Nueva imagen.
Los terminales empiezan a funcionar
mientras que los más veteranos se
aferran a la máquina de escribir.
.
Los itek
Antonio g. Encinas
.
En 1983, unos terminales
con pantalla de fósforo verde sustituyeron
a las máquinas de escribir; fueron artilugios
que agilizaban la composición y constituyeron
el preludio de la ‘era Mac’
.
LA
TÉCNICA
Sistema
duradero
El ITEK funcionó
desde 1977 hasta 1989, aunque
en El Norte entró
en 1983 y fue sustituido
en 1991.
En conjunto
Durante un año convivió
con el Mac.
...................................
Los predecesores de los Macintosh fueron
los ITEK, unas máquinas equipadas
con pantallas de fósforo verde
que lograban el milagro de justificar
las líneas y de indicar qué
espacio ocupaba el texto que se estaba
tecleando. Eso sí, «en cíceros»,
como recuerda Kote Istúriz, maquetista.
El sistema, visto así, suponía
un avance tremendo respecto a lo anterior,
porque el redactor podía ver cuánto
ocupaba lo que estaba escribiendo. «Había
una máscara en la parte superior
del monitor en la que decías a
cuántas columnas ibas a escribir
el texto. Si era un titular, por ejemplo,
a tres columnas, dos líneas y a
un cuerpo determinado, te decía
si cabía o no. Y cambiabas, o modificabas
un poco el cuerpo, hasta que entraba en
ese espacio», explica Istúriz.
Lo mismo sucedía con el texto.
Se conocía el espacio del que se
disponía, lo que ocurre es que
las líneas de texto iban acompañadas
de una serie de códigos que los
redactores acabaron por conocer de memoria.
Instrucciones del estilo de «*p40iftr»,
como recuerda José Cuenca, hoy
maquetista del periódico. «Todos
los códigos tenían que empezar
por asterisco, si no, no funcionaba. Y
se cerraba con otro asterisco»,
explica. La clave respondía, en
realidad, a una serie de parámetros
muy sencillos. «La ‘p’
era para el cuerpo, y se indicaba a continuación
–p40, por ejemplo–. Después
se decía si era alineado a la izquierda,
‘i’, o a la derecha, ‘d’,
o justificado. Después, la ‘f’
antecedía a la fuente que se iba
a usar, en este caso la Times Roman, ‘tr’».
Si alguien se olvidaba de cerrar el código
con un asterisco podía ocurrir,
y de hecho así era, que un texto
se compusiera con el cuerpo y la fuente
del titular, o viceversa. Lo que obligaba
a revisar todos los códigos hasta
encontrar el error. Algo similar a lo
que ocurre hoy en día con las páginas
web programadas en lenguaje html, por
ejemplo. Cuando se empieza un párrafo
se coloca antes un <p>. Cuando se
termina, se cierra con </p>. Si
se omite este último símbolo,
todo lo que quede a continuación
de la <p> tendrá el mismo
estilo. Había más códigos
que lo complicaban un poquito más
aún. «*b6*» significaba
que había que dejar un espacio
en blanco de seis cíceros. Y si
después de un código se
añadía una «i1.5»
(«*p8,5iftr*i1.5»), significaba
que el interlineado era de espacio y medio.
Esquelas indescifrables Para los redactores, este sistema
supuso tener que adaptarse a una tecnología
por entonces revolucionaria. La adaptación,
eso sí, fue gradual. «Al
principio solo había terminales
en talleres. Se escribían los textos
a máquina y se daban a ‘picar’
al taller. Luego se pusieron en la redacción»,
explica José Cuenca. En los talleres
había diez ITEK cuando en la redacción
todavía no se habían estrenado.
Desde que el periódico empieza
a publicar esquelas –1860–,
esta ha sido una sección que siempre
ha obligado a los talleres a un esfuerzo
adicional. Cuando se componían
a mano, porque los cajistas cobraban por
líneas y eso les suponía
ganar menos. Y en los ochenta, en plena
era de la informática, porque componer
una esquela obligaba a llenar la página
de códigos. «Las esquelas
estaban llenas de códigos y con
muy poquito texto», señala
Cuenca. Había que poner, por tanto,
el doble de atención que al redactar
cualquier noticia, ya que los cambios
de cuerpo, de fuente y de interlineado
eran constantes.
