150 años de historia
EL PRODUCTO
LOS ORÍGENES
  1856-1866
  1867-1876
  1877-1886
LOS ALBA
  1887-1896
  1897-1906
  1907-1916
  1917-1926
  1927-1936
  1937-1946
  1947-1956
  1957-1966
ROYO-VILLANOVA Y ALTÉS
  1967-1976
  1977-1986
GRUPO CORREO-VOCENTO
  1987-1996
  1997-2006
 
 
Grupo Correo-Vocento
 
  Un paseo por la década
 
CONTENIDO
  Diario europeo
  Más suplementos
  Un poco de color
  «El primer objetivo era mantenerse como líder» -Ricardo Bermejo
  Rediseño
  Las Ediciones
Entrada en la UE. El Norte celebró la entrada en la Europa comunitaria. A la derecha, «el primer vallisoletano europeo».
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diario europeo
Javier Aguiar
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El Norte es ya un diario moderno y consolidado que piensa en su expansión mientras son España, que ingresa en la CEE, y el mundo, los que viven una época de importantes cambios
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Más historia. El desmembramiento de la URSS y los Juegos Olímpicos de Barcelona. Las 20 portadas del suplemento.

 

 

 

Tarta. Típico gráfico de ‘tarta’ para explicar la victoria socialista de 1986.

 

 

 

 

EL PRODUCTO

Difusión
La difusión media diaria en el año 1995 era superior a los 34.000 ejemplares.

Publicidad
Una página en blanco y negro costaba 215.000 pesetas y en color, 322.000.

Precio
110 pesetas, 200 los domingos.
Paginación
De 60 a 80 a diario.

