La democracia,
en juego. El golpe de estado de
Tejero, en 1981, y el triunfo del PSOE,
un año después, dos momentos
críticos de la recién estrenada
democracia española, quedaron reflejados
en las primeras de El Norte.
.
metamorfosis
Javier Aguiar
.
Después de 120 años
de historia El Norte acomete los mayores cambios
en el diario en una década en la que se
convertirá en un periódico moderno
preparado para afrontar el siglo XXI
.
La Carta
Magna. El diario siguió
paso a paso el proceso de aprobación
de la Constitución, tanto informativamente
como desde el punto de vista del humor
y publicó el texto íntegro
–como en tiempos hizo con el
folletín– para poder
encuadernarla.
El Norte
en árabe. En el Mundial
de fútbol de 1982 la selección
de Kuwait jugó en Valladolid.
Con ese motivo, el periódico
llegó a un acuerdo con un rotativo
kuwaití para publicar a diario,
los pocos días que el equipo
se mantuvo en liza, un suplemento
con grandes textos y enormes anuncios
en árabe.
EL PRODUCTO
El precio
En 1976 el diario cuesta 10 pesetas
y en 1985, 50.
La publicidad
En 1976 una página de publicidad
costaba 20.000 pesetas, 10 años
después, 69.000.
La difusión
En 1984 la difusión media
diaria fue de 24.234 periódicos.
...................................
En la pequeña
mancheta en la que El Norte incluyó
hace diez años el nombre del director
del periódico figura como tal Fernando
Altés Bustelo, que será
el encargado de que el diario se zambulla
en el proceloso mundo de las libertades
y la democracia, la época que transformó
al país y lo llevó de la
mano a la modernidad.
En 1976 el periódico lleva de media
una veintena de páginas distribuidas
en siete columnas. Mide 53 centímetros
de alto por 38 de ancho, todavía
el formato ‘sábana’,
y cuesta diez pesetas. Los domingos sube
ocho páginas y dos pesetas, aunque
el antiguo suplemento ha desaparecido.
Sencillamente se amplía y diversifica
la información.
La primera es similar a la de años
anteriores. Lleva muchas informaciones,
tituladas a dos y tres columnas con gran
variedad de tipos de letra, la mayoría
en mayúsculas, y casi siempre dos
o tres fotografías. En el interior,
la agenda, que incluye la previsión
meteorológica, antecede a la información
local, que empieza a mostrar interés
por la actividad municipal y suele incluir
abundantes noticias sobre los plenos del
ayuntamiento.
Tras ‘Vida local’ viene ‘Nuestra
región’, que incorpora secciones
casi fijas sobre las provincias de Palencia,
Segovia y Zamora, firmadas respectivamente
por LL., Común y Honorio, adelantando
lo que será la posterior expansión
del diario. Después vienen las
‘Noticias nacionales’, sección
en la que Francisco Umbral firma a diario
su ‘Crónica de Madrid’,
y ‘Exterior’, el sucinto título
de la sección internacional.
Alguna crítica literaria o de teatro
anticipa lo que algún día
será una sección de cultura,
a la que suceden los deportes, la programación
de televisión con su pequeño
comentario y la cartelera. Los clasificados
cuestan tres pesetas por palabra con un
mínimo de diez y por primera vez
hacen honor a su nombre, bien organizados
por temas, con sus respectivos epígrafes.
La última se resuelve con dos colaboraciones
de Manuel Jiménez de Parga (‘Con
acento’) y Francisco Javier Martín
Abril (‘Cada mañana’),
acompañadas del ya clásico
‘Tres minutos’, que empieza
a suscribir una de las firmas legendarias
del periódico, Maribel.
Aunque la mayor parte del diario mantiene
un alto nivel periodístico y de
estilo, con él convive alguna rémora
del pasado en forma de crónicas
de corresponsales o colaboradores que
no se apercibieron de los nuevos modelos
y conservan un fuerte tufo provinciano.
