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De izquierda
a derecha, Martín de la Guardia, Quintana,
el consejero Valín, Ruiz Medrano, Julio
López y Germán Delibes. / HENAR
SASTRE |
F. M. / Valladolid
«La agricultura, la ganadería,
la agroindustria son origen de todas las economías
y forman parte, al menos hasta ahora, de la estructura
socioeconómica de todas las naciones, ricas y
pobres». Así lo manifestó ayer el
especialista agrario de EL NORTE DE CASTILLA Juan Quintana,
durante su intervención en el Paraninfo de la
Universidad, dentro del ciclo 'Conferencias 150 Aniversario',
un acto organizado por EL NORTE en colaboración
con Caja Burgos, que fue presentado por Ricardo Martín
de la Guardia, director del Aula de Cultura de EL NORTE,
y que contó con la asistencia del consejero de
Agricultura, José Valín; el secretario
general de UPA, Julio López; el presidente de
la Diputación, Ramiro Ruiz Medrano; el director
general de EL NORTE, Alfonso Domínguez-Guilarte;
Fernando Tejerina, consejero del periódico; el
catedrático de Prehistoria Germán Delibes;
el catedrático de Economía Aplicada Ángel
de los Ríos; y el coordinador de Coag Valentín
García Fraile.
Quintana manifestó que ni el sector servicios,
ni el industrial, ni otros muchos tienen una implantación
tan universal como el primario. A su juicio, hasta el
Estado más pobre tiene capacidad de colocar productos
en el mercado internacional, aunque en muchísimos
casos no se puede garantizar la calidad de los sistemas
productivos, la justicia de dichos sistemas, como no
utilizar trabajadores menores, explotar al trabajador,
y dotarle de coberturas sociales y sanitarias. «Esto
hace que el análisis de este mercado global al
que tendemos tenga una serie de connotaciones que no
suelen ser consideradas y en muchos casos son desconocidas
para el público».
Para Quintana, la liberalización de los mercados
agrarios europeos es una medida de riesgo, no solo por
los perjuicios indiscutibles del sector, «sino
por el probable incremento de la inseguridad alimentaria,
algo que en mi opinión -dijo- y con el modelo
de sociedad en la que tenemos la suerte de vivir sería
un contrasentido».
Añadió que da a la razón a quienes
desde fuera del mundo agrario defienden esta liberalización
y libre competencia, pero siempre y cuando estén
dispuestos a asumir el riesgo de los productos. «Pero
si prefieren la seguridad y calidad de la que disfrutan
en la actualidad... entonces la liberalización
es un contrasentido».
En lo más profundo
Refiriéndose a Castilla y León, señaló
que no se puede olvidar que la agricultura y la ganadería
hunden profundamente sus raíces en los orígenes
de esta región, formando parte de su historia
y de su cultura, algo que no sucede con ningún
otro sector. «Por eso creo que debe recibir un
trato especial, no debe ser analizado solo con criterios
macroeconómicos como lamentablemente se está
haciendo en la actualidad. Los Estados -continúa-
tienen la obligación de defender y conservar
su patrimonio histórico y cultural, y sinceramente
creo que este es el caso en el que nos encontramos.
No es arte, pero su valor, en mi opinión, es
igual o superior».
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