El Norte de Castilla no fue el único
que contó con este sistema, que
funcionó durante casi ocho años,
desde 1983 hasta que apareció en
escena el primer Mac. Los ITEK estaban
ya presentes en 1977, y se distribuyeron
en España hasta 1989. ‘El
Correo’ comenzó a utilizarlos
en el año 1982, y ‘El Diario
Vasco’, en 1983. José María
Cillero entró en El Norte de Castilla
casi al mismo tiempo que el ITEK, y recuerda
que «en ‘Lou Grant’
–mítica serie televisiva
de los ochenta sobre periodistas–
también utilizaban el ITEK».
La diferencia con los ordenadores actuales
se apreciaba a simple vista. Entonces
no había ratón, puesto que
las pantallas no eran más que terminales
conectadas a un servidor central, en las
que la única función que
podía realizarse era la de escribir.
Tampoco había un ‘software’
que se mejorara año a año,
sino que fue un mismo programa desde que
se instaló hasta que se retiró.
Incluso el teclado era más duro
y más pesado que los de hoy en
día. En lo que no cambiaban, según
explica Cillero, era en su habilidad para
quedarse ‘colgados’. «El
momento más delicado era cuando
le dabas a la tecla de componer para comprobar
cuánto llevabas escrito. En ese
momento de ponerse a pensar se colgaba.
Y si no lo habías guardado previamente,
se perdía todo lo que hubieras
escrito».
Los teletipos de las agencias se podían
leer sobre la pantalla, pero al principio
costó que los periodistas más
veteranos se hicieran con el funcionamiento
de estas máquinas. «El teletipo
salía en papel y los conserjes
iban al cuartito donde estaban instalados,
los cortaban y los repartían por
las diferentes secciones. Con el ITEK
luego se buscaban en el ordenador, menos
José Luis Lera, que los cogía
y los pegaba con goma arábiga sobre
cuartillas. En la primera ponía
a mano el titular y el subtítulo,
y lo que más me sorprendía
era que casi siempre los cuadraba»,
comenta Cillero.
Otros se valían de la picaresca
para evitar cortar o alargar texto. «Sabías
que tenías cuarenta cíceros
y te daba que habías hecho 41.
Y lo dejabas para que lo arreglara el
de cierre. Hasta que hice cierre un mes,
y venía Zósimo –entonces
responsable de fotocomposición–
y decía ‘esto se sale, Chema’»,
explica.
.
1. SE/30 mac
plus. Mac Plus que entró
en El Norte de Castilla. Fue a parar a la
sección de Infografía, y permitió
tener más agilidad a la hora de hacer
los gráficos. 2. LCII. Suplió
a los Classic, muy similares. Con una pantalla
aún muy pequeña, desembarcó
en la redacción del periódico
en torno al año 1992. 3. IICI. Fue el primer
servidor de redacción, con una capacidad
de 80 megas de disco duro. Solo recibía
textos de agencias y ocupaba muy poco. 4. 4400. Fue el más
utilizado en la redacción y en talleres.
Tenía ya lector de cedé, era
muy rápido y bastante fiable, apenas
daba problemas de disco duro. 5. Centris. Es una evolución
del anterior, más rápido en
cuanto a proceso y con una mayor calidad
de vídeo. Convivió con el
anterior e incluso con los posteriores G3.
.
6. Quadra
800. Se utilizó como servidor
en las delegaciones, y se adquirió
un Quadra de gama alta para trabajar con
infografía. Podía tener
unidad de cederrón. 7. G3. Fue el gran salto.
Comienzan a albergar discos duros de varios
gigas de capacidad y puede tener incluso
unidad de DVD. La de cedé ya viene
de serie. 8. Imac. Dieron un buen
rendimiento, toda la redacción
contaba con uno, incluía cedé,
mayores discos duros y se utilizó
hasta que cambió el sistema operativo.
9. Imac G4 y G5. Utilizados,
con pantalla de 20 pulgadas panorámica,
en el departamento de diseño sobre
todo. No se aplicaron en el resto de la
redacción. 10. Mac mini. Son los
actuales, con grabador de cedé
y DVD, memoria RAM de 1 giga y disco duro
de 80. Se acompañan de pantallas
planas de LCD de 17 pulgadas.
