Entrada en
la UE. El Norte celebró
la entrada en la Europa comunitaria. A la
derecha, «el primer vallisoletano
europeo».
.
diario europeo
Javier Aguiar
.
El Norte es ya un diario
moderno y consolidado que piensa en su expansión
mientras son España, que ingresa en la
CEE, y el mundo, los que viven una época
de importantes cambios
.
Más
historia. El desmembramiento
de la URSS y los Juegos Olímpicos
de Barcelona. Las 20 portadas
del suplemento.
Tarta.
Típico gráfico
de ‘tarta’ para
explicar la victoria socialista
de 1986.
EL
PRODUCTO
Difusión
La difusión media
diaria en el año
1995 era superior a los
34.000 ejemplares.
Publicidad
Una página en blanco
y negro costaba 215.000
pesetas y en color, 322.000.
Precio
110 pesetas, 200 los domingos.
Paginación
De 60 a 80 a diario.
...................................
El primer titular del año 1986
anuncia una de las cuestiones que va a
protagonizar la vida española de
la década que empieza y también
de las futuras. «La bandera española
ya ondea en Bruselas», decía
a un generoso tamaño un titular
que venía acompañado de
una foto a tres columnas confirmando lo
dicho. Para abundar en la vertiente local
de la noticia, en el interior otro título
destacaba: «Daniel Romarillo Fermoso,
el primer vallisoletano europeo».
En esas fechas la opinión ocupaba
las primeras páginas del diario,
con firmas de prestigio (Cela, por ejemplo,
ese primer día, o Lázaro
Carreter, que estrena ‘El dardo
en la palabra’), y la nota de humor
también rayaba a gran altura de
la mano de Chumy Chúmez. La información
local y provincial mejora e incorpora
una sección casi fija sobre ‘Medina
y su comarca’ y la regional se amplía
con noticias de todas las provincias de
la comunidad, haciendo, como siempre,
hincapié en las de Palencia, Zamora
y Segovia.
El resto de las secciones no varía.
Nacional, Exterior, Deportes, Cultura
y espectáculos –que se va
afianzando, aunque todavía le quedan
algunos bandazos para alcanzar su formato
definitivo– y la Televisión,
que pronto sería desplazada a las
últimas páginas. Después,
la cartelera –que también
crece–, la hemeroteca –un
clásico– y los clasificados,
que pasan a denominarse ‘Anuncios
por palabras’. La última
se dedica durante unas semanas a ‘Quién
es quien en la Europa de los 12’
y otros temas relacionados con la Comunidad
Europea, pero enseguida vuelve a ser el
batiburrillo en el que todo cabe.
Las cuestiones europeas se extienden por
todo el periódico y amplían
el léxico periodístico con
términos y acrónimos nuevos,
como CEE, IVA o ECU. El suplemento de
Economía de los domingos se llena
de opinión sobre estos aspectos
y, cuando pasa a los martes, inicia el
nuevo ciclo como ‘Especial Europa’.
Los titulares hablan, sin olvidar las
violencias de siempre, de la polémica
entrada en vigor de la ORA en Valladolid,
de la implantación de los códigos
postales o de un nuevo terrorismo, el
islamista, que intentó atentar
en el aeropuerto de Barajas en una operación
abortada por las policías española,
italiana y austriaca.
El incremento paulatino de la paginación
que se ha venido apreciando en los últimos
años, provocado fundamentalmente
por el aumento de la publicidad, se hace
especialmente visible los domingos, día
en el que la abundancia de anuncios, muchos
de ellos de planas enteras, empuja la
última a numeraciones antes impensables,
que superan siempre las 60 y se acercan
no pocos días a las 90.
La ancestral relación del periódico
con el mundo de la enseñanza toma
cuerpo en ‘El Norte de la escuela’,
un suplemento de carácter semanal
que acerca la prensa a los colegios y
viceversa, dando a profesores y alumnos
la oportunidad de vivir en primera persona
la confección de un diario y la
posibilidad de abrir a la sociedad de
Castilla y León las puertas de
sus inquietudes y necesidades.
El mes de junio trajo dos acontecimientos
de distinto signo que El Norte trató
con la merecida atención. El primero,
el Mundial de Fútbol de México,
que ilustró un suplemento especial
que elevó el precio del diario
en 30 pesetas –hasta las 90–
y el segundo, las elecciones generales
que dieron al PSOE su segunda mayoría
–«Triunfó la continuidad»,
titulaba– y al que se dedicaban
las 20 primeras páginas, organizadas
con mayor criterio y orden que en anteriores
ocasiones. La típica ‘tarta’
simulando el hemiciclo daba a los lectores
una rápida y exacta información
sobre el reparto de escaños en
el Congreso de los Diputados. Respecto
al Mundial, el resultado fue más
previsible, aunque España esta
vez llegó hasta cuartos de final.
Nuevos medios
El súbito interés por el
diseño y la maquetación,
unido a los nuevos medios técnicos
que el periódico incorpora, hacen
posible un rediseño del diario
que cambia casi por completo su aspecto,
pero esta cuestión merece capítulo
a parte.