Un día de enero podemos leer uno
de esos ejemplos, referido al uso de un
centro sanitario: «Nuestro mayor
deseo sería contar con noticias
oficiales que aclararan definitivamente
el porvenir; de todos modos intentaremos
obtener más información
sobre este tema, información que
con mucho gusto brindaremos a nuestros
lectores».
La publicidad cabalga también entre
el viejo mundo y el futuro. Se anuncian
calculadoras, tomavistas, lavavajillas
o taladros de uso doméstico, que
aún no se conoce como bricolaje.
El Ayuntamiento de Valladolid ha puesto
en marcha un servicio de ambulancias que
promociona destacando su bajo precio,
50 pesetas el viaje. Las ‘famosas
rebajas de Raymond’ ofrecen abrigos
de caballero por 1.995 pesetas y de señora,
por 995, que todavía hay clases.
La crisis del petróleo sobrevuela
occidente –del que ya formamos parte–
y, como el periódico ha subido
dos pesetas, Umbral («todo sube
para ser europeos», dice) promete
«dos pesetas más de información,
de metáforas, de chistes, de prosa
cincelada y de estilo». El escritor
recibe en 1976 el premio Nadal por ‘Las
ninfas’ y, entrevistado por Manuel
Leguineche con tal motivo, asegura en
su última respuesta que tarda 15
minutos en redactar cada crónica
que publica en El Norte.
En esos meses aparece los sábados
una completa página de Motor –el
coche del año fue el Seat 131–
con una completa información del
mundo del automóvil y el tráfico.
También ese día se incluye
una ‘minisección’ de
economía –con las cotizaciones
de bolsa y algún comentario–
y una página dedicada a ‘El
campo’. Criado afina y afila su
humor en cada viñeta, que muchos
días es un dardo. ‘Tiburón’
y ‘Odessa’ triunfan en las
carteleras y El Norte ofrece a sus lectores
firmas como Gironella, Garrigues Walker,
Baltasar Porcel o Julián Marías.
La sed de libertad de expresión
tantos años reprimida hace que
la opinión se extienda por todo
el periódico.
Otra sección que lucha por hacerse
con un hueco en la creciente paginación
del diario aparece primero los jueves
y se llama ‘Literatura y sociedad’.
El orden, también con cierto trabajo,
trata de imponerse y empieza a hacerse
frecuente el uso de los filetes, los cortes,
los recuadros, los epígrafes y
otras herramientas tipográficas.
Pero cuando las líneas se niegan
a ajustar, hay que volver a los viejos
recursos, unas cajas de distintos tamaños
en los que, en mitad de una plana, se
recomiendan cuestiones tan dispares como
«Visite el Museo de Escultura»
o «Lleve siempre la documentación
de su vehículo».
La información está protagonizada
por las primeras huelgas de la democracia
–la del Metro de Madrid fue especialmente
sonada– los crímenes de ETA,
aquí, y del IRA, allá, o
por la vecina Revolución de los
Claveles.
Llega el destape A finales de año, las carteleras
empiezan a descubrir el destape –en
el cine de la Rubia en sesión doble–
y la publicidad, la política. Los
partidarios del ‘sí’
y el ‘no’ a la Constitución
se disputan los espacios en los días
en los que un animal se convierte en pequeño
protagonista del periódico. Es
un perro perezoso y se llama Fred Basset.
El 7 de diciembre El Norte abre a cuatro
columnas: «Sí a la Constitución»,
titula con los datos obtenidos a las 5.14
de la madrugada que luego serían
definitivos. En el interior las pequeñas
imágenes, sin pie de foto, y las
noticias sobre las votaciones se repiten
por todas las secciones. Las cabeceras
tipo ‘sin incidentes’ o ‘absoluta
normalidad’ llegan hasta a chocarse
en alguna página enfrentada. La
viñeta de Criado representa a una
paloma de la paz que acaba de romper el
huevo y sale volando. La esperanza, otra
vez.
