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El
Norte Valladolid. domingo, 22
«Invitados por los señores
ingenieros representantes y encargados
en esta ciudad de aquella línea
y sección para hacer el viaje de
recreo y al mismo tiempo de prueba que
tuvo efecto el día 17 del corriente
hasta Alar del Rey, punto de unión
con la línea férrea hasta
Santander, o camino de Isabel II, tuvimos
el singular placer de ser uno de los viajeros,
con los señores capitán
general de Castilla la Vieja, gobernador
civil, alcalde 1� y diputado a Cortes
de Valladolid, Sr. Santa Cruz, ingeniero
residente en Madrid, Sr. Campuzano, ingeniero
también, residente en esta ciudad,
señores González Olivares
y López, catedráticos de
medicina, un magistrado de la audiencia
cuyo nombre y apellido no recordamos,
señores Polanco, Lecanda, Mora,
Campo y Cuesta del comercio de granos,
señor Moreno, ingeniero de minas
y muchas otras personas de la población,
hasta el número de sesenta poco
más o menos, que con los ingenieros
de la compañía salimos de
la estación a las cinco y cuarto
de la mañana de dicho día,
en los mismos wagones, que llegaron con
la primera locomotora que recorrió
el trazado de que nos ocupamos. Llegados
a Palencia se incorporó el señor
obispo, secretario del gobierno civil
y algún otro individuo de posición
en esta ciudad.
Curiosos y entretenidos por demás
los incidentes de este viaje de ida y
vuelta en los dos días y medio
empleados, no es nuestro propósito
referirles aquí, porque el objeto
de este escrito es ocuparnos del ferro-carril,
bajo el punto de vista de su estado actual,
de la necesidad de su pronta explotación,
como interesante en sumo grado a la industria
y comercio del país, al servicio
público y a los intereses de la
empresa constructora, intereses que deben
tenerse muy en cuenta cuando son de una
significación de entidad. [...]
El trazado de Valladolid a Alar del Rey
hace algunas semanas está concluido
en lo principal para que puedan recorrerle
las locomotoras; falta solo colocar el
balastre en algunos kilómetros,
operación que se está haciendo
con actividad y que luego será
terminada; la línea telegráfica
se activa igualmente; el personal de empleados
y guardas de vía está ya
completo y funcionando, y sin embargo
el trazado no se inaugura, no se pone
en explotación, y en verdad no
alcanzamos el porqué de este retraso
tan perjudicial a Castilla.
Hemos recorrido la vía en viaje
redondo, hemos tenido ocasión de
oír repetidas veces el juicio formado
sobre ella por personas científicas,
a las que debemos dar entero crédito;
hemos caminado en wagones habilitados
al efecto, no en coches ‘ad hoc’;
hemos corrido con toda la fuerza de impulsión
que puede darse a las distintas locomotoras
empleadas; hemos atravesado espacios con
la rapidez que pueden llevar estos elementos
de transmisión; hemos ido y venido,
en fin, siendo testigos, y con nosotros
las personas citadas, de las pruebas principales
que se hacen antes de empezar definitivamente
el regular y constante servicio de su
objeto, y sin embargo ningún percance
ha ocurrido, nada absolutamente que hiciera
preciso detener el tren, y esto es la
mejor prueba de la buena construcción
y seguridad de la vía, en la cual,
y téngase esto muy presente, ningún
descarrilamiento ha ocurrido, ni el más
ligero percance ha sucedido, hecho bastante
extraordinario y significativo, en vista
de lo que ha sucedido en algunas vías
nacionales y del extranjero, donde al
principio casi siempre hay que lamentar
alguna desagradable ocurrencia.»
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