Entre noticias que hablaban de atentados
y de si se debía o no negociar
con ETA, El Norte seguía ofreciendo
a sus lectores los suplementos que había
lanzado la década anterior. Los
sábados, ‘Artes y letras’;
‘Especial Economía’,
los martes y ‘El Norte de la escuela’,
los jueves. El especial de los domingos
desaparece del interior del diario porque
a partir de marzo de 1987 el diario reparte
el suplemento en formato revista elaborado
por Taller de Editores (Tesa), empresa
que, junto a la agencia Colpisa, pertenece
al grupo editor del que hoy forma parte
El Norte. Desde la misma fecha, los sábados
se distribuye con cada ejemplar un suplemento
sobre televisión, que inicialmente
lleva el nombre de ‘Antena TV’.
En 1989 el progresivo incremento del número
de páginas mantiene su ritmo y
prácticamente a diario se superan
las 60. El precio ha subido a 65 pesetas,
que los domingos son ya 75. El lunes la
información deportiva se agrupa
en un cuadernillo de 16 páginas
que cuenta con un espacio destacado en
la primera. Las fotos del Real Valladolid
ocupan cuatro y cinco columnas.
Empiezan a verse firmas de periodistas
que hoy siguen cubriendo la información
desde la redacción del polígono
de Argales. Aparece ‘El telefonazo’,
firmado por Argote y a la sección
de Valladolid le sale un hermano gemelo
que se llama Palencia. La relación
entre ambas provincias y el nexo que siempre
fue El Norte hacen que, durante un tiempo,
una sección fija con esa cabecera
se abra un hueco entre las secciones de
local y regional.
Después de tanto cambio, las pequeñas
reformas que ahora se emprenden resultan
nimias. Por citar algunas, en el capítulo
de suplementos, nace ‘Agenda juvenil’
–que luego se llamará ‘Guía
juvenil’– con sugerencias
de estudios, ocio y laborales para los
lectores de menor edad, para cuya captación
el periódico hace un esfuerzo.
El suplemento ‘Campo’ queda
con fecha fija, los viernes, y ‘Motor’
se traslada a los sábados. El domingo
hace su aparición ‘Noticias
de la semana’, un resumen de lo
más destacado, y como preludio
a los clasificados, las ‘Ofertas
de trabajo’, una sección
de servicio que crecerá con la
actividad económica.
Comienzan los años noventa con
un Norte muy grueso, que cuesta 75 pesetas
y lleva muchas páginas que hablan
de la primera Guerra del Golfo –«Bush
(padre) ofrece diálogo a Sadam
Husein», reza un titular–
o de la nueva Alemania unificada, a la
que Manuel Leguineche dedica muchas líneas
ya desde su propia agencia, Fax Press.
La televisión privada llega a España
y aterriza en un panorama audiovisual
adormecido después de tantos de
una oferta pírrica. El Norte reacciona
y antes de que acabe el año 1990
ya ha creado una sección, con cabecera
en su apertura, dedicada a la programación
que incluye, además de la parrilla
de todos los canales, un comentario en
clave de crítica y una plana con
informaciones y reportajes. Se sitúa
justo antes de la última, lugar
donde aún permanece.
La imagen prima y las fotografías
aumentan en número y tamaño.
Se juega con ellas variando su forma y
ubicación y se obliga a los pies
a aprovechar los espacios verticales sobrantes.
La primera imagen de la sección
local que ocupa las cinco columnas reproduce
el inicio de las obras de construcción
del polígono industrial de La Cistérniga.
La información internacional, desde
antaño una de las ‘especialidades’
de El Norte, adquiere una especial relevancia
en el inicio de la década de los
noventa. No es que nunca hayan faltado
guerras y conflictos, sino que los acontecimientos
de esta época adquieren rango de
históricos. El desmoronamiento
de la antigua Unión Soviética
o las guerras de Yugoslavia e Irak son
solo algunos ejemplos.
José Jiménez Lozano reforzó
durante unos años la sección
con su comentario –‘Nota internacional’,
se llamaba, y la firmaba como J. J. L.–.
Además, los avances técnicos
y la posibilidad de acceder a nuevas agencias,
tanto informativas como gráficas,
permitían un tratamiento más
cercano, más extenso y exacto de
las noticias. Para los datos se contaba
con Colpisa, Efe, Upi, Europa Press y
Fax Press. Para las imágenes –muchas
enviadas por telefoto, como se advertía
en el pie– estaban Efe, Reuters
y Asociated press (AP).
No mucho más tarde se anuncia en
una página dedicada íntegramente
al tema la contratación de nuevos
corresponsales en el extranjero. Las principales
capitales europeas y algunas americanas
tendrán un periodista de Colpisa
que enviará sus crónicas
en exclusiva para la región. Nombres
como Rafael M. Mañueco (Moscú),
Íñigo Gurruchaga (Londres)
o Fernando Iturribarría (París)
aún siguen cubriendo la información
para El Norte desde sus respectivas corresponsalías.
Algunos días la sección
de Internacional –dejó de
llamarse Exterior unos años antes–
alcanzaba las 10 y hasta las 12 páginas
en las que también se apreciaba
el creciente interés por el diseño.
Nuevos elementos como las fichas o los
logotipos incorporados a los cintillos,
en los que cada dibujo se identificaba
con un tema, ayudan a entender las informaciones.
