Fresadora.
Un pequeño taladro limaba las impurezas
de la teja, lo que dejaba debajo un reguero
de limaduras; y Fundidora. El cartón
se colocaba en un depósito semicircular,
y después recibía el plomo
fundido.
.
renovación
Antonio g. Encinas
.
En 1960, el periódico
cambia por completo sus talleres, que seguían
aún al ritmo de la vieja Koenig&Bauer,
y comienza por remozar la sección de estereotipia,
que adquiere a la casa Winkler Fallert
.
Prensa.
El cartón o flan se sujetaba
sobre la forma y se le aplicaba calor
y presión para conseguir la
matriz.
LA TÉCNICA
Máquinas
Fresadora, fundidora y prensa.
Trabajo
Tres personas y diez minutos por
teja.
...................................
Al empezar
a rodar la nueva máquina miramos
con pena a la antigua, que durante tantos
años ha lanzado, madrugada tras
madrugada, periódicos y periódicos,
y por la que ha pasado medio siglo. […]
Desde hoy recibirán el diario en
un tamaño más manejable
y con la nueva fuerza que le dan la nueva
prensa, las nuevas fundidoras, los nuevos
cilindros en movimiento». Así
contemplaba Publio, seudónimo de
Ángel de Pablos Chapado, la nueva
etapa que comenzaba el periódico
en 1960. Una renovación total que
incluía no solo un simple cambio
de rotativa, sino de toda la planta de
estereotipia.
Este relevo en la maquinaria supuso, según
el periódico, un coste bastante
elevado. Se instaló una estereotipia
más automatizada y perteneciente
a la misma casa que fabricó la
rotativa, Winkler Fallert. «Consta
de una prensa automática con motor
y calefacción eléctricos
para grabar o ‘picar’ los
cartones, de dos fundidoras igualmente
automáticas, cada una de las cuales
funde y pasa en un minuto la página
grabada en el cartón a una teja
de metal, que sale ya fría y dispuesta
para su montaje en los cilindros de la
planta impresora».
El desembolso debió ser importante,
porque renovar la estereotipia incluía
las fundidoras, la prensa, la fresadora
de tejas… «Toda esta instalación
ha sido lenta y laboriosa, y no hay que
decir que, en las circunstancias actuales,
muy costosa también».
Y es que a las propias máquinas
había que añadir la obligada
remodelación de los elementos eléctricos
que debían surtir de energía
a estos aparatos. «La instalación
para suministrar energía y alumbrado
forma una complicadísima red de
cables, canalizados y en tubos de acero,
que desde la estación transformadora
pasan por sucesivos aparatos, resistencias
y mecanismos de control con mandos automáticos
que permiten regular la velocidad con
independencia de la carga».
En realidad, las funciones de las nuevas
máquinas eran muy similares a las
de la antigua Koenig, aunque más
modernizadas. La prensa de planchas era
automática, pero su misión
era la misma de antaño, plasmar
en el cartón los caracteres que
figuraban en la plancha gracias a la presión
y al calor.
Así se formaba una matriz que se
pasaba a la fundidora. En su parte más
baja, la fundidora contaba con un recipiente
semicircular sobre el que se amoldaba
la matriz. El plomo fundido se vertía
sobre la matriz y, al enfriarse, daba
lugar a una forma curvada llamada teja.
Antes de imprimir, sin embargo, todavía
quedaba una nueva operación, esta
muy delicada. Había que fresar
la teja para evitar que las impurezas
del plomo salieran reflejadas en el papel.
Esto es, si en la cabecera del periódico
había unos espacios en blanco,
por ejemplo, había que intentar
limar las posibles gotas de plomo que
hubieran quedado impregnadas. Se colocaba
la teja sujeta a un cilindro y se iba
desbastando poco a poco con un pequeño
taladro. En los últimos años
del plomo, en El Norte había tres
trabajadores encargados de las labores
de estereotipia. Uno de ellos, Ángel
Cantalapiedra, desarrolló una especial
habilidad para manejar la fresadora.
Todo el proceso de la estereotipia, desde
que se llegaba con la forma a la prensa
hasta que salía la teja lista para
incrustarse en la rotativa y empezar a
imprimir, se realizaba en apenas diez
minutos, según recuerda Paco Peláez,
actual jefe de sección de Diseño.
