150 años de historia
EL PRODUCTO
LOS ORÍGENES
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LOS ALBA
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ROYO-VILLANOVA Y ALTÉS
  1967-1976
  1977-1986
GRUPO CORREO-VOCENTO
  1987-1996
  1997-2006
 
 
Royo-VIllanova y altés
 
  Un paseo por la década
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Hstoria. La llegada del hombre a la luna y la muerte de Franco, dos acontecimientos históricos contados por El Norte.
la transición
Javier Aguiar
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El Norte se anticipa a los acontecimientos que viviría España y supera una transición que le ha de dotar de los recursos necesarios
para afrontar la llegada de la democracia
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EL PRODUCTO
Censura
En 1967 Delibes convirtió una entrevista de José María Gironella a Don Juan de Borbón en una entrevista a Gironella en la que contaba su charla con el padre del Rey. Así logró burlar a la censura.
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Dominical. El suplemento del domingo tenía sitio hasta para ‘El cuerpo’ de Raquel Welch.

 

El primer día del año 1966, El Norte felicita a sus lectores en primera plana con una foto a tres columnas de la fachada del periódico a la calle Duque de la Victoria, en la que un gran árbol navideño luminoso se corona con la palabra ‘Paz’. Justo debajo, y también a tres columnas, la información más destacada se refiere a la situación en la guerra de Vietnam y está ilustrada con una caricatura de Ho Chi Minh. Igual tratamiento, aunque un poco abajo, recibe la reseña sobre el ‘Mensaje de Su Santidad en la solemne clausura del Año Jubilar Compostelano’, en la que ‘Su Excelencia el Jefe del Estado estuvo representado por el ministro de Justicia’.
Esta primera condensa algunas de las claves del Norte de Castilla de esa época. Las noticias se ordenan con mayor lógica y cuidado; la información internacional es, con diferencia, la mayoritaria; la presencia de la Iglesia sigue siendo importante y la de la España oficial va cediendo lentamente. Por ejemplo, es primero de año y no aparece la ancestral nota dedicada al ‘Día del Caudillo’. Es un síntoma de que la censura, aunque todavía es una presencia continua y opresora, afloja la mano respecto a los primeros tiempos del franquismo.
El diario cuesta ya dos pesetas, tira entre 14 y 16 páginas, y mide 53 centímetros de alto por 37 de ancho, un formato bastante grande. Suele iniciarse con un par de planas dedicadas a una información local en la que cabe casi de todo. La 4 y la 5 son para los clasificados, que aumentan a gran velocidad, la programación de radio y televisión y, para ajustar, más notas locales. Las dos siguientes páginas se destinan a la región y, para completar, el pronóstico meteorológico, el horóscopo y algo de relleno. Después vienen las secciones que casi han tomado ya su forma definitiva. Cultura y Sociedad –que es la que está más verde– España, Internacional, la cartelera, Sucesos –que también anda en pañales– y Deportes, que consolida su importancia.
En la última se recupera, aunque algo reformada, una cabecera que dio prestigio al periódico, ‘Reportajes, colaboraciones y crónicas de todo el mundo’, se llama ahora. Bajo tan largo título se leen artículos firmados por Manuel Leguineche, Manuel Alcántara o los corresponsales del diario Feliciano Fidalgo (París) o José V. Colchero (Bonn).
Es, sin duda, una página interesante, de un alto nivel periodístico y concebida con criterios modernos y ambiciosos. Un año después desaparecería.
En esos primeros días de la duodécima década de existencia del decano de la prensa diaria, en sus páginas podemos informarnos del regreso de Manolo Santana desde Sydney, donde jugó, y perdió, la Challenge Round de la Copa Davis ante Australia, de que El Cordobés se había dejado barba o de que –parece increíble que ya entonces anduviésemos así– en sólo tres días 41 personas murieron y 589 resultaron heridas en accidentes de tráfico en España.
En el capítulo de curiosidades cabría destacar un editorial en el que se pide con cierta vehemencia una mayor transparencia a los organismos públicos, un artículo que elogia el estreno, en Madrid, de ‘La zapatera prodigiosa’, de Lorca, o una fotografía a tres columnas de la popular actriz italiana Rossana Schiaffino hablando por teléfono en la bañera que, pese a la abundancia de espuma, deja entrever –o intuir– unas curvas sugerentes capaces de disparar la imaginación de los vallisoletanos del momento.
También resultan sorprendentes y dan una imagen de las contradicciones de aquella sociedad española algunas de las reseñas incluidas en la sección titulada ‘Las ideas ajenas’, una pequeña revista de prensa. Un día cualquiera, el 16 de enero, encontramos un artículo extraído del diario ‘Pueblo’ a favor de que los curas puedan usar el ‘clergy man’, como se ha autorizado ya en las diócesis de Granada, Oviedo y Sevilla, aunque en Madrid se ha prohibido. Se trata, argumenta, de una prenda más moderna, cómoda y funcional que la sotana y no afecta a la labor pastoral. Debajo aparece un extracto de un editorial de ‘ El Alcázar’ que más bien demuestra las paradojas de la sociedad actual. El periódico de extrema derecha defiende en el texto la libertad religiosa en la enseñanza porque la fe, aclara, no puede imponerse por la fuerza. Evidente ¿verdad?

