Mudanza en
la dirección. De pie, Javier
González, Fernando Altés Bustelo,
José Ángel Rodero, Carlos
Campoy, Mario Bedera, José Colina,
Antonio Hernández, Guillermo Díez,
Antonio Medina, Miguel Ángel Pastor,
Carmelo Sabater, Ángel María
de Pablos, Benito Sanz de la Rica, Agustín
Cacho y Lorenzo Martínez Duque. Sentados,
Emilio Salcedo, Emilio Cerrillo, los tres
directores, Miguel Delibes, Félix
Antonio González y Ángel de
Pablos; López Pérez, Martín
Hernández y Fernando Altés.
.
Ángel de pablos
Fernando Bravo
.
Ingresó en El Norte
a los seis días de que lo hiciera Delibes,
pero Ángel de Pablos era un hombre del
régimen. Veintitrés años
después, el primero lo propuso como director,
cargo que ejerció durante seis años
.
LAS PERSONAS
Ángel de Pablos
Ingresó en El Norte en 1944.
En 1967 fue nombrado director. Creó
el ‘De Ayer a Hoy’ con
el seudónimo de Publio.
...................................
HACÍA
tiempo que Delibes no era oficialmente
director de El Norte. En 1963 hizo el
primer amago, hastiado de tanto hostigamiento
del Ministerio de Información y
de las dudas de parte del Consejo de Administración,
que no quería prescindir de su
nombre pero tampoco apoyaba siempre de
forma decidida su actitud como periodista.
En 1966, Félix Antonio había
sido un breve capítulo en la sucesión
de Delibes al frente de la redacción,
que culminó en agosto de 1967,
cuando César Alba propuso su destitución.
Y entonces empezó el baile de nombres
para buscar nuevo director.
También aquí fue decisivo
Delibes. Frente a los Arnáiz, Bardavío
o Muñiz, nombres que barajó
el consejo, al final se impuso la candidatura
de Ángel de Pablos, «un hombre
de la casa». El sempiterno redactor
jefe y sustituto del director, censor
de profesión, fue nombrado director
en funciones en noviembre de 1967 y el
27 de febrero de 1968 fue confirmado en
el cargo. En abril de aquel mismo año,
fue nombrado redactor jefe Emilio Salcedo,
que protagonizó seis años
más tarde la transición
entre Ángel de Pablos y Fernando
Altés Bustelo.
Ángel de Pablos (Salamanca, 1911)
no solo era un hombre de la casa. Cuando
accedió a la dirección,
formaba parte de su historia, en realidad,
de la correspondiente al periodo de mayor
control y uniformidad de la prensa. Licenciado
en Derecho, De Pablos ingresó en
El Norte, procedente del ‘Diario
Regional’, donde era redactor, el
15 de febrero de 1944, solo seis días
después de que lo hiciera Miguel
Delibes. Según los archivos de
El Norte, su ingreso en la plantilla se
formalizó el 17 de febrero de 1944,
con 800 pesetas de sueldo.
Ambos, De Pablos y Delibes, habían
cubierto las bajas forzosas de los redactores
Eduardo López Pérez, que
regresaría al periódico,
y José García Rodríguez,
sometidos al Tribunal Especial de Represión
de la Masonería y el Comunismo.
Ángel de Pablos llegaba, además,
como redactor jefe del entonces director
Gabriel Herrero y, como la mayoría
de los periodistas, tenía otra
profesión: funcionario de la Delegación
Provincial de Educación Popular
encargado de la censura de la prensa periódica.
De Pablos, sin embargo, transitó
por la redacción a la sombra de
un Delibes que llevaba la iniciativa y,
aunque ideológicamente eran muy
diferentes y no tenía con él
la confianza que le unía a Félix
Antonio, le apoyó frente al consejo.
Como respuesta, Ángel de Pablos
que fue director de Ateneo, donde creo
el premio de novela corta, y presidente
de la Asociación de la Prensa,
intentó levantar el periódico
reeditando algunas de las secciones que
le dieron prestigio durante la etapa de
Delibes. En 1968 recomenzó ‘Ancha
es Castilla’ ‘En tres minutos’
o ‘La torre de la Antigua’.