Un año después Valladolid
celebra la elección de su primer
alcalde socialista después de la
guerra mientras Angel María de
Pablos escribe en El Norte sus primeras
crónicas de ciclismo. También
se habla ya de posibles negociaciones
con ETA y en las páginas del periódico
empiezan a aparecer, como setas, pequeños
recuadros con agradecimientos al Espíritu
Santo «por la gracia alcanzada»
y unas inciertas instrucciones. La cotización
de la bolsa es ya un espacio diario.
En 1980 Umbral ya no escribe y en primera
Pedro Villalar suscribe un título
que será longevo, ‘Hoja de
calendario’. Se anuncian muchos
pisos «a precio de coste»
en una nueva ciudad llamada Parquesol
y, aunque parezca mentira, un juez desestima
una demanda de ilicitud penal contra Herri
Batasuna. En septiembre, el ‘Diario
de la Feria’ se lleva de seis a
ocho páginas diarias. Entre otros,
se anuncian los concesionarios en Valladolid
de Mercedes, BMW o Audi.
La nómina de dibujantes se engrandece
con Forges, primero, y Chumy Chúmez,
después, en los días en
los que se informa de la marcha de las
obras del Nuevo Estadio José Zorrilla,
que se prepara para el Mundial de Fútbol.
Y, de repente, un día de febrero
El Norte abre a toda plana con un titular
inquietante: «El Rey pide serenidad
y confianza», decía. Y el
antetítulo aclaraba: «Tras
el asalto al Congreso de los Diputados».
No había más fotos que una
de archivo, en primera, de Don Juan Carlos.
La crónica de urgencia de los tres
periodistas de Colpisa atrapados por las
huestes de Tejero era memorable. Al día
siguiente, a cinco columnas y ya con las
imágenes de la algarada, se daban
razones para la serenidad: «Los
sediciosos se entregaron a la Guardia
Civil», rezaba el titular.
En otro orden de cosas, el mes del ‘tejerazo’
el periódico ofreció un
suplemento comercial sobre ‘Vivienda,
urbanismo y construcción’
con 30 densas páginas de información
y publicidad. Al año siguiente
incorpora un dominical llamado ‘Páginas
especiales’ con los componentes
habituales –reportajes, entrevistas,
pasatiempos y una información más
ligera– de la prensa del fin de
semana. En los primeros tiempos solía
hacer reportajes un tal Miguel Ángel
Rodríguez, después más
conocido al ser nombrado portavoz del
Gobierno en el primer Gabinete de José
María Aznar.
Pero para eso quedaban unos años
de Gobierno socialista. El 29 de octubre
de 1982 El Norte de Castilla tiraba una
primera edición que abría
con una cabeza a cuatro columnas –«Triunfó
la participación», decía–
y una segunda, con más datos y
de mayor tamaño que titulaba: «Histórico
triunfo socialista».
Los inicios de lo que luego se llamó
el ‘felipismo’ no depararon
mayores sorpresas al diario, salvo un
discreto paso por la aprobación
del Estatuto de Castilla y León
–«Y la ley orgánica
de integración de Segovia»,
añadía un subtítulo–
y, eso sí, un profundo cambio de
imagen que se hizo efectivo a finales
de 1983.
En 1985, con un precio ya de diez duros,
El Norte cuenta con pequeñas delegaciones
en Palencia y Zamora y corresponsales
en todas las provincias de Castilla y
León que publican casi a diario
convirtiéndolo en el primer periódico
regional. Además, desde diciembre
del año anterior y después
de más de medio siglo de ausencia,
el diario sale todos los días de
la semana al haber desaparecido la ‘Hoja
del Lunes’. Para celebrarlo incorpora
‘El Norte Deportivo’, un suplemento
de 16 páginas con lo más
destacado del domingo.
