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LA EMPRESA |
Nueva absorción
En 1946, El Norte absorbe
los negocios tipográficos
y comerciales de Afrodisio
Aguado.
Filial
Con esta sociedad crea una
empresa filial, llamada Miñón.
Tenía un capital social
inicial de dos millones de
pesetas. |
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Fernando ALTÉS VILLANUEVA ha sido
el gran gerente de El Norte de Castilla».
Estas palabras del presidente del Consejo
de Administración del periódico,
Alejandro Royo-Villanova, resumen el sentir
general respecto a este personaje que
ha marcado la historia del diario más
antiguo de la prensa española.
Para el actual presidente de la sociedad,
el gestor y posterior consejero fue el
«protagonista de modernizar la empresa
y sus instalaciones después de
la guerra hasta prácticamente los
años ochenta», incluso más
allá de esa década «siguió
siendo responsable de forma directa o
indirecta como pieza clave». Royo-Villanova
ensalza «su inteligencia privilegiada»
y «su conocimiento del sector como
nadie». Durante más de medio
siglo fue impulsor y consejero de numerosas
sociedades vallisoletanas, entre ellas
Editorial Santarén, Librería
Lara, Imprenta Castellana, Sapisa, Macrolibros,
Tesa, etc, pero también nacionales,
como Colpisa y Efe. «Las notarías
y registros mercantiles pueden dar fe
de un quehacer empresarial que le han
permitido protagonizar directamente la
creación de más de mil puestos
de trabajo», así se refería
Godofredo Garabito en el Boletín
Oficial de la Cámara de Comercio
al gerente de El Norte.
Fernando Altés Villanueva estudió
en el Colegio San José, y en 1931
se licenció en Derecho y en Filosofía
y Letras por la Universidad de Valladolid.
El 3 de febrero de 1936, pocos meses antes
de que estallara el alzamiento, se casó
con Carmen Bustelo. Tal y como recuerda
Paz Altés Melgar, hija de Fernando
Altés Bustelo y nieta de Fernando
Altés Villanueva, su abuelo había
quedado huérfano y su tío
Jacinto Altés Alonso, hermano del
padre, se convierte en su mentor. Durante
la conversación llegan los recuerdos.
«Mi abuelo era profesor de Literatura
y en 1936 viajó a Madrid para presentarse
a las oposiciones de catedrático
de Instituto, pero allí le sorprendió
el levantamiento militar de Franco y no
pudo abandonar la capital de España
hasta 1938», relata. A pesar de
haber aprobado la Cátedra, no llegó
tomar posesión ni a ejercer como
profesor de Literatura hasta los años
ochenta a causa del régimen. «En
realidad, mi abuelo era un hombre de letras,
pero su tío Jacinto le aconsejó
que aprendiera otro oficio y así
fue como entró de contable en el
periódico», rememora Paz
Altés, quien considera que su gran
virtud fue dirigir la empresa como un
humanista. «Tenía una intuición
nata para los negocios, pero a la vez
era una persona dialogante y poseía
una vasta y dilatada cultura», añade.
De hecho, completó su formación
con estudios administrativos, económicos
y fiscales, además de periodísticos.
Mientras era gerente de El Norte de Castilla,
Jacinto Altés Alonso saca adelante
a los cuatro hijos de su hermano Fernando.
Un aspecto que también inculcaría
a su sobrino Fernando Altés Villanueva,
quien siempre cuidará de su familia.
De su tío heredó la minuciosidad
con la que apuntaba los datos económicos
de la empresa, como queda demostrado en
gráficos y libros de cuentas que
se conservan en el periódico. Además,
durante su gerencia, todos los trabajadores
tuvieron la posibilidad de comprar acciones
del diario con evidentes ventajas. Para
Paz Altés, la gran obra de su abuelo
fue la venta del periódico al Grupo
Correo –en la actualidad Vocento–,
que él negoció personalmente
en 1993, aunque no se hizo efectiva hasta
un año más tarde. «Los
expertos aseguran que fue una operación
inmaculada porque los accionistas –en
ese momento la sociedad anónima
contaba con 282– vendieron sin deshacerse
de todas las acciones y recibieron el
mismo valor nominal en bienes inmuebles
de la sociedad Norca», explica.
