En medio de las disputas
entre Delibes y el Consejo de Administración,
Félix Antonio González surge como
una solución transitoria para dirigir El
Norte durante el corto espacio de dos años
.
Primeras
letras profesionales.
Félix Antonio González
González, en sus primeros
años de periodista. Derecha,
Lorenzo Martínez Duque,
‘Quemada’. Abajo,
Benito Sanz de la Rica lleva
66 años colaborando con
El Norte.
LAS
PERSONAS
Lorenzo
M. Duque
Periodista de Radio Valladolid
colaboró durante décadas
como experto del motor.
Benito Sanz de la Rica
Desde 1940 se dedica al deporte
minoritario.
...................................
Pagó los platos rotos del desencuentro
entre Miguel Delibes y el Consejo de Administración
de El Norte. Félix Antonio González
(Valladolid, 1921), periodista, pintor,
poeta que rima a diario la actualidad
local con sus ripios, había ingresado
en la nómina de El Norte con muy
buen pie –redactor de primera–
en 1953. Diez años más tarde,
la primera crisis de Delibes le había
colocado como subdirector, por encima
del eterno redactor jefe, Ángel
María de Pablos que, finalmente,
también llegaría a la dirección.
Y pagó los platos rotos porque
el cargo le llegó de rebote y muy
condicionado por la figura que le había
precedido. Cuando el Consejo optó
por él para sustituir a Delibes,
pretendió hacerlo de tapadillo,
como una solución transitoria para
salvar temporalmente las diferencias con
Miguel, pero este exigía que se
hiciera con todas las consecuencias.
La correspondencia entre Delibes y Fernando
Altés lo deja claro. Según
el profesor José Francisco Sánchez,
en una carta remitida desde Sedano, donde
pasaba sus vacaciones, Miguel Delibes
pide que se inserte en el periódico
una nota titulada: «Félix
Antonio González, director de El
Norte de Castilla». Altés,
sin embargo, se resistía a publicarla.
«¿Para qué llamar
la atención del lector, si el contenido
del periódico va a seguir igual,
poco más o menos?».
Delibes, asegura
Sánchez, disentía. «Estoy de acuerdo que en
lo sucesivo todo siga lo mismo que estos
años. Pero como la cosa no va a
depender de mí enteramente, aspiro
a que la sucesión no pase inadvertida.
La nota podéis hacerla como mejor
os convenga[...] Pero por lo que pueda
tronar, quiero que me coja a cubierto.
Por otro lado, la nota obligará
a Félix. Los éxitos y los
fracasos ante los lectores deben ser para
él. Por la cuenta que le trae,
andará con cuidado».
Delibes no logró su propósito
y a partir del 10 de abril de 1966 el
nombre de Félix Antonio González
apareció en la mancheta, encima
del número de Depósito Legal
y Delibes pasa a la plantilla oficial
como redactor. No obstante, según
los archivos del periódico, Félix
Antonio ya figuraba como director desde
el 1 de mayo de 1965, cargo del que cesaría
en noviembre de 1967.
En
el extranjero. Fichas
de corresponsales, no necesariamente
periodistas, que aprovechaban
viajes para enviar notas al
El Norte.
Félix Antonio era un periodista
polifacético que –él
lo confirma– no era especialmente
hábil en las tareas de organización
–«No me gusta mandar»–.
Pero, además, estaba en medio de
las luchas entre Delibes y el Consejo,
que optó por crear una comisión
consultiva de la redacción para
arroparle y repartir las responsabilidades.
El sistema no funcionó y el Consejo
decidió relevar a Félix
Antonio, también contra el criterio
de Delibes.
Félix Antonio González siguió,
como subdirector, con sus secciones, mientras
Delibes volvía a cuestionar a los
candidatos que algunos miembros del consejo
proponían, como Mauro Muñiz
o Joaquín Bardavío, por
considerar que el director debía
ser de la casa o, cuando menos, de Valladolid.
Los propuestos por el Consejo no aceptaron
dejar la capital y finalmente fue Ángel
de Pablos el nuevo director.
Disputas aparte, José Francisco
Sánchez asegura que la última
gestión de Delibes como director
fue la petición de un incremento
de sueldo para Benito Sanz de la Rica.