.
espontáneo
Javier Aguiar
.
La transición fue
época de mucho opinar. Por los grandes
cambios y por la falta de práctica. La
historiadora Virginia Martín hace un análisis
sobre las ideas de los lectores expresadas a través
de las cartas a El Norte
.
Visceralidad.
La aprobación
del divorcio provocó
airadas cartas al periódico.
Mientras los diarios y los políticos
se afanaban en desmenuzar los grandes
cambios que vivía el país,
los ciudadanos, ávidos de opinar
tras largos años de silencio obligado,
buscaban su espacio para el debate en
un rincón de El Norte. Así
lo cuenta Virginia Martín en su
trabajo ‘La transición de
la prensa a la democracia: la llegada
del artículo 20 a los periódicos’:
«Entre los temas que fueron objeto
de más discusión durante
los diez meses previos a la campaña
del referéndum encontramos los
referidos a la estructura territorial
del Estado, la ley electoral, las Fuerzas
Armadas, la educación o la fijación
de la mayoría de edad. No obstante
habría que puntualizar que los
temas que incitaron en mayor medida a
que la gente se lanzara al debate y expusiese
sus opiniones fueron los que presentaban
una relación con la ética
o la religión.
»Sencillamente con que observemos
las cartas que El Norte de Castilla publicó
en su ‘Correo espontáneo’
percibiremos qué cuestiones movilizaron
más a la población en general.
[...] Nos referimos a muchos españoles
que aún no habían aprendido
el verdadero sentido de la democracia,
políticamente hablando, pero cuando
un tema se adentraba en el campo de sus
creencias o de sus valores reaccionaban,
haciendo uso de la libertad de expresión,
escribiendo lo que opinaban. Por eso en
el ‘Correo espontáneo’
veremos qué temas que generaron
un gran debate en el entorno político,
como la ley electoral, no van a tener
tanta resonancia a nivel popular, mientras
que el divorcio, la libertad de enseñanza,
el aborto, los nuevos valores, la libertad
de expresión o la pena de muerte,
van a provocar un aluvión de cartas
de opinión extensas y en muchos
casos viscerales que a veces llegan a
formar toda una polémica en la
que ciudadanos de opiniones dispares se
van a responder lanzando críticas
a sus adversarios ideológicos,
defendiendo y justificando sus propias
convicciones.
»Un ejemplo encontrado en las páginas
del Decano de la prensa española,
en la sección citada, es el del
divorcio, un combate impreso que tuvo
una enorme repercusión en las páginas
del diario. [...] Hay gran variedad de
pareceres y argumentos, aunque podríamos
decir que el vencedor fue el ‘no
al divorcio’.
»Cada correo espontáneo acerca
de este tema provocaba toda una serie
de réplicas que a su vez creaban
otras diferentes. Una opinión que
late en muchas de las cartas que se envían
a la redacción es aquella que considera
que el pueblo español está
siendo manipulado por sus políticos,
que estarían aprovechando que la
Constitución presentaba muchas
ventajas para introducir artículos
que no hubiesen sido fáciles de
aprobar si se hubieran votado en un plebiscito
independiente, como sería el caso
del divorcio.
»Los escritos a favor del divorcio
suelen ser menos viscerales, y aluden
al derecho que tiene todo hombre de actuar
con plena libertad, además de acusar
de hipócritas a aquellos que prefieren
un matrimonio roto que guarde las apariencias
a una pareja divorciada. Por otro lado,
los que atacan al divorcio lanzan mensajes
más radicales y acusadores, llegando
a resultar en muchos casos exagerados,
como el que aparece en El Norte de Castilla
el 14 de enero, en el que se puede leer:
«Se nos ha instalado en España
la pornografía, el adulterio y
el amancebamiento. [....] Aprobar el divorcio
es asesinar la familia, matar la sociedad
y torturar al ser humano en su espíritu.
