Bajo la nueva dirección
se establece un sistema de trabajo más
participativo. José Luis Lloret y Carmen
Gutiérrez sustituyen a Íñigo
Noriega y María Eugenia Marcos como subdirectores.
.
LAS PERSONAS
José Luis
Lloret
Llega a El Norte en el 2000. En
el 2004 es nombrado subdirector.
Carmen Gutiérrez
Tras 27 años en ‘El
Correo’, se incorpora en el
2004 a El Norte como subdirectora.
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NUEVO
ESPACIO. En 1995, la redacción
se traslada a Vázquez de Menchaca.
/ R. Gómez
En las reuniones
de las mañanas siempre hay un redactor
jefe que pone las cosas en su sitio. ‘El
periódico de hoy es manifiestamente
mejorable’. Ese cambio de impresiones
supone para todos una buena dosis de autocrítica
y una exigua satisfacción a pesar
del trabajo bien hecho… A las 19.45
se repite la reunión de la mañana.
Los redactores jefes venden con desigual
convicción los temas susceptibles
de ser incluidos en la primera página».
Los redactores que abandonaron el periódico
antes de los primeros años noventa
se hubieran sorprendido ante la descripción
de tantas deliberaciones colegiadas a
la que se refería aquel artículo
publicado en el especial del 26 de marzo
de 1955, con motivo del traslado de El
Norte a Vázquez de Menchaca.
Era el germen de un sistema de trabajo
que, poco después, permitiría
aplicar un nuevo modelo editorial en el
que, además de las apuestas del
periódico para el tercer milenio,
había un mayor flujo de información
y contraste en la valoración de
los temas, que debía repercutir
en la calidad del periódico.
Carlos Roldán se estrenaba como
director aplicando nuevos métodos
que modificarían la estructura
del trabajo. Las nuevas instalaciones,
además, facilitaban las cosas.
A lo largo de esta década se produjeron
también cambios importantes en
el entorno de la dirección. Íñigo
Noriega abandonó la subdirección
para dirigir ‘El Comercio’
y María Eugenia Marcos se recluyó
en su despacho para hacerse cargo de la
sección de Opinión. En la
mesa de redacción les sustituyeron
dos nuevos subdirectores.
José Luis Lloret Diez de Rivera
(Valencia, 1962), licenciado en Ciencias
de la Información por la Universidad
de Navarra, había comenzado su
carrera en ‘Las Provincias’,
de Valencia, y en la ‘Hoja del Lunes’
de la misma ciudad. Posteriormente, fue
subdirector de ‘La Rioja del Lunes’,
en Logroño; director de ‘La
Voz de la Rioja’ en 1993 y, tres
años después, responsable
de Comunicación y Producción
del Grupo Deca, empresa que integraba
servicios de publicidad y consultoras.
Antes de incorporarse a El Norte, fue
redactor jefe de ‘Diario de Avisos’,
de Santa Cruz de Tenerife, donde puso
en marcha las secciones de edición
y diseño, además de encargarse
de la modernización del sistema
de documentación y del archivo.
Lloret se incorporó a El Norte
en el año 2000. En junio del 2004,
asumida ya la jefatura de Edición,
sumó a esta función el cargo
de subdirector.
Carmen Gutiérrez Fraile (Vitoria,
1955), licenciada también en Ciencias
de la Información por la Universidad
de Navarra, inició su carrera profesional
en 1977 en la delegación de Vitoria
de ‘El Correo’ donde, tras
una década como redactora, asumió
la jefatura de la sección de Local.
En 1996 recibió el encargo de poner
en marcha el suplemento cultural de ‘El
Correo’, ‘Territorios’.
Dos años después fue nombrada
jefa de Cultura y en 1999 se hizo cargo
de Sociedad. Tras seis años en
Bilbao, volvió a Vitoria como redactora
jefe de Local. En octubre del 2004, se
incorporó a El Norte como subdirectora.
Los dos subdirectores comparten la mesa
de redacción con Teresa García
Fueyo y Fernando Bravo. Tras una larga
trayectoria en el diario, iniciada en
1985, García Fueyo encabezó
la puesta en marcha la delegación
de Zamora y en el 2000 se incorporó
a la redacción de Valladolid como
redactora jefe de fin de semana. Fernando
Bravo, adjunto a la Dirección,
coordina también la información
de Internet.
