Paula
de las Heras Colpisa. Madrid.
«La lluvia, símbolo
de buenos augurios, ha acompañado
a los Príncipes en los momentos
más importantes de su vida. Jarros
de agua cayeron el día de su boda
y jarros de agua saludaron, en plena época
de sequía, la llegada al mundo
de su primogénita. La llegada de
Leonor, nacida bajo un signo astrológico
de agua –Escorpio–, ha completado
la felicidad de la pareja. «Lo más
bonito que le puede ocurrir a alguien
en la vida», dijo Don Felipe pocas
horas después de ver el rostro
de su primera hija. La pequeña
vino al mundo por cesárea a la
1.46 del lunes, aunque la Casa Real no
hizo el anuncio oficial hasta las 2.30
horas de la madrugada.
«Gordita, redonda..., y un poco
llorona». Así es, según
la descripción de Doña sofía,
la Infanta Leonor. Los Reyes suspendieron
ayer todos los actos programados en su
agenda para visitar a los Príncipes
de Asturias y su primogénita en
la clínica Ruber Internacional
de Mirasierra. Los monarcas llegaron juntos
treinta y cinco minutos después
del mediodía y no salieron del
recinto hasta las dos menos cuarto, sonrientes
y «encantados».
En el hospital coincidieron con José
Luis Rodríguez Zapatero y Sonsoles
Espinosa, que quisieron felicitar personalmente
a Don Felipe y Doña Letizia por
el nacimiento de su hija. Tras su partida,
llegó el líder de la oposición,
Mariano Rajoy, que también dio
de forma personal la enhorabuena a los
padres primerizos.
La cara de los Reyes era ayer todo felicidad.
Doña Sofía eligió
para la ocasión un traje de chaqueta
rojo vivo que hacía juego con su
expresión de alegría. El
Rey, más sobrio en su atuendo,
adornó su pechera con una corbata
naranja y su cara con una enorme sonrisa.
Tras pasar más de una hora con
la recién nacida y los Príncipes
de Asturias, Don Juan Carlos abandonó
la clínica. Pero antes, acompañado
de la Reina, hizo pública su satisfacción
por la llegada de un nuevo miembro a la
Familia Real; una niña que de momento,
aseguró, no se parece a nadie o
se parece a todos. «Aún es
muy pronto para decirlo», se disculpó.
Doña Sofía –que despidió
a Don Juan Carlos con un beso y regresó
al interior de la clínica–
afirmó también que la pequeña,
de pelo «castaño»,
es «una mezcla de todos» y,
desde luego, distinta a como se la había
imaginado aunque solo sea en un aspecto:
el sexo. La Reina tenía la «intuición»,
y así lo dijo durante la recepción
ofrecida en el Palacio Real con motivo
del Día de la Hispanidad, el pasado
12 de octubre, de que el bebé que
esperaban los Príncipes sería
niño. Muchos interpretaron entonces
que no habría lugar a dudas: si
la Reina se había arriesgado a
expresar su opinión en voz alta
era por algún motivo. Error. Aquella
intuición no era una certeza. «He
perdido la apuesta», bromeó
ayer. Tanto la Reina como el Rey insistieron
así en que nunca supieron el sexo
de su futuro nieto (finalmente nieta)
y mucho menos su nombre. El hecho de que
hace unos días Don Juan Carlos
afirmara rotundo que no se llamaría
como él («eso sí que
lo puedo confirmar», dijo con una
sonrisa pícara) ha hecho que algunos
pongan en duda esta afirmación.
El caso es que el Rey no supo ayer responder
a las preguntas de los periodistas sobre
los motivos por los que Don Felipe y Doña
Letizia han escogido el nombre de Leonor.»
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