(...) Divorcio, aborto, eutanasia…
echar a rodar la piedra y acabaremos comiendo
chorizo de niño y jamón
de viejo. Negro, pero penosamente real».
»La gran mayoría de los correos
que censuran el divorcio suelen alegar
motivos religiosos: «Lo único
que me preocupa –decía otro–
son las palabras que en cualquier Biblia,
hasta en las más herejes, pone.
Hay un NO rotundo en cuanto al adulterio
y al desear la mujer del prójimo,
y otro NO rotundo para que lo que Dios
juntó NO lo separen los hombres.
Me preocupa porque no es un invento religioso
ni es patrimonio de ninguna religión.
Resulta que es la ley de Dios».
.
Adiós a la ‘Hoja
del Lunes’
Javier Aguiar
.
Despedida.
Último ejemplar de
la ‘Hoja del lunes’.
EL día 3 de diciembre de 1984
El Norte salía a la calle por primera
vez un lunes desde hacía 64 años.
El diario daba así un nuevo paso
en su evolución natural y se sumaba
a otros periódicos nacionales y
locales –el primero fue ‘Diario
16’– que habían iniciado
antes su andadura por todos los días
de la semana. Sin embargo, esa novedad
entrañaba la desaparición
de la publicación que desde 1947
estuvo llegando semanalmente a los vallisoletanos,
la ‘Hoja del Lunes’.
Su último ejemplar costaba 45 pesetas
y daba 32 páginas con mucha información
deportiva, unas primeras planas locales
y bastante opinión de la ciudad
y la región. En primera, un artículo
titulado ‘Buenos días, colega’
felicitaba a El Norte por su incorporación,
que entendía como una consecuencia
lógica del crecimiento de la empresa
periodística. El texto cabalgaba
entre la obligada salutación al
‘colega’ y la inevitable tristeza
por la propia desaparición. La
nostalgia envolvía las palabras.
Sin embargo, en el interior algunos artículos
no compartían el tono mesurado
y arremetían directamente contra
El Norte, al que hacían culpable
de la pérdida. En una viñeta
de Cantero, el decano aparecía
como un matón del oeste que dejaba
a sus víctimas a las puertas del
‘saloon’.
Las ‘Hojas del Lunes’ surgen
a partir de los años veinte, a
raíz de una concesión a
las asociaciones de la prensa, consecuencia
de un real decreto de 1920 que regulaba
el descanso dominical de la prensa. En
la elaboración de la de Valladolid
participaban, como en otras, periodistas
y técnicos del resto de los periódicos
de la ciudad. El problema fue que El Norte
se quedó solo en Valladolid, sin
competencia, durante un tiempo.
.
Columnado.
Los últimos números a siete
columnas (31-12-77) y seis (29-4-84) y el
primero a cinco (1-5-84).
.
nueva imagen
Javier Aguiar
.
El Norte es uno de los
diarios pioneros en España en mostrar una
preocupación por el diseño del periódico
que aumenta en una década en la que su
aspecto sufre varias reformas profundas y actualizaciones
.
EL PRODUCTO
1977 y 1978
Desaparece el formato sábana
y se adopta el tabloide. Pierde
más del 30% de superficie
y pasa de siete a seis columnas.
1983 y 1984
Pierde cinco ctms de ancho y otros
tantos de alto, pasa a cinco columnas
y la cabecera gótica amplía
su tamaño.
...................................
Reducción.
Cambio de tamaño a
escala real, que se produjo el 1 de
mayo de 1984.
