150 años de historia
LA TÉCNICA
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LOS ALBA
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ROYO-VILLANOVA Y ALTÉS
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GRUPO CORREO-VOCENTO
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  1997-2006
 
 
LOS ALBA
 
  Un paseo por la década
 
CONTENIDO
  Renovación
  La 'Wifag'
  La televisión
Fresadora. Un pequeño taladro limaba las impurezas de la teja, lo que dejaba debajo un reguero de limaduras; y
Fundidora. El cartón se colocaba en un depósito semicircular, y después recibía el plomo fundido.
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renovación
Antonio g. Encinas
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En 1960, el periódico cambia por completo sus talleres, que seguían aún al ritmo de la vieja Koenig&Bauer, y comienza por remozar la sección de estereotipia, que adquiere a la casa Winkler Fallert
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Prensa. El cartón o flan se sujetaba sobre la forma y se le aplicaba calor y presión para conseguir la matriz.

 

 

 

 

 

 

 

 

LA TÉCNICA

Máquinas
Fresadora, fundidora y prensa.

Trabajo
Tres personas y diez minutos por teja.

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Al empezar a rodar la nueva máquina miramos con pena a la antigua, que durante tantos años ha lanzado, madrugada tras madrugada, periódicos y periódicos, y por la que ha pasado medio siglo. […] Desde hoy recibirán el diario en un tamaño más manejable y con la nueva fuerza que le dan la nueva prensa, las nuevas fundidoras, los nuevos cilindros en movimiento». Así contemplaba Publio, seudónimo de Ángel de Pablos Chapado, la nueva etapa que comenzaba el periódico en 1960. Una renovación total que incluía no solo un simple cambio de rotativa, sino de toda la planta de estereotipia.
Este relevo en la maquinaria supuso, según el periódico, un coste bastante elevado. Se instaló una estereotipia más automatizada y perteneciente a la misma casa que fabricó la rotativa, Winkler Fallert. «Consta de una prensa automática con motor y calefacción eléctricos para grabar o ‘picar’ los cartones, de dos fundidoras igualmente automáticas, cada una de las cuales funde y pasa en un minuto la página grabada en el cartón a una teja de metal, que sale ya fría y dispuesta para su montaje en los cilindros de la planta impresora».
El desembolso debió ser importante, porque renovar la estereotipia incluía las fundidoras, la prensa, la fresadora de tejas… «Toda esta instalación ha sido lenta y laboriosa, y no hay que decir que, en las circunstancias actuales, muy costosa también».
Y es que a las propias máquinas había que añadir la obligada remodelación de los elementos eléctricos que debían surtir de energía a estos aparatos. «La instalación para suministrar energía y alumbrado forma una complicadísima red de cables, canalizados y en tubos de acero, que desde la estación transformadora pasan por sucesivos aparatos, resistencias y mecanismos de control con mandos automáticos que permiten regular la velocidad con independencia de la carga».
En realidad, las funciones de las nuevas máquinas eran muy similares a las de la antigua Koenig, aunque más modernizadas. La prensa de planchas era automática, pero su misión era la misma de antaño, plasmar en el cartón los caracteres que figuraban en la plancha gracias a la presión y al calor.
Así se formaba una matriz que se pasaba a la fundidora. En su parte más baja, la fundidora contaba con un recipiente semicircular sobre el que se amoldaba la matriz. El plomo fundido se vertía sobre la matriz y, al enfriarse, daba lugar a una forma curvada llamada teja.
Antes de imprimir, sin embargo, todavía quedaba una nueva operación, esta muy delicada. Había que fresar la teja para evitar que las impurezas del plomo salieran reflejadas en el papel. Esto es, si en la cabecera del periódico había unos espacios en blanco, por ejemplo, había que intentar limar las posibles gotas de plomo que hubieran quedado impregnadas. Se colocaba la teja sujeta a un cilindro y se iba desbastando poco a poco con un pequeño taladro. En los últimos años del plomo, en El Norte había tres trabajadores encargados de las labores de estereotipia. Uno de ellos, Ángel Cantalapiedra, desarrolló una especial habilidad para manejar la fresadora.
Todo el proceso de la estereotipia, desde que se llegaba con la forma a la prensa hasta que salía la teja lista para incrustarse en la rotativa y empezar a imprimir, se realizaba en apenas diez minutos, según recuerda Paco Peláez, actual jefe de sección de Diseño.
Tan costosa renovación llegó en un momento en el que las nuevas técnicas comenzaban a revolucionar la forma de imprimir los periódicos al otro lado del Atlántico. En Estados Unidos ya comenzaba a desarrollarse el ‘offset’, que aún tardaría en vulgarizarse cerca de una década, más en España, y que llegaría a las instalaciones de El Norte de Castilla casi 25 años y dos rotativas más tarde.

