El
Norte Valladolid. viernes, 27
«El Norte de Castilla, participando
del general sentimiento que embarga a
la nación por la nueva prueba a
que la Divina Providencia somete a España,
no puede menos de manifestar el profundo
dolor con que ha sabido el prematuro fallecimiento
del Jefe del Estado.
Joven y animoso, dotado de excelentes
y singulares cualidades que podrían
servir para conducir a España a
una era de paz y prosperidad, que tanto
anela, librándola de las acostumbradas
perturbaciones con que ha muchos años
vienen trabajándola los partidos,
ha encontrado en la paz la muerte que
no halló en los campos de batalla,
ni en la asistencia de los epidemiados
por el cólera.
El acontecimiento, por lo tanto, siempre
grave y trascendental, es ahora y en nuestro
actual estado, más sensible; pero
también las enseñanzas de
una dolorosa experiencia y la ansia de
paz que llenen todas las clases productoras
son esperanza de que el porvenir pueda
ser más claro y venturoso del que
sería si el patriotismo no inspirase
a los hombres que de un modo o de otro
pueden contribuir a la suerte futura de
esta pobre nación.
Por eso, en medio del pesar con que hemos
recibido la infausta noticia, tenemos
una satisfacción al consignar la
impresión dolorosa que en todos
ha causado y la unión que observamos
en fracciones distintas en que los partidos
están divididos. Tan pronto como
se recibieron en esta Ciudad los primeros
partes muchas personas pertenecientes
a partidos diversos se pusieron espontáneamente
a las órdenes de las Autoridades
para sostener el orden manifestando que
estaban dispuestas a ayudar al Gobierno
para mantener la legalidad.
Esta que es la bandera constante de El
Norte de Castilla, que siempre y en todo
quiere la supremacía de la ley
y que siempre, y mucho más en circunstancias
críticas, está al lado de
la autoridad defendiendo nuestra norma
y la Constitución política
que es la legalidad vigente, será
nuestra única inspiración
y su cumplimiento nuestro principal deber.
Con legalidad, con orden y con paz los
pueblos pueden ser venturosos y las clases
productoras a las que pertenecemos, a
las que representamos y a las que debemos
nuestra prosperidad y larga vida, solo
con ellas pueden encontrar el bienestar
que les es necesario. Con ellas pueden
vencer todas las crisis por graves que
sean; sin ellas nada pueden esperar más
que su propio infortunio.
Muerte del rey
[...] El Presidente del consejo, antes
de recibir la fatal noticia, se dirigió
al Pardo llegando en el tristísimo
momento en que la Reina, estatua del dolor,
la augusta madre de S. M., toda la Real
familia, los ministros y la servidumbre
rodeaban el lecho en que Alfonso XII eshalaba
el último suspiro.
El ataque de disnea, repetido a las cuatro
de la madrugada, ahogó a S. M.
El Cardenal Benavides le ofreció
los consuelos de la religión.
Renunciamos a pintar la escena que presenció
la Real cámara: los sollozos comprimidos
mientras el egregio enfermo alentaba,
no se contuvieron ya, y no fue posible
apartar a la Reina de la cámara
mortuoria.
El Rey descansa en su lecho, cubierto
con un lienzo y rodeado de flores, que
la Reina ha esparcido por su propia mano.
Allí está cerca del lecho,
sin quererse separar un momento del que
fue su amante esposo.» [...] |