.
La revolución de la manzana
Antonio g. Encinas
.
La llegada de la informática
cambia el modo de confeccionar y de entender el
periódico; desde la sección de infografía,
que comienza a trabajar con el Macintosh en 1991,
hasta la de documentación, que pasa de
archivar las fotos en papel o en carpetas de negativos
a hacerlo en discos cada vez más reducidos
y con mayor capacidad. Y eso que la revolución
aún no ha llegado a su fin. La tecnología
seguirá marcando el futuro de los medios
.
LA
TÉCNICA
Capacidad
En el año 1995 un
periódico se hacía
con unos 500 megas de información,
incluidas las fotografías.
Ahora se utilizan cerca
de 200 gigas diarios de
información para
confeccionar cada número
de El Norte de Castilla.
...................................
En 1991 aterriza en la redacción
de la calle de Duque de la Victoria el
primer Macintosh. En aquel entonces resultaba
difícil calibrar las consecuencias
que tendría sobre la redacción
y, más importante aun, sobre los
talleres. Una revolución que dejaba
pequeña la que supuso la llegada
de la linotipia sobre la composición
manual. Pedro Guerra, dibujante e infógrafo
del periódico, fue el primero en
pasar por la experiencia de trabajar con
aquel diminuto Macintosh. «Hasta
ese momento mandaba a picar los textos
que acompañaban al gráfico,
«España», «Índice
de paro», «Provincias»,
etcétera, los componían
y luego yo los recortaba y los pegaba
sobre el dibujo», recuerda. «Pasé
a poder dibujar una imagen y poder poner
los textos, lo que era muy importante.
Tuve que aprender a manejar un teclado
porque no sabía escribir a máquina».
Y todo con un cursillo de preparación
de cuatro días.
Las limitaciones de aquel primer Mac eran
enormes. Además de contar con una
pantalla minúscula, «cualquier
dibujo que pasara de 10 o 20 KB bloqueaba
las filmadoras». Lo que daba lugar
a frases tan curiosas como: «Es
que las Canarias pesan 70 KB, y eso es
imposible». Otra frase gloriosa
fue la que acuñó por entonces
José Luis Lera, «si lo escrito
quieres guardar, ‘Manzana S’
has de dar». Y es que las bombas,
los ‘cuelgues’ y las páginas
perdidas eran el nuevo peligro para los
redactores.
Era el año 1991, y tras aquel Mac
todo cambió. «Sabíamos
que era importante, pero no se podía
prever el cambio que se avecinaba»,
señala Pedro Guerra. Aparecieron
enseguida unos personajes nuevos, los
técnicos informáticos. Los
cuatro actuales conocen bien aquellos
inicios de la informática en la
redacción. Isaac e Iván
entraron en 1992; Miguel Crespo, actual
director técnico, en 1993; y José
Antonio, en 1996. Iván ha sido
el encargado, por iniciativa propia, de
guardar celosamente cada máquina
que se quedaba atrás. Más
de una decena en apenas 15 años,
algunas de ellas simplemente ligeras variaciones
sobre su predecesora. En su ‘museo’
hay varios Classic (I y II), un LCII –«aunque
también hubo algún LCI»,
recuerda–, un 4400, «más
parecido a un PC», un Centris,un
IIFx,un IIci, un Quadra 800, un G3, un
Imac, otro Imac II y los actuales, los
Mini Mac, acompañados de pantallas
planas de TFT. Prácticamente, la
historia reciente de Apple.
No todas tenían los mismos usos.
«Los redactores comenzaron a trabajar
con los LC, y algunos, en la sección
de cierre, tenían pantalla grande
para poder revisar las páginas
mejor», explica Iván Hernández.
Las páginas ya se hacían
en QuarkXPress, la misma herramienta que
se maneja hoy, lo que permitía
un gran avance sobre lo que se hacía
hasta el momento en los terminales de
fósforo verde. «A partir
de entonces se veía el texto tal
y como iba a salir publicado. En los terminales
el texto aparecía salpicado de
códigos», señala José
Antonio. Las páginas ‘pesaban’
entonces 12 o 13 KB, y los discos duros
tenían una capacidad de entre 20
y 40 megas. «Aun así, a algunos
se les llenaba porque tenían almacenadas
páginas de varios años y
hoy en día una simple foto te puede
llenar esos discos duros», cuenta
Iván. En la actualidad, una página
que solo contenga texto pesa unos 64 KB,
y si se incluyen las fotos, cerca de 400
KB, más si contiene muchas imágenes.
