150 años de noticias
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150 años de noticias
La boda del joven rey Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Wattenberg tuvo un trágico final. Los monarcas sufrieron un atentado durante el desfile en carroza por unas calles de Madrid repletas de gente. La pareja real resultó ilesa.
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«Atentado anarquista contra los reyes»
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31|05|1906 Atentado el día de la boda de Alfonso XIII
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Remitido Madrid. Miércoles, 31
«La comitiva regia regresaba de la iglesia de San Jerónimo, sin que incidente alguno desagradable hubiese turbado la brillantez de la fiesta nupcial, ni el desfile del suntuoso cortejo.
La carroza de la corona real que ocupaban don Alfonso XIII y la reina Victoria llegaba por la calle Mayor, a la esquina de la del Sacramento, cerca de la Capitanía general, donde se había instalado una tribuna pública, que estaba atestada de gente, como las aceras de la calle y todos los balcones; el monarca, satisfecho y sonriente, contestaba a las aclamaciones estruendosas sacando la mano por la ventanilla de la carroza.
De pronto, de un balcón alto de la casa en cuyo piso principal habita el duque de Ahumada, cayó un ramo de flores que fue a dar junto a la carroza regia, por el lado derecho, en que iba montada la reina Victoria.
Las flores ocultaban la muerte. Dentro del ramo había escondida una bomba. Ésta, al tocar en el suelo, estalló.
La detonación fue formidable.
Una densa nube de humo y polvo envolvió la carroza real, a los jinetes más próximos y a las filas de soldados inmediatas.
Fue un momento espantoso de trágica confusión.
Por entre el polvo y el humo se vio caer al suelo a muchas personas.
Al ruido seco de la explosión siguió un instante de silencio al que siguió un clamoreo de alaridos y gritos. La multitud excitó en un movimiento de pavor.
Viose en el primer momento caer a tierra a varios soldados de los que formaban a ambos lados de la calle y a algunos espectadores que se hallaban junto a las hileras de tropa.
Uno de los palafreneros de la carroza real cayó horriblemente destrozado por los cascos de la bomba. El caballo que montaba quedó hecho jirones de carne sanguinolenta.
Los demás caballos que arrastraban el coche regio también fueron heridos. Los animales se encabritaban, asustados por el dolor. Los servidores de la carroza real se apresuraron a desengancharles; de alguno se cortaron los correajes.
En el instante de la explosión el rey se abalanzó al lado en que iba su augusta esposa para defenderla con su cuerpo.
Fue un segundo. Apenas se disipó la nube trágica de polvo y humo, el rey abrazó a su esposa y la besó en el rostro.
El primer beso de los regios novios ha sido dado en terrible momento.
Inmediatamente, viendo el estado de los caballos y que también la carroza real había sufrido daños, el rey y la reina se apearon avanzando hasta
donde se hallaba el coche de respeto, que precedía al de los reyes.
Los cocheros bajaron las cortinillas; pero el rey las levantó y, con el semblante sereno, sonriente, saludó al público, mostrando admirable sangre fría.
La marcha de la comitiva se interrumpió durante largo rato, en medio de espantoso tumulto.
La confusión y el pánico han sido tales que milagrosamente no han sumado algunas víctimas al terrible número de las causadas por la bomba anarquista.
El movimiento de pánico se propagó con rapidez asombrosa, produciéndose confusión inmensa en todo el trayecto de la comitiva. En la Puerta del Sol fue el tumulto indescriptible» [...].

 

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