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Por dentro. Esquema del diseño inicial de la máquina, que llevaba el número 56. / Fuente: Winkler Fallert
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la ‘wifag’
Antonio g. Encinas
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Rotativa nueva y marca nueva, la siguiente gran máquina de El Norte fue una Winkler Fallert que el periódico bautizó como ‘Castilla’ y que permaneció en servicio durante 17 años
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Visitas. Un operario enseña las entrañas de la máquina a los visitantes de un colegio vallisoletano.

 

 

 

 

 

LA TÉCNICA

Funcionamiento
Estuvo en marcha desde el 6 de noviembre de 1960 hasta enero de 1978. Antes había pertenecido a ‘El Socialista’.

Capacidad
Podía tirar hasta 20.000 ejemplares de 32 páginas.

Volumen
Pesaba 80.000 kilos, y medía 14 metros de largo por 4 de ancho y 3 de alto, según publicó el diario.

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Lista. La bobina de papel, preparada para recibir la tinta.

La ‘Wifag’ fue la tercera rotativa de El Norte. El nombre por el que la adoptaron los trabajadores del taller no era sino el de una placa que figuraba en un lateral, y que respondía a las siglas de la casa Winkler Fallert. «Se trata de una máquina de espléndida impresión y extraordinaria rapidez de tirada, que nos facilitará un mejor servicio a nuestros lectores, pasadas las primeras semanas de ajuste en las que son de prever algunas deficiencias», explicaba el periódico en un editorial en la primera página. El Norte, además, bautizó su tercera rotativa con el nombre de ‘Castilla’, «para simbolizar en él nuestro decidido afán de seguir sirviendo con esta máquina, como con las antiguas, los intereses y la vida de nuestra región».
El cambio se produjo el 6 de noviembre de 1960, y la nueva rotativa suponía, según el diario, la posibilidad de aumentar el número de páginas de cada ejemplar. La tirada crecía, los anunciantes demandaban más espacio para su publicidad, y la máquina Koenig & Bauer chocaba con sus propias limitaciones.
«El constante aumento de circulación de nuestro diario y su consecuente y natural reflejo en la publicidad […] pusieron de manifiesto la conveniencia de renovar la rotativa, sustituyéndola por otra que, a una mayor rapidez de tirada, uniese más capacidad en cuanto a número de páginas, a fin de ampliar las doce que aquella permitía como máximo», señala El Norte en un reportaje especial a modo de presentación de su nueva maquinaria.
La Wifag se componía «de dos cuerpos acoplados con sus respectivos cilindros impresores (dos para ocho planas cada uno)». Cada cuerpo permitía imprimir 20.000 ejemplares de 16 páginas cada uno, lo que haría posible tirar periódicos de hasta 32 páginas, algo que sin embargo tardaría en producirse.
A modo de ejemplo que permitiera explicar «la vertiginosa velocidad» de la nueva rotativa, el periódico explica que la Wifag era capaz de «imprimir, cortar, plegar y entregar terminados en un segundo once periódicos de 16 páginas».
La máquina pesaba, según El Norte, 80 toneladas y tenía unas dimensiones de 14 metros de largo por 4 de ancho y 3 de alto, y su montaje fue una auténtica obra magna que obligó, además, a desterrar los talleres de la Imprenta Castellana de los locales de Duque de la Victoria y trasladarlos al Puente Mayor.
La fábrica Winkler Fallert tiene hoy su sede en Berna (Suiza), y en sus archivos consta la venta de la rotativa a El Norte de Castilla. Según figura en el libro de cuentas, la máquina perteneció con anterioridad al periódico ‘El Socialista’, de Madrid, y fue construida en el año 1934. La rotativa tiene escondida en su trayectoria una curiosa anécdota. Según un estudio del profesor Manuel Llamas, de la Universidad Autónoma de Barcelona, «en 1935 ‘El Socialista’ adquirió una excelente rotativa mediante la suma de pequeñas cantidades cotizadas por sus masas de adictos». Era, precisamente, la Winkler Fallert que después acabaría en poder de El Norte.
Los datos que obran en poder de la empresa contradicen en algunos puntos los aportados en su día por El Norte en sus páginas. Así, el peso de la rotativa era de 20.650 kilos, según Winkler Fallert. El esquema facilitado por la compañía presenta una máquina de 10,93 metros de largo por 2,70 de alto, ligeramente inferior a lo que explica el diario. Tenía, eso sí, capacidad para dos bobinas de papel, una plegadora y dos motores de 33 caballos de potencia cada uno.
Con relación a otras máquinas de la misma época, se trataba de una rotativa pequeña, sobre todo comparada con las adquiridas por los grandes diarios. Así, en la misma hoja del libro en el que aparece la ‘Wifag’ de El Norte se hace referencia también a una rotativa adquirida por el diario ‘La Stampa’, de Turín, construida en 1933, con un peso de 229.908 kilos, casi trescientas toneladas. Una máquina que, además, se agrandó en dos ocasiones más para incorporar otros tres cuerpos a los seis adquiridos inicialmente.
La ‘Wifag’ prestó servicio de una forma más que correcta durante 18 años, y su adiós se debió a dos causas. La primera, que comenzaba a dar problemas. La segunda, que las nuevas tecnologías comenzaban a aparecer. En 1939 aparece el primer periódico impreso en ‘offset‘, y en 1968 ya hay un diario de gran difusión en Estados Unidos, el ‘Sacramento Union’, que se tira diariamente con este procedimiento. Cuando El Norte de Castilla dice adiós a la hermosa mole de acero de la ‘Wifag’ da el primer paso hacia un futuro que abandona por fin el procedimiento tipográfico para alcanzar la modernidad.