Tan costosa renovación llegó
en un momento en el que las nuevas técnicas
comenzaban a revolucionar la forma de
imprimir los periódicos al otro
lado del Atlántico. En Estados
Unidos ya comenzaba a desarrollarse el
‘offset’, que aún tardaría
en vulgarizarse cerca de una década,
más en España, y que llegaría
a las instalaciones de El Norte de Castilla
casi 25 años y dos rotativas más
tarde.
.
Por dentro. Esquema
del diseño inicial de la máquina,
que llevaba el número 56. / Fuente:
Winkler Fallert
.
la ‘wifag’
Antonio g. Encinas
.
Rotativa nueva y marca
nueva, la siguiente gran máquina de El
Norte fue una Winkler Fallert que el periódico
bautizó como ‘Castilla’ y que
permaneció en servicio durante 17 años
.
Visitas.
Un operario enseña las entrañas
de la máquina a los visitantes
de un colegio vallisoletano.
LA TÉCNICA
Funcionamiento
Estuvo en marcha desde el 6 de noviembre
de 1960 hasta enero de 1978. Antes
había pertenecido a ‘El
Socialista’.
Capacidad
Podía tirar hasta 20.000
ejemplares de 32 páginas.
Volumen
Pesaba 80.000 kilos, y medía
14 metros de largo por 4 de ancho
y 3 de alto, según publicó
el diario.
...................................
Lista.
La bobina de papel, preparada para
recibir la tinta.
La ‘Wifag’
fue la tercera rotativa de El Norte. El
nombre por el que la adoptaron los trabajadores
del taller no era sino el de una placa
que figuraba en un lateral, y que respondía
a las siglas de la casa Winkler Fallert.
«Se trata de una máquina
de espléndida impresión
y extraordinaria rapidez de tirada, que
nos facilitará un mejor servicio
a nuestros lectores, pasadas las primeras
semanas de ajuste en las que son de prever
algunas deficiencias», explicaba
el periódico en un editorial en
la primera página. El Norte, además,
bautizó su tercera rotativa con
el nombre de ‘Castilla’, «para
simbolizar en él nuestro decidido
afán de seguir sirviendo con esta
máquina, como con las antiguas,
los intereses y la vida de nuestra región».
El cambio se produjo el 6 de noviembre
de 1960, y la nueva rotativa suponía,
según el diario, la posibilidad
de aumentar el número de páginas
de cada ejemplar. La tirada crecía,
los anunciantes demandaban más
espacio para su publicidad, y la máquina
Koenig & Bauer chocaba con sus propias
limitaciones.
«El constante aumento de circulación
de nuestro diario y su consecuente y natural
reflejo en la publicidad […] pusieron
de manifiesto la conveniencia de renovar
la rotativa, sustituyéndola por
otra que, a una mayor rapidez de tirada,
uniese más capacidad en cuanto
a número de páginas, a fin
de ampliar las doce que aquella permitía
como máximo», señala
El Norte en un reportaje especial a modo
de presentación de su nueva maquinaria.
La Wifag se componía «de
dos cuerpos acoplados con sus respectivos
cilindros impresores (dos para ocho planas
cada uno)». Cada cuerpo permitía
imprimir 20.000 ejemplares de 16 páginas
cada uno, lo que haría posible
tirar periódicos de hasta 32 páginas,
algo que sin embargo tardaría en
producirse.
A modo de ejemplo que permitiera explicar
«la vertiginosa velocidad»
de la nueva rotativa, el periódico
explica que la Wifag era capaz de «imprimir,
cortar, plegar y entregar terminados en
un segundo once periódicos de 16
páginas».
La máquina pesaba, según
El Norte, 80 toneladas y tenía
unas dimensiones de 14 metros de largo
por 4 de ancho y 3 de alto, y su montaje
fue una auténtica obra magna que
obligó, además, a desterrar
los talleres de la Imprenta Castellana
de los locales de Duque de la Victoria
y trasladarlos al Puente Mayor.
La fábrica Winkler Fallert tiene
hoy su sede en Berna (Suiza), y en sus
archivos consta la venta de la rotativa
a El Norte de Castilla. Según figura
en el libro de cuentas, la máquina
perteneció con anterioridad al
periódico ‘El Socialista’,
de Madrid, y fue construida en el año
1934. La rotativa tiene escondida en su
trayectoria una curiosa anécdota.
Según un estudio del profesor Manuel
Llamas, de la Universidad Autónoma
de Barcelona, «en 1935 ‘El
Socialista’ adquirió una
excelente rotativa mediante la suma de
pequeñas cantidades cotizadas por
sus masas de adictos». Era, precisamente,
la Winkler Fallert que después
acabaría en poder de El Norte.