Las entradillas varían su aspecto
y cobran nuevas presentaciones y los llamados
perfiles desgranan los entresijos de los
personajes de actualidad.
En septiembre de 1991 un titular de primera
a toda página anuncia con rotundidad
el final de uno de esos episodios: «La
URSS ya no existe», decía.
En ese mismo mes, Manuel Alcántara,
que desde hacía tiempo firmaba
artículos en el diario, ocupa un
lugar en la última que aún
no ha abandonado. Entonces se llamaba
‘Las cosas que pasan’. Cinco
días después, el periódico
ofrece una secuencia fotográfica
–con imágenes cedidas por
el diario ‘Marca’– en
la que se muestra, tal y como explica
el pie de foto, cómo «Michel
busca la virilidad del fútbol y
la encuentra entre las piernas de Valderrama».
La anécdota hirió el orgullo
masculino de algunos seguidores del Real
Valladolid y el diario plasmó varias
de sus airadas reacciones.
Grandes acontecimientos La abundante información
que El Norte dedicó a los dos grandes
acontecimientos de 1992 tuvo su colofón
con la cobertura de los Juegos Olímpicos
de Barcelona mediante un suplemento de
entre 16 y 24 páginas que, durante
19 días, recopiló todo lo
sucedido dentro y fuera de la villa olímpica,
incluidos los deportes más desconocidos
y las competiciones de última hora.
En ese mes, en el que el especial de ‘Motor’
pasaba a los lunes y se ampliaba a seis
páginas que incluían los
precios de todos los modelos, el diario
daba cuenta de cuestiones como los prolegómenos
de la victoria de Bill Clinton frente
a George Bush o el fin de la tregua que
ETA había anunciado meses antes.
Había dos secciones que llevaban
tiempo existiendo en la ‘clandestinidad’,
viviendo una vida errante y buscando la
forma y el lugar donde asentarse definitivamente.
Economía, dos páginas diarias
más las cotizaciones y el comentario
de la bolsa, solo merecía un cintillo
y seguía apareciendo de cola en
Nacional. Sociedad, con igual categoría
–solo cintillo– iba y venía
y servía para ajustar los clasificados
o la cartelera. Sus contenidos incluían
la ciencia, la salud, algo de cotilleo
y poco más. Ambas ven la luz definitiva
como secciones, con su cabecera y todo,
en 1994, si bien la segunda todavía
tardará un tiempo en definir su
contenido, en el que, en principio, no
cabían temas como la salud o la
ciencia.
Ese mismo año el sello inconfundible
de Chumy Chúmez abandona la viñeta
de la página de opinión,
que es ocupada por Ramón. Entre
informaciones sobre la operación
para cazar al fugado Luis Roldán,
estrella del culebrón de las corruptelas
del PSOE, un socialista desconocido era
reelegido, no sin oposición, secretario
provincial de la agrupación leonesa.
Se llamaba José Luis Rodríguez
Zapatero. En ese tiempo Arguiñano
y sus menús se incorporan al elenco
de El Norte y en las páginas de
clasificados nace un epígrafe que
dará que hablar, sobre todo entre
los más puritanos. Su título,
‘Contactos’, no dejaba de
ser un discreto eufemismo y, entre las
ofertas, había unas también
disimuladas –relax, masajes o charlas
eróticas– y otras más
obvias –‘Susana. Particular’,
por ejemplo–.
En abril de 1995 el periódico sube
de precio hasta las 110 pesetas y avisa
de ello a sus lectores en una nota que
justifica el alza en el coste de la materia
prima y la falta de papel en el mercado,
una situación que pronto afectará
a toda la prensa española.
.
Más SUPLEMENTOS
Javier Aguiar
.
Los números especiales
se multiplican por la abundante publicidad y por
acontecimientos relevantes como la Expo de Sevilla
o las olimpiadas
.
Variedad.
Algunos de los suplementos.
EL Norte
de Castilla es uno de los diarios pioneros
en ofrecer suplementos a sus lectores.
Inicialmente están animados por
el deseo de profundizar en los temas que
tratan y ampliar el registro de lectores,
pero enseguida se advierte su potencial
económico. Cada sector que se atiende
posee su propio mercado publicitario y
eso hace casi inagotable el filón.
En la década de los grandes acontecimientos
–la Expo de Sevilla y los Juegos
de Barcelona– el diario sigue ofreciendo
un suplemento de los inicialmente citados
cada día de la semana. El lunes,
‘Deportes’; el martes, ‘Especial
Economía’; el miércoles,
‘Guía juvenil’; el
jueves, ‘El Norte de la escuela’;
el viernes, ‘Campo’; el sábado
‘Artes y letras’ y ‘Motor’,
y el domingo, el ‘Suplemento semanal’,
en sus distintas versiones.
El Norte se suma a la moda de los suplementos
de fin de semana con formato y papel de
revista y a todo color que por esas fechas
empiezan a repartir todos los periódicos
nacionales. Con ellos, junto a otras promociones,
los lectores empezaron a sufrir para llegar
a casa con la elevada carga de la prensa
dominical. A mediados de 1986 sale ‘Antena
Semanal’ y el 1 de noviembre de
1987 aparece ‘Suplemento’,
editado por Taller de Editores S.A. (Tesa),
que en 1990 pasa a llamarse ‘Suplemento
semanal’ y, en 1993, ‘El Semanal’.