En talleres también trataban de
tener equipos modernos. Necesarios, sobre
todo, para poder tratar la publicidad.
«Tenían los IIFX, que eran
como los IICI pero más anchos y
con pantalla grande, porque eran los que
picaban los textos para hacer los anuncios
y demás», señala Iván.
De la capacidad de esas máquinas
se puede hacer una idea si se tiene en
cuenta que un IICI actuó como servidor
de redacción en su tiempo, con
80 megas de disco duro y 256 megas de
memoria RAM. Los FX incorporaron un accesorio
muy curioso, que convirtió el paisaje
de la redacción en algo de ciencia
ficción. Se acompañaron
de unas pantallas alargadas que permitían
contemplar la página en tamaño
real, A3, con lo que la maquetación
se simplificaba muchísimo. El
avance de la informática fue tan
vertiginoso dentro del periódico
como fuera, en el resto del mundo. Apareció
el Quadra 900, que hizo de servidor con
200 megas de disco duro y 1 mega de memoria
RAM, infinitamente más rápido
que el IIci. Y se multiplicaron los ordenadores.
En 1995 había en la sala de procesos,
desde donde se controlaba todo, unos diez
ordenadores. Ahora, el ampliado ‘cuarto
de los técnicos’ está
abarrotado de máquinas, y una habitación
más en la planta de arriba alberga
un enorme armario con otros 19 ordenadores
apilados, algunos con dos procesadores,
que son los servidores donde está
toda la información y se ejecutan
todos los procesos para confeccionar el
periódico. Junto a ellos, una cabina
de almacenamiento con 28 discos duros
de entre 36 y 72 gigas cada uno.
Redacción
portátil
Los
periódicos han conseguido
algo que asombraría
a los trabajadores de El Norte
de Castilla de hace 150 años,
que la redacción sea
portátil. No hace falta
estar en el mismo edificio,
ni en la misma ciudad, ni
siquiera en el mismo país
que el resto del periódico
para conseguir que las páginas
salgan publicadas en apenas
unas horas. Un móvil
y un portátil son ahora
el único equipaje que
un redactor necesita para
poder tener el periódico
en sus manos. Literalmente,
porque en los actuales ordenadores
portátiles se puede
diseñar páginas,
guardar cerca de mil maquetas
predefinidas, acceder a Internet
vía Wifi o con tarjetas
3G, que arrojan una velocidad
similar al ADSL, o retocar
las fotos que van a utilizarse
para ilustrar la información.
En esto también hubo
precursores. Los fotógrafos
han sido siempre los pioneros
a la hora de probar los artilugios
novedosos que aterrizaban
en la redacción. Uno
de sus primeros compañeros
de viaje fue un Powerbook
170 de Apple, con una pantalla
de 9,8 pulgadas en blanco
y negro y con una bola situada
bajo el teclado a modo de
ratón. Contaban con
unidad de disquete de 3,5
pulgadas y conexión
a la línea telefónica.
Tan solo disponían
de 4 megas de memoria RAM
y un disco duro de entre 40
y 80 megas, según el
modelo. Cuando salió
al mercado, en 1991, costaba,
al cambio actual, 3.600 euros.
El paso siguiente fue drástico.
El periódico adquirió
varios modelos del G3 400,
ya equipado con lector de
cedé y, en algunos
casos más recientes,
de DVD. Tenía desde
64 megas de RAM y 4 gigas
de disco duro. La pantalla
era mucho mayor, de 14 pulgadas,
y en color, y su peso era
menor.
Los ‘ibook’ actuales
tienen unidades grabadoras
de cedé y DVD, pesan
casi 2,5 kilos y conectan
a Internet de alta velocidad
sin cables o a través
de una tarjeta 3G.
Documentación Una sección en la que se
ha notado de un modo particular el avance
tecnológico es la de documentación.
