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El investigador y folclorista
Joaquín Díaz. / m. Á. santos |
Exposición
· Título: ‘La
música mecánica en el nacimiento
de El Norte de Castilla’.
· Lugar: Las Francesas.
· Fechas: 9 de junio al
2 de julio. |
E. S. Escribano / Valladolid
El nacimiento de EL NORTE DE CASTILLA coincidió
con vientos de transformación profunda en Valladolid,
una ciudad que comenzó a salir de la ‘coraza
agraria’ para mirar (e imitar en lo posible) el
dinanismo de otros lares. El etnógrafo Joaquín
Díaz ha estudiado aquellos primeros 25 años
del periódico y lo ha resumido en la conferencia
‘Valladolid: de pueblo a ciudad’, que pronunciará
mañana en las Conferencias por el 150 Aniversario
del periódico. Además presentará
la exposición de instrumentos musicales de la
época que podrá verse en la Sala de Las
Francesas.
–¿Cómo refleja el diario
la ciudad en la que se imprime?
–A mediados del siglo XIX Valladolid está
cambiando. Está pasando de ser un ‘poblachón’
con todas las costumbres rurales adheridas durante siglos,
a ser, o pretender ser, esa ciudad europea del tipo
París o Londres. Y lo que hace el periódico
a través de sus gacetilleros es estar constanstemente
machacando con ‘esto no se debe hacer’,
o ‘esto está muy mal’,... tratando
de corregir las costumbres antiguas o que perjudican
a lo que se llamaba la ‘policía’,
que era la educación ciudadana.
–Hay entonces aires pedagógicos
en esa labor informativa.
–Se ve la intención de los periodistas
de dar otro carácter a una ciudad que está
empezando a crecer: aparece el tren, los primeros talleres,
y un mundo industrial distinto del que había
predominado que era el de los barrios, en los que la
gente hacía lo mismo que en los pueblos: ordeñaba,
lavaba en la calle,...
–Para preparar la conferencia habrá
un amplio trabajo de hemeroteca.
–He usado los tres años que estuve trabajando
en la hemeroteca del diario. Tengo miles de fichas,
lo que me ha hecho el trabajo más sencillo. Ha
sido una selección pensando en los hechos más
curiosos para que la gente recordara mejor aquel tiempo.
–¿Cómo jugó el periódico
ese papel ‘policial’? ¿Supo ser equilibrado?
–A veces es muy clara la postura respecto a que
tiene que haber un cambio en la educación ciudadana.
Pero otras, como la gacetilla la hace casi siempre el
mismo autor, se perciben sus gustos y rechazos. La labor
de EL NORTE es fundamental porque es un permanente ‘pepito
grillo’. Está siempre recordando a la gente
lo que debe y no debe hacer. Así como llevando
a su terreno de la educación ciudadana al que
quiera.
–En aquel tiempo, con bajos niveles de
instrucción y lectura ¿le llegaba a la
gente este mensaje?
–Había un nivel de lectura mucho más
atento y el periódico tenía un significado
mucho mayor que en la actualidad, ya que no había
grandes cosas que leer. Y tenía entre sus fines
un claro objetivo literario, porque se publicaba un
folletón. Por eso el diario no se tiraba como
hoy, se conservaba. La atención de la gente era
mayor hace 150 años que ahora.
–¿No había acritud entre
el poder agrario y el ‘tirón’ de
lo urbano?
–No porque el periódico se basa
en el servicio al mundo agrícola, pero desde
la ciudad. Los editoriales y los artículos alertan
sobre cómo cambiar y mejorar la agricultura.
La ciudad está copada por los terratenientes
y no había esa dualidad actual que separa más
al campo y a la ciudad.
ANTES DEL FONÓGRAFO
–¿Qué
características tiene la exposición de
instrumentos?
–Se trata de una colección muy curiosa
de instrumentos mecánicos, anteriores todos al
fonógrafo que es la verdadera revolución
porque lo que transmite son las cosas grabadas. Estos
lo que hacían era codificar las canciones en
fórmulas distintas que podían ser de aire,
como cajas de música..., para que la gente escuchara
en sus casas o en los salones la música que se
trataba de transmitir. Son muy raros y esos 40 años
de mecanización van a estar explicados ahí.
Hay entre 15 o 16 piezas.
–¿Cómo se ha reunido esa
colección y que obra destacaría?
–La tenemos aquí en la Fundación
Joaquín Díaz en Urueña, pero hay
tantas piezas que no se puede disgregar. Lo más
llamativo no vamos a llevarlo porque es demasiado grande:
se trata de un órgano que llamaban de barbaría
o barbarí. Lo que voy a exponer sobre todo son
serinetes, que son organitos pequeños de mano,
de cilindro y de manivela, que servían tanto
para tocar en casa como en la calle.
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