José Antonio Antón
perfiló durante un cuarto de siglo la figura
del redactor jefe. Maestro de una nueva generación
de periodistas, participó en la recuperación
del protagonismo y la influencia de El Norte
.
LAS PERSONAS
José Antonio
Antón
En 1970 entra en el periódico
y durante 25 años ejerce
como redactor jefe .
Maribel Rodicio
En 1970 se convierte en la primera
redactora en plantilla de El Norte.
...................................
Oficio.
Antón, en la redacción,
destacó por su capacidad profesional
y su carácter.
Maribel Rodicio.
Y en la
esquina, entre la dirección y las
mesas de los redactores, estaba la mesa
de Antón. En la mesa de Antón
apilábamos las pardas cuartillas
para otra criba más y seguramente
no la última, y él te acogía
siempre con su leve sonrisa y ese su gesto
de echarse un poquito hacia atrás,
como si te enfocara. No recuerdo un reproche
y apenas alguna corrección justificada,
que él te explicaba, siempre con
el modo amable de un amigo».
José Andrés Pizarro, un
redactor que estuvo a las órdenes
de José Antonio Antón (Santander,
1939–Valladolid, 2005) «en
los últimos tiempos del teletipo,
la cola y la tijera», calificaba
así a este verdadero jefe de redacción,
que impartió su magisterio a toda
una nueva generación de periodistas.
Durante más de veinte años,
protagonizó desde su mesa la modernización
de un periódico sobre el que aún
pesaba la marcha de Delibes y que se revitalizó
durante la transición. Antón,
que había estudiado en el Instituto
Zorrilla de Valladolid, empezó
a colaborar a los 17 años en el
‘Diario Regional’. Estudió
en la Escuela Oficial de Periodismo de
Madrid y después de tres años
en un periódico de Canarias se
incorporó, en 1970, a la redacción
de El Norte.
Feliz coincidencia Desde la marcha de Delibes de
la redacción, el periódico
iba perdiendo prestigio. Fernando Altés
Villanueva había calibrado perfectamente
el peso de Miguel y por eso, a pesar de
los problemas que le había causado
con el Gobierno, intentó por todos
los medios mantenerle vinculado a El Norte.
Pero, aunque tutelada por Delibes, ya
se había producido una doble sucesión
sin éxito y las cosas no mejoraban.
Ni Félix Antonio ni en ese momento
De Pablos habían logrado cohesionar
una redacción y una línea
que devolviera al periódico el
peso que había tenido hasta una
década antes.
José Antonio Antón llegó
en el momento oportuno. Los últimos
años del franquismo y la transición
fueron un momento especialmente propicio
para la prensa. Y en Duque de la Victoria
coincidieron con el último Delibes
periodista y la solidez intelectual de
José Jiménez Lozano o Emilio
Salcedo aquella generación de periodistas
que anhelaban el cambio de régimen
y desmarcaron definitivamente a El Norte
del resto de la prensa local y buena parte
de la regional.
Y fue José Antonio Antón
quien supo canalizar, desde la tolerancia,
la sugerencia y el razonamiento templado,
la energía de aquellos redactores
que, ya en los primeros ochenta, dejarían
El Norte para dirigir Radiocadena (Germán
Losada), los informativos de la cadena
(Luis Miguel de Dios), el gabinete de
prensa de la Junta (José Ángel
Rodero), el de las Cortes de Castilla
y León (Maribel Rodicio), o el
de la Federación Española
de Municipios y Provincias (Jesús
Lobo).
Aunque periodísticamente fueron
unos años fructíferos, volvieron
a surgir los conflictos con el Gobierno,
lo que de alguna forma demostraba que
El Norte retomaba el pulso social que
había perdido.
El 2 de mayo de 1973 aparecía publicada
en la página 7 una nota titulada
‘Manifestación comunista
en la Carretera de la Esperanza’.
Fernando Valiño coló aquella
información a una columna con el
consentimiento de Antón, en una
edición en la que en primera página
la única referencia al Primero
de Mayo era una manifestación en
Japón. ‘Libertad’ y
‘Diario Regional’ habían
ninguneado la noticia y a sus protagonistas.
Pero la inserción en El Norte tuvo
consecuencias. Delibes recibió
una llamada del ministerio. El asunto
quedó en una advertencia, pero
demostraba que el periódico volvía
a la calle. Emilio Salcedo, redactor jefe
titular, se dedicaba a sus secciones culturales
y José Antonio Antón siempre
encontraba un hueco en las páginas
para aquella nueva forma de hacer periodismo.