El propio De Pablos creo el ‘De
ayer a hoy’ bajo el seudónimo
de Publio, que tendría larga vida
en las firmas de Heras Lobato, Julián
Lago o Maribel Rodicio e incluso su hijo,
Ángel María de Pablos. Bajo
su dirección se reestructuró
la redacción con un José
Ángel Rodero, en Nacional; Félix
Antonio González, en Deportes;
Fernando Altés, en Internacional,
y José Antonio Antón, en
local.
.
Patricio de Bocos López
Fernando Bravo
.
Centenario.
De Bocos es el empleado más
longevo.
Pugna con
El Norte en longevidad, aunque solo tiene
102 años. Patricio de Bocos López
(Madrid, 1904) acumula décadas
de la memoria de El Norte desde que la
movilización del administrativo
José Colina Martín, en 1936,
le dejara al frente del negociado de suscripciones
en la capital. Pero antes, en 1929, Patricio
de Bocos había iniciado su relación
con el rotativo desde Publicitas, la empresa
que llevaba la publicidad de varios periódicos
desde el número 2 de la calle Peligros,
hoy Menéndez Pelayo. La Guerra
Civil le introdujo en la nómina
de El Norte, donde otra movilización,
la del señor Miranda, puso bajo
su custodia las llaves de la caja.
«Estoy llevando las suscripciones
de Valladolid, le dije a Jacinto Altés,
no puedo hacerlo todo. Él me contestó
que si necesitaba ayuda pidiera una señorita,
así que examiné a dos candidatas.
Una de ellas era la hija del maquinista
de la rotativa, el señor Severiano,
aunque yo prefería a la otra. Altés
me dijo que para no hacerle un feo a Severiano,
contratara a las dos».
La memoria de este perito e intendente
mercantil por la Escuela de Comercio de
Valladolid es prodigiosa. Publicitas le
obligó a aprender alemán,
lo que le permitió hacerse cargo
del departamento en la Escuela de Comercio.
Uno de sus alumnos, Nicanor Rodríguez,
le sustituiría tras su jubilación,
en 1970, como jefe de administración.
De Bocos, que formó equipo con
Sergio Rodríguez, Santiago y Nieves
Álvarez, Carlos Moyano o José
María Sánchez ‘Chiralo’,
mantuvo su apellido unido a El Norte a
través de su hija, Rosario de Bocos,
que hizo el camino inverso: de la administración
paso a la sección de publicidad,
todavía bajo el control de Publicitas,
y a su vez consolidaría la saga
al casarse con el linotipista Julio de
la Torre Perrote.
.
Los transgresores
.
Una de las generaciones
de periodistas más comprometidas y con
mayor proyección ocupa la redacción
en los años de la transición democrática
Fernando Bravo
.
Emilio Salcedo.
LAS PERSONAS
Emilio Salcedo
Delibes lo trajo de Salamanca para
hacerlo director. Fue el redactor
jefe de una generación de grandes
periodistas.
...................................
Tú
escribes sobre asuntos locales. Pero no
tienen por qué enterarse en el
consejillo». El encargo se lo hizo
José Jiménez Lozano a Fernando
Valiño, un joven periodista que
durante un par de años había
hecho de todo, en 1971 y 1972, y aterrizaba
de forma definitiva en una redacción
en la que oficialmente todavía
era director Ángel de Pablos, con
Emilio Sánchez Arteaga, ‘Emilio
Salcedo’, como redactor jefe. El
control de la redacción, sin embargo,
lo llevaba o intentaba llevarlo el consejillo,
una derivación de aquella comisión
consultiva o consejo creado por César
Alba en la época en la que Félix
Antonio González era director del
periódico. Formaban parte del consejillo
el consejero Rubio Sacristán; el
gerente, Fernando Altés; José
Jiménez Lozano; Miguel Delibes
y el nuevo presidente del Consejo de Administración,
Alejandro Royo-Villanova que, ocasionalmente,
acudía a sus reuniones de los martes,
a las siete de la tarde.
La redacción estaba sufriendo una
renovación generacional definitiva,
que iba a hacer frente a la información
de una no menos profunda reconversión
social y política.