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El primer titular del año 1986 anuncia una de las cuestiones que va a protagonizar la vida española de la década que empieza y también de las futuras. «La bandera española ya ondea en Bruselas», decía a un generoso tamaño un titular que venía acompañado de una foto a tres columnas confirmando lo dicho. Para abundar en la vertiente local de la noticia, en el interior otro título destacaba: «Daniel Romarillo Fermoso, el primer vallisoletano europeo».
En esas fechas la opinión ocupaba las primeras páginas del diario, con firmas de prestigio (Cela, por ejemplo, ese primer día, o Lázaro Carreter, que estrena ‘El dardo en la palabra’), y la nota de humor también rayaba a gran altura de la mano de Chumy Chúmez. La información local y provincial mejora e incorpora una sección casi fija sobre ‘Medina y su comarca’ y la regional se amplía con noticias de todas las provincias de la comunidad, haciendo, como siempre, hincapié en las de Palencia, Zamora y Segovia.
El resto de las secciones no varía. Nacional, Exterior, Deportes, Cultura y espectáculos –que se va afianzando, aunque todavía le quedan algunos bandazos para alcanzar su formato definitivo– y la Televisión, que pronto sería desplazada a las últimas páginas. Después, la cartelera –que también crece–, la hemeroteca –un clásico– y los clasificados, que pasan a denominarse ‘Anuncios por palabras’. La última se dedica durante unas semanas a ‘Quién es quien en la Europa de los 12’ y otros temas relacionados con la Comunidad Europea, pero enseguida vuelve a ser el batiburrillo en el que todo cabe.
Las cuestiones europeas se extienden por todo el periódico y amplían el léxico periodístico con términos y acrónimos nuevos, como CEE, IVA o ECU. El suplemento de Economía de los domingos se llena de opinión sobre estos aspectos y, cuando pasa a los martes, inicia el nuevo ciclo como ‘Especial Europa’.
Los titulares hablan, sin olvidar las violencias de siempre, de la polémica entrada en vigor de la ORA en Valladolid, de la implantación de los códigos postales o de un nuevo terrorismo, el islamista, que intentó atentar en el aeropuerto de Barajas en una operación abortada por las policías española, italiana y austriaca.
El incremento paulatino de la paginación que se ha venido apreciando en los últimos años, provocado fundamentalmente por el aumento de la publicidad, se hace especialmente visible los domingos, día en el que la abundancia de anuncios, muchos de ellos de planas enteras, empuja la última a numeraciones antes impensables, que superan siempre las 60 y se acercan no pocos días a las 90.
La ancestral relación del periódico con el mundo de la enseñanza toma cuerpo en ‘El Norte de la escuela’, un suplemento de carácter semanal que acerca la prensa a los colegios y viceversa, dando a profesores y alumnos la oportunidad de vivir en primera persona la confección de un diario y la posibilidad de abrir a la sociedad de Castilla y León las puertas de sus inquietudes y necesidades.
El mes de junio trajo dos acontecimientos de distinto signo que El Norte trató con la merecida atención. El primero, el Mundial de Fútbol de México, que ilustró un suplemento especial que elevó el precio del diario en 30 pesetas –hasta las 90– y el segundo, las elecciones generales que dieron al PSOE su segunda mayoría –«Triunfó la continuidad», titulaba– y al que se dedicaban las 20 primeras páginas, organizadas con mayor criterio y orden que en anteriores ocasiones. La típica ‘tarta’ simulando el hemiciclo daba a los lectores una rápida y exacta información sobre el reparto de escaños en el Congreso de los Diputados. Respecto al Mundial, el resultado fue más previsible, aunque España esta vez llegó hasta cuartos de final.
Nuevos medios
El súbito interés por el diseño y la maquetación, unido a los nuevos medios técnicos que el periódico incorpora, hacen posible un rediseño del diario que cambia casi por completo su aspecto, pero esta cuestión merece capítulo a parte.
Entre noticias que hablaban de atentados y de si se debía o no negociar con ETA, El Norte seguía ofreciendo a sus lectores los suplementos que había lanzado la década anterior. Los sábados, ‘Artes y letras’; ‘Especial Economía’, los martes y ‘El Norte de la escuela’, los jueves. El especial de los domingos desaparece del interior del diario porque a partir de marzo de 1987 el diario reparte el suplemento en formato revista elaborado por Taller de Editores (Tesa), empresa que, junto a la agencia Colpisa, pertenece al grupo editor del que hoy forma parte El Norte. Desde la misma fecha, los sábados se distribuye con cada ejemplar un suplemento sobre televisión, que inicialmente lleva el nombre de ‘Antena TV’.
En 1989 el progresivo incremento del número de páginas mantiene su ritmo y prácticamente a diario se superan las 60. El precio ha subido a 65 pesetas, que los domingos son ya 75. El lunes la información deportiva se agrupa en un cuadernillo de 16 páginas que cuenta con un espacio destacado en la primera. Las fotos del Real Valladolid ocupan cuatro y cinco columnas.
Empiezan a verse firmas de periodistas que hoy siguen cubriendo la información desde la redacción del polígono de Argales. Aparece ‘El telefonazo’, firmado por Argote y a la sección de Valladolid le sale un hermano gemelo que se llama Palencia. La relación entre ambas provincias y el nexo que siempre fue El Norte hacen que, durante un tiempo, una sección fija con esa cabecera se abra un hueco entre las secciones de local y regional.
Después de tanto cambio, las pequeñas reformas que ahora se emprenden resultan nimias. Por citar algunas, en el capítulo de suplementos, nace ‘Agenda juvenil’ –que luego se llamará ‘Guía juvenil’– con sugerencias de estudios, ocio y laborales para los lectores de menor edad, para cuya captación el periódico hace un esfuerzo. El suplemento ‘Campo’ queda con fecha fija, los viernes, y ‘Motor’ se traslada a los sábados. El domingo hace su aparición ‘Noticias de la semana’, un resumen de lo más destacado, y como preludio a los clasificados, las ‘Ofertas de trabajo’, una sección de servicio que crecerá con la actividad económica.
Comienzan los años noventa con un Norte muy grueso, que cuesta 75 pesetas y lleva muchas páginas que hablan de la primera Guerra del Golfo –«Bush (padre) ofrece diálogo a Sadam Husein», reza un titular– o de la nueva Alemania unificada, a la que Manuel Leguineche dedica muchas líneas ya desde su propia agencia, Fax Press.
La televisión privada llega a España y aterriza en un panorama audiovisual adormecido después de tantos de una oferta pírrica. El Norte reacciona y antes de que acabe el año 1990 ya ha creado una sección, con cabecera en su apertura, dedicada a la programación que incluye, además de la parrilla de todos los canales, un comentario en clave de crítica y una plana con informaciones y reportajes. Se sitúa justo antes de la última, lugar donde aún permanece.
La imagen prima y las fotografías aumentan en número y tamaño. Se juega con ellas variando su forma y ubicación y se obliga a los pies a aprovechar los espacios verticales sobrantes. La primera imagen de la sección local que ocupa las cinco columnas reproduce el inicio de las obras de construcción del polígono industrial de La Cistérniga.
La información internacional, desde antaño una de las ‘especialidades’ de El Norte, adquiere una especial relevancia en el inicio de la década de los noventa. No es que nunca hayan faltado guerras y conflictos, sino que los acontecimientos de esta época adquieren rango de históricos. El desmoronamiento de la antigua Unión Soviética o las guerras de Yugoslavia e Irak son solo algunos ejemplos.
José Jiménez Lozano reforzó durante unos años la sección con su comentario –‘Nota internacional’, se llamaba, y la firmaba como J. J. L.–. Además, los avances técnicos y la posibilidad de acceder a nuevas agencias, tanto informativas como gráficas, permitían un tratamiento más cercano, más extenso y exacto de las noticias. Para los datos se contaba con Colpisa, Efe, Upi, Europa Press y Fax Press. Para las imágenes –muchas enviadas por telefoto, como se advertía en el pie– estaban Efe, Reuters y Asociated press (AP).
No mucho más tarde se anuncia en una página dedicada íntegramente al tema la contratación de nuevos corresponsales en el extranjero. Las principales capitales europeas y algunas americanas tendrán un periodista de Colpisa que enviará sus crónicas en exclusiva para la región. Nombres como Rafael M. Mañueco (Moscú), Íñigo Gurruchaga (Londres) o Fernando Iturribarría (París) aún siguen cubriendo la información para El Norte desde sus respectivas corresponsalías.
Algunos días la sección de Internacional –dejó de llamarse Exterior unos años antes– alcanzaba las 10 y hasta las 12 páginas en las que también se apreciaba el creciente interés por el diseño. Nuevos elementos como las fichas o los logotipos incorporados a los cintillos, en los que cada dibujo se identificaba con un tema, ayudan a entender las informaciones. Las entradillas varían su aspecto y cobran nuevas presentaciones y los llamados perfiles desgranan los entresijos de los personajes de actualidad.
En septiembre de 1991 un titular de primera a toda página anuncia con rotundidad el final de uno de esos episodios: «La URSS ya no existe», decía.
En ese mismo mes, Manuel Alcántara, que desde hacía tiempo firmaba artículos en el diario, ocupa un lugar en la última que aún no ha abandonado. Entonces se llamaba ‘Las cosas que pasan’. Cinco días después, el periódico ofrece una secuencia fotográfica –con imágenes cedidas por el diario ‘Marca’– en la que se muestra, tal y como explica el pie de foto, cómo «Michel busca la virilidad del fútbol y la encuentra entre las piernas de Valderrama». La anécdota hirió el orgullo masculino de algunos seguidores del Real Valladolid y el diario plasmó varias de sus airadas reacciones.