Antón fue jefe de la redacción
con Fernando Altés, con Jiménez
Lozano y con Carlos Roldán. En
1998, su salud le obligó a retirarse.
Rodicio, la primera La personalidad de Maribel Rodicio
(Osorno, Palencia, 1949) dejó una
huella tan profunda en El Norte que su
evocación ha llevado a veces a
modificar la historia para atribuirle
presuntos méritos que no necesita.
No hace falta otorgarle la paternidad
del ‘Tres minutos’ o el ‘De
ayer a hoy’, que no es suya, para
comprobar que desde esas secciones desentumeció
la opinión del diario y mantuvo
el protagonismo a profesionales, políticos,
personalidades de las letras y ciudadanos
anónimos de una ciudad que se le
quedó pequeña a Rodicio
desde que intuyó que aquello de
las autonomías tenía futuro
y que en Castilla y luego León
había nueve provincias.
Llegó a El Norte en 1972 y se convirtió
en la primera redactora del diario. Oficialmente
es así, aunque Elena Villegas y
Leonor Mengotti la habían precedido
en el suplemento de ‘Moda y Hogar’
que puso en marcha Delibes en los años
cincuenta. Pero el de Rodicio era otro
periodismo. Con Fernando Altés
y José Antonio Antón desplegó
sus muchos recursos. El periodo preautonómico
fue especialmente fecundo para una ‘María
de Padilla’ que explicó a
los lectores los primeros pasos de la
autonomía. Implicada en aquel proceso,
Rodicio dejó el periódico
entre 1983 y 1987 para ser también
la primera jefa de prensa de las Cortes
de Castilla y León, con Dionisio
Llamazares. Pero Rodicio, premio Francisco
de Cossío de Periodismo era redactora
de El Norte y solo un grave accidente
la apartó de su profesión,
en junio del 2002.
.
Dos generaciones.
En primer término, de izquierda a
derecha, De la Torre, María Viloria,
Oliver Narbona e Íñigo Noriega,
este incorporado en 1987; detrás,
Barrasa, María Eugenia Marcos, Antón,
Valiño (de espaldas), Lera y, al
fondo, Marga Serrano.
.
El eslabón de los 70
Fernando Bravo
.
Cuando el PSOE llegó
al poder se produjo una verdadera desbandada de
redactores que desembarcaron en los medios públicos.
Los que se quedaron sirvieron de enlace a una
nueva hornada de periodistas
.
Editorial
gráfico. Una
de las últimas viñetas
de Criado.
Por primera vez ve la luz esta sección
sin la firma de Publio, su creador. Ha
muerto Ángel de Pablos Chapado
a quien sucedí ‘per accidens’
en la dirección de este periódico
y creo un deber tributarle el homenaje
de su columna, tantos años fiel
reflejo, resumen y acta de la actualidad
de Valladolid».
Fernando Altés Bustelo, director
de El Norte, abría así el
‘De ayer a hoy’ del 13 de
enero de 1984, un día después
de la muerte de su antecesor en el cargo.
José Luis Lera, en una reseña
de la página cinco, mostraba su
estupor por el fallecimiento del entonces
ya solo colaborador. «Ayer estaba
con nosotros para entregar su sección
habitual ‘De Ayer a hoy’,
para charlar un rato, para hojear la prensa
nacional». No era un recurso literario.
Un día antes de su muerte, el director
jubilado relataba en su sección,
a propósito de las heladas de enero,
cómo los carros de los arrieros
atravesaban de orilla a orilla el Pisuerga
en una ocasión en la que se heló
su cauce.
La muerte de Ángel de Pablos coincidía
con el nacimiento de una nueva generación
de periodistas que se incorporaban a la
redacción de El Norte para cubrir
las bajas producidas tras la transición
democrática. Fernando Altés
y José Luis Lera eran, junto a
José Antonio Antón, María
Eugenia Marcos, Margarita Serrano, Fernando
de la Torre o Domingo Criado –que
publicaba sus últimas viñetas
en El Norte–, los supervivientes
de la generación de la transición
democrática, que recibieron a un
grupo de jóvenes periodistas con
los que abordarían la expansión
del periódico, la creación
de nuevas ediciones y la aplicación
de las nuevas tecnologías a la
más profunda transformación
del decano de la prensa diaria española.
