En 1988.
Alejandro Royo-Villanova en un despacho
de la sede de la calle Duque de la
Victoria.
LA EMPRESA
Accionariado
En 1970, la familia Alba, que tenía
la mayoría de la sociedad,
vende sus participaciones al Consejo.
Con la operación, se convierten
en mayores accionistas las familias
Royo-Villanova (18%), Altés
(17%) y Fernández Araoz (15%).
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En los años
setenta del pasado siglo se vuelve a registrar
un cambio de manos en la sociedad de El
Norte de Castilla, un hecho que no se
producía desde 1893, cuando Santiago
Alba y César Silió –dos
jóvenes nacidos en el seno de insignes
familias de la época– se
hicieron con las riendas del diario decano
de la prensa española, aunque,
como ya se ha mencionado anteriormente,
las diferencias políticas entre
ambos provocaron pronto que el segundo
abandonara el periódico. Aquello
había sucedido en 1901, desde entonces
Santiago Alba y sus herederos se convierten
en los principales propietarios y mantienen
la hegemonía en el accionariado
del periódico vallisoletano hasta
1970, momento en el que los Alba venden
sus participaciones, que se reparten entre
los accionistas. A partir de entonces,
obtendrán la supremacía
las familias Royo-Villanova y Altés,
dos sagas que habían marcado ya
su impronta en el rotativo con sede en
la céntrica calle vallisoletana
de Duque de la Victoria. En primer lugar,
Antonio Royo Villanova había sido
contratado como gerente en 1912, aunque
antes había dirigido la redacción
y, solamente después de su muerte,
ocurrida en 1856, fue sustituido por el
hijo primogénito del impulsor del
albismo. César Alba Delibes presidiría
desde ese momento la empresa. Por otra
parte, Fernando Altés Villanueva
se ocupaba de los números y las
cuentas desde 1949, con tal tino que es
considerado el gran gerente del diario
en sus 150 años de historia.
El actual presidente del Consejo de Administración
de El Norte de Castilla, Alejandro Royo-Villanova,
recuerda bien aquellos años. «Muere
mi abuelo y le sigue como presidente del
Consejo de Administración César
Alba Delibes, el hijo mayor de Santiago
Alba. Cuando en 1965 fallece mi padre
–Segismundo Royo-Villanova y Fernández
Cavada–, entro en el consejo y,
casi inmediatamente después, me
nombran adjunto a la Presidencia o representante
del presidente de la sociedad en Madrid»,
explica el nieto del que fuera presidente
de la sociedad durante 44 años.
Entre sus funciones se encontraba la de
despachar todos los asuntos relacionados
con el Consejo de Administración
del diario y la de lidiar con Manuel Fraga
Iribarne, en ese momento ministro de Información
y Turismo, y el resto del equipo de Gobierno.
En 1970, el actual presidente del rotativo
tiene 29 años y es testigo directo
de uno de los momentos más críticos
que viven el Consejo de Administración
y la Junta General de Accionistas de El
Norte. Según su testimonio, existió
una operación –que fue neutralizada
desde el interior de la sociedad–
para que el Opus Dei entrara a formar
parte del accionariado del diario vallisoletano
a través del recientemente fallecido
Luis Valls Taberner, una de las figuras
más emblemáticas de la banca
española, que poco después,
en 1972 sería nombrado presidente
del Banco Popular, y de uno de los miembros
de la familia Alba. En aquellos momentos,
la institución fundada por José
María Escrivá de Balaguer
empezaba a controlar el Consejo de Ministros
de Franco, con el almirante Luis Carrero
Blanco a la cabeza, en clara pugna con
Federico Silva Muñoz, ministro
de Obras Públicas y democristiano.
Los grandes accionistas en ese momento
pertenecían a la familia Alba,
que controlaba más del 50% de la
sociedad.
«Fue un principio duro en el que
la familia Alba vendió sus acciones,
que decidió adquirir el Consejo
de Administración con un esfuerzo
económico enorme. Compramos en
base proporcional al número de
acciones que teníamos cada uno
de nosotros», asegura Royo-Villanova,
quien señala que nunca se volvieron
a repetir este tipo de problemas porque
entre todas las familias controlaban más
de setenta por ciento del accionariado
de la sociedad. Después de la muerte
de Guillén, la familia Royo-Villanova
obtuvo la mayoría de la sociedad
(18%), seguida por la saga que encabezaba
Fernando Altés Villanueva (17%)
y los Fernández Araoz (15%), mientras
que el resto representaba el 3%, el 4%
o, como mucho, el 5%.