En 1977
el formato se ha reducido en dos centímetros
de alto y uno de ancho. El especial de
Navidades de ese año lleva 60 páginas
y cuesta 20 pesetas. El último
día de diciembre el director, Fernando
Altés, anuncia en un breve texto
los cambios que presentará El Norte
en su próxima aparición,
el 3 de enero (el día 1 no hay
diarios y el 2 era lunes). En la nota
explica que el nuevo periódico
medirá 46 por 32 centímetros
(cinco y cuatro menos, respectivamente),
lo que significa un 28% de la superficie,
aunque solo el 24% de la mancha (la parte
impresa). Altés afirma que la nueva
rotativa instalada en un taller del polígono
de Argales permitirá tirar 20.000
ejemplares a la hora y ampliar la paginación
de 32 a 192. Además destaca la
mayor comodidad del nuevo formato, usado
en muchos diarios europeos, y la dificultad
que suponía –y los perjuicios
al tráfico que causaba– tener
que descargar todos los días una
bobina de papel de un camión que
apenas entraba en la estrecha calle Montero
Calvo.
Pero ese martes los lectores se encontraron
con más sorpresas. El diario costaba
ya 15 pesetas, llevaba 40 páginas
y había reducido a seis su columnado,
después de muchas décadas
distribuido a siete columnas. Las noticias,
a veces firmadas por una nueva agencia
llamada Colpisa, están mejor ordenadas
y las fotos, el tamaño obligaba,
son más pequeñas. Las secciones,
que ya no se invadían unas a otras,
se subdividían por temas (laboral,
sucesos, etcétera) y mantenían
una secuencia: Local (hasta la página
10), Región (cuatro más),
Nacional (otras seis), Exterior (también
seis) y los Deportes (entre cuatro y 13,
los martes). De dos a cuatro páginas
se dedicaban a la mujer, los toros, la
cultura o la crítica de libros,
y entre cuatro y seis, los Clasificados,
en los que los anuncios de pisos eran
ya una amplia mayoría.
Unos años después, en el
mes de septiembre de 1983, el diseño
del diario vuelve a presentar importantes
cambios. La primera fue notablemente mejorada
con la reducción del número
de fotografías y de noticias, mejor
presentadas y separadas mediante filetes
y corondeles, y la utilización
de dos elementos que todavía perviven,
los subtítulos informativos y un
recuadro de ‘llamadas’, pequeño
resumen de titulares con remite de página.
En diciembre se modifica completamente
la maquetación con criterios modernos
y prácticos. La tipografía
se unifica y los titulares solo presentan
ya una diferenciación: un tipo
para la información y otro para
la opinión. Las mayúsculas,
‘versales’ en el argot de
los talleres, desaparecen de las cabeceras
que, sin embargo, se ven ahora apoyadas
con antetítulos y entradillas.
Las páginas 2 y 3 quedan reservadas
para la opinión y la sección
de ‘Cultura y espectáculos’
obtiene plaza fija, otras dos planas justo
detrás de los deportes. Además
los domingos aparece ‘El Norte Semanal’,
otra variación mayormente estética,
y hay nuevas páginas monográficas
dedicadas a ‘Artes y letras’,
los jueves, y ‘Motor’, los
viernes, que pasará pronto al sábado
con la llegada de otro clásico
que reaparece, ‘Campo’ que,
como en los viejos tiempos, incluye los
precios de los mercados agrícolas
y ganaderos.
El cambio de imagen es radical y el periódico
queda, en definitiva, mucho más
limpio y ordenado. Pero aún falta
un último retoque, nada desdeñable,
que se dará en mayo de 1984. El
formato vuelve a sufrir una importante
reducción, pasa a tener 41 centímetros
de alto por 27 de ancho –más
pequeño que el actual– y
las páginas de dividen en cinco
columnas, otra innovación que perdura.
La cabecera gótica que durante
tantos decenios vivió constreñida
entre dos recuadros –que albergaron
la mancheta, la fecha y el precio, publicidad
o llamadas– se libra ahora de ellos
y pasa a ocupar la anchura total de la
primera plana, dando el relieve que sin
duda merecía el centenario encabezamiento.
Debajo mantiene el subtítulo ‘Diario
independiente de Valladolid fundado en
1854’ y la reliquia ‘El que
más circula en la región’.