José Antonio Antón, que
años más tarde sería
el verdadero responsable de la redacción
como redactor jefe, coordinaba ya este
grupo de nuevos periodistas junto a Germán
Losada, que organizaba la información
y aportaba sus contactos en el mundo laboral,
en unos años en los que oficialmente
no había huelgas, sino conflictos
laborales. Luis Miguel de Dios, que después
de dos años de prácticas
logró su primer contrato en 1975,
empezó a hacerse cargo de la información
de la provincia. Y, con ellos, José
Ángel Rodero, crítico de
cine –años más tarde
sería uno de los guionistas de
‘Verano azul’ para ejercer
después como jefe de prensa del
primer presidente autonómico de
Castilla y León, Demetrio Madrid–
que también llevaba el gabinete
de Prensa del Ayuntamiento. Fernando Altés
se había incorporado ya a la redacción,
donde también trabajaba Ángel
María de Pablos, el hijo del director,
que durante años se hizo cargo
de la sección de Deportes hasta
que empezó a protagonizar las vueltas
ciclistas a España desde TVE. Y
Fernando de la Torre, Miguel Ángel
Pastor, Maribel Rodicio, José Luis
Lera, María Eugenia Marcos, el
dibujante Domingo Criado, Margarita Serrano,
Fernando Barrasa y Pilar Salamanca. Esta
nueva generación, trufada de ‘jóvenes
elementos de izquierdas’ que desmarcaron
definitivamente a El Norte del resto de
la prensa local, convivió aún
algunos años con Ángel de
Pablos, Hernández Higuera, Emilio
Cerrillo o Martín Hernández.
La enfermedad iba apartando a De Pablos
de la dirección mientras ganaba
peso la figura de Emilio Salcedo (Salamanca,
1929). Salcedo entró en El Norte
por la Sala de Cultura, donde había
pronunciado en noviembre de 1965 una conferencia
en ‘Los Martes de El Norte’
sobre Unamuno. Delibes no lo dejó
escapar y allí mismo le propuso
ingresar en El Norte. Año y medio
más tarde, «un 3 de abril
de 1967, Lunes de Aguas en Salamanca,
me vine a Valladolid, cortando mis raíces».
La personalidad de Emilio Salcedo se ajustaba,
probablemente, a lo que Delibes pensaba
que debería ser su sustituto. No
llegó a la dirección este
académico correspondiente de la
Real de Bellas Artes de San Fernando,
autor de ‘Vida de don Miguel de
Unamuno’, crítico y periodista.
La enfermedad adelantó su desvinculación
de El Norte. «Todos los días
escribo, solo a máquina porque
he perdido mi letra», escribía
a Altés, poco antes de su muerte
en 1992.
.
Su particular
orden. En su despacho, revisando
el teletipo y las cartas enviadas por los
lectores.
.
Fernando Altés
Fernando Bravo
.
Hijo de Fernando Altés
Villanueva, Altés Bustelo fue el tercer
director de El Norte propuesto por Delibes. Tenía
todo a su favor: era un hombre de la casa, culto
y conocía el oficio desde su infancia.
.
LAS PERSONAS
Fernando Altés
Bustelo
Estudio Derecho y Periodismo. Empezó
como corrector. En 1974 fue nombrado
director. Falleció en 1992.
...................................
A contraluz.
Con Cossío, durante
una entrevista.
No son necesarias
las preguntas. La entrevista saldrá,
poco a poco, extraída de una conversación
entre amigos». Faltaban aún
siete años para que Fernando Altés
Bustelo (Valladolid, 1936–1992)
se convirtiera en el decimoséptimo
director de El Norte, cuando inició
en el Suplemento Semanal una sección
de entrevistas, ‘Vallisoletanos
a contraluz’, por la que desfilaron
un centenar largo de personajes, cuyo
único nexo era formar parte del
paisaje humano al que iba dirigido el
periódico en el que desarrolló
toda su vida profesional. Fue una especie
de aprendizaje del entorno que necesitaba
conocer para saber qué terreno
pisaba el periódico que unos años
más tarde dirigiría.
Sus entrevistas, con pocas notas y mucha
conversación, retrataron a Cossío,
al no menos veterano periodista José
García Rodríguez, al catedrático
de literatura Emilio Alarcos García,
quien desdramatizaba el desinterés
por la literatura porque, aseguraba, «a
pesar de todo, hay muchos más que
leen y estudian a los clásicos
que en cualquier otra época de
la historia». Y Fernando Altés
era un de ellos.
Pero aquella galería de entrevistas
dio cobijo también al tallista
Miguel Trapote, al futbolista Julián
Vaquero del Caño, a Ángel
Zamora, ‘Zamorita’, conserje
de la plaza de toros, al ‘Catarro’
o a Victoriano Soto, un distribuidor de
prensa, o a los representantes de las
primeras organizaciones empresariales
y sindicales.