Los datos que obran en poder de la empresa
contradicen en algunos puntos los aportados
en su día por El Norte en sus páginas.
Así, el peso de la rotativa era
de 20.650 kilos, según Winkler
Fallert. El esquema facilitado por la
compañía presenta una máquina
de 10,93 metros de largo por 2,70 de alto,
ligeramente inferior a lo que explica
el diario. Tenía, eso sí,
capacidad para dos bobinas de papel, una
plegadora y dos motores de 33 caballos
de potencia cada uno.
Con relación a otras máquinas
de la misma época, se trataba de
una rotativa pequeña, sobre todo
comparada con las adquiridas por los grandes
diarios. Así, en la misma hoja
del libro en el que aparece la ‘Wifag’
de El Norte se hace referencia también
a una rotativa adquirida por el diario
‘La Stampa’, de Turín,
construida en 1933, con un peso de 229.908
kilos, casi trescientas toneladas. Una
máquina que, además, se
agrandó en dos ocasiones más
para incorporar otros tres cuerpos a los
seis adquiridos inicialmente.
La ‘Wifag’ prestó servicio
de una forma más que correcta durante
18 años, y su adiós se debió
a dos causas. La primera, que comenzaba
a dar problemas. La segunda, que las nuevas
tecnologías comenzaban a aparecer.
En 1939 aparece el primer periódico
impreso en ‘offset‘, y en
1968 ya hay un diario de gran difusión
en Estados Unidos, el ‘Sacramento
Union’, que se tira diariamente
con este procedimiento. Cuando El Norte
de Castilla dice adiós a la hermosa
mole de acero de la ‘Wifag’
da el primer paso hacia un futuro que
abandona por fin el procedimiento tipográfico
para alcanzar la modernidad.
En Duque
de la Victoria. La ‘Wifag’,
imponente en su asentamiento de Duque
de la Victoria, de donde tuvieron
que ser desalojadas las demás
máquinas de la Imprenta Castellana.
.
La televisión
Antonio g. Encinas
.
La llegada de la televisión
provoca sentimientos encontrados en la prensa
escrita; por un lado, se recela del nuevo medio
por la repercusión que puede tener en las
ventas; por otro, se le da una bienvenida eufórica
.
LA TÉCNICA
Primeras emisiones
La televisión en España
comienza a emitir el 28 de octubre
de 1956. Al principio solo se podía
ver en un radio de unos 60 kilómetros
alrededor de Madrid.
Reacciones
La prensa mira con recelo a un nuevo
medio que le puede restar importancia.
...................................
La tele
triunfa. Los anuncios de
televisores comenzaron a ser habituales,
y se convertían en páginas
enteras cuando se aproximaban las
fiestas navideñas, como en
esta plana del 23 de diciembre de
1961.
Televisión
ESPAÑOLA celebra en 2006 el quincuagésimo
aniversario de su fundación. El
28 de octubre de 1956 se difundía
la primera emisión, apenas visible
en un radio de 60 kilómetros desde
el Paseo de la Habana en Madrid. Apenas
seiscientos televisores, según
las fuentes documentales de TVE, pudieron
seguir el discurso del ministro Gabriel
Arias Salgado. Era el comienzo de un nuevo
medio y, como suele ocurrir siempre en
estos casos, el debate sobre el fin del
periodismo escrito recobraba vigencia.
El Norte de Castilla recoge el 30 de octubre
la efeméride, pero la traslada
a la tercera página, sin siquiera
una breve reseña en la primera.
En una información a dos columnas,
acompañada por una imagen del ministro
ante las cámaras de TVE, se explicaba
sucintamente el acto y se reproducía
íntegro, sin más explicación
técnica, el discurso de Arias Salgado.
«En la Inauguración de la
emisora de televisión, en Madrid,
que ha comenzado a funcionar, el ministro
de Información y Turismo pronunció
las siguientes palabras: ‘Hoy, día
28 de octubre, domingo, día de
Cristo Rey, a quien ha sido dado todo
poder en los cielos y en la tierra, se
inaugurarán los nuevos equipos
y estudios de la televisión española.
Mañana, 29 de octubre, fecha del
XXX aniversario de la fundación
de la Falange Española, darán
comienzo de una manera regular y periódica
los programas diarios de televisión.