Grandes acontecimientos
La abundante información que El Norte dedicó a los dos grandes acontecimientos de 1992 tuvo su colofón con la cobertura de los Juegos Olímpicos de Barcelona mediante un suplemento de entre 16 y 24 páginas que, durante 19 días, recopiló todo lo sucedido dentro y fuera de la villa olímpica, incluidos los deportes más desconocidos y las competiciones de última hora.
En ese mes, en el que el especial de ‘Motor’ pasaba a los lunes y se ampliaba a seis páginas que incluían los precios de todos los modelos, el diario daba cuenta de cuestiones como los prolegómenos de la victoria de Bill Clinton frente a George Bush o el fin de la tregua que ETA había anunciado meses antes.
Había dos secciones que llevaban tiempo existiendo en la ‘clandestinidad’, viviendo una vida errante y buscando la forma y el lugar donde asentarse definitivamente. Economía, dos páginas diarias más las cotizaciones y el comentario de la bolsa, solo merecía un cintillo y seguía apareciendo de cola en Nacional. Sociedad, con igual categoría –solo cintillo– iba y venía y servía para ajustar los clasificados o la cartelera. Sus contenidos incluían la ciencia, la salud, algo de cotilleo y poco más. Ambas ven la luz definitiva como secciones, con su cabecera y todo, en 1994, si bien la segunda todavía tardará un tiempo en definir su contenido, en el que, en principio, no cabían temas como la salud o la ciencia.
Ese mismo año el sello inconfundible de Chumy Chúmez abandona la viñeta de la página de opinión, que es ocupada por Ramón. Entre informaciones sobre la operación para cazar al fugado Luis Roldán, estrella del culebrón de las corruptelas del PSOE, un socialista desconocido era reelegido, no sin oposición, secretario provincial de la agrupación leonesa. Se llamaba José Luis Rodríguez Zapatero. En ese tiempo Arguiñano y sus menús se incorporan al elenco de El Norte y en las páginas de clasificados nace un epígrafe que dará que hablar, sobre todo entre los más puritanos. Su título, ‘Contactos’, no dejaba de ser un discreto eufemismo y, entre las ofertas, había unas también disimuladas –relax, masajes o charlas eróticas– y otras más obvias –‘Susana. Particular’, por ejemplo–.
En abril de 1995 el periódico sube de precio hasta las 110 pesetas y avisa de ello a sus lectores en una nota que justifica el alza en el coste de la materia prima y la falta de papel en el mercado, una situación que pronto afectará a toda la prensa española.

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Más SUPLEMENTOS
Javier Aguiar
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Los números especiales se multiplican por la abundante publicidad y por acontecimientos relevantes como la Expo de Sevilla o las olimpiadas
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Variedad. Algunos de los suplementos.