En la primera también figuran el
precio (40 pesetas ese año) y la
paginación (en torno a las 60).
El sello de la OJD (Oficina de Justificación
de la Difusión) y el recuadro de
las llamadas va en tinta roja.
En ese final de década de la vida
del diario aparece la primera foto a toda
plana –un remate de cabeza de Eusebio
entre dos rivales del Betis, sin pie y
firmada por Cacho– y la economía,
que todavía no cuenta con sección
propia y se agrupa al final de ‘Nacional’,
protagoniza un especial de entre cuatro
y seis páginas que se entrega los
domingos.
.
Los gatos
Javier Aguiar
.
Los lectores se preguntaron
durante años por qué una legión
de felinos invadía las páginas de
opinión de su diario. Un misterio sin resolver
.
Tradición.
Durante muchos años
los gatos ilustraron las páginas
de opinión.
Una vieja norma de edición, que
demostraba el respeto hacia los colaboradores
y sus textos, prohibía no solo
cortar ni una sola palabra de los artículos
de opinión que llegaban a la redacción,
sino que tampoco permitía la presencia
de publicidad ni cualquier imagen que
pudiera desvirtuar el contenido de los
escritos.
La dignidad con que se trataban las páginas
de opinión se convertía,
sin embargo, en un problema para los montadores
que debían de ajustar los textos
sin contar con demasiados recursos para
ello.
Así llegaron a los talleres de
El Norte los gatos, que no eran otra cosa
que una serie de fotografías de
felinos que se utilizaban para ajustar
esas planas con imágenes presuntamente
asépticas. Se tiraban las columnas
de texto corrido con los textos íntegros
y luego se medía con el tipómetro
el tamaño del gato que había
que utilizar para completarlas. Sencillo
y práctico. Esta costumbre, que
se implantó en algún otro
rotativo, duró bastantes años,
hasta el punto de resultar tremendamente
chocante en un periódico moderno
que trataba la información con
seriedad y rigor. No en vano, para los
legos debía resultar inexplicable
su presencia.
Otra cosa debía de ser la corriente
de rumores que se extendía entre
los lectores para explicar las casi diarias
apariciones de estos enigmáticos
animales, cuyas planchas de zinc llegaron
a llenar varios cajones del taller de
El Norte.
De ahí que incluso hoy haya quien
niegue su existencia por considerarla
una leyenda más del mundo del periodismo.
La hemeroteca les quita la razón
y anima un aspecto sorprendente del intramundo
de la prensa.
Dentro incluso de la familia de El Norte
se recuerda que en el taller del diario
en la calle Montero Calvo vivía
una amplia colonia de felinos que incluso
eran alimentados y cuidados por el personal
del periódico. Hay quien asegura
que esta actitud no se debía –o
al menos no exclusivamente– a un
desmedido amor hacia los animales, sino
a una cuestión mucho más
práctica. Según esta versión,
en el local se almacenaba el papel utilizado
para la impresión del diario, que
debía suponer un atractivo complemento
alimenticio para los ratones que habitaban
en toda la manzana, y que llegaban a entrañar
una cierta amenaza, así que el
ejército gatuno se erigía
en arma de defensa contra los roedores.
En señal de agradecimiento, y también
por un prurito artístico, los fotógrafos
de El Norte disparaban sus cámaras
sobre los felinos hasta hacerse con una
enorme colección de imágenes
que algún ajustador descubrió
como fuente inagotable de recursos para
su labor profesional.
Más fácil de comprobar que
la citada versión es el hecho de
que Fernando Altés Bustelo, durante
largos años director del diario
y que empezó a trabajar en él
como redactor-ajustador, era un gran aficionado
tanto a la fotografía como a los
gatos y poseía un amplio muestrario
de imágenes, muchas de ellas extraídas
de revistas y libros. Un gusto que decidió
trasladar a las páginas del diario
que dirigía con una doble función,
práctica y estética.