Hoy ‘XL Semanal’. Es, con
distintos nombres, la publicación
que ha acompañado los domingos
desde hace casi dos décadas a los
lectores de El Norte. Junto a él
siempre ha estado el ‘Suplemento
TV’, con toda la información
sobre la televisión y sus protagonistas
y también con sus distintas denominaciones.
En abril de 1999 se incorporó a
la oferta ‘MH Mujer de hoy’,
un magacín sobre el mundo femenino.
En julio de 1994 el periódico lanza
‘Domingo. Suplemento’, con
12 páginas en las que se incluían
reportajes sobre música, tiempo
libre y, como novedad, ‘Historias
de sagitario’, un artículo
de Rosa Villacastín dedicado a
lo que entonces se llamó ‘el
corazón’ y que antes se conocía
como cotilleo. El cuadernillo de título
tan escueto tuvo una vida efímera.
Además, el periódico arrastraba
una larga tradición de otros números
extraordinarios que aparecían anualmente
en las celebraciones más señaladas
de la vida local y regional –las
ferias, la Semana Santa, la Feria de Muestras,
las fiestas de los pueblos, la Seminci,
más tarde– y cuando los acontecimientos
lo requerían informativamente,
como los Juegos Olímpicos o los
Mundiales de Fútbol.
Para hacerse una idea de lo ‘cargado’
que algunos días iba el periódico,
basta con dos ejemplos. El 2 de diciembre
de 1983 el diario, que entonces costaba
100 pesetas, lleva 72 páginas,
en las que no se incluyen las ocho del
suplemento ‘El Norte de la escuela’.
Además, ese día se distribuye
un extraordinario sobre alimentación
con 24 páginas en color y otro
de ocho planas para conmemorar el Premio
Cervantes que acaban de otorgarle a Miguel
Delibes. En total, un jueves la paginación
llegaba hasta las 112. El día siguiente
bajaba, pero no se quedaba corta. 64 del
diario, más 16 de un suplemento
especial sobre Las Edades del Hombre y
las ocho de ‘Campo’. En total,
el viernes, 88 páginas.
En esta década el suplemento comercial
empieza a formar parte del producto periodístico.
Se lanzan primero aprovechando algún
hecho concreto –las navidades, el
día de Reyes– u ocasional:
por ejemplo, una feria de construcción
permite sacar un extraordinario sobre
el sector.
Pero en breve, una vez comprobada la rentabilidad
del invento, su elaboración se
convierte en un reto del departamento
comercial y el periódico empieza
a editarlos siempre que puede. La construcción
es el sector estrella, como la alimentación,
el comercio, la gastronomía, la
hostelería, las joyas, los regalos
o las bodas, cualquier tema es bueno para
ocupar una veintena de páginas
bien surtidas de anuncios entre los que
los textos padecían complejo de
inferioridad.
Los otros suplementos, los de día
fijo, el de ‘Artes y letras’,
el de economía o el de agricultura,
siguieron aumentando su calidad hasta
convertirse, cada uno en su ámbito,
en verdaderos referentes. Son publicaciones
interesantes y bien concebidas y realizadas
que complementaban a la perfección
al periódico en aquellas facetas
en las que su propia naturaleza, la necesidad
de seguir puntualmente la actualidad,
no le permitía profundizar o especializarse.
Su prolífica vida se extendió
hasta mediados de 1995, fecha en la que
dejaron de publicarse.
Poco antes de que esto ocurra, el 26 de
marzo de 1995 el diario publica el especial
‘El Norte estrena sede’, en
el que, con motivo del traslado de las
instalaciones del periódico a su
nueva ubicación en el polígono
de Argales, se pasa revista a todo el
personal de la empresa, uno por uno, desde
el presidente hasta el quiosquero. Ochenta
páginas en color en las que se
desgranaban todos los pasos en la confección
del rotativo y se daba cuenta de la ilusión
por una nueva etapa y la nostalgia por
la concluida.
El Norte ha seguido y seguirá ofreciendo
a sus lectores esa suerte de publicación
periodística semanal o esporádica
que son los suplementos, con periodicidad
fija o cada vez que un acontecimiento
o el interés general lo requiera.
.
un poco de color
Javier Aguiar
.
Cuatricromía.
Primera y última en color de
1994.
Los nuevos
avances técnicos que El Norte va
incorporando, la demanda publicitaria
y la necesidad de ponerse a la altura
de otros grandes rotativos impulsan a
los responsables de la empresa a romper
una dinámica conservadora, según
la cual un periódico serio solo
podía imprimirse en blanco y negro,
e implantar poco a poco el color en sus
páginas.
Si en años anteriores se habían
publicado ya varios suplementos en color,
las páginas del diario van a atenuar
su presencia a base de dosificarla. Técnicamente,
desde 1977 era posible imprimir en color
plano –es decir, un solo tono en
una plancha distinta– pero la cuatricromía
tendrá que esperar hasta la llegada
del offset.
El rojo apareció primero en algunos
elementos de maquetación, como
cortes y recuadros, y en pequeños
anuncios de páginas determinadas.
Con la llegada de la fotocomposición,
en 1987, su uso se hace más frecuente
y se extiende a la infografía.