EL Norte de Castilla es uno de los diarios pioneros en ofrecer suplementos a sus lectores. Inicialmente están animados por el deseo de profundizar en los temas que tratan y ampliar el registro de lectores, pero enseguida se advierte su potencial económico. Cada sector que se atiende posee su propio mercado publicitario y eso hace casi inagotable el filón.
En la década de los grandes acontecimientos –la Expo de Sevilla y los Juegos de Barcelona– el diario sigue ofreciendo un suplemento de los inicialmente citados cada día de la semana. El lunes, ‘Deportes’; el martes, ‘Especial Economía’; el miércoles, ‘Guía juvenil’; el jueves, ‘El Norte de la escuela’; el viernes, ‘Campo’; el sábado ‘Artes y letras’ y ‘Motor’, y el domingo, el ‘Suplemento semanal’, en sus distintas versiones.
El Norte se suma a la moda de los suplementos de fin de semana con formato y papel de revista y a todo color que por esas fechas empiezan a repartir todos los periódicos nacionales. Con ellos, junto a otras promociones, los lectores empezaron a sufrir para llegar a casa con la elevada carga de la prensa dominical. A mediados de 1986 sale ‘Antena Semanal’ y el 1 de noviembre de 1987 aparece ‘Suplemento’, editado por Taller de Editores S.A. (Tesa), que en 1990 pasa a llamarse ‘Suplemento semanal’ y, en 1993, ‘El Semanal’. Hoy ‘XL Semanal’. Es, con distintos nombres, la publicación que ha acompañado los domingos desde hace casi dos décadas a los lectores de El Norte. Junto a él siempre ha estado el ‘Suplemento TV’, con toda la información sobre la televisión y sus protagonistas y también con sus distintas denominaciones. En abril de 1999 se incorporó a la oferta ‘MH Mujer de hoy’, un magacín sobre el mundo femenino.
En julio de 1994 el periódico lanza ‘Domingo. Suplemento’, con 12 páginas en las que se incluían reportajes sobre música, tiempo libre y, como novedad, ‘Historias de sagitario’, un artículo de Rosa Villacastín dedicado a lo que entonces se llamó ‘el corazón’ y que antes se conocía como cotilleo. El cuadernillo de título tan escueto tuvo una vida efímera. Además, el periódico arrastraba una larga tradición de otros números extraordinarios que aparecían anualmente en las celebraciones más señaladas de la vida local y regional –las ferias, la Semana Santa, la Feria de Muestras, las fiestas de los pueblos, la Seminci, más tarde– y cuando los acontecimientos lo requerían informativamente, como los Juegos Olímpicos o los Mundiales de Fútbol.
Para hacerse una idea de lo ‘cargado’ que algunos días iba el periódico, basta con dos ejemplos. El 2 de diciembre de 1983 el diario, que entonces costaba 100 pesetas, lleva 72 páginas, en las que no se incluyen las ocho del suplemento ‘El Norte de la escuela’. Además, ese día se distribuye un extraordinario sobre alimentación con 24 páginas en color y otro de ocho planas para conmemorar el Premio Cervantes que acaban de otorgarle a Miguel Delibes. En total, un jueves la paginación llegaba hasta las 112. El día siguiente bajaba, pero no se quedaba corta. 64 del diario, más 16 de un suplemento especial sobre Las Edades del Hombre y las ocho de ‘Campo’. En total, el viernes, 88 páginas.
En esta década el suplemento comercial empieza a formar parte del producto periodístico. Se lanzan primero aprovechando algún hecho concreto –las navidades, el día de Reyes– u ocasional: por ejemplo, una feria de construcción permite sacar un extraordinario sobre el sector.
Pero en breve, una vez comprobada la rentabilidad del invento, su elaboración se convierte en un reto del departamento comercial y el periódico empieza a editarlos siempre que puede. La construcción es el sector estrella, como la alimentación, el comercio, la gastronomía, la hostelería, las joyas, los regalos o las bodas, cualquier tema es bueno para ocupar una veintena de páginas bien surtidas de anuncios entre los que los textos padecían complejo de inferioridad.
Los otros suplementos, los de día fijo, el de ‘Artes y letras’, el de economía o el de agricultura, siguieron aumentando su calidad hasta convertirse, cada uno en su ámbito, en verdaderos referentes. Son publicaciones interesantes y bien concebidas y realizadas que complementaban a la perfección al periódico en aquellas facetas en las que su propia naturaleza, la necesidad de seguir puntualmente la actualidad, no le permitía profundizar o especializarse. Su prolífica vida se extendió hasta mediados de 1995, fecha en la que dejaron de publicarse.
Poco antes de que esto ocurra, el 26 de marzo de 1995 el diario publica el especial ‘El Norte estrena sede’, en el que, con motivo del traslado de las instalaciones del periódico a su nueva ubicación en el polígono de Argales, se pasa revista a todo el personal de la empresa, uno por uno, desde el presidente hasta el quiosquero. Ochenta páginas en color en las que se desgranaban todos los pasos en la confección del rotativo y se daba cuenta de la ilusión por una nueva etapa y la nostalgia por la concluida.
El Norte ha seguido y seguirá ofreciendo a sus lectores esa suerte de publicación periodística semanal o esporádica que son los suplementos, con periodicidad fija o cada vez que un acontecimiento o el interés general lo requiera.

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un poco de color
Javier Aguiar
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Cuatricromía. Primera y última en color de 1994.