Taller menguante La aplicación de las nuevas
tecnologías, una de cuyas consecuencias
es un mayor grado de autoedición,
fue modificando también a lo largo
de los últimos años la estructura
de la redacción, vecina de la sección
de preimpresión, que iba perdiendo
espacio en favor de los redactores. De
los viejos talleres que sobrevivieron
en Montero Calvo hasta finales de los
setenta ya no quedan más que algunos
cajistas y linotipistas reconvertidos
a los nuevos oficios de una cada vez más
exigua sección de preimpresión.
Las bajas por jubilación de veteranos
trabajadores como Rafael Sánchez
Frades, José María González,
Pablo Callejo, Fernando Argüello,
Francisco Gómez de Pedro o Cirilo
Hernández no tendrían relevo.
Otros, como Delfín Sanz, Ignacio
y Miguel Ángel Alonso, Lourdes
de la Torre o Paz Suárez encontraron
una nueva proyección laboral en
distintos departamentos de la administración,
en un tránsito paralelo al que
un grupo de licenciados hizo desde el
taller a la redacción en los primeros
ochenta. La sección de preimpresión
queda así integrada por los antiguos
cajistas Miguel de Torre (jefe de producción)
, Zósimo Villalba (jefe de sección)
e Isidro Ferrero; el ex linotipista José
María Espeso (jefe de sección)
y los que fueran trabajadores de fotomecánica
y fotocomposición Francisco José
Quintero (jefe de sección) Agustín
Rodríguez, Manuel Collantes, Teodoro
Fernández, Luis Herrero, Luis Vargas,
Antonio Quintero, Carlos Herrero y David
Carabias.
Digital creciente La reducción del taller,
hoy preimpresión, es proporcional
al crecimiento de la edición digital
de El Norte. Nortecastilla.es constituye
un gigante en ciernes que en menos de
una década ha pasado del anonimato
apenas intuido por unos pocos pioneros
de la red a contar con 324.000 usuarios
únicos en septiembre del 2005 y
más de nueve millones de páginas
vistas. Bajo la gerencia de Javier Escribano
Cordovés, Beatriz Sastre Gutiérrez,
Carmen Nuño Conde y María
Eugenia García Gil actualizan contenidos
y diseñan canales, servicios y
especiales para la audiencia de internautas.
.
«¿Por qué
El Norte? Por su credibilidad»
Carlos Roldán San
Juan director de el norte de castilla
Fernando Bravo
.
Con 30 años de profesión,
once de ellos como director de El Norte, reedita
el manifiesto de independencia del rotativo formulado
por Quintín Pérez Calvo y cree en
un periodismo riguroso y profesional para mayorías
.
Director.
Carlos Roldán San Juan,
en la redacción de Vázquez
de Menchaca. / Ramón
Gómez
LAS
PERSONAS
Carlos Roldán
San Juan
Tras 20 años en la
delegación de ‘El
Correo’ en Vitoria y
nueve meses en ‘La Verdad’
de Murcia, relevó a
Jiménez Lozano en la
dirección de El Norte
en1995
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Jiménez LOZANO, Miguel Larrea,
Íñigo Noriega y María
Eugenia Marcos allanaron su llegada a
El Norte. Larrea, incluso, reprochó
a la redacción su falta de interés
por intentar averiguar el nombre y gracia
del nuevo director el día que reunió
a los subdirectores y redactores jefes
para anunciar la llegada de Carlos Roldán
San Juan (Bilbao, 1950), en noviembre
de 1994. No habían circulado quinielas
y, acaso por ello, no había prejuicios.
Solo expectación. Después
de casi veinte años en la delegación
de ‘El Correo’ de Vitoria
–los últimos diez como delegado–
y un periodo de nueve meses en ‘La
Verdad’ de Murcia, Carlos Roldán
se convirtió en el primer director
de la nueva etapa de El Norte, marcada
por su pertenencia a uno de los mayores
grupos editoriales, que abordó
el nuevo siglo con una solida presencia
en el periodismo digital de la mano de
nortecastilla.es
–El hecho de dirigir una
redacción con 150 años de
historia, ¿añade alguna
responsabilidad adicional a su labor o
lo considera simplemente una feliz coincidencia? –Se trata de una feliz
coincidencia, aunque es cierto que un
periódico con 150 años de
historia llega a impresionar, sobre todo,
cuando en las celebraciones de este año
reflexionas sobre una trayectoria tan
dilatada. Por El Norte han pasado personalidades
del periodismo como Miguel Delibes, José
Jiménez Lozano, Francisco de Cossío,
Francisco Umbral, Manuel Leguineche, Martín
Descalzo y otros muchos. Ha sido una escuela
de periodistas que es un punto de referencia
del periodismo español y, aunque
los tiempos han cambiado, seguimos tratando
de no defraudar las expectativas depositadas
en un diario tan longevo.