No hace muchos años, en los primeros
noventa, el archivo fotográfico
de papel era aún el lugar al que
se debía acudir obligatoriamente
para encontrar aquel ‘careto’
–en argot periodístico–
de un concejal, o aquella jugada del partido
del Real Valladolid por la que fue expulsado
Fernando Hierro. El proceso era lento,
y aun lo era más buscar un texto
anterior en la hemeroteca de papel. Quizá
por eso, las informaciones de cada redactor
se acumulaban en inmensas pilas de folios
impresos, más fáciles de
consultar que los tomos encuadernados.
La sección de documentación
como se entiende hoy en día surgió
casi con la informática, en el
año 1990. Hasta ese momento, cada
cual archivaba sus cosas como podía.
El caso más curioso era el del
fotógrafo Patricio Cacho, que apuntaba
en unos cuadernos cada día las
fotos que había hecho y en que
rollo de película estaban. Esos
rollos los iba guardando, a su vez, en
las cajas vacías de papel fotográfico.
Desde el año 1990 se comenzaron
a guardar todos los negativos en álbumes,
mientras que las fotos seleccionadas para
publicarse y unas cuantas más se
almacenaban informáticamente. Entre
1990 y 2001, cuando comienza la verdadera
‘era digital’, se completaron
116 carpetas de negativos.
Con la llegada del programa ‘Phrasea’
se comienzan a archivar las imágenes
en unos disquetes de tamaño descomunal
que se leían por los dos lados,
y que tenían una capacidad de 6
gigas. «Se estropeaban muchísimo,
se gastaron unos ocho, aunque solo se
utilizaban dos, y nunca llegaban a llenarse
porque se averiaban antes», recuerda
María Ángeles Merino, de
Documentación. Esos ‘superdisquetes’
tan solo funcionaron tres años.
Después, las fotos escaneadas comenzaron
a guardarse en un servidor.
Almacenamiento delicado
El Phrasea, pese a ser un adelanto, también
tuvo sus inconvenientes. Al poco de instalarse
se averió la base de datos con
todas las fotos almacenadas. Se habían
corrompido los índices, y los de
la copia de seguridad también estaban
corruptos. Algún defecto de la
aplicación los estropeaba y provocaba
que no se encontraran fotos que estaban
almacenadas, o que algunas imágenes
salieran con otro nombre. Miguel Crespo,
hoy director técnico, tuvo que
salir en avión hacia París,
sede de la compañía responsable
del programa, para que recuperaran las
bases de datos. La misión salió
bien, afortunadamente, y a los dos días
aterrizó en Valladolid con las
fotos sanas y salvas.
Desde el año 2001, cuando la fotografía
digital desembarcó en El Norte
para quedarse definitivamente, las imágenes
empezaron a guardarse en cedé.
Dos o tres días de trabajo de los
fotógrafos del periódico
daban para llenar un cedé. «Salvo
en San Mateo, cuando un solo día
da para dos o tres», matiza Merino.
La capacidad varía, puesto que
las cámaras han mejorado paulatinamente
y han conseguido que las fotos ‘pesen’
más. Así, un cedé
podía albergar unas setecientas
fotos comprimidas en el año 2004.
En septiembre del 2005 comenzó
a utilizarse el DVD. Sin embargo, la capacidad
alcanza las 1.400 fotos sin comprimir,
aproximadamente. Y es que antes una imagen
lograda con una cámara digital,
sin tratar, ‘pesaba’ unos
800 KB. Ahora rebasan los cuatro megas.
Más resolución, más
peso y menos imágenes de las que
se podía esperar en mucho más
espacio.
.
los ratones. Desde
el primer ratón de Macintosh hasta
el actual.
.
internet
Antonio g. Encinas
.
La Red desembarca, primero
tímidamente y después como un maremoto
que todo lo trastoca, y cambia desde la forma
en que se establece la redacción hasta
su comunicación con el resto del mundo
.