Los nuevos avances técnicos que El Norte va incorporando, la demanda publicitaria y la necesidad de ponerse a la altura de otros grandes rotativos impulsan a los responsables de la empresa a romper una dinámica conservadora, según la cual un periódico serio solo podía imprimirse en blanco y negro, e implantar poco a poco el color en sus páginas.
Si en años anteriores se habían publicado ya varios suplementos en color, las páginas del diario van a atenuar su presencia a base de dosificarla. Técnicamente, desde 1977 era posible imprimir en color plano –es decir, un solo tono en una plancha distinta– pero la cuatricromía tendrá que esperar hasta la llegada del offset.
El rojo apareció primero en algunos elementos de maquetación, como cortes y recuadros, y en pequeños anuncios de páginas determinadas. Con la llegada de la fotocomposición, en 1987, su uso se hace más frecuente y se extiende a la infografía.
Los españoles habían empezado a ver la televisión en color en 1982 y la prensa no podía irle a la zaga. La fotografía de primera empieza a tener color poco después y desde julio de 1994 ya no dejará nunca de tenerlo. Solo un mes más tarde la imagen de última seguirá su ejemplo. Una vez aceptado su uso por todos, lectores incluidos, en muy poco tiempo las páginas de El Norte se verán inundadas por todos los tonos de la paleta del arco iris y ya solo las razones económicas influirán en su mayor o menor presencia. El 1 de agosto de ese año la cabecera del decano aparece subrayada por una banda de color rojo. No se trata de una decisión estética, sino empresarial. Esa banda es la seña de identidad de los diarios del Grupo Correo, a los que la cabecera más que centenaria acaba de sumarse.

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«El primer objetivo era mantenerse como líder»
ricardo bermejo autor del rediseño de el norte de 1987
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EL PRODUCTO

Ricardo Bermejo
Profesor de Diseño en la Universidad de Navarra, dirigió los rediseños de ‘Diario 16’, ‘Deia’ o ‘La Capital’, entre otros.

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Ricardo Bermejo, ‘diseñado’ por él mismo.

 

ES uno de los diseñadores españoles más prestigiosos y, pese a haber mantenido un contacto muy estrecho con los diarios que ha reformado, en España e Iberoamérica, conserva la distancia suficiente para observar la prensa con una cierta perspectiva y para hacer un análisis cabal sobre su situación actual y su futuro inmediato.

–En los años ochenta había una tendencia general hacia los cambios en el diseño de la prensa, ¿de dónde procedía ese ánimo?
–Había un proceso general de cambio en toda la prensa española, yo creo que fruto de la situación que venía de la dictadura. Había ganas de renovación, de actualización, de nuevos contenidos, de nuevas ideas… de nuevas formas de afrontar los hechos. El diseño fue un poco la punta del iceberg de todo eso, de renovar sobre todo unos contenidos muy anquilosados.

–Hasta entonces el diseño preocupaba bastante poco, ¿no?
–Eso se ha dicho siempre, pero yo lo dudo. Creo que el diseño viene casi siempre acompañado, y en esa época fue así, por cambios tecnológicos. Pasar del plomo a la fotocomposición y luego a la digitalización fue un proceso que ayudó a que las ideas gráficas se pudieran representar de un modo más sencillo y más fácil, porque en los procesos manuales era muy complicado, muy costoso, muy lento y requería más mano de obra. Las nuevas tecnologías ayudaron a que el diseño se visualizara, por así decirlo. Por lo menos se podía pensar que era posible hacerlo, cosa que antes no.

–¿Los nuevos medios precipitaron el cambio?
–Había ganas, porque la sociedad estaba cambiando y los medios con ella y desde luego ayudaron mucho las tecnologías que se estaban incorporando. Era una mezcla de ambas cosas.

–¿Cómo definiría el aspecto de los periódicos españoles de la época?
–Eran periódicos un poco oxidados, era un periodismo hecho por buenos periodistas, pero un poco anticuado. No era muy dinámico. También venía de una tradición de grandes lectores, donde la televisión todavía no había ocupado su espacio. La prensa era muy informativa, de periodistas de raza de toda la vida, que escribían largo y a nadie le molestaba que lo hicieran. Todavía no había aparecido el ‘zapping’ en la mirada de las personas.

–¿Cuáles eran los objetivos reales de esos cambios?
–El primer objetivo que se plantea El Norte es mantenerse como periódico de referencia, como líder, y para eso tienes que ir renovándote constantemente. Se buscó trocear la información para que la gente la pudiera digerir mejor y para eso había destacados, sueltos, sumarios, entradillas y otros elementos para facilitar la lectura y así captar a un lector que se estaba perdiendo.

–Y también cuestiones más prácticas, ¿no es así?
–Claro. Se hizo la modulación de la publicidad, que hasta entonces se contrataba por milímetros. Las columnas que fueran, pero la altura por milímetros. Se hizo una ordenación del espacio por módulos, con lo que era más fácil maquetar y contratar la publicidad, y también facilitaba la producción y el cierre, que es la pelea continua de los periódicos.

–¿Hubo alguna postura reacia al cambio en el periódico?
–Yo creo que el más remiso era el gerente, quizás porque tenía menos cultura visual y también porque en algunos casos había un incremento de costes. A Miguel Delibes, por ejemplo, le gustaban los textos largos y bien dotados. Pero la mayoría se mostraron muy dispuestos, incluso la redacción, salvo algunos que se opusieron a los cambios de secciones que se llevaron a cabo.