Los que se quedaron José Luis Lera Valles (Valladolid,
1931) había empezado a colaborar
con El Norte en 1970. Tras su paso por
la Escuela de Periodismo, entró
en plantilla en 1975, y durante 21 años
fue redactor de Nacional, Internacional
y Economía. «Fui quien recogió
el teletipo que anunciaba la muerte de
Franco. Recuerdo que se lo quedó
Germán Losada. Yo lo hubiera guardado
con cariño. Él, lo hace
con rencor». La redacción,
entonces, era así.
Pero Lera, que desde 1974 había
dejado constancia de su interés
por el mundo taurino en algunas crónicas,
tomó la alternativa como cronista
oficial de toros de El Norte en la feria
de 1979 de la mano de Emilio Cerrillo,
ya jubilado, que hasta entonces había
sido el titular de la sección.
Más de un cuarto de siglo después,
José Luis Lera, que se jubiló
en 1996, sigue cubriendo la feria taurina
de Valladolid.
‘La gran desbandada’ es el
título de un libro sobre curanderos
en Castilla y León escrito por
Margarita Serrano (Zamora, 1941) en colaboración
con el cura secularizado Ángel
de Castro. Lo escribió siendo redactora
de El Norte porque Serrano fue una de
las periodistas de la transición
que no participó en la desbandada
que se produjo en el diario cuando el
PSOE llegó al poder. En el verano
de 1977 hizo las prácticas y en
1978 empezó a hacer teletipos,
al tiempo que dirigía un quincenal,
‘Palenque’, de corta vida.
Años después se encargaría
de los suplementos, al tomar el relevo
a María Eugenia Marcos (Palencia,
1953). Marcos hizo sus segundas prácticas
en El Norte en 1975 y se incorporó
como redactora ese mismo año en
aquella redacción en la que, bajo
la tutela de José Antonio Antón,
casi todo el mundo simultaneaba la información
en cualquier sección. María
Eugenia se llegó a colar incluso
en el cierre, hasta entonces vetado a
las mujeres. Años después
se hizo cargo de la edición de
los suplementos –Campo, Economía,
Escuela, Letras, Agenda Juvenil–
hasta que en 1991, con Jiménez
Lozano como director, fue nombrada subdirectora,
en tándem con Íñigo
Noriega.
‘Diario Regional’,
la última cantera El 7 de marzo de 1980 desapareció
el ‘Diario Regional’, cantera
de la redacción de El Norte durante
décadas. Durante su agonía,
en 1976, Fernando de la Torre (Valladolid,
1935) , entonces redactor de sucesos y
cierre, había pasado a El Norte
para colaborar con Antón en el
cambio del formato sábana al tabloide
que se produciría un año
más tarde. De la Torre, que entró
en 1950 en el ‘Diario Regional’
como botones, había hecho allí
la reconversión y su experiencia
le permitiría, junto a José
Antonio Antón, hacer la de El Norte.
Con el redactor jefe empezó a utilizar
los primeros tipómetros y a diseñar
el nuevo periódico. Fue redactor
de sucesos y cierre durante años
hasta que en 1985 fue nombrado redactor
jefe de cierre, cargo que desempeñó
hasta su jubilación en el año
2000.
Tres años después del cierre
de ‘Diario Regional’, se incorporó
a El Norte su última directora,
María Aurora Viloria (Valladolid,
1943). Viloria, que estudió Derecho
en Valladolid y Periodismo en la Escuela
Oficial de Madrid, hizo sus primeras prácticas
en el ‘Diario’ en 1965. Dos
décadas después empezó
a hacer sus críticas de libros
y arte en El Norte, donde es jefa de sección
de ‘Vida y Ocio’.
.
La cantera del taller
Fernando Bravo
.
Talleres.
Margarida, Abdón, Fartos,
Teodoro y Peláez, linotipistas
de El Norte en 1976. Francisco
Peláez es actualmente
jefe de sección de
Diseño.
La revolución tecnológica
iniciada a finales de los setenta cambió
de forma drástica el proceso de
producción del periódico.
Pero en los talleres de El Norte no a
todos los trabajadores les pilló
a contrapié este proceso. Por su
oficio, por su habilidad o por su formación
académica, muchos de los miembros
de aquellos talleres tuvieron la oportunidad
de formar parte de una nueva generación
de profesionales.
Francisco Peláez (Valladolid, 1951)
había sido linotipista en ‘Diario
Regional’ desde 1968. Cuatro años
más tarde llegó a El Norte,
donde bregó con los primeros sistemas
informáticos. Lo hizo con nota,
porque en 1991 fue el encargado de formar
a la redacción en el manejo del
QuarkXPress. En la actualidad, es jefe
de la sección de Diseño.