–Esta veteranía
y la misma trayectoria del periódico,
¿pueden suponer de algún
modo un lastre para la nueva forma de
hacer periodismo? –De ninguna manera. Los
periódicos se renuevan constantemente.
Y El Norte, lógicamente también.
Es posible que su renovación haya
sido la larga vida de El Norte y haya
propiciado su larga permanencia. El periódico
es un elemento renovador por excelencia.
No es inmovilista. Otros medios de comunicación
son más inmovilistas que los periódicos.
No hace falta más que ver el ejemplar
de un periódico de hace cinco años.
El periodismo siempre se ha basado en
ofrecer noticias. En esto seguimos.
–Las personas y las tecnologías
cambian. Hasta la propiedad de El Norte
lo ha hecho, una vez más, hace
doce años. ¿Ha sido complicado
el ajuste de la línea editorial
si es que se ha producido? ¿Ha
sido difícil acomodarse a la línea
de Vocento? –Mi llegada a El Norte
se produjo unos meses después de
la adquisición del periódico
por parte del entonces Grupo Correo. Yo
llevaba veinte años en este grupo
de comunicación. Vocento es un
grupo profesional y, en este sentido,
respeta al máximo la autonomía
de sus periódicos, porque su gran
baza es la información local y
regional. Por otra parte, El Norte ya
estaba muy relacionado con él a
través de la agencia Colpisa. Por
consiguiente, ya hablábamos el
mismo lenguaje profesional.
–Durante décadas,
el éxito de El Norte se basó
en la información agraria, en la
reivindicación de las mejoras para
el medio rural y en la categoría
literaria e intelectual de sus firmas
locales. Hoy, estos pilares tienen menos
peso. ¿Cuáles son los retos
y las bazas para mantener su liderazgo? –A veces la categoría
literaria e intelectual de las firmas
se valora más con el paso del tiempo.
Hoy también tenemos firmas de gran
relieve. El reto principal del periódico
es adaptarse a los nuevos tiempos que,
por cierto, no se caracterizan precisamente
por la existencia de una prensa boyante,
sino más bien por un modelo de
prensa que deberá cambiar. La baza
de El Norte es simplemente intentar hacer
un periodismo de calidad. Debemos aprovechar
las ventajas de nuestro soporte para ofrecer
la lectura reposada. Tenemos una gran
credibilidad, y por consiguiente, una
gran responsabilidad pero debemos ahondar
en la calidad y en la información
propia y diferenciada. Profundizar también
en un sólido contenido local y
regional.
Una relación
profesional casi inédita
l 9 de
mayo de 1996, 18 meses después
de llegar a El Norte, Carlos
Roldán oficia como
maestro de ceremonias de una
singular cena-homenaje a la
que acude la mayor parte de
la redacción y un buen
número de trabajadores
de otras secciones. Es la
despedida de José Luis
Lera, 26 años ligado
como redactor al periódico,
todo un personaje en el mundo
taurino y en la vida cultural
vallisoletana. A los postres,
Carlos Roldán, casi
un recién llegado,
toma unas cuartillas para
leer lo que presumiblemente
iba a ser una cortés
despedida y un agradecimiento
por los servicios prestados.
Pero a medida que lee, Roldán
desvela datos, anécdotas
y situaciones de la trayectoria
personal y profesional del
homenajeado que se remontan
décadas atrás,
hace referencia a personajes
cuya existencia se supone
que no podía conocer
y describe al homenajeado
con todo lujo de detalles
en un escenario que Roldán
no tuvo posibilidad de pisar.
El homenaje cumplió
el objetivo de destacar la
trayectoria de José
Luis Lera y, al mismo tiempo,
confirmaba que Carlos Roldán
era un periodista de Valladolid.
Algunos de los presentes se
sorprendieron, porque «el
de Bilbao» parecía
saber más que ellos
de un compañero con
el que habían compartido
muchos años de trabajo.
Carlos Roldán había
llegado a Valladolid con lo
previsible: agenda, seguimiento
de la noticia, contraste de
la información, rigor,
cuidado en la edición...
Pero también había
traído consigo una
forma de relación personal
con los miembros de la redacción
casi inédita. Desterró
el paternalismo, pero se ocupó
de conocer personalmente a
todos sus miembros, y de que
le conocieran. Consultó
sus aspiraciones y reorganizó
la redacción teniendo
en cuenta las aspiraciones
de la mayoría. Y luego
se puso a investigar. Para
lo de las despedidas.