–¿Daba la impresión de que con menos lectura se iba a trivializar el periódico, a reducir su calidad intelectual?
–Había gente como Delibes o Jiménez Lozano muy culta y muy inclinada hacia la literatura. Pero a veces la literatura no tiene mucho que ver con el periodismo del día a día. Y también que todo era un poco de intuición. Se veía que la solución iba a venir por facilitar la lectura. Pero incluso ‘El País’, que fue un poco el motor de aquellos cambios, tampoco era un ejemplo, porque daba unos textos muy tochos.

–De hecho, desde entonces no ha cambiado tanto el diseño de los periódicos, ¿no?
–Pues no. Efectivamente, aunque han variado las tipografías y se han abierto blancos, en esencia no ha cambiado mucho. En El Norte luego vino Íñigo Noriega (subdirector durante años y hoy director de ‘El Comercio’) y mejoró bastante mi trabajo.

–El cambio en El Norte es sobre todo tipográfico, ¿no es así?
–Se incorporan elementos tipográficos pero también se incoporan más blancos, se oxigena en general, se ordena, se facilita la producción porque se premaqueta, que antes no se hacía, y luego se introducen estos elementos para hacer el troceamiento de la información. La infografía, la fotografía, la tipografía o la ilustración ayudan a hacer la información más visible.

–¿El Norte fue de los primeros en incorporarse a estas innovaciones?
–Sí fue de los primeros, al menos entre los importantes. Puede que ‘El País’ o ‘La Vanguardia’ y quizá ‘Levante’, pero los grandes periódicos regionales estaban muy retrasados en esta materia. En eso Fernando Altés, que era un hombre inteligente, demostró tener olfato.

–¿Qué se busca con un cambio de tipografía?
–Pues pasa como en todo, la moda puede influir, son más bien tendencias, pero en un periódico cuando se lleva muchos años con la misma tipografía te parece necesario cambiar para diferenciarte. Pero también puede ser por legibilidad. Hay apreciaciones muy sutiles, pero son de experto, que la gente seguramente no aprecie.

–¿Se cambió la forma de leer?
–Yo no creo en ese texto que tienes que leer hasta el final. Frente a lo que yo llamo la lectura ‘túnel’ está la lectura ‘helicóptero’, que va de arriba a abajo y de abajo hacia arriba, pero siempre al ritmo que marca el lector. Ahora es posible que se haya abusado y que se haya llevado a extremos, donde ya no puedas leer más de 15 líneas y eso ha podido hacer los periódicos más ligeros. Pero yo creo que una cosa no contradice la otra, que porque hagas un diseño atractivo no tiene por qué dejar de ser una información profunda. Lo que pasa es que ahora profundidad hay en muy pocos sitios.

–¿Es un problema de contenidos?
–Sí, sí, por supuesto. Pero el diseño siempre ha estado en relación con el contenido y debe responder a la filosofía de la empresa.

–En ese cambio, ¿la prensa ha salido perdiendo?
–La prensa no ha perdido nada. Lo que está perdiendo es que no se atreve a dar un paso más adelante. Los editores quieren que su periódico siga pareciendo un periódico y eso puede ser su muerte a medio plazo.

–¿Y cuál es ese paso?
–Atreverse a hacer algo distinto. Algo raro, algo diferente. En la diferenciación está el éxito en todas las empresas y no veo por qué no va a ser así en la prensa. Todos los periódicos al final se parecen unos a otros y nadie se atreve a ser distinto. ¿Por qué siempre hacemos el mismo periódico, con las mismas secciones, las mismas páginas? Es un estilo de trabajo demasiado encorsetado. Habría que sorprender más al lector.

–¿Hacia dónde cree que debería evolucionar la prensa?
–Para mí, son esenciales los contenidos. Creo que debe especializarse en temas muy bien seleccionados porque el acceso a la información ahora mismo es masiva y lo que buscas en tu diario es que te seleccione la información. Y también me la tiene que hacer digerible, entendible y con profundidad. Los buenos periódicos, los que cuidan a sus redactores, son los que tienen el futuro garantizado, los otros, los que solo quieren vender periódicos, dudo mucho que no se los coman.

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Imagen definitiva. Innovación en la sección local: aparece una foto a cinco columnas (1-9-91). Primera portada con el nuevo diseño (3-2-87). A la derecha, la primera fotografía silueteada del diario –arriba– y la nueva imagen de la sección de ‘Exterior’.
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rediseño
Javier Aguiar
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Los medios técnicos que el periódico incorpora y una clara voluntad de modernizarse sirven de excusa y de herramienta para un profundo cambio de imagen que renueva el aspecto de El Norte
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Infografía. Un gráfico en color.

 

 

EL PRODUCTO

Cabecera
En 1987 la cabecera centenaria pasa a ocupar el ancho total del diario y queda subrayada por una banda de color gris.