Delibes, años antes, había
promovido la instauración de una
paga extra y la posibilidad de que los
trabajadores pudieran participar en el
accionariado como una fórmula de
compromiso con la empresa. Pero en este
caso, se trataba de reconocer el trabajo
de un colaborador que llevaba años
publicando sus crónicas de deportes
sin compensación.
De la Rica (Berlanga de Duero, Soria,
1917) trabajaba en Sindicatos y no tenía
otras pretensiones que escribir sobre
deportes. Desde 1940 colaboraba desinteresadamente
con los tres periódicos de Valladolid,
hasta que en 1955 Delibes le propone incluirlo
en la nómina de colaboradores.
Durante muchos años, De la Rica,
que practicaba numerosos deportes, fue
el único periodista que trato «todos
los deportes de nueva implantación,
como el baloncesto, balonmano, hockey...»
bajo el seudónimo de Madrazo. Aún
hoy sigue facilitando los datos sobre
las pruebas de natación.
Otro de los colaboradores más veteranos
es Lorenzo Martínez Duque, también
captado por Delibes. Durante años
hizo artículos de investigación,
la sección ‘La voz de la
calle’ y reportajes sobre agricultura.
Mientras, trabajaba en la vecina Radio
Valladolid y tuvo que utilizar el seudónimo
de Quemada cuando empezó a en la
‘Hoja del Lunes’. Finalmente,
adoptó el seudónimo también
en El Norte, donde durante décadas
fue el redactor especialista en el mundo
del automóvil.
.
«Torear a la censura
era un reto deportivo»
fÉLIX ANTONIO GONZÁLEZ
DIRECTOR DE EL NORTE ENTRE 1965 y 1967
.
Víctor Vela
.
Félix
Antonio González.
El periodista, en su despacho.
/ gabriel villamil
LAS
PERSONAS
Cargos en
El Norte
Entró como redactor
el 1 de octubre de 1953, procedente
de ‘Diario Regional’.
En abril de 1963 le nombran
subdirector, y en mayo de
1965, director.
Censura
La sección ‘Ancha
es Castilla’ le ocasionó
problemas con Fraga.
...................................
RECUERDA que la primera vez que entró
en la redacción de un periódico
lo hizo con un fusil en la mano, dispuesto
a defender el honor de su padre. Félix
Antonio González (Valladolid, 1931)
contaba entonces catorce años.
«Mi primo Andrés, mayor que
yo, vino un día a casa y me dijo
que se llevaba al tío Félix,
mi padre, para esconderlo en una finca
cercana a Rioseco porque al día
siguiente ‘Diario Regional’
iba a publicar un artículo crítico
con mi padre, un compositor que no tenía
ni idea de dónde estaban los de
derechas y dónde los de izquierdas.
Pero los coros de la Casa del Pueblo cantaban
sus canciones. Yo pensé que había
que impedir que saliera ese artículo
contra mi padre. Me fui al periódico,
pregunté por el redactor jefe y
le reclamé que quitara del periódico
las alusiones falsas contra él.
Fue la primera vez que entré en
un taller, allí rompí las
líneas de linotipia y el artículo
no salió». Curiosamente,
Félix Antonio González ocuparía,
años después, ese cargo,
el de redactor jefe de ‘Diario Regional’,
el periódico en el que escribió
desde 1942 y que le sirvió de catapulta
para llegar a El Norte, donde debutó
en 1953 y del que llegaría a ser
director entre el 1 de mayo de 1965 y
el 28 de noviembre de 1967.
«Empecé en el oficio sin
la menor vocación y por culpa del
Tribunal de Represión de la Masonería.
Estos hombres debían funcionar
muy mal. Lo único que tenían
era una lista con nombres y dos apellidos.
Y si tu nombre coincidía con eso,
adiós muy buenas. Hicieron un expurgue
en la profesión y quedaron muchos
puestos vacantes. Para cubrirlos, El Norte
fichó a Ángel de Pablos
–que hacía versos–
como redactor jefe. Y, quizá por
asociación de ideas, a mí
me llamaron de ‘Diario Regional’.
Por eso y porque era joven. Cuando entré
en la redacción de ‘Diario
Regional’, el más joven era
mayor que mi padre. Ahí aprendí
lo duro que es mandar a alguien mayor
que tú. Tenían un concepto
distinto del periodismo y era horroroso
hasta que les convencías».
