sus lectores.
|
|
El telégrafo,
motor del periodismo del siglo XIX, consiguió
a duras penas entrar en el XX. En 1914,
la agencia Asociated Press instala en
su servicio de Nueva York máquinas
automáticas de recepción
de teletipos. En 1920, el uso de este
invento es ya habitual en los periódicos
europeos. Supone un cambio crucial respecto
al telégrafo, y es que se transmite
a través de la línea telefónica.
Con una definición básica,
sería un aparato telegráfico
con teclado, con un receptor que imprime
el mensaje en caracteres tipográficos.
En España se utilizaron mucho los
Morkrum, que en sus inicios imprimían
a una velocidad de unas 20 palabras por
minuto, inferior a los Baudot, muy utilizados
en Francia por entonces y que también
vivieron su época de esplendor
en España.
El periódico comenzó a utilizar
el teletipo en 1935, es decir, más
tarde que otros medios españoles
pero, al mismo tiempo, con la ventaja
de conocer muy bien los diferentes modelos
de teletipo existentes. Eso le llevó
a escoger transmisores-receptores del
llamado sistema Creed. Según se
recoge en el libro ‘El Palacio de
Comunicaciones. Un siglo de historia de
Correos y Telégrafos’, en
ese año la red telegráfica
española había alcanzado
los 53.381 kilómetros, cuando a
principio de siglo constaba de unos 29.030
kilómetros. Los modelos ‘Creed
rápidos’ eran capaces de
transmitir unos 400 signos por segundo,
equivalentes a 65 palabras por minuto.
En 1934, un año antes de la adquisición
de teletipos por parte de El Norte, en
España había 145 modelos
de la casa Morkrum y 21, de Creed.
El 2 de agosto de 1935, El Norte titula
en una noticia en primera página:
«Ha quedado instalado en nuestra
redacción un equipo completo con
dos transmisores-receptores de Teletipo,
‘sistema Creed’», y
acompaña la información
con dos fotografías de Cacho en
las que se muestra el invento.
El periódico comienza su aventura
con el teletipo con un abono de cinco
horas diarias de recepción, «de
diez de la noche a tres de la madrugada,
con lo que nos será permitido ampliar
las informaciones y facilitar el trabajo
en nuestras linotipias». A lo largo
de esas cinco horas de tintineo del teletipo,
la redacción recibirá «unas
20.000 palabras, equivalentes a 28 columnas
de El Norte de Castilla».
El esfuerzo tecnológico parece
dar pronto sus frutos informativos. El
10 de diciembre, el periódico cuenta
en una nota en la primera página
cómo ha conseguido adelantar una
noticia que se produjo en el Congreso
de los Diputados a altas horas de la madrugada.
«Hemos de consignar con satisfacción
el éxito informativo conseguido
por nosotros en nuestro número
del domingo. En virtud de haber mantenido
desde las cuatro de la madrugada un servicio
permanente de teletipo y teléfono
con Madrid, pudimos reseñar en
nuestra edición de Valladolid todos
los incidentes de la sesión del
Congreso hasta las siete menos cuarto
de la mañana. Ninguno otro periódico
de España ha podido dar a sus lectores
noticia de las votaciones que afectaban
a los señores Lerroux, Moreno Calvo
y Tombela, incluyendo a los de Madrid,
que tenían las fuentes de información
a la puerta de sus redacciones».
Concluye la nota explicando que «los
que conocen la mecánica interior
de un periódico [...] se darán
cuenta del esfuerzo que hay que realizar
para que una noticia producida en Madrid
a las siete menos cuarto de la mañana,
hayamos podido servirla a nuestros lectores,
en el periódico, una hora después».
Teletipos requisados
Los teletipos de El Norte protagonizaron
una curiosa anécdota que años
después rememoraban tanto Miguel
Delibes como Fernando Altés Bustelo.
Delibes, con motivo del cambio de sede
del periódico al polígono
de Argales (1995), recordaba con nostalgia
la sede de Duque de la Victoria. «En
la minúscula cabina contigua, dos
viejos teletipos –decían
que uno de ellos había hecho la
guerra– nos arrullaban con su teclear
monótono. De cuando en cuando,
dos muchachos, Emiliano y Melcón,
los ordenanzas de noche, recortaban las
tiras informativas o bajaban a Félix
Esquerro, el regente, al que se le había
puesto rubio el bigote blanco de tanto
fumar, las escasas noticias tituladas».
Unos años antes, Fernando Altés
Bustelo profundizaba en aquella anécdota.
«Estos teletipos fueron los primeros
que hubo en Valladolid (antes, era la
época del telégrafo, léase
de hinchar el despacho, y del teléfono
para corresponsales importantes y taquígrafos);
eso ya justificaría su conservación,
pero además tienen otra historia:
en el año 1936 fueron requisados
por el Ejército nacionalista y,
llevados a Burgos, prestaron servicio
en el Cuartel General de Franco hasta
el final de la Guerra Civil. Después
fueron devueltos al periódico y
siguieron funcionando durante bastante
tiempo. Mis primeros recuerdos de esta
casa están en buena manera ligados
a ellos, al color rojizo del hule que
revestía el cuartito en que estaban
instalados y al olor de ese mismo hule
y de la tinta ‘fifty-fifty’». |