Objetivos
El Norte está cambiando con los tiempos y apunta algunos de los objetivos de su futuro inmediato. Si en 1956 ya intentó hacer una edición para Palencia a partir de ahora dedicará a esa provincia todos los días, dentro de la página regional –‘Crónica de la región castellana’ se llamaba ese año y ‘Por Castilla y por León’, el siguiente– una sección fija llamada ‘Aquí Palencia’.
El interés por el cine aumenta al ritmo que el número de salas en la ciudad, que ya superan la decena. Especialmente el Suplemento Semanal –que mantendrá su excelente nivel periodístico hasta 1967, que se hace más localista– se nutre de noticias y críticas sobre el séptimo arte, pero también de cotilleos o ligeros excesos como la gran fotografía de Raquel Welch en minifalda que titula, a considerable tamaño, «El cuerpo». La música también merece un seguimiento especial, no en vano es la década por excelencia del pop y el rock, y El Norte da titulares del tipo ‘The Animals (enemigos de los Beatles), en España’. J. A. Rodero y R. González Yáñez se encargarán de una página semanal llamada ‘El mundo que gira, gira...’, en la que pasan revista a la actualidad musical e incorporan por primera vez una lista de éxitos internacional, lo que se conoció como el ‘hit parade’.
Las mejoras técnicas permiten que se publique la lista fotográfica de la lotería de El Niño que, por cierto, ese año, va a caer a Medina de Rioseco.
La economía española va superando planes de desarrollo, que ya no se anuncian como la panacea nacional, y crece de una manera notable. El diario lo refleja en todas sus secciones. Si en la primera se destacan las declaraciones de Pompidou manifestando el deseo de su país de que España ingrese en el Mercado Común, en el interior aparecen de vez en cuando artículos sobre cuestiones de macroeconomía o política económica, que denotan un creciente interés por la materia. La publicidad es otro espejo fiel de esa evolución. Cada vez hay más anuncios que demuestran una actividad moderna y dinámica. Las inmobiliarias promocionan pisos y oficinas, la maquinaria agrícola se ha transformado por completo y la automoción, incluida la destinada al transporte o la industria, ha disparado sus ofertas.
Un día de enero vemos dos curiosos anuncios en la sección de clasificados. El primero es de un piso de ocho habitaciones en el Paseo Zorrilla. Lo llamativo es su precio: 875.000 pesetas. El segundo es de un ganadero que ha vivido, como casi todos los españoles, los malos tiempos y aún los recuerda. Anuncia unos corderos de cebo y para animar al comprador destaca: «Con el riñón bien cubierto». ‘El Norte femenino’ –que luego pasa al Suplemento como ‘El rincón de la mujer’– y ‘Las artes y las letras’ tienen una presencia inconstante.
El verano de 1969 el periódico cuesta tres pesetas y ofrece entre 20 y 24 páginas que los domingos ascienden hasta las 32. En julio informa de dos grandes noticias. El día 22 titula a toda plana: «Armstrong y Aldrin viajan ya de retorno a la tierra». De Collins nada decía. Debajo, a tres columnas, el comentario de Pablo VI sobre la hazaña rezaba –nunca mejor dicho– «Gloria a Dios en las alturas». La noche anterior todos los españoles vieron por televisión la primera huella del hombre en la luna.
El día siguiente El Norte abría con un gran titular a cinco columnas: «Don Juan Carlos de Borbón, sucesor en la jefatura del Estado».