–«Republicano no
es; unionista, tampoco; progresista no
parece; moderado, menos; carlista, ni
por sueños; neocatólico,
ni se acerca; pues ello algún color
tendrá, porque no hay persona de
regular criterio en España que
no siga las inspiraciones de algún
hombre eminente en los cuales están
encarnados los llamados partidos...»
En junio de 1889, un antecesor suyo, Quintín
Pérez Calvo, publicaba un artículo
titulado ‘Resabios de la Antigua
Usanza Política’ en el que
defendía la independencia política
del periódico como eje de su línea
editorial. ¿Se atreve a reeditar
aquel manifiesto en el contexto de 2006? –Me atrevo, efectivamente,
a reeditar este manifiesto de 1889. La
independencia debe entenderse como la
desvinculación de cualquier compromiso
informativo o editorial con un grupo político
o financiero, lo cual no quiere decir
que seamos neutrales ante los conflictos
que unos y otros mantengan entre sí.
Nos esforzamos a diario por mantener relaciones
fluidas con todos los partidos políticos.
Tratamos de practicar un periodismo riguroso
en los hechos y plural en la opinión.
Hacemos un periodismo profesional para
mayorías. No nos interesa participar
en las luchas de poder. Nuestra independencia,
eso sí, está balizada por
nuestros principios editoriales. Son unos
principios comprometidos con la legalidad
democrática que emana de la Constitución.
Este compromiso se extiende naturalmente
a la defensa crítica de las instituciones
en sus diferentes ámbitos.
–Los medios han cambiado
mucho en las tres últimas décadas.
Usted, que ha trabajado con varias generaciones
de periodistas, ¿puede definir
en qué han cambiado los profesionales?
Da la impresión de que la técnica
de la comunicación ha mitigado
en cierta forma el compromiso social. –Los periodistas han adquirido
una mayor preparación profesional.
Tienen mejor formación intelectual.
Al mismo tiempo, los periódicos,
en su mayoría, disponen de un mayor
número de periodistas que pueden
dedicarse con más sosiego a determinadas
parcelas de la información. Tal
vez la profesión ha perdido un
cierto romanticismo. Lógicamente
los profesionales utilizamos ahora unos
medios técnicos que no existían
hace años y que ofrecen unas posibilidades
infinitas de edición. Habrá
que tener cuidado, sin embargo, con que
estos medios sean cada vez más
manejables para los periodistas, de no
descuidar la creatividad y de que no nos
distraigan de buscar noticias, que es
uno de nuestros cometidos más importantes.
–Usted ha nacido en Bilbao.
Desarrolló la mayor parte de su
vida profesional en Vitoria. ¿Qué
fue lo que más le llamó
la atención de los vallisoletanos
al llegar a El Norte? ¿Y del periodismo
que se hacía entonces en el diario?
–Valladolid es una ciudad
de acogida perfecta. Es fácil la
integración. También ha
estado históricamente muy ligada
al País Vasco a través de
su Universidad. A mí no me llamó
la atención nada. Es una gran ciudad
que tiene además unas grandes posibilidades
que se verán acrecentadas con la
llegada del tren de alta velocidad. Debemos
comprender, eso sí, que las ciudades
o las regiones las hacemos entre todos
y que nadie va a venir a solucionarnos
los problemas. Nuestro potencial humano
lo debemos poner al servicio de la comunidad
sin esperar nada a cambio que no sea el
bien común. Debemos ser capaces
de crear y de emprender cosas nuevas.
Sin pensar en agravios que nos alejen
de nuestros objetivos.
–Dirige un diario. Dígame
las ventajas que tiene para el ciudadano
la información de la prensa escrita
sobre cualquier otro medio y, sobre todo,
sobre la avalancha de información
que recibe a través de Internet.
¿Por qué tendría
que comprarme un periódico? ¿Por
qué El Norte? –Posiblemente la prensa
pasará a ser un producto especializado.
Se diferenciará por su apuesta
por la calidad. Tendrá una relación
de complementariedad con Internet y deberá
plantear sus informaciones con un enfoque
de futuro y no tanto de pasado. Profundizará
en su juicio editorial sobre los acontecimientos
y apostará por un fuerte contenido
local y regional, algo que, desde luego,
no pueden ofrecer los medios con proyección
nacional. ¿Por qué El Norte?
Por su credibilidad.