En el taller de los primeros años
ochenta habían desembarcado profesores
recién diplomados, historiadores
de flamante título y escasas expectativas
de desarrollar su profesión, o
bachilleres que cubrieron la demanda de
teclistas de fotocomposición y
correctores de texto. Para muchos, aquellas
prácticas fueron cruciales.
Ramón Gómez (Peñafiel,
Valladolid, 1962) se incorporó
como corrector en 1985, tras concluir
sus estudios como profesor de EGB. Tres
años y algunos trabajos como corresponsal
después, tuvo la oportunidad de
cubrir la baja de un fotógrafo
y ya no soltó la cámara.
La fotografía empezaba a cobrar
protagonismo en el periódico y
Gómez no dejó pasar la oportunidad.
Se desenvolvió con soltura en los
albores de la era digital y, tras la muerte
de Patricio Cacho, se hizo cargo de la
sección. El palentino Arturo Pinto,
también profesor, siguió
sus mismos pasos. Colaboraciones y corresponsalías
le permitieron utilizar el taller como
plataforma para incorporarse a la redacción.
La provincia fue su escenario como redactor
hasta que –la vieja tradición–
un político le propuso dirigir
su gabinete de prensa y aterrizó
en la Diputación Provincial de
Valladolid.
Con la misma velocidad que el taller había
demandado teclistas en los primeros ochenta,
empezó a desembarazarse de ellos
cuando la autoedición se generalizó
en la redacción, lo que supuso
para muchos de aquellos jóvenes
su transformación en redactores.
Miguel Ángel Pindado, licenciado
en Historia, pasó a la sección
de Deportes, de la que ahora es jefe de
sección. José María
Villarejo, otro historiador de aquella
promoción, transitó por
varias secciones hasta recalar en Documentación.
José Cuenca había superado
las pruebas para acceder al taller en
1984. Once años después
entró a formar parte de la sección
de Diseño e Infografía.
Para Yolanda Solla el paso por el taller
supuso un contacto con El Norte definitivo.
En 1992 entró como teclista, pero
en 1994 su puesto ya no era necesario.
Sin embargo, la nueva propiedad de la
empresa la reclamó en 1995 para
Personal y un año después
se convirtió en jefa del departamento.
Paz Suárez, Lourdes de la Torre,
Delfín Sáez o Miguel Ángel
Alonso son algunos trabajadores del taller
hoy repartidos por los departamentos de
publicidad y administración.
.
La Redacción
de los ochenta. De pie, Pedro Sáinz
Guerra, Fernando Bravo, Carmen Diez, Francisco
Fernández, Víctor Iriarte,
María Eugenia Marcos, Pablo Toquero,
María Viloria, Julián Ballesteros,
José Antonio Antón, Margarita
Serrano, Fernando Barrasa, Fernando Valiño,
Jesús Lozano, Fidela Mañoso
y Maribel Rodicio. Sentados, Vidal Arranz
y Carlos Álvaro.
.
hechos en el norte
Fernando Bravo
.
Casi todos aprendieron
el oficio en El Norte. En los ochenta, la redacción
se pobló de veinteañeros sin experiencia
recién salidos de la facultad que, en algunos
casos, están hoy al frente de las distintas
secciones
.
Primeros
noventa. María
Eugenia Marcos, José
Manuel Gozalo, Marga Serrano,
María Ángeles
Miguel, Íñigo
Noriega y Francisco Peláez.
LAS
PERSONAS
Carmen
Diez
Hoy es jefa de área
de Vida y Ocio.
Eloy de la Pisa
Desde 1999, jefe
de área de
Deportes.
José María
Cillero
Es jefe de área
de Economía,
Nacional e Internacional.
José Ignacio
Foces Gil
Ahora es jefe de
área de Valladolid
y Castilla y León.
Fernando Bravo
Adjunto a la Dirección.
...................................
Veinteañeros, la mayoría
recién salidos de la facultad –la
Escuela Oficial era ya historia–
y con dedicación exclusiva. La
nueva hornada de periodistas que pobló
la redacción de el Norte en los
últimos setenta y primeros ochenta
tenía un perfil muy diferente al
de los que les recibían. Bien es
cierto que, título aparte, buena
parte de ellos aprendieron el oficio en
alguna de las dos redacciones que El Norte
tuvo en los años ochenta y noventa
en su sede de Duque de la Victoria. Juntos,
además, desterraron el teletipo,
las máquinas de escribir, la cola
y las cuartillas por primitivos sistemas
informáticos que les permitían
ajustar los textos a maquetas previas
y utilizar los primeros fax.