‘La mano
experta’
Miguel Delibes comparte esta opinión
en el artículo titulado «La
mano experta», que fue publicado
en el periódico al día siguiente
del fallecimiento de Altés Villanueva,
el 12 de diciembre del 2004, a los 95
años. El premio Cervantes recuerda
en dicho escrito la «situación
provisional» que afrontaba el periódico
ante la muerte prematura por enfermedad
de Fernando Altés Bustelo, ocurrida
en noviembre de 1992, en un momento en
el que la mayoría de los miembros
del Consejo de Administración eran
octogenarios. Unas circunstancias que
desembocaron en la venta al grupo vasco
de comunicación. «Todo esto
fruto del tesón y del amor por
el periódico de un hombre, de un
ser irrepetible que ahora nos ha dejado
y que supo armonizar la rama vallisoletana
del viejo rotativo con la nueva empresa»,
destacaba entonces Delibes.
Desde el punto de vista de Paz Altés,
la venta al grupo de comunicación
del diario vallisoletano se produce porque
«no existía una tercera generación
que se hiciera cargo del periódico».
Al mismo tiempo, estima que «hasta
tal punto se identificaba al director
con la empresa en la ciudad que todo el
mundo consideró inevitable la venta
en 1993», dado que un año
antes había muerto su padre, Fernando
Altés Bustelo. Los cambios de accionariado
registrados en la sociedad anónima
supusieron el final de la hegemonía
familiar y el comienzo de una nueva época
de modernización imparable en El
Norte de Castilla, que previsiblemente
no hubiera sido posible de otra manera,
según el criterio de Alejandro
Royo-Villanova.
En 1946, El Norte de Castilla había
absorbido los negocios tipográficos
y comerciales de Afrodisio Aguado SA,
con los que creó una empresa filial,
llamada Miñón SA. Los dos
millones de pesetas de capital inicial
de esta filial fueron objeto de sucesivas
ampliaciones. Con ellas, se acometieron
la reforma y modernización de sus
talleres, la incorporación de la
librería Lara con Ediciones Ibéricas,
de Madrid, que se dotó de nuevos
y amplios locales, y la inauguración
de un comercio en la Plaza Mayor de Valladolid.
Las actividades conjuntas de El Norte
de Castilla y su filial Miñón
sostienen a doscientos cincuenta empleados,
entre técnicos, administrativos
y redactores. Altabella habla de un desembolso
por rentas de trabajo de seis millones
de pesetas anuales en ese año.
«Labor callada
y oculta»
Pero el gerente no solamente se
ocupaba de que cuadrasen los libros de
cuentas. Entre las funciones de Fernando
Altés Villanueva como gerente de
El Norte de Castilla –al igual que
había realizado su tío anteriormente–
estuvo la de sortear en lo posible las
dificultades y la censura que establecía
la Ley de Prensa del 22 de abril de 1938,
también conocida como ‘ley
de guerra’. El periodista José
Francisco Sánchez desgrana esta
época en su libro ‘Miguel
Delibes, periodista’, publicado
por Ediciones Destino y que es un resumen
de su tesis doctoral. Recuerda ahora que
para analizar la faceta periodística
del escritor vallisoletano pasó
muchas tardes en la hemeroteca del diario
y llegó a conocer y a conversar
largo y tendido con Fernando Altés
Villanueva, un personaje que le sorprendió
y atrajo enormemente. Sánchez destaca
«su labor callada y oculta»
en el seno del diario. «No era un
mero gerente». Efectivamente, Altés
Villanueva será el artífice
de algunas de las ‘tretas’
utilizadas por El Norte para deshacerse
legalmente del director ‘colocado
a dedo’ por el régimen de
Franco para controlar más de cerca
el periódico. El 28 de enero de
1952, el Ministerio de Información
y Turismo puso en bandeja al diario la
posterior sustitución del sacerdote
Gabriel Herrero Herrero al dictar una
orden que obligaba a las empresas informativas
a suscribir un contrato civil de prestación
de servicios con los directores de los
periódicos. Aunque los propietarios
del decano no deseaban aquel contrato,
no había otro camino.