En los primeros setenta, El Norte ordena sus secciones y va pasando a las últimas páginas –ya da entre 28 y 32– las programaciones, la cartelera y los clasificados. Muchas crónicas añaden a la firma la coletilla «recibida por ‘telex’ en exclusiva para este periódico». Criado suscribe una viñeta de humor, que a veces es ácida y a veces también crítica. Dentro suele haber otras dos y una tira de cómic. Julián Lago –años después fugazmente famoso por ‘La máquina de la verdad’– hacía los ‘Tres minutos’ con chispa y originalidad. Umbral firmaba críticas literarias y luego pasa a escribir las ‘Crónicas de Madrid’ –que antes hacía, en un estilo radicalmente distinto, Lera de Isla– en las que su talento se destapa en cada línea. Jiménez Lozano glosa la vida de Juan XXIII.
El 12 de septiembre de 1973 –cada ejemplar costaba ya seis pesetas– el diario ofrece un suplemento de 16 páginas a todo color en papel blanco de la I Feria Nacional de Muestras de Castilla y León. Aunque ya se hacían especiales de las fiestas de la capital y algunos pueblos, este supone un cambio apreciable como concepto y abre una nueva puerta a los suplementos extraordinarios. La abundante publicidad del número habla de su carácter comercial y, también, de su segura rentabilidad.
Ese mismo día el diario abrió con el golpe de estado de Pinochet, al que luego dedicaría abundante información a caballo entre lo permitido, que hablaba de «la caída del régimen marxista», y la sentida, como un fantástico y arriesgado artículo de Emilio Salcedo que tituló ‘Carta al doctor Salvador Allende’. Mientras lo escribía conoció la noticia de la muerte del presidente chileno durante el asalto militar al Palacio de la Moneda. Al finalizar el año, una crónica enviada por José Oneto daba cuenta del asesinato en Madrid del presidente del Gobierno, Carrero Blanco, por una bomba colocada, según se informaba al día siguiente, por «seis terroristas pertenecientes a la ETA V Asamblea».
Era como un preámbulo del fin del régimen franquista que se consumó solo dos años después. La larga enfermedad de Franco dio pie a las dudas sobre el futuro y, con ellas, a los primeros textos que mencionaban palabras como ‘libertad’ o ‘democracia’. Por fin, el 20 de noviembre de 1975 el Norte de Castilla –que costaba ocho pesetas y llevaba 32 páginas– titulaba a toda plana: «Franco murió a las 4.40 de la madrugada». A su lado, un editorial titulado «España, de luto» hablaba de gratitud y respeto, pero no olvidaba mencionar, entre complicadas expresiones de distracción, la necesidad de un «perfeccionamiento democrático». En esa misma primera, a tres columnas y con foto, el periódico informaba de que «La renovación de la curia diocesana sigue las instancias del concilio». La noticia tanto tiempo esperada –la de Franco, digo– a la que se dedicaban siete páginas en el interior, fue, como todas, absorbida por el tiempo. Solo diez días después Franco ya no aparecía en la portada. La riada de cambios políticos eclipsó el final del dictador. El lenguaje era necesariamente diferente para transmitir mensajes radicalmente distintos. El temor a un retroceso involucionista no sofocaba los anhelos de libertad y la esperanza de un futuro mejor se esparcían por las columnas del periódico como lo hacían por las calles de todo el país.

 

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