Julián Ballesteros (Zamora, 1960)
acababa de licenciarse en Navarra cuando
inició sus prácticas en
1983. Con excepción del paréntesis
del servicio militar –él
cubriría poco después los
primeros juicios y encarcelamientos de
insumisos– permaneció en
El Norte hasta 1993, año en el
que fue fichado como subdirector de la
edición de ‘El Mundo’
en Valladolid. Ballesteros fue redactor
de local, jefe de sección y redactor
jefe de local y región.
Antes había llegado Carmen Diez
(Medina del Campo, 1960), quien durante
sus primeras prácticas, en 1980,
cubrió en deportes los Juegos Olímpicos
de Moscú a las órdenes de
Ángel María de Pablos. Recién
licenciada en Periodismo por la Complutense
en 1982, Diez entró a formar parte
junto con De Pablos y Javier González
de la sección de deportes, cuya
jefatura ejerció en la década
de los noventa, hasta que pasó
a ser jefa de área de Vida y Ocio.
En los ochenta entró en la redacción
Miguel Ángel Rodríguez Bajón
(Valladolid, 1964), quien inicialmente
se hizo cargo de la información
de provincia y más tarde empezó
a organizar una sección de Castilla
y León que culminarían sus
sucesores con la creación de las
primeras ediciones provinciales. Rodríguez
Bajón cubrió la campaña
de las elecciones autonómicas de
1987 en la caravana de Alianza Popular,
cuyo candidato, José María
Aznar, le llamó tras ser elegido
presidente de la Junta para que ocupara
el cargo de director de la Oficina de
Información y portavoz del Gobierno.
Allí acabó su carrera periodística
y empezó la política, que
concluyó en la Moncloa como secretario
de Estado de Comunicación.
Estudiaba Empresariales y colaboraba con
El Norte con informaciones de la provincia.
José Ignacio Foces Gil (Valladolid,
1963) se enganchó a la redacción
elaborando especiales de fiestas de los
pueblos durante cuatro años hasta
que, en 1986, se hizo cargo de la Delegación
de Medina del Campo. Siete años
después, llegó a la redacción
de Duque de la Victoria para hacer información
agraria, de medio ambiente y política.
En 1997 fue nombrado jefe de sección
y desde el 2005 es jefe de área
de Valladolid y Castilla y León.
En los primeros ochenta llegó a
redacción de El Norte un periodista
con cierta veteranía. Manuel Trapote
(León, 1956) había estudiado
Periodismo en Pamplona y entre 1979 y
1982 había trabajado en ‘Diario
de León’. En 1982 se embarcó
en una aventura periodística de
corta vida, ‘Noticias de Palencia’,
un rotativo que no llegó a cumplir
los dos años, desde donde alcanzó
El Norte en 1983. Trapote pronto se hizo
cargo de la sección regional y
participó en la puesta en marcha
de la Delegación de Palencia, donde
coordinó sus primeros números.
Ya como redactor jefe, participó
en el primer rediseño de El Norte.
En 1989 dejó la redacción
para poner en marcha la agencia regional
de noticias Ical.
Tras el fracaso de aquel experimento de
‘Noticias de Palencia’, uno
de sus redactores, Fernando Bravo, se
convirtió en el corresponsal de
El Norte durante unos meses hasta que
en 1984 se incorporó a la redacción
de Valladolid. Hizo información
local y regional, fue redactor jefe de
ambas secciones y actualmente es adjunto
a la Dirección.
Con Fernando Altés como director,
la redacción siguió creciendo.
Eloy de la Pisa (Valladolid, 1962) hizo
sus primeras prácticas en 1984.
De la Pisa siguió una cierta tradición
(iniciada por José Ángel
Rodero y seguida por Miguel Ángel
Rodríguez, en la Junta, y Maribel
Rodicio e Isabel Fernández Barbadillo,
en las Cortes) y entre 1989 y 1991 fue
portavoz del Ejecutivo con Jesús
Posada. De regreso al periódico,
trabajó en cierre y Castilla y
León hasta que relevó a
Carmen Diez en deportes, de cuya sección
es actualmente jefe de área.
En 1990 José María Cillero,
recién licenciado en Periodismo,
hacía el servicio militar en Valladolid.
De la mano de José Luis Lera inició
unas prácticas que desembocaron
en su incorporación definitiva.
En 1992 pasó a local, donde fue
jefe de sección y redactor jefe.
Ahora es jefe de área de Nacional,
Internacional y Economía.