Fernando Altés había nacido
con la Guerra Civil y su padre, al que
el alzamiento sorprendió en Madrid,
no tuvo oportunidad de conocerle hasta
casi dos años después. Sin
embargo, el resto de su vida permanecería
unido a él y a la empresa de la
que Altés Villanueva era gerente.
Al principio, incluso físicamente,
ya que la infancia de Altés Bustelo
transcurrió en un piso situado
en la planta superior al patio de la rotativa,
entre Montero Calvo y Duque de la Victoria.
En alguna ocasión confesó
que se despertaba cuando esta enmudecía,
tras concluir la tirada del periódico.
Los talleres de El Norte fueron el escenario
lúdico de su infancia, y los linotipistas,
cajistas y montadores, los primeros compañeros
de juegos. A pesar de su pasión
por el periódico, su padre le impuso
los estudios de Derecho. Concluidos estos
y satisfecho el deseo paterno, estudió
Periodismo, su verdadera vocación,
mientras trabajaba como corrector en El
Norte, donde comenzó en 1965. Altés
estuvo también arropado en sus
primeros años por los tres directores
que le precedieron. Miguel Delibes, Félix
Antonio González y Ángel
de Pablos, y por quien le sucedería
al frente de la redacción, José
Jiménez Lozano.
Pero también tuvo la oportunidad
de trabajar con aquella generación
de la transición que, poco a poco
y ya bajo su dirección, fue abandonando
El Norte de Castilla. Con Manuel Leguineche,
Altés protagonizó algunas
de las informaciones menos habituales
para los redactores de la época,
como los viajes de los Reyes a China o
a Israel.
Fallecido De Pablos, Emilio Salcedo hizo
la transición como redactor jefe
hasta que en 1974 Altés fue nombrado
director con el apoyo expreso de Delibes.
El éxodo de periodistas de aquella
generación del fin de la dictadura
y la transición, que en buen número
pasaron a ocupar cargos de respnsabilidad
en otros medios, no afectó a algunos
de los que mantendrían con él
el pulso de la redacción durante
casi dos décadas. Entre ellos estaban
José Antonio Antón, el redactor
jefe que asumió la llegada de una
nueva generación de periodistas;
Maribel Rodicio, que hasta el 2002 sería
una de las firmas destacadas, con apenas
un paréntesis de cuatro años
que ejerció como jefa de prensa
de las Cortes de Castilla y León;
Fernando Valiño, De la Torre, Fernando
Barrasa...
Altés falleció el 16 de
noviembre, a los 56 años, víctima
de una enfermedad que le había
apartado un año antes de la redacción.
.
Colaborador.
El escritor Francisco Umbral mandó
crónicas para El Norte durante más
de 10 años. / Fotoprensa
.
«En El Norte hice
de todo, hasta de repartidor»
francisco umbral COLABORADOR
DE EL NORTE ENTRE 1957 Y 1968
Víctor Vela
.
LAS PERSONAS
Francisco Umbral
Colaborador de El Norte durante más
de diez años, como crítico
literario ycomo corresponsal en Madrid.
...................................
DE la crítica
literaria a las entrevistas a folclóricas,
de los reportajes sociales a los encuentros
con toreros. Francisco Umbral (Pérez
en sus primero escritos) ha hecho «de
todo en El Norte», desde su primera
reseña –publicada el jueves
21 de marzo de 1957– hasta que abandonó
su puesto como corresponsal del periódico
en Madrid. «Por hacer, hasta de
repartidor». «Me daban mil
pesetas por repartir El Norte, que entonces
se vendía en siete quioscos de
Madrid. Al principio le dejé a
un amigo que lo hiciera, un chaval de
Segovia, pero vino una época mala
para mí, en la que ganaba menos
dinero, estaba peor, enfermo. Le dije
a mi amigo que esto se acabó, que
volviera a los estudios. Y volví
a repartir el periódico. Me iba
todas las mañanas a la estación
para coger el paquete. Dejaba los ejemplares
y luego me metía en un bar con
futbolín. Antes todos los bares
tenían futbolín. Allí
desayunaba un bocata, me jugaba unos futbolines
y luego me iba para la pensión.
Esas mil pesetas me vinieron muy bien.
Estaba pensando incluso en volver a Valladolid
y yo no quería volver».