Los españoles habían empezado
a ver la televisión en color en
1982 y la prensa no podía irle
a la zaga. La fotografía de primera
empieza a tener color poco después
y desde julio de 1994 ya no dejará
nunca de tenerlo. Solo un mes más
tarde la imagen de última seguirá
su ejemplo. Una vez aceptado su uso por
todos, lectores incluidos, en muy poco
tiempo las páginas de El Norte
se verán inundadas por todos los
tonos de la paleta del arco iris y ya
solo las razones económicas influirán
en su mayor o menor presencia. El 1 de
agosto de ese año la cabecera del
decano aparece subrayada por una banda
de color rojo. No se trata de una decisión
estética, sino empresarial. Esa
banda es la seña de identidad de
los diarios del Grupo Correo, a los que
la cabecera más que centenaria
acaba de sumarse.
.
«El primer objetivo
era mantenerse como líder»
ricardo bermejo autor del
rediseño de el norte de 1987
.
EL
PRODUCTO
Ricardo
Bermejo
Profesor de Diseño
en la Universidad de Navarra,
dirigió los rediseños
de ‘Diario 16’,
‘Deia’ o ‘La
Capital’, entre otros.
...................................
Ricardo
Bermejo, ‘diseñado’
por él mismo.
ES uno de los diseñadores españoles
más prestigiosos y, pese a haber
mantenido un contacto muy estrecho con
los diarios que ha reformado, en España
e Iberoamérica, conserva la distancia
suficiente para observar la prensa con
una cierta perspectiva y para hacer un
análisis cabal sobre su situación
actual y su futuro inmediato.
–En los años ochenta
había una tendencia general hacia
los cambios en el diseño de la
prensa, ¿de dónde procedía
ese ánimo? –Había un proceso
general de cambio en toda la prensa española,
yo creo que fruto de la situación
que venía de la dictadura. Había
ganas de renovación, de actualización,
de nuevos contenidos, de nuevas ideas…
de nuevas formas de afrontar los hechos.
El diseño fue un poco la punta
del iceberg de todo eso, de renovar sobre
todo unos contenidos muy anquilosados.
–Hasta entonces el diseño
preocupaba bastante poco, ¿no? –Eso se ha dicho siempre,
pero yo lo dudo. Creo que el diseño
viene casi siempre acompañado,
y en esa época fue así,
por cambios tecnológicos. Pasar
del plomo a la fotocomposición
y luego a la digitalización fue
un proceso que ayudó a que las
ideas gráficas se pudieran representar
de un modo más sencillo y más
fácil, porque en los procesos manuales
era muy complicado, muy costoso, muy lento
y requería más mano de obra.
Las nuevas tecnologías ayudaron
a que el diseño se visualizara,
por así decirlo. Por lo menos se
podía pensar que era posible hacerlo,
cosa que antes no.
–¿Los nuevos medios
precipitaron el cambio? –Había ganas, porque
la sociedad estaba cambiando y los medios
con ella y desde luego ayudaron mucho
las tecnologías que se estaban
incorporando. Era una mezcla de ambas
cosas.
–¿Cómo definiría
el aspecto de los periódicos españoles
de la época? –Eran periódicos
un poco oxidados, era un periodismo hecho
por buenos periodistas, pero un poco anticuado.
No era muy dinámico. También
venía de una tradición de
grandes lectores, donde la televisión
todavía no había ocupado
su espacio. La prensa era muy informativa,
de periodistas de raza de toda la vida,
que escribían largo y a nadie le
molestaba que lo hicieran. Todavía
no había aparecido el ‘zapping’
en la mirada de las personas.
–¿Cuáles
eran los objetivos reales de esos cambios? –El primer objetivo que
se plantea El Norte es mantenerse como
periódico de referencia, como líder,
y para eso tienes que ir renovándote
constantemente. Se buscó trocear
la información para que la gente
la pudiera digerir mejor y para eso había
destacados, sueltos, sumarios, entradillas
y otros elementos para facilitar la lectura
y así captar a un lector que se
estaba perdiendo.
–Y también cuestiones
más prácticas, ¿no
es así? –Claro. Se hizo la modulación
de la publicidad, que hasta entonces se
contrataba por milímetros. Las
columnas que fueran, pero la altura por
milímetros. Se hizo una ordenación
del espacio por módulos, con lo
que era más fácil maquetar
y contratar la publicidad, y también
facilitaba la producción y el cierre,
que es la pelea continua de los periódicos.
–¿Hubo alguna postura
reacia al cambio en el periódico? –Yo creo que el más
remiso era el gerente, quizás porque
tenía menos cultura visual y también
porque en algunos casos había un
incremento de costes. A Miguel Delibes,
por ejemplo, le gustaban los textos largos
y bien dotados. Pero la mayoría
se mostraron muy dispuestos, incluso la
redacción, salvo algunos que se
opusieron a los cambios de secciones que
se llevaron a cabo.
–¿Daba la impresión
de que con menos lectura se iba a trivializar
el periódico, a reducir su calidad
intelectual? –Había gente como
Delibes o Jiménez Lozano muy culta
y muy inclinada hacia la literatura. Pero
a veces la literatura no tiene mucho que
ver con el periodismo del día a
día. Y también que todo
era un poco de intuición. Se veía
que la solución iba a venir por
facilitar la lectura. Pero incluso ‘El
País’, que fue un poco el
motor de aquellos cambios, tampoco era
un ejemplo, porque daba unos textos muy
tochos.