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El año 1987 comienza con cambios en el diseño de El Norte. La centenaria cabecera adquiere mayor tamaño y ocupa el ancho total de la primera. Por debajo, una banda de tono grisáceo la resalta y separa de los titulares e informaciones, pero provoca la desaparición –que resultará provisional– del viejo lema «El que más circula en la región».
El color rojo se utiliza para destacar los epígrafes y también para la publicidad –en primera y última planas– y hace su aparición en portada un elemento que aún pervive, el índice, que glosa la paginación de cada sección y el número de páginas de cada ejemplar, una tradición de la casa.
Otra de las novedades incorporada en este cambio de imagen son las cabeceras de sección, muy similares a las actuales que, con un gran cuerpo, contribuyen a ordenar el diario según los grupos temáticos que ya vienen utilizándose desde hace años, con ligeras variaciones. La principal, en este sentido, es la aparición de una nueva, denominada ‘Ocio y Cultura’ que en realidad viene a dar carta de naturaleza a una sección que, de hecho, existía desde tiempo atrás.
Había otras dos secciones que seguían existiendo en la ‘clandestinidad’, viviendo una vida errante y buscando la forma y el lugar donde asentarse definitivamente. Economía, dos páginas diarias más las cotizaciones y el comentario de la bolsa, solo merecía un cintillo y seguía apareciendo de cola en Nacional. Sociedad, con igual categoría –solo cintillo– iba y venía y servía para ajustar los clasificados o la cartelera. Sus contenidos incluían la ciencia, la salud, algo de cotilleo y poco más.
Además, la programación de televisión y el comentario con el que se acompañaba ocupan, si bien este cambio se produjo con anterioridad, la última página del periódico.
Los cambios afectan a cada rincón del diario, de hecho se modifica el tipo de letra que se utiliza en todas sus páginas para pasar de la Helvética anterior a una Times Ten Roman. Los titulares también varían de ‘familia’.
El color aumenta su presencia en las páginas de interior y nuevos recursos de maquetación tratan de incorporar el diseño de El Norte a un criterio más moderno, que consiste básicamente en facilitar al lector su tarea. Así, aparecen los despieces, las subnoticias, los recuadros, los destacados o los cintillos, todos ellos elementos que todavía son utilizados.
Sin embargo, todo este ‘boom’ del diseño, propiciado fundamentalmente por la llegada del nuevo sistema de fotocomposición, da, sobre todo en las primeras semanas de su incorporación, una apariencia menos limpia y algo más confusa. Es como si en el fervor de la nueva causa –la del diseño, antes denostada o, más bien, inexistente– se hubiera querido incorporar de golpe todas sus posibilidades. La proliferación de cortes, filetes subrayados y demás, añadida a la más que probable escasa afinación del nuevo sistema de impresión, producía un efecto de acumulación de tinta, en definitiva, de suciedad.
Hay otro cambio de concepto periodístico que, aunque en esta época no queda patente sí se apunta como otra transformación, casi podría decirse revolución, que está en ciernes, la de la imagen.
En unos momentos en los que la televisión está en –y llega a– todas partes y la cultura de la imagen es mucho más que una moda, la prensa se había olvidado de su valor y de su poder. Sin embargo, pronto se da cuenta de su error y se va a poner a corregirlo. Al principio, a trompicones. Luego, con criterio y acierto.
La creciente presencia de grabados y dibujos, así como de una incipiente infografía es palpable. Guerra, que ya llevaba unos años firmando dibujos en el diario, ve cómo su trabajo crece. Pero el interés por la fotografía explota en una suerte de frenesí de experimentación. Las fotos son cada vez más frecuentes –hasta ahora en las páginas de interior eran más bien escasas– y más grandes, a veces sin mucha justificación. En ocasiones adquieren formas atrevidas o disparatadas –muy alargadas o muy apaisadas, rompiendo las columnas…– se superponen unas a otras o se siluetean y, todo ello, como todavía se siguen dando recuadradas, causa un efecto un poco extraño.
El día que se estrena el nuevo diseño y el sistema de fotocomposición, el 3 de febrero, se abre local con la primera fotografía silueteada del periódico. Es, curiosamente, de Andrés Ruiz, «el primer ciudadano agobiado y cabreado de Valladolid», según el titular. El recurso está sin perfeccionar y, aunque quizá en su día causó gran impacto, no ha soportado el paso del tiempo y visto hoy parece una herramienta utilizada sin mirar el manual de instrucciones.
Pero aún es pronto. La calidad de la impresión debe mejorar y la edición fotográfica es aún pura entelequia. Sin embargo, antes de acabar la decimocuarta década de la historia de El Norte, todas estas asignaturas estarán aprobadas. Y con nota.

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La familia aumenta. Portadas de los primeros números de las tres ediciones provinciales de El Norte. Por orden de salida, Palencia, Zamora y Segovia.
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las ediciones
Javier Aguiar
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La vocación regional que el diario mostró desde los inicios se hizo más evidente en una década en la que su expansión le llevó a crear periódicos con personalidad propia en Palencia, Zamora y Segovia
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EL PRODUCTO

Ediciones de El Norte

Palencia: 4 de febrero de 1988.

Zamora: 20 de agosto de 1992.