–¿Cómo entró
en El Norte? –El director era ya Miguel
Delibes, que no entró como tal,
pero en seguida se hizo con el cargo.
Y tenía un secretario, Carlos Campoy,
que era un tipo de una calidad periodística,
política y personal extraordinaria.
Miguel le dijo: ‘Este periódico
hay que renovarlo. Si conoces chicos jóvenes
que escriban, tráetelos, a ver
si hay alguno que sirva’. Campoy
llevó a un grupo de gente como
Jiménez Lozano, el cura Martín
Descalzo, que era un cura rojo. Y entre
ellos estaba yo. Y luego, cuando hubo
formado ese equipo joven, le dijo: ‘Coño,
solo me has hecho un equipo de rojos’.
Y Carlos decía: ‘Hombre,
Miguel, tú que eres un rojo católico
y tal, pues ahí los tienes’.
Ellos tuvieron problemas, no solo por
esto. Mandaban tanto los dos que no se
sabía quién era el director.
Miguel era, como ha sido siempre para
todo en la vida, más ordenado,
más sereno. Tardaba más
en tomar resoluciones. Pero, en cambio,
Campoy era muy rápido. Yo llegaba
un día por la tarde y me decía:
‘¿Has leído este libro
de poesía’. ‘Sí,
lo he leído, claro’. Serían
los premios Adonais o así. ‘Bueno,
pues si lo has leído, siéntate
y hazme la crónica rápidamente’.
Y lo hacía a gran velocidad. O
bien me decía: ‘Mira, vas
a ir con fulanito a Delicias, a hacer
la crítica de una película’.
De una película que se estrenaba
en Delicias, lo que era raro; yo creo
que era cine de barrio, como dice la televisión.
Y nos íbamos para allá.
Y veníamos y hacíamos la
crítica a medias. Esa marcha inmediata
con los jóvenes la tenía
Campoy. Miguel era más patriarca.
Estaba más en el Miguel Delibes
que ya era, ganador del Nadal. Nuestro
contacto más cercano era Campoy.
Pero, dada la personalidad de Delibes,
cuando El Norte se difundió por
España, del que se hablaba era
de Delibes.
–¿Cómo era
El Norte de los años en los que
colaboró en el periódico? –¡Hombre! Era sabido
por el público que era un periódico
liberal, por no decir otra cosa. Se podía
decir que era de izquierdas. Y luego,
con una gran zona literaria. Yo estuve
mucho tiempo mandando cosas a El Norte
semanalmente.
–Empezó en la sección
‘Las artes y las letras’,
haciendo crítica literaria. –Sí, lo que pasa
es que me pasé de la literatura
a la salsa rosa, digamos. El Norte daba
los domingos muchas páginas de
amores y de famosos y de líos.
Eso los periódicos serios antes
no lo daban. Y El Norte menos. Ahora se
da de todo. Antes tenía más
peso lo literario, lo cultural y no tanto
esta información frívola.
–Entrevistó para
El Norte a los grandes actores, a los
toreros, a las folclóricas… –Yo iba a Cibeles, que
hay un gran quiosco, y entonces traía
revistas internacionales y tal. Me había
hecho amigo de los dos chicos que lo llevaban
y les robaba revistas italianas, muy bien
hechas. Y ahí venían los
famosos de Europa y también alguno
de España, como Luis Miguel Dominguín,
el otro y tal. Yo con eso me iba a la
pensión, recortaba… El italiano
es fácil de leer, así que
leía la información, me
enteraba, recortaba las fotos y le mandaba
unos sobres a Miguel maravillosos.
–¿Recuerda alguna
entrevista…? –Sofía Loren. Me
encantó porque era todo lo contrario
de lo que creíamos aquí.
Era una mujer muy apañadita, muy
recogida, muy simpática. No era
aquella tía voluptuosa. Alguien
escribió que a Sofía Loren
las tetas le tapaban el pecho. Y es verdad,
yo la vi en persona y las tetas le tapaban
el pecho. Recuerdo que una vez tuvieron
una querella muy fuerte con la censura,
muy fuerte, y el culpable estaba en Madrid,
que era yo. Todo era, me lo dijo luego
Manu Leguineche, por Brigitte Bardott.
–¿Qué escribió? –Escribí que era
un maravilloso pecado mortal. ¡Coño!