«Entré en ‘el Regional’
como crítico de pintura, que de
verdad es lo mío. Si a mí
me dicen al principio que iba a estar
sesenta años en la profesión,
les habría mandado a hacer puñetas
a los tres días. Pero cuando te
quieres dar cuenta, te hacen redactor
jefe; luego, director, y ya estás
con el agua al cuello». Fue cuestión
de poco tiempo. En 1942 empieza a escribir
en ‘Diario Regional’ y en
poco más de un año, el 1
de octubre de 1943, es redactor jefe.
Doce linotipias «Cuando El Norte me guiñó
un ojo me marché. Todo el mundo
pensó que me fui porque El Norte
siempre ha sido el periódico más
importante de Valladolid. Tenía
12 linotipias, el triple que el ‘Regional’.
Puede que eso también influyera
en mi decisión, pero lo que me
gustaba es que en El Norte yo no iba a
mandar. Me fichó Francisco de Cossío
y tuve una larga charla con Delibes. La
única condición que puse
fue esa, no mandar». Félix
Antonio recibió el alta en el diario
el 1 de octubre de 1953 con la categoría
de redactor de primera. «Tenía
la gran ventaja de que no hacías
calle, por lo que me reservaba tiempo
para pintar, la poesía, para mis
otras cosas». Los ripios fueron
su puerta de entrada, la carta de presentación
con la que llegó a El Norte. «Tengo
entendido que Fernández Araoz,
que era el vicepresidente del Consejo,
les conminó: ‘Esta sección
la quiero ver en el periódico’.
Y me ficharon por eso, por los ripios.
Les estoy muy agradecido. Gracias a los
ripios pasé de ‘Diario Regional’
a El Norte. Luego el ‘Regional’
desapareció, o sea, que yo hubiera
desaparecido, porque la poca vocación
la he tenido siempre». Pero reconoce
que les tiene «cierta manía,
porque se me conoce por algo que yo creo
que no es lo mejor que he hecho».
«Los ripios de entonces eran otra
cosa, como el editorial del periódico.
Burla burlando, decían cosas. Por
uno estuvieron a punto de hacerme un consejo
de guerra al hablar del abuso del soldado
que dejaba su puesto para llevar a los
niños al colegio».
González asumió más
responsabilidades en el periódico,
«me liaron, me liaron. Antes teníamos
un día de descanso a la semana,
solo uno. Y el follón era cuando
descansaba De Pablos, el redactor jefe
y confeccionador del periódico.
En un principio, cada vez le sustituía
uno. Aquello era un desastre y decidieron
que se encargara siempre el mismo de las
sustituciones. Y fui yo». Comenzó
a subir peldaños. El 22 de abril
de 1963, casi diez años después
de su entrada, ejerce como subdirector
del diario y el 1 de mayo de 1965 accede
al cargo de director. «Éramos
seis redactores y no como ahora, que es
una perdigonada de redacción. Estábamos
en el centro de la ciudad, así
que al terminar de trabajar íbamos
derechos al bar de enfrente (Taurus) y
luego a la fonda de la estación.
El bar Taurus cerraba a la una de la madrugada,
pero nos esperaban y entrábamos
por la puerta de atrás. Un día
llegó la policía y se armó
la de Dios. Los redactores de El Norte
pagamos la multa para que no perjudicara
al hostelero».
El cargo también conllevaba lo
de «torear al señor Fraga
y a la censura. Aquello casi me divirtió.
Era un reto deportivo. Recuerdo que la
primera vez que estuve en su despacho
me empezó a gritar». Redactores
que trabajaron con él recuerdan
que la llamada tuvo lugar por la supuesta
imagen negativa que se daba de la gestión
estatal en la sección ‘Ancha
es Castilla’, que denunciaba las
deficiencias de los pueblos de la región.
«Fraga me dijo muchas cosas. Y yo
le contesté: ‘Mire usted,
yo son un hombre leal que avisa. A mí
no me importa ser director de un periódico.
Es más, yo estoy deseando marcharme.