–De hecho, desde entonces
no ha cambiado tanto el diseño
de los periódicos, ¿no? –Pues no. Efectivamente,
aunque han variado las tipografías
y se han abierto blancos, en esencia no
ha cambiado mucho. En El Norte luego vino
Íñigo Noriega (subdirector
durante años y hoy director de
‘El Comercio’) y mejoró
bastante mi trabajo.
–El cambio en El Norte
es sobre todo tipográfico, ¿no
es así? –Se incorporan elementos
tipográficos pero también
se incoporan más blancos, se oxigena
en general, se ordena, se facilita la
producción porque se premaqueta,
que antes no se hacía, y luego
se introducen estos elementos para hacer
el troceamiento de la información.
La infografía, la fotografía,
la tipografía o la ilustración
ayudan a hacer la información más
visible.
–¿El Norte fue
de los primeros en incorporarse a estas
innovaciones? –Sí fue de los
primeros, al menos entre los importantes.
Puede que ‘El País’
o ‘La Vanguardia’ y quizá
‘Levante’, pero los grandes
periódicos regionales estaban muy
retrasados en esta materia. En eso Fernando
Altés, que era un hombre inteligente,
demostró tener olfato.
–¿Qué se
busca con un cambio de tipografía? –Pues pasa como en todo,
la moda puede influir, son más
bien tendencias, pero en un periódico
cuando se lleva muchos años con
la misma tipografía te parece necesario
cambiar para diferenciarte. Pero también
puede ser por legibilidad. Hay apreciaciones
muy sutiles, pero son de experto, que
la gente seguramente no aprecie.
–¿Se cambió
la forma de leer? –Yo no creo en ese texto
que tienes que leer hasta el final. Frente
a lo que yo llamo la lectura ‘túnel’
está la lectura ‘helicóptero’,
que va de arriba a abajo y de abajo hacia
arriba, pero siempre al ritmo que marca
el lector. Ahora es posible que se haya
abusado y que se haya llevado a extremos,
donde ya no puedas leer más de
15 líneas y eso ha podido hacer
los periódicos más ligeros.
Pero yo creo que una cosa no contradice
la otra, que porque hagas un diseño
atractivo no tiene por qué dejar
de ser una información profunda.
Lo que pasa es que ahora profundidad hay
en muy pocos sitios.
–¿Es un problema
de contenidos? –Sí, sí,
por supuesto. Pero el diseño siempre
ha estado en relación con el contenido
y debe responder a la filosofía
de la empresa.
–En ese cambio, ¿la
prensa ha salido perdiendo? –La prensa no ha perdido
nada. Lo que está perdiendo es
que no se atreve a dar un paso más
adelante. Los editores quieren que su
periódico siga pareciendo un periódico
y eso puede ser su muerte a medio plazo.
–¿Y cuál
es ese paso? –Atreverse a hacer algo
distinto. Algo raro, algo diferente. En
la diferenciación está el
éxito en todas las empresas y no
veo por qué no va a ser así
en la prensa. Todos los periódicos
al final se parecen unos a otros y nadie
se atreve a ser distinto. ¿Por
qué siempre hacemos el mismo periódico,
con las mismas secciones, las mismas páginas?
Es un estilo de trabajo demasiado encorsetado.
Habría que sorprender más
al lector.
–¿Hacia dónde
cree que debería evolucionar la
prensa? –Para mí, son esenciales
los contenidos. Creo que debe especializarse
en temas muy bien seleccionados porque
el acceso a la información ahora
mismo es masiva y lo que buscas en tu
diario es que te seleccione la información.
Y también me la tiene que hacer
digerible, entendible y con profundidad.
Los buenos periódicos, los que
cuidan a sus redactores, son los que tienen
el futuro garantizado, los otros, los
que solo quieren vender periódicos,
dudo mucho que no se los coman.
.
Imagen definitiva.
Innovación en la sección local:
aparece una foto a cinco columnas (1-9-91).
Primera portada con el nuevo diseño
(3-2-87). A la derecha, la primera fotografía
silueteada del diario –arriba–
y la nueva imagen de la sección de
‘Exterior’.
.
rediseño
Javier Aguiar
.
Los medios técnicos
que el periódico incorpora y una clara
voluntad de modernizarse sirven de excusa y de
herramienta para un profundo cambio de imagen
que renueva el aspecto de El Norte
.
Infografía.
Un gráfico en color.
EL
PRODUCTO
Cabecera
En 1987 la cabecera centenaria
pasa a ocupar el ancho total
del diario y queda subrayada
por una banda de color gris.
...................................
El año 1987 comienza con cambios
en el diseño de El Norte. La centenaria
cabecera adquiere mayor tamaño
y ocupa el ancho total de la primera.
Por debajo, una banda de tono grisáceo
la resalta y separa de los titulares e
informaciones, pero provoca la desaparición
–que resultará provisional–
del viejo lema «El que más
circula en la región».
