150 años de noticias
  «Ferro-carril del Norte, sección de Valladolid a Alar»
  «Estados Unidos»
  «¡Viva la libertad!»
  «Abdicación de don Amadeo»
  «La muerte del rey»
  «Voladura del Maine»
  «La capitulación de Santiago»
  «Nuevo reinado»
  «Atentado anarquista contra los reyes»
  «Asesinato del archiduque heredero de Austria y su esposa»
  «El Estado reconstruirá el edificio»
  «El general Primo de Rivera, con otros generales, se levanta contra el Gobierno»
  «El Rey transmite sus poderes y en toda España queda proclamada la República»
  «Desbordamiento del río Esgueva»
  «Una subversión militar se extiende desde nuestro Protectorado»
  «El general Franco tomó ayer posesión de la jefatura del Gobierno»
  «La guerra ha terminado»
  «Inglaterra y Francia declararon el domingo la guerra a Alemania»
  «Ha comenzado la invasión»
  «Hitler cayó ayer en su puesto de mando»
  «La Guerra Mundial ha terminado»
  «La explosión de ayer en el Pinar de Antequera»
  «Armstrong y Aldrin viajan ya de retorno a la Tierra»
  «Diez muertos y treinta y dos heridos en el incendio de la factoría Montaje 2 de Fasa-Renault»
  «Franco será inhumado el domingo en el Valle de los Caídos»
  «Juan Carlos I,
Rey de España»
  «Sí a la Constitución»
  «El Rey pide serenidad y confianza»
  «Alegría desbordante en Berlín por la apertura del Muro»
  «Ha estallado
la guerra»
  «Los ojos del mundo, en Barcelona 92»
  «España recibe con alborozo el nacimiento de la Infanta leonor»
 
 
150 años de noticias
Alfonso XII, hijo de la reina en el exilio, se había convertido en la esperanza tras la debacle de la Primera República y el fracaso del rey Amadeo. Su prematura muerte abocará al país a la regencia de María Cristina, testigo y cómplice del fin del imperio colonial.
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«La muerte del rey»
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25|11|1885 Muerte del rey Alfonso XII
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El Norte Valladolid. viernes, 27
«El Norte de Castilla, participando del general sentimiento que embarga a la nación por la nueva prueba a que la Divina Providencia somete a España, no puede menos de manifestar el profundo dolor con que ha sabido el prematuro fallecimiento del Jefe del Estado.
Joven y animoso, dotado de excelentes y singulares cualidades que podrían servir para conducir a España a una era de paz y prosperidad, que tanto anela, librándola de las acostumbradas perturbaciones con que ha muchos años vienen trabajándola los partidos, ha encontrado en la paz la muerte que no halló en los campos de batalla, ni en la asistencia de los epidemiados por el cólera.
El acontecimiento, por lo tanto, siempre grave y trascendental, es ahora y en nuestro actual estado, más sensible; pero también las enseñanzas de una dolorosa experiencia y la ansia de paz que llenen todas las clases productoras son esperanza de que el porvenir pueda ser más claro y venturoso del que sería si el patriotismo no inspirase a los hombres que de un modo o de otro pueden contribuir a la suerte futura de esta pobre nación.
Por eso, en medio del pesar con que hemos recibido la infausta noticia, tenemos una satisfacción al consignar la impresión dolorosa que en todos ha causado y la unión que observamos en fracciones distintas en que los partidos están divididos. Tan pronto como se recibieron en esta Ciudad los primeros partes muchas personas pertenecientes a partidos diversos se pusieron espontáneamente a las órdenes de las Autoridades para sostener el orden manifestando que estaban dispuestas a ayudar al Gobierno para mantener la legalidad.
Esta que es la bandera constante de El Norte de Castilla, que siempre y en todo quiere la supremacía de la ley y que siempre, y mucho más en circunstancias críticas, está al lado de la autoridad defendiendo nuestra norma y la Constitución política que es la legalidad vigente, será nuestra única inspiración y su cumplimiento nuestro principal deber.
Con legalidad, con orden y con paz los pueblos pueden ser venturosos y las clases productoras a las que pertenecemos, a las que representamos y a las que debemos nuestra prosperidad y larga vida, solo con ellas pueden encontrar el bienestar que les es necesario. Con ellas pueden vencer todas las crisis por graves que sean; sin ellas nada pueden esperar más que su propio infortunio.
Muerte del rey
[...] El Presidente del consejo, antes de recibir la fatal noticia, se dirigió al Pardo llegando en el tristísimo momento en que la Reina, estatua del dolor, la augusta madre de S. M., toda la Real familia, los ministros y la servidumbre rodeaban el lecho en que Alfonso XII eshalaba el último suspiro.
El ataque de disnea, repetido a las cuatro de la madrugada, ahogó a S. M.
El Cardenal Benavides le ofreció los consuelos de la religión.
Renunciamos a pintar la escena que presenció la Real cámara: los sollozos comprimidos mientras el egregio enfermo alentaba, no se contuvieron ya, y no fue posible apartar a la Reina de la cámara mortuoria.
El Rey descansa en su lecho, cubierto con un lienzo y rodeado de flores, que la Reina ha esparcido por su propia mano.
Allí está cerca del lecho, sin quererse separar un momento del que fue su amante esposo.» [...]

 

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