Una nueva palabra tomó al asalto
los departamentos técnicos en cuanto
los ordenadores irrumpieron en la redacción:
Red. Primero, la que une todos los terminales
del periódico y después,
en un avance inconmensurable, la red de
redes, Internet. La posibilidad de conectar
entre sí todos los ordenadores
permitía acelerar el tratamiento
de la información, pero también
obligaba a resolver algunas cuestiones
técnicas. La primera era, simplemente,
tirar cable. En las ya vetustas oficinas
de la calle Duque de la Victoria había
que circunvalar paredes, subir una planta
para poder conectar a la aislada sección
de Deportes y enlazar decenas de tramos
de cable coaxial a base de uniones en
forma de ‘T’. Entonces no
existían los cables de red actuales,
los RJ-45 trenzados, sino que la conexión
se hizo, en primer lugar, con cables telefónicos
unidos por bifurcadores. Después
llegó el cable coaxial, como el
de la antena del televisor. Ofrecía
mayor calidad y rapidez en la conexión,
aunque debía asegurarse muy bien
para evitar que se soltaran y que las
agencias, por ejemplo, se ‘cayeran’.
Es decir, que dejaran de aparecer en la
pantalla.
LA
TÉCNICA
Banda
estrecha
La red inicial del periódico
apenas alcanzaba velocidades
de 400 kilobytes.
Banda ancha
La llegada del ADSL disparó
la velocidad de la conexión
a Internet en el periódico,
y el UMTS ha permitido hacer
lo mismo trabajando a distancia
con un portátil.
...................................
Velocidad en aumento Hoy, la Red es un elemento imprescindible
en el quehacer diario del periódico,
y cualquier incidencia en las líneas
supone un grave trastorno. Por un lado,
conecta cada una de las tres delegaciones
–Zamora, Palencia y Segovia–
con la sede central. Por otro, permite
la comunicación entre cada parte
del periódico. Y por último,
Internet cobra protagonismo con la creación
de nortecastilla.es y pasa a ser una fuente
más y, al mismo tiempo, un medio
propio.
El avance ha sido drástico. En
1993 tan solo había Internet en
el departamento técnico, y se accedía
a la red de redes a través de un
módem de 56 K. Ahora, no hay terminal
que se precie sin una buena conexión.
Para que los redactores puedan acceder
a Internet se utilizan dos línea
con capacidades de descarga de 8 y 4 megas,
respectivamente. También hay una
red corporativa con una velocidad de bajada
de 10 megas. Además, cada una de
las delegaciones tiene acceso mediante
una ADSL con 4 megas de bajada para poder
navegar sin dificultades, además
de otra para comunicarse con Valladolid.
Internet ha conseguido dotar de autonomía
a los redactores y a los fotógrafos,
una tendencia que va a más y que,
si fuera necesario, permitiría
confeccionar un periódico entero
sin pisar la redacción. Los primeros
portátiles se conectaban a través
de la línea telefónica,
gracias al módem incorporado, y
el proceso era muy lento. Además,
había que tener en cuenta si las
líneas por las que se conectaban
–fundamentalmente desde los hoteles–
pertenecían a una centralita, o
si el tono se obtenía por pulsos,
por ejemplo. Las conexiones se interrumpían
con facilidad, y enviar una foto resultaba
muy lento.
La llegada de los móviles permitió
dar un paso más. Ya no era necesario
tener a mano una línea de teléfono
fija y la conexión era más
segura, solo había que cerciorarse
de que había cobertura suficiente.
Sin embargo, conectarse a través
de una red GSM apenas permitía
una velocidad teórica de 9.600
bits por segundo, que en la práctica,
para enviar textos o imágenes,
rara vez superaba los 2.500 bps.
La telefonía móvil de tercera
generación, o UMTS, ha aumentado
las posibilidades. Aunque la navegación
por Internet a través del móvil
aún se encuentra en una fase inicial,
enviar páginas se ha simplificado
muchísimo. Unas tarjetas incorporadas
al ordenador portátil permiten
trabajar con conexiones similares al ADSL
y, próximamente, superiores. La
guerra de las marcas de telefonía
por ofrecer nuevos y más potentes
servicios ha hecho que la tecnología
avance exponencialmente. Ver la televisión
a través del móvil con alta
calidad es ya una realidad en países
como Japón, y la expansión
de las redes Wifi permite acceder cada
vez en más lugares a Internet de
banda ancha, con lo que el envío
de páginas o imágenes se
ha convertido en algo sencillo y rápido.