Segovia: 20 de diciembre de 1992.

Castilla y León: 12 de junio del 2002.

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La estrecha relación que el diario ha mantenido a lo largo de su historia con la provincia de Palencia, y que ya en 1958 dio como fruto una modesta edición palentina –primero de múltiples intentos de acercarlo a sus ciudadanos– cuaja definitivamente el 4 de febrero de 1988, fecha en la que aparece bajo la centenaria cabecera un recuadro en rojo con la leyenda que confirmaba el inicio de su expansión por la región castellana: Edición de Palencia.
Un equipo de cuatro redactores (más el de deportes), «un fotógrafo y un perforista» se atrevían a elaborar a diario las mismas páginas que en la capital de la región hacían justo el doble de periodistas. Aunque la provincia sea más pequeña, pensarían, las páginas son igual de grandes. Todos ellos, con sus fotos y sus currículum, aparecían retratados en el primer número.
Ese día, además de un artículo de opinión, la agenda, una página de deportes y siete de información local y provincial palentinas –el resto del ejemplar era idéntico al de Valladolid– el periódico ofrecía un amplio reportaje de la fiesta de inauguración de la nueva edición. En ella, el entonces presidente de la Junta de Castilla y León, José María Aznar, calificó a El Norte como una de las instituciones periodísticas más importantes de España, «antigua y joven al mismo tiempo» y elogió su «manera de enfocar el futuro».
Un artículo titulado ‘Una presencia progresiva’ repasaba la relación íntima y ancestral entre la cabecera y Palencia, recuperando nombres de corresponsales y colaboradores como Buey Alario, Del Mazo o C. Kellex, seudónimo de Conrado Sabugo que durante años firmó los análisis de la situación del campo de Castilla y León siguiendo la vieja tradición de El Norte.
En los casi veinte años transcurridos desde su creación, la edición de Palencia ha ido evolucionando junto a su ‘casa matriz’, incorporando los avances técnicos y de diseño, creciendo en presencia y en prestigio hasta convertirse en el líder indiscutible de la prensa local y provincial palentina.
Tuvieron que transcurrir cuatro años para que esa vocación regional de El Norte de la que tanto se ha escrito diera a luz un nuevo hijo. Fue el 20 de agosto de 1992 cuando salió a la calle el primer ejemplar de la edición de Zamora, la de las mujeres, pues en ella el dominio del periodismo femenino era total. Teresa, Jacinta y Mar eran los nombres de las redactoras que en un principio integraron la redacción, entonces ubicada en la Plaza del Mercado, a la que luego se sumarían Asun, Ana y María Jesús. Como fotógrafo, Calleja. Su esfuerzo y profesionalidad ha llevado a El Norte de Zamora a fundirse con la sociedad de esa provincia hasta convertirse en una cabecera de referencia. No en vano su realidad y sus intereses se ven reflejados cada día en las páginas del rotativo que, con corresponsales en las comarcas de Benavente, Toro y Sanabria, ve cómo poco a poco crece su implantación en estas zonas y en cada rincón de la provincia.
A finales de ese mismo año volvía a aumentar la prole de El Norte, aunque esta vez hacia el sur. La edición de Segovia salía a escena el 20 de diciembre de 1992 de la mano de otro grupo de jóvenes periodistas dispuestos a revolucionar el pobre panorama de la prensa local. Sería en su salida el único diario matutino de la ciudad.
Pero quizás más sorprendente resultaría su espíritu crítico e independiente, que puso en alerta a los sectores más adormecidos e inmovilistas de la sociedad y sembró de ilusiones a los que ansiaban un poco de aire fresco. De sus intenciones, para que nadie se diera a engaño, se hablaba claro en la primera ‘Elipse’ –versión segoviana del ‘Hoy por hoy’ o ‘Zamoreando’– firmada por Angélica Tanarro. «Vamos a ser conscientes de nuestros privilegios por ser de aquí [...] pero vamos también a mirarnos con sano escepticismo y sin creer que somos el ombligo del mundo, la medida de todas las cosas», decía.
Tratando de entender el progreso de la capital y de la provincia con una mirada amplia, de proteger su valioso patrimonio artístico o de defender con criterio la cultura en todas sus manifestaciones, la edición de Segovia de El Norte se lanzó hacia el futuro con las armas ya descritas, sin complejos, y aterrizó en el siglo XXI como el diario local y provincial de referencia.
Y por último, el último vástago de la familia numerosa, la edición de Castilla y León, que hizo su aparición el 12 de junio del 2002, con la intención inicial, declarada y cumplida, de reforzar la información de la comunidad autónoma primando los contenidos de la actualidad autonómica.
Para ello, se puso en marcha la coordinación de los recursos técnicos y humanos de los que ya disponía la cabecera, a los que sumó los necesarios para completar el proyecto. La red de corresponsales en las capitales y localidades más importantes de la comunidad, y las redacciones de las cuatro ediciones ya existentes sirvieron para sustentar la primera apuesta informativa de estas características en Castilla y León.

 

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