El color rojo se utiliza para destacar
los epígrafes y también
para la publicidad –en primera y
última planas– y hace su
aparición en portada un elemento
que aún pervive, el índice,
que glosa la paginación de cada
sección y el número de páginas
de cada ejemplar, una tradición
de la casa.
Otra de las novedades incorporada en este
cambio de imagen son las cabeceras de
sección, muy similares a las actuales
que, con un gran cuerpo, contribuyen a
ordenar el diario según los grupos
temáticos que ya vienen utilizándose
desde hace años, con ligeras variaciones.
La principal, en este sentido, es la aparición
de una nueva, denominada ‘Ocio y
Cultura’ que en realidad viene a
dar carta de naturaleza a una sección
que, de hecho, existía desde tiempo
atrás.
Había otras dos secciones que seguían
existiendo en la ‘clandestinidad’,
viviendo una vida errante y buscando la
forma y el lugar donde asentarse definitivamente.
Economía, dos páginas diarias
más las cotizaciones y el comentario
de la bolsa, solo merecía un cintillo
y seguía apareciendo de cola en
Nacional. Sociedad, con igual categoría
–solo cintillo– iba y venía
y servía para ajustar los clasificados
o la cartelera. Sus contenidos incluían
la ciencia, la salud, algo de cotilleo
y poco más.
Además, la programación
de televisión y el comentario con
el que se acompañaba ocupan, si
bien este cambio se produjo con anterioridad,
la última página del periódico.
Los cambios afectan a cada rincón
del diario, de hecho se modifica el tipo
de letra que se utiliza en todas sus páginas
para pasar de la Helvética anterior
a una Times Ten Roman. Los titulares también
varían de ‘familia’.
El color aumenta su presencia en las páginas
de interior y nuevos recursos de maquetación
tratan de incorporar el diseño
de El Norte a un criterio más moderno,
que consiste básicamente en facilitar
al lector su tarea. Así, aparecen
los despieces, las subnoticias, los recuadros,
los destacados o los cintillos, todos
ellos elementos que todavía son
utilizados.
Sin embargo, todo este ‘boom’
del diseño, propiciado fundamentalmente
por la llegada del nuevo sistema de fotocomposición,
da, sobre todo en las primeras semanas
de su incorporación, una apariencia
menos limpia y algo más confusa.
Es como si en el fervor de la nueva causa
–la del diseño, antes denostada
o, más bien, inexistente–
se hubiera querido incorporar de golpe
todas sus posibilidades. La proliferación
de cortes, filetes subrayados y demás,
añadida a la más que probable
escasa afinación del nuevo sistema
de impresión, producía un
efecto de acumulación de tinta,
en definitiva, de suciedad.
Hay otro cambio de concepto periodístico
que, aunque en esta época no queda
patente sí se apunta como otra
transformación, casi podría
decirse revolución, que está
en ciernes, la de la imagen.
En unos momentos en los que la televisión
está en –y llega a–
todas partes y la cultura de la imagen
es mucho más que una moda, la prensa
se había olvidado de su valor y
de su poder. Sin embargo, pronto se da
cuenta de su error y se va a poner a corregirlo.
Al principio, a trompicones. Luego, con
criterio y acierto.
La creciente presencia de grabados y dibujos,
así como de una incipiente infografía
es palpable. Guerra, que ya llevaba unos
años firmando dibujos en el diario,
ve cómo su trabajo crece. Pero
el interés por la fotografía
explota en una suerte de frenesí
de experimentación. Las fotos son
cada vez más frecuentes –hasta
ahora en las páginas de interior
eran más bien escasas– y
más grandes, a veces sin mucha
justificación. En ocasiones adquieren
formas atrevidas o disparatadas –muy
alargadas o muy apaisadas, rompiendo las
columnas…– se superponen unas
a otras o se siluetean y, todo ello, como
todavía se siguen dando recuadradas,
causa un efecto un poco extraño.
El día que se estrena el nuevo
diseño y el sistema de fotocomposición,
el 3 de febrero, se abre local con la
primera fotografía silueteada del
periódico. Es, curiosamente, de
Andrés Ruiz, «el primer ciudadano
agobiado y cabreado de Valladolid»,
según el titular. El recurso está
sin perfeccionar y, aunque quizá
en su día causó gran impacto,
no ha soportado el paso del tiempo y visto
hoy parece una herramienta utilizada sin
mirar el manual de instrucciones.
Pero aún es pronto. La calidad
de la impresión debe mejorar y
la edición fotográfica es
aún pura entelequia. Sin embargo,
antes de acabar la decimocuarta década
de la historia de El Norte, todas estas
asignaturas estarán aprobadas.
Y con nota.
.
La familia
aumenta. Portadas de los primeros
números de las tres ediciones provinciales
de El Norte. Por orden de salida, Palencia,
Zamora y Segovia.
.
las ediciones
Javier Aguiar
.
La vocación regional
que el diario mostró desde los inicios
se hizo más evidente en una década
en la que su expansión le llevó
a crear periódicos con personalidad propia
en Palencia, Zamora y Segovia
.
EL
PRODUCTO
Ediciones
de El Norte
Palencia: 4 de febrero
de 1988.
Zamora: 20 de agosto de
1992.
Segovia: 20 de diciembre
de 1992.
Castilla y León:
12 de junio del 2002.