.
Homenaje en
el 2002. Un cuarto de siglo después
de las elecciones democráticas, los
miembros del Grupo Tácito fueron
homenajeados en el Colegio Universitario
San Pablo de Madrid, en el que muchos de
ellos habían estudiado. Era el 7
de marzo del 2002. Alejandro Royo-Villanova
es el segundo por la izquierda.
.
El Grupo tácito
Javier Aguiar
.
El diario, junto a una
veintena de periódicos españoles,
publicaba una serie de artículos de opinión
críticos con el franquismo que eran escritos
por destacados intelectuales
.
El Grupo Tácito
jugó un importante papel en la
etapa final del franquismo y los primeros
años de la transición a
la democracia. Fundado por Alfonso Osorio
García en el año 1973, este
grupo de intelectuales españoles
destacó por difundir sus ideas
democristianas a través de artículos
en prensa bajo este seudónimo colectivo.
Los artículos de esta plataforma
de opinión auguraban un nuevo destino
para el régimen franquista. Íñigo
Cavero, Leopoldo Calvo Sotelo, Landelino
Lavilla, Marcelino Oreja, José
Luis Álvarez, Abelardo Algora,
Fernando Álvarez de Miranda y Andrés
Reguera Guajardo son algunos de los miembros
destacados de aquel colectivo. Otro de
aquellos hombres era el actual presidente
del Consejo de Administración de
El Norte de Castilla, Alejandro Royo-Villanova,
quien recuerda aquella época con
entusiasmo.
«Me invitaron a participar en el
Grupo Tácito, –explica Royo-Villanova–.
En un principio, dije que no podía
ser porque ellos eran democristianos y
yo era liberal. Pero me convencieron porque
querían que hubiera también
liberales». El ya presidente del
Consejo de Administración del diario
decano de la prensa española puso
como condición que el misma día
que saliera la editorial en el ‘Ya’
se publicara también en otros periódicos
regionales. Le pidieron a Alejandro Royo-Villanova
que se ocupara en persona de organizarlo.
«Personalmente llamé a veinte
periódicos españoles –’El
Heraldo de Aragón’, ‘La
Voz de Galicia’, etcétera–,
excepto de Madrid porque estaba el ‘Ya’,
y todos los directores y presidentes estuvieron
de acuerdo. De esta manera, nuestros artículos
salieron en veinte periódicos simultáneamente
los viernes, durante tres años»,
asegura, convencido de que todos los planteamientos
políticos de la transición
–y posteriormente de Adolfo Suárez–
los había elaborado el Grupo Tácito
a lo largo de esos años.
Pero, ¿cómo eran aquellos
artículos? Hablaban del posfranquismo
y la transición, algo que no gustaba
en absoluto al Gobierno del dictador.
«Por uno de esos artículos
nos procesaron en el TOP (el Tribunal
de Orden Público) a seis o siete
personas, entre ellas, Otero Novas, José
Luis Álvarez, Marcelino Oreja,
Juan Carlos Guerra Zunzunegui y Gabriel
Cañadas», rememora Royo-Villanova.
Aquel proceso no llegó a prosperar
por la enfermedad y posterior muerte de
Francisco Franco. «Nos salvamos
por eso», añade. El Grupo
Tácito desapareció con el
fallecimiento del autócrata. «Muere
en el momento en el que constituimos el
primer Partido Popular (PP). Yo fui su
primer secretario. Lo constituimos por
la mañana y, por la tarde, tres
de las personas del PP fundamos la Coalición
Electoral Centro Democrático. Ese
PP era el Grupo Tácito transformado
en partido político. Por el contrario,
AP era Fraga Iribarne que estaba en otra
guerra distinta con los llamados ‘siete
magníficos’, entre ellos,
Federico Silva y López Letona,
la derecha del Régimen».
¿De qué manera influyó
el Grupo Tácito en El Norte de
Castilla? «De una forma muy indirecta.
El Norte ha sido tradicionalmente un periódico
liberal e independiente. Lo he proclamado
hasta en ruso. Cada uno opinará
como opine, pero la esencia es la personalidad
del diario forjada a lo largo de la historia»,
defiende a capa y espada Alejandro Royo-Villanova.