El progreso, en tanto, se ha cobrado sus
víctimas. En el caso de Internet,
la gran red ha amenazado la supervivencia
de muchos objetos que ya eran clásicos
en las redacciones. El fax recibe ahora
muchísimos menos encargos que antaño,
mientras crece a su alrededor el uso generalizado
del correo electrónico.
El Norte de Castilla mantiene aún
dos faxes en la redacción, aunque
cada vez son menos las notas de prensa
y comunicados que llegan por esa vía.
El futuro no es nada halagüeño
para ellos, sobre todo porque la gran
mayoría de los usuarios eran gabinetes
de prensa que hoy utilizan el ‘e-mail’
para abaratar costes y, de paso, asegurarse
de que sus envíos llegan sin incidencias.
Internet es ahora una realidad incontestable
que además obliga al periódico
a amoldarse a sus normas y a sus modos
de producción. Crear nortecastilla.es,
canales propios en la web, o géneros
como los blogs o los videochats ha sido
solo el principio. Todo ello acompañado
por una red aún más amplia
que comunica entre sí todos los
diarios de Vocento, grupo editor de El
Norte, y que permite que las informaciones,
las fotos, incluso las páginas
completas y, en un futuro, las imágenes
o el audio puedan servir para dar el siguiente
paso en la evolución de la prensa
escrita, ya sea en papel o en la pantalla.
.
ampliaciones
Antonio g. Encinas
.
La Harris aumenta con tres
cuerpos más durante su ya larga estancia
en el periódico, y además se ve
rodeada por otras máquinas modernas, como
encartadoras o plastificadoras
La historia
de una rotativa suele abarcar varios lustros,
e incluso décadas. Eso, en una
época de avances tecnológicos
continuos, como la actual, hace que el
aspecto de la Harris que hoy presta servicio
en El Norte sea radicalmente diferente
del que tenía la que llegó
a la nave del polígono de Argales
en 1984. Aquellos cinco grupos de impresión
se han convertido hoy en una ristra de
ocho, muchos de sus procesos se han mecanizado,
y a su alrededor han surgido máquinas
que en los años ochenta no existían.
La primera ampliación no tardó
demasiado en llegar. El interés
por empezar a utilizar color en las páginas
y el hecho de vivir una época en
la que el papel era abundante hicieron
que en 1988 se incorporara un nuevo grupo
de impresión. Después hubo
que esperar a la década de los
noventa para ver dos nuevas adquisiciones.
En 1993 se compró un grupo de impresión
más, y el 10 de octubre de 1997
se añadió otro. Este último
tiene una peculiaridad, y es que El Norte
de Castilla se hizo con él de segunda
mano, procedente de una empresa holandesa.
En realidad, el cuerpo que más
tardíamente se incorporó
a la rotativa era más antiguo que
los de las dos ampliaciones anteriores,
puesto que se fabricó en 1987.
La Harris ha crecido en capacidad y además
se ha modernizado a lo largo de estos
22 años. En 1992, por ejemplo,
se automatizaron los portabobinas, que
hasta ese momento eran manuales. Recientemente
ha visto cómo otras máquinas
completaban sus servicios. Así,
una ‘embuchadora’ ha venido
desde el 1 de enero a mejorar la atención
que se presta a los suscriptores. El periódico
queda envuelto herméticamente en
una bolsa de plástico hecha a medida
y de ese modo está a salvo de chaparrones
inoportunos o de rasguños. Este
invento, aparentemente sencillo, implica
utilizar durante un año unas 580
bobinas de plástico, cada una de
ellas de 2.100 metros de longitud. Al
cabo del año, la máquina
habrá plastificado más de
2,5 millones de ejemplares. Una impresora
de inyección directa y un programa
de ordenador permiten que cada ejemplar
plastificado salga ya con su destinatario
impreso.
También se han modernizado los
marcadores, que sirven para hacer encartes.
Desde 1990 hasta el 2000 se hicieron con
una máquina, pero en agosto del
año 2000 se adquirió una
Newsliner que permite hacer cuatro encartes
en formato periódico, uno con alimentación
automática y tres con alimentación
manual. Además, otro marcador permite
introducir un encarte más con un
formato, como máximo, del tamaño
de una cuartilla aproximadamente.