Y era verdad. Ahora no, porque la mujer
está un poco mayor. La que se montó
por un pie de foto, por una frase. Y luego
tuve un lío más gordo. Recuerdo
que me encargaron la presentación
de las ferias. Hablé desde el Ayuntamiento.
Aquel fue el verdadero follón que
yo tuve con el periódico porque
mi teoría era que Valladolid era
una ciudad con dos ríos, uno de
derechas y uno de izquierdas. Y enumeraba
todo lo que se encontraba en ambos lados.
Aquello salió por lo visto muy
fuerte. La gente decía: ‘¿Pero
cómo han traído a un rojo
aquí?’ Y luego mis amigos
de toda la vida de Valladolid no aparecieron,
los cabrones.
–¿Aquello supuso
su ruptura con el periódico? –Con toda la estructura
aquella, sí. Se dividieron en bandos.
Miguel, de mi parte se puso siempre. Y
Martín Abril, aquel lírico
tardío tuvo una reacción
rara. Un hombre que nunca hablaba de política,
que solo hablaba de las azucenas del Campo
Grande y el tío se hizo un articulazo
defendiéndome y metiéndose
con todo su público, la gente que
le leía porque creían que
era César González Ruano
y es mentira, no lo era. No estaba ya
don Paco Cossío, a quien admiraba,
porque estaba en una línea de articulismo
bueno. Cultivaba el artículo rápido
y tal, una cosa muy parecida a lo de Ruano
y a lo mío.
.
colaboradores
.
Más numerosos que
los redactores en nómina, la lista de colaboradores
dejó en las páginas de El Norte
la firma de hombres de la cultura y el derecho.
Martín Abril fue uno de sus máximos
exponentes en la década
Fernando Bravo
.
ASÍ
que un día nos ponemos a escribir.
Cualquier día (generalmente cuando
cae la noche) tomamos cuartillas baratas,
nos sentimos diferentes y nos ponemos
a escribir. Sólo porque nos sentimos
culpables, cerramos las puertas, empequeñecemos
la luz, bajamos la radio (qué sería
de nosotros si nos descubrieran). Y buscamos
las palabras exactas, las que no habían
sido profanadas del todo». José
Irazu Garmendia, más tarde Bernardo
Atxaga, que en 1989 obtuvo el Premio Nacional
de Narrativa con ‘Obabakoak’,
una obra traducida del euskera, iniciaba
con este párrafo su aventura literaria
en la prensa. Buscaba el premio Francisco
de Cossío, que patrocinaba entonces
el rotativo vallisoletano, y el 27 de
junio de 1971 publicó aquel ‘Los
que anhelamos escribir’. Atxaga
eligió El Norte para albergar su
primera colaboración periodística.
Lo suyo fue, sin embargo, una anécdota
literaria en un periódico que durante
esta década reunió a algunos
de los más sonoros nombres de las
letras vallisoletanas en su nómina
de colaboradores, junto a decenas de firmas
que ocasionalmente visitaban la opinión
de El Norte.
La de Francisco Javier Martín Abril
(Valladolid, 1908–1997), fue una
de las más recurrentes durante
muchos años. Su ‘Galería’
era una forma de abordar de forma amable
asuntos de actualidad. El poeta y escritor
Andrés Quintanilla Buey define
en ‘Personajes vallisoletanos’
su encuentro diario con Martín
Abril en las páginas de El Norte:
«Como quien, a la hora del desayuno,
le pone al café un azucarillo,
así le ponía Francisco Javier
Martín Abril a Valladolid, cada
mañana, el dulzor de su palabra».
Martín Abril, profesor de Derecho
Civil, fue también secretario judicial,
pero recurrió a una excedencia
para dedicarse al periodismo. Se convirtió
en director del ‘Diario Regional’
entre 1939 y 1952 y de Radio Valladolid,
desde 1937 a 1962. Publicó sus
colaboraciones en varios periódicos
como ‘Ya’, ‘La Vanguardia’
o ‘ABC’, y en 1970 se incorporó
como redactor a El Norte, donde firmó
la sección diaria ‘Cada mañana’,
a la que tomó el relevo la ‘Galería’
que escribió hasta poco antes de
su muerte, aunque se había jubilado
en 1977. Martín Abril publicó
más de sesenta mil artículos
y veinte libros en prosa y verso.