En Duque de la Victoria. La ‘Wifag’, imponente en su asentamiento de Duque de la Victoria, de donde tuvieron que ser desalojadas las demás máquinas de la Imprenta Castellana.
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La televisión
Antonio g. Encinas
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La llegada de la televisión provoca sentimientos encontrados en la prensa escrita; por un lado, se recela del nuevo medio por la repercusión que puede tener en las ventas; por otro, se le da una bienvenida eufórica
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LA TÉCNICA

Primeras emisiones
La televisión en España comienza a emitir el 28 de octubre de 1956. Al principio solo se podía ver en un radio de unos 60 kilómetros alrededor de Madrid.

Reacciones
La prensa mira con recelo a un nuevo medio que le puede restar importancia.

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La tele triunfa. Los anuncios de televisores comenzaron a ser habituales, y se convertían en páginas enteras cuando se aproximaban las fiestas navideñas, como en esta plana del 23 de diciembre de 1961.

 

Televisión ESPAÑOLA celebra en 2006 el quincuagésimo aniversario de su fundación. El 28 de octubre de 1956 se difundía la primera emisión, apenas visible en un radio de 60 kilómetros desde el Paseo de la Habana en Madrid. Apenas seiscientos televisores, según las fuentes documentales de TVE, pudieron seguir el discurso del ministro Gabriel Arias Salgado. Era el comienzo de un nuevo medio y, como suele ocurrir siempre en estos casos, el debate sobre el fin del periodismo escrito recobraba vigencia.
El Norte de Castilla recoge el 30 de octubre la efeméride, pero la traslada a la tercera página, sin siquiera una breve reseña en la primera. En una información a dos columnas, acompañada por una imagen del ministro ante las cámaras de TVE, se explicaba sucintamente el acto y se reproducía íntegro, sin más explicación técnica, el discurso de Arias Salgado. «En la Inauguración de la emisora de televisión, en Madrid, que ha comenzado a funcionar, el ministro de Información y Turismo pronunció las siguientes palabras: ‘Hoy, día 28 de octubre, domingo, día de Cristo Rey, a quien ha sido dado todo poder en los cielos y en la tierra, se inaugurarán los nuevos equipos y estudios de la televisión española. Mañana, 29 de octubre, fecha del XXX aniversario de la fundación de la Falange Española, darán comienzo de una manera regular y periódica los programas diarios de televisión. Hemos elegido estas dos fechas para proclamar así los dos principios básicos fundamentales que han de presidir, sostener y encarnar todo el desarrollo futuro de la televisión en España, la ortodoxia y rigor desde el punto de vista religioso y moral con obediencia a las normas que en tal materia dicte la Iglesia Católica, y la Intención de servicio y el servicio mismo a los principios fundamentales y a los grandes Ideales del Movimiento nacional bajo esta doble inspiración y contando con el perfeccionamiento técnico, artístico, cultural y educativo de los programas que han de ser siempre amenos y variados. Espero, con vuestra colaboración, que la televisión española llegará a ser uno de los mejores instrumentos educativos para el perfeccionamiento individual y colectivo de las familias españolas. Quedan inaugurados los nuevos equipos y estudios de la televisión española’».