...................................
La estrecha relación que el diario
ha mantenido a lo largo de su historia
con la provincia de Palencia, y que ya
en 1958 dio como fruto una modesta edición
palentina –primero de múltiples
intentos de acercarlo a sus ciudadanos–
cuaja definitivamente el 4 de febrero
de 1988, fecha en la que aparece bajo
la centenaria cabecera un recuadro en
rojo con la leyenda que confirmaba el
inicio de su expansión por la región
castellana: Edición de Palencia.
Un equipo de cuatro redactores (más
el de deportes), «un fotógrafo
y un perforista» se atrevían
a elaborar a diario las mismas páginas
que en la capital de la región
hacían justo el doble de periodistas.
Aunque la provincia sea más pequeña,
pensarían, las páginas son
igual de grandes. Todos ellos, con sus
fotos y sus currículum, aparecían
retratados en el primer número.
Ese día, además de un artículo
de opinión, la agenda, una página
de deportes y siete de información
local y provincial palentinas –el
resto del ejemplar era idéntico
al de Valladolid– el periódico
ofrecía un amplio reportaje de
la fiesta de inauguración de la
nueva edición. En ella, el entonces
presidente de la Junta de Castilla y León,
José María Aznar, calificó
a El Norte como una de las instituciones
periodísticas más importantes
de España, «antigua y joven
al mismo tiempo» y elogió
su «manera de enfocar el futuro».
Un artículo titulado ‘Una
presencia progresiva’ repasaba la
relación íntima y ancestral
entre la cabecera y Palencia, recuperando
nombres de corresponsales y colaboradores
como Buey Alario, Del Mazo o C. Kellex,
seudónimo de Conrado Sabugo que
durante años firmó los análisis
de la situación del campo de Castilla
y León siguiendo la vieja tradición
de El Norte.
En los casi veinte años transcurridos
desde su creación, la edición
de Palencia ha ido evolucionando junto
a su ‘casa matriz’, incorporando
los avances técnicos y de diseño,
creciendo en presencia y en prestigio
hasta convertirse en el líder indiscutible
de la prensa local y provincial palentina.
Tuvieron que transcurrir cuatro años
para que esa vocación regional
de El Norte de la que tanto se ha escrito
diera a luz un nuevo hijo. Fue el 20 de
agosto de 1992 cuando salió a la
calle el primer ejemplar de la edición
de Zamora, la de las mujeres, pues en
ella el dominio del periodismo femenino
era total. Teresa, Jacinta y Mar eran
los nombres de las redactoras que en un
principio integraron la redacción,
entonces ubicada en la Plaza del Mercado,
a la que luego se sumarían Asun,
Ana y María Jesús. Como
fotógrafo, Calleja. Su esfuerzo
y profesionalidad ha llevado a El Norte
de Zamora a fundirse con la sociedad de
esa provincia hasta convertirse en una
cabecera de referencia. No en vano su
realidad y sus intereses se ven reflejados
cada día en las páginas
del rotativo que, con corresponsales en
las comarcas de Benavente, Toro y Sanabria,
ve cómo poco a poco crece su implantación
en estas zonas y en cada rincón
de la provincia.
A finales de ese mismo año volvía
a aumentar la prole de El Norte, aunque
esta vez hacia el sur. La edición
de Segovia salía a escena el 20
de diciembre de 1992 de la mano de otro
grupo de jóvenes periodistas dispuestos
a revolucionar el pobre panorama de la
prensa local. Sería en su salida
el único diario matutino de la
ciudad.
Pero quizás más sorprendente
resultaría su espíritu crítico
e independiente, que puso en alerta a
los sectores más adormecidos e
inmovilistas de la sociedad y sembró
de ilusiones a los que ansiaban un poco
de aire fresco. De sus intenciones, para
que nadie se diera a engaño, se
hablaba claro en la primera ‘Elipse’
–versión segoviana del ‘Hoy
por hoy’ o ‘Zamoreando’–
firmada por Angélica Tanarro. «Vamos
a ser conscientes de nuestros privilegios
por ser de aquí [...] pero vamos
también a mirarnos con sano escepticismo
y sin creer que somos el ombligo del mundo,
la medida de todas las cosas», decía.
Tratando de entender el progreso de la
capital y de la provincia con una mirada
amplia, de proteger su valioso patrimonio
artístico o de defender con criterio
la cultura en todas sus manifestaciones,
la edición de Segovia de El Norte
se lanzó hacia el futuro con las
armas ya descritas, sin complejos, y aterrizó
en el siglo XXI como el diario local y
provincial de referencia.
Y por último, el último
vástago de la familia numerosa,
la edición de Castilla y León,
que hizo su aparición el 12 de
junio del 2002, con la intención
inicial, declarada y cumplida, de reforzar
la información de la comunidad
autónoma primando los contenidos
de la actualidad autonómica.
Para ello, se puso en marcha la coordinación
de los recursos técnicos y humanos
de los que ya disponía la cabecera,
a los que sumó los necesarios para
completar el proyecto. La red de corresponsales
en las capitales y localidades más
importantes de la comunidad, y las redacciones
de las cuatro ediciones ya existentes
sirvieron para sustentar la primera apuesta
informativa de estas características
en Castilla y León.