Miembro de la Real Academia Española,
premio Mariano de Cavia de ‘ABC’
en 1941 por el artículo ‘El
otoño en los jardines’, obtuvo
el Nacional de Periodismo en 1961, el
Francisco de Cossío de la Junta
en 1989 y el Premio de Poesía Ciudad
de Valladolid ’. Martín Abril
fue uno de los colaboradores más
fecundos que, hasta poco antes de su muerte,
llevaba personalmente sus cuartillas a
la redacción.
Una década larga antes de que Martín
Abril empezara a publicar su ‘Galería’,
otro vallisoletano licenciado en Derecho,
Antonio Corral Castanedo, era ya asiduo
de las páginas de El Norte con
sus críticas de arte. En 1956 publicó
sus primeras colaboraciones, pero fue
en mayo de 1980 cuando inició con
el dibujante Juan Palencia una sección
dominical, ‘Villa por villa’,
donde retrataron todos los pueblos de
la provincia de Valladolid. Premio Provincial
a la Trayectoria Literaria, Corral Castanedo
vio recogida su sección en tres
volúmenes publicados por la Diputación.
El 4 de marzo del 2001, Ángel Allué
Horna publicaba ‘Paquito, que murió
de hambre’, la que sería
su última colaboración en
El Norte. Allué, cuyo apellido
estuvo vinculado al periódico durante
décadas, tenía en sus ‘Recuerdos
del ayer’ un encuentro periódico
con los lectores.
La lista de colaboradores de esta época
es larga. Fulgencio Cabrera Palencia,
Elena Santiago, Amancio Sabugo Abril,
Celso Almuiña, Julio Valdeón,
Pedro Conde Zalama, Eduardo García
Benito...
Sesenta
mil artículos. La
‘Galería’ de
Martín Abril apareció
durante décadas en El Norte
ya que, tras su jubilación
siguió como colaborador.
LAS PERSONAS
Martín Abril
Director de ‘Diario Regional’
antes de pasar a redactor de El
Norte. Jubilado, se convirtió
en uno de los colaboradores más
fecundos.
...................................
Corral Castanedo.
Ángel
Allué Horna.
.
El fin de una
década. De izquierda a derecha,
Emiliano Argüelles, Oliver Narbona,
Manuel Peregrín, Ramón Margarida,
Miguel Delibes, Luis Sanz, Ángel
Margarida, Ángel Rojo, Rafael Adrados,
Miguel de Torre, Leandro Lozano, Francisco
de Pedro, Eusebio Puelles, Emilio Salcedo,
Luis Pin, Nicolás Pérez y
Fernando Altés Bustelo.
.
El taller de 1969
francisco umbral COLABORADOR
DE EL NORTE ENTRE 1957 Y 1968
Víctor Vela
.
En prieta hermandad. El redactor que
elaboró la información sobre
la fiesta de fin de año de 1969
en los talleres de El Norte definía
así la relación de cajistas,
montadores ajustadores y linotipistas
con algunos miembros de la redacción
que participaron en aquella celebración,
en la que «se formularon votos por
la ascendente prosperidad de El Norte».
Miguel Delibes, entonces asesor de la
redacción; Oliver Narbona, el hombre
del tiempo; Emilio Salcedo, que pronto
asumiría la jefatura de la redacción
o el entonces redactor Fernando Altés
Bustelo no eran extraños en aquel
taller de oficios destinados a desaparecer.
Aquellos linotipistas, cajistas y montadores
se reconvirtieron en pocos años
en perforistas, correctores u ordenanzas.
De aquel final de década solo el
cajista Miguel de Torre, más tarde
regente, sigue en activo como jefe de
Producción.
El taller ha sido, más aún
que el Consejo de Administración
o la redacción, terreno abonado
para las sagas familiares. Aún
hoy, Luis Vargas, de fotomecánica,
y su hermano Antonio siguen la estela
de Ángel y Santiago Vargas, en
el cierre de aquellos años sesenta.
José Jesús Díez,
en administración, y su hermano
Francisco Javier, de rotativa, mantienen
el apellido del ordenanza de la época,
Marcelino Díez. Pero si hay una
saga esa es la de los ‘Chiralo’.
El cajista Andrés Sánchez
entró en la nómina de El
Norte en 1919 y se jubiló en 1958.
Su hijo, José María, también
jubilado, firmó las nóminas
de la empresa durante años. Edmundo
Sánchez, su nieto, sigue siendo
el jefe de cierre.