La prensa escrita desconfía de este nuevo medio que amenaza su supervivencia. Dos años antes, en 1954, Francisco de Cossío aprovecha el acto conmemorativo del centenario de El Norte –tomando como referencia la creación de ‘El Avisador’ y ‘El Correo de Castilla’– y deja entrever su crítica al futuro medio: «La actualidad arrebata y apasiona, y es que cada día somos más hombres del momento, y todos quisiéramos saber lo que pasa en el mundo, no ya en el instante en que el hecho se produce, sino antes de haber ocurrido. Y ya el periódico nos parece fatigoso, pues hemos de emplear en él el trabajo de leerlo, y la física se esfuerza en crear máquinas para analfabetos, que nos ofrezcan la actualidad más inmediata en palabras o imágenes: así la televisión, la radio y el cinematógrafo, que no por ser imágenes tomadas directamente de la realidad inmediata, son más veraces y exactas que las que nos ofrece la palabra escrita. El gran paso que dio el periódico en sus orígenes, no más que informativo, fue el del comentario. Y la autoridad del comentario da el máximo valor a un periódico moderno. Y no olvidemos que los mejores periódicos contemporáneos que se escriben en el mundo tienen por lo menos cincuenta años de existencia, medio siglo de comentarios, en los que se cimenta la autoridad».

Primeros programas
La primera reseña sobre la nueva programación de TVE se publica en la última página del periódico. El corresponsal en Madrid refleja en su crónica las buenas palabras del director general de Radiodifusión, Jesús Suevos, hacia Valladolid, pronunciadas durante el acto de presentación de las primeras emisiones televisadas. «Me alegra mucho que haya aquí también prensa de Valladolid, y quiero aprovechar la ocasión de hablar con un periodista vallisoletano para saludar, por medio de usted, a Valladolid», cuenta el reportero que le dijo «el señor Suevos». El director general añadió que se alegraba de que Valladolid «también se halle en el Plan Nacional de Televisión, pues lo merece por razones técnicas y por todas las razones».
Aunque quizá la alocución que más interesaba a los vallisoletanos era la del ingeniero de televisión Eduardo Gavilán, «muy querido paisano nuestro». «Nos repitió su alegría por que Valladolid pueda contar pronto, dentro de las posibilidades materiasles, con una de las primeras emisoras de TV que se instalen en España».
Las emisiones de los primeros años son bastante escasas y con un alcance bastante limitado, pero en octubre de 1960 El Norte de Castilla ya reproduce, junto a la programación de radio, la de la televisión. Un solo canal, evidentemente, y con un horario de emisión muy reducido, que comenzaba a las 14.15 horas con la Carta de Ajuste, que se quedaba fija en la pantalla durante quince minutos. Las noticias y un telefilm conformaban la primera parte de la emisión, que se cerraba a las 16.45 horas. Después, a las 18.00 horas, se reanudaba la programación con el horario infantil, hasta las 19.30 horas. A las 21.00 se abría el ‘Programa de Noche’, que terminaba definitivamente hacia la medianoche. Y hasta el día siguiente.
Ya en 1960 proliferaban en El Norte los anuncios de televisores, y se prodigaban especialmente cerca de las fechas navideñas en esa década. Eran anuncios enormes, en muchas ocasiones de página entera, y en ellos se publicitaban los grandes adelantos técnicos de la época, como pantallas más grandes o mejor luminosidad. Todas, evidentemente, en blanco y negro.

 

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