Así que, si me lo pone usted así
de fácil, me voy de héroe
y quedo como Dios’. De aquella reunión
me acuerdo sobre todo de que tenía
una pierna sobre otra y la suela de los
zapatos recauchutados donde se podía
leer ‘Michelin’. Nos gritábamos,
pero daba igual. Él decía
que dos y dos eran siete. Yo decía
que cuatro. Y al final, eran siete. Cuando
salí del despacho, allí
estaban esperando Emilio Romero y Álvaro
de la Iglesia, que era el director de
‘La Codorniz’. Y les dije:
‘No, no, si se le puede gritar,
pero os va a dar lo mismo’».
En 1967 dejó la dirección.
«Llegó un momento en que
ya no pude más y dije: me marcho.
Yo me he enfadado mucho con El Norte,
reniego muchas veces porque echaba muchas
horas. Mi mujer sabía que existía
porque descansaba un día a la semana.
Eso sí, El Norte me ganó
completamente con un detalle bonito, que
fue darme seguridad. Me quejo mucho de
El Norte como nos quejamos de nuestra
mujer. Pero estoy casado con ambos».
En este paréntesis se dedicó
a pintar, a alimentar su vida, su pintura
y poesía, aunque nunca se ha desvinculado
del diario.
.
Publicado
el 6 de noviembre de 1960.
De izquierda a derecha, y de arriba
abajo: 1, Manuel Ángel Leguineche;
2, Dionisio Requejo; 3 Antonio Valera
García; 4, Luis Pin García;
5, Leandro Lozano; 6, Fabriciano Merino;
7, Adolfo Cuadrado Martín;
8, Rafael Adrados; 9, Antonio López
Vélez; Aurelio León;
11, Manuel Pelegrín; 12, Ángel
Rojo López; 13, Tomás
Rioseco Prieto; 14, Alejo Calvo Muñoz;
15, Luis San Rubio; 16, Emiliano Argüello
Redondo; 17, Carlos de Pablos Chapado;
18, Eusebio Cornejo Paredes; 19, Ángel
Lera de Isla; 20, Vicente Cruz; 21,
Marcelino Díez Fernández;
22, Mario Bedera de Diego; 23, Abdón
Rioseco Prieto; 24, Procopio Melero;
25, Teodoro Zurita Remiro; 26, Ramón
Margarida; 27, Conrado Sabugo; 28,
Nicolás Gómez Martín;
29 Argimira Manuel Alonso; 30, Ignacio
del Palacio; 31, José Colina
Marín; 32, Ángel Santos
Díez; 33, Santiago Álvarez
Salvador; 34, Zósimo Martín
Iturribeitia; 35, Ismael de Diego
Tovar; 36, Manuel Barrio Aragón;
37, Carlos Moyano Rivero; 38, Esteban
Castañeda Prieto; 39, José
María Sánchez Castro;
40, Sergio Rodríguez Arnaz;
41, Franco Rodríguez Carbajosa;
42, Patricio Bocos López; 43,
Juan Bartschi; 44, María Nieves
Álvarez; 45, Enrique Cimavilla;
46, Rosario Bocos; 47, José
Luis Lobo; 48, Santiago Álvarez
Sanabria; 49, Lorenzo Martínez
Duque; 50, Carlos García Zúñiga;
51, Antonio Medina Arranz; 52, Antonio
Hernández Higuera; 53, Emilio
Cerrillo de la Fuente; 54, Abdón
Rioseco García; 55, Benito
Sanz de la Rica; 56, María
Luisa Lovingos de la Fuente; 57, Ángeles
Carmona de la Prada, 58, Jesús
Caro del Val; 59, Martiniano Castrillo;
60, Carlos Campoy García; 61,
Carmelo Sabater Varona; 62, Martín
Hernández González;
63, Félix Antonio González;
64, José García Rodríguez;
65, Julián Merino de Pedro;
66, César Alba Delibes (presidente
del Consejo de Administración);
67, Miguel Delibes Setién (director);
68, Fernando Altés Villanueva
(gerente); 69, Eduardo López
Pérez; 70, Mariano Cantalapiedra
Nieto; 71, Agustín Cacho y
Azcárate; 72, Ángel
de Pablos Chapado (redactor jefe);
73, Juan Palencia. / DIBUJO DE JUAN
PALENCIA