El 1 de julio de ese año, Fernando
Altés Villanueva envía al
ministerio el texto de un contrato en
el que deja claro que Herrero fue nombrado
sin haber sido propuesto por la empresa,
que esta última se reserva la capacidad
de ejercer muchas de las funciones del
director a través del gerente y,
además, permite la rescisión
del acuerdo por ambas partes, una cláusula
que abre la puerta a la posibilidad de
prescindir de sus servicios. Con el tiempo,
el Consejo de Administración decide
nombrar un subdirector para liberar al
gerente de trabajo y propone a Miguel
Delibes Setién, por entonces el
redactor más joven del diario.
No fue fácil, porque en un principio
el secretario general, Juan Aparicio,
se negó a aceptarle, aunque era
un puesto de confianza de la empresa y
la Ley de Prensa no permitía vetar
la designación. Sin embargo, a
través de uno de los consejeros
del diario, Segismundo Royo-Villanova,
subsecretario de Educación Nacional
y padre del actual presidente de la empresa,
el gerente hace llegar un escrito a Aparicio
en el que se da por hecho y le comunica
el nombramiento del nuevo subdirector
por decisión de la sociedad.
«Deseo vivamente que el problema
se resuelva y Miguel Delibes se incorpore
[…] y me libre o me ayude al menos,
en la lucha diaria contra la despreocupación
y la abulia», escribiría
más adelante Fernando Altés
Villanueva, quien se ocupaba también
de la gestión de la editorial y
las librerías, además de
coordinar la redacción. Delibes
asumió las funciones de director
de las que Gabriel Herrero se había
desentendido mucho antes. A partir de
eser momento, «sobre los dos hombres
–Altés Villanueva y Delibes
Setién– recaía el
peso del periódico y nada se hacía
sin el consentimiento y previa aprobación
de ambos», señala en su libro
Sánchez. Uno de los principales
objetivos del subdirector fue recuperar
la línea liberal y regionalista
que había mantenido el periódico
en sus primeros cien años de su
historia.
Edición
de Palencia frustrada
El 18 de diciembre de 1954 el
diario conmemora sus cien años
de vida con un número extraordinario
y varios actos públicos, que se
ocuparon de organizar tanto Fernando Altés
Villanueva como el hoy premio Cervantes.
Aunque la cabecera de El Norte, como se
ha visto anteriormente, no nace hasta
el 17 de octubre de 1856, la empresa celebra
el centenario en coincidencia con la fecha
de surgimiento de los diarios ‘El
Correo de Castilla’ y ‘El
Avisador’, que se fundieron en el
decano de la prensa diaria española.
El número extraordinario lleva
en su cabecera la cifra 40.490. Tenían
42 páginas. El editorial lo firma
del ilustre Antonio Royo Villanova, en
esos momentos todavía presidente
del Consejo de Administración de
la sociedad editora del diario vallisoletano.
Durante doce meses, articulistas y escritores
prestigiosos colaboraron con el periódico
para celebrar su centenario, bajo el lema
«Cien años de vida».
La edición palentina de El Norte
de Castilla se convertiría en realidad
el 23 de diciembre, gracias al empeño
de ambos hombres, aunque no llegaría
a cumplir el año de vida. La sociedad
tendrá que esperar hasta 1980 para
contar con Delegación en Palencia
y hasta 1988, para ver en la calle la
edición palentina. |