Hemos elegido estas dos fechas para proclamar
así los dos principios básicos
fundamentales que han de presidir, sostener
y encarnar todo el desarrollo futuro de
la televisión en España,
la ortodoxia y rigor desde el punto de
vista religioso y moral con obediencia
a las normas que en tal materia dicte
la Iglesia Católica, y la Intención
de servicio y el servicio mismo a los
principios fundamentales y a los grandes
Ideales del Movimiento nacional bajo esta
doble inspiración y contando con
el perfeccionamiento técnico, artístico,
cultural y educativo de los programas
que han de ser siempre amenos y variados.
Espero, con vuestra colaboración,
que la televisión española
llegará a ser uno de los mejores
instrumentos educativos para el perfeccionamiento
individual y colectivo de las familias
españolas. Quedan inaugurados los
nuevos equipos y estudios de la televisión
española’».
La prensa escrita desconfía de
este nuevo medio que amenaza su supervivencia.
Dos años antes, en 1954, Francisco
de Cossío aprovecha el acto conmemorativo
del centenario de El Norte –tomando
como referencia la creación de
‘El Avisador’ y ‘El
Correo de Castilla’– y deja
entrever su crítica al futuro medio:
«La actualidad arrebata y apasiona,
y es que cada día somos más
hombres del momento, y todos quisiéramos
saber lo que pasa en el mundo, no ya en
el instante en que el hecho se produce,
sino antes de haber ocurrido. Y ya el
periódico nos parece fatigoso,
pues hemos de emplear en él el
trabajo de leerlo, y la física
se esfuerza en crear máquinas para
analfabetos, que nos ofrezcan la actualidad
más inmediata en palabras o imágenes:
así la televisión, la radio
y el cinematógrafo, que no por
ser imágenes tomadas directamente
de la realidad inmediata, son más
veraces y exactas que las que nos ofrece
la palabra escrita. El gran paso que dio
el periódico en sus orígenes,
no más que informativo, fue el
del comentario. Y la autoridad del comentario
da el máximo valor a un periódico
moderno. Y no olvidemos que los mejores
periódicos contemporáneos
que se escriben en el mundo tienen por
lo menos cincuenta años de existencia,
medio siglo de comentarios, en los que
se cimenta la autoridad».
Primeros programas La primera reseña sobre
la nueva programación de TVE se
publica en la última página
del periódico. El corresponsal
en Madrid refleja en su crónica
las buenas palabras del director general
de Radiodifusión, Jesús
Suevos, hacia Valladolid, pronunciadas
durante el acto de presentación
de las primeras emisiones televisadas.
«Me alegra mucho que haya aquí
también prensa de Valladolid, y
quiero aprovechar la ocasión de
hablar con un periodista vallisoletano
para saludar, por medio de usted, a Valladolid»,
cuenta el reportero que le dijo «el
señor Suevos». El director
general añadió que se alegraba
de que Valladolid «también
se halle en el Plan Nacional de Televisión,
pues lo merece por razones técnicas
y por todas las razones».
Aunque quizá la alocución
que más interesaba a los vallisoletanos
era la del ingeniero de televisión
Eduardo Gavilán, «muy querido
paisano nuestro». «Nos repitió
su alegría por que Valladolid pueda
contar pronto, dentro de las posibilidades
materiasles, con una de las primeras emisoras
de TV que se instalen en España».
Las emisiones de los primeros años
son bastante escasas y con un alcance
bastante limitado, pero en octubre de
1960 El Norte de Castilla ya reproduce,
junto a la programación de radio,
la de la televisión. Un solo canal,
evidentemente, y con un horario de emisión
muy reducido, que comenzaba a las 14.15
horas con la Carta de Ajuste, que se quedaba
fija en la pantalla durante quince minutos.
Las noticias y un telefilm conformaban
la primera parte de la emisión,
que se cerraba a las 16.45 horas. Después,
a las 18.00 horas, se reanudaba la programación
con el horario infantil, hasta las 19.30
horas. A las 21.00 se abría el
‘Programa de Noche’, que terminaba
definitivamente hacia la medianoche. Y
hasta el día siguiente.
Ya en 1960 proliferaban en El Norte los
anuncios de televisores, y se prodigaban
especialmente cerca de las fechas navideñas
en esa década. Eran anuncios enormes,
en muchas ocasiones de página entera,
y en ellos se publicitaban los grandes
adelantos técnicos de la época,
como pantallas más grandes o mejor
luminosidad. Todas, evidentemente, en
blanco y negro.