V. M. N. valladolid
El siglo y medio de existencia de
EL NORTE DE CASTILLA tendrá su particular celebración
en el Aula de Cultura del periódico. Celso Almuiña,
catedrático de Historia Contemporánea
de la Universidad de Valladolid, inaugura este ciclo
con la conferencia titulada ‘Periodistas y periodismo
vallisoletano en los últimos 150 años’.
–¿Qué caracteriza a la prensa
de Valladolid en estos 150 años que va a abordar?
–Valladolid es la ciudad de España, en
este momento, y una de las pocas de toda Europa que
tiene prensa ininterrumpida desde hace 150 años,
me refiero a EL NORTE. En Valladolid hay prensa desde
el siglo XVIII, el ‘Diario Pinciano’ (1787).
Junto con Zaragoza, son las dos capitales de España
–salvo Madrid y el arco Mediterráneo–
que tienen periódicos en el XVIII. Además
Valladolid es la única que tiene desde 1856 hasta
nuestros días un diario de forma ininterrumpida.
–¿De los precios del cereal al
parlamentarismo autonómico qué ha movido
a la prensa de esta tierra?
–El elemento fundamental desde mediados del XIX
son los intereses de la burguesía harinera. Es
un grupo en torno al cereal, al Canal de Castilla y
al ferrocarril. Hay una revolución económica,
paralela e incluso más modernizada que la industria
textil catalana. En Valladolid y Medina nace una burguesía
de transformación muy potente que defiende sus
intereses regionales. Los intereses del cereal llegan
hasta que Valladolid comienza a industrializarse. Pero
en el siglo XX, durante la Dictadura de Primo de Rivera,
con la Segunda República y el Franquismo, son
intereses sacrificados al servicio de otras industrias.
–¿Y qué la mueve hoy?
–Ha habido una revolución en los medios
en torno a la década de los ochenta, la de las
nuevas tecnologías. Los otros medios además
obligan a hacer grandes inversiones y crear sinergias
a través de potentes grupos de comunicación.
Los periódicos a cuerpo libre van quedando en
provincias pequeñas y me temo que se integrarán
en otros grupos mayores, porque si no, la competencia
es imposible. Ese es el gran cambio.
–Y en el estado autonómico ¿quién
debe más a quién, el parlamento autonómico
al periodismo regional o viceversa?
–EL NORTE está al servicio de Castilla
desde su inicio, lo que ocurre es que el interés
de Castilla y León, el cereal, ha quedado en
lugar secundario. La agricultura, gracias las subvenciones,
ocupa cierto papel y con la concentración de
la población en núcleos urbanos conforman
los cambios de intereses desde el punto de vista económico.
Hoy la comunidad tiene otros intereses. En el PIB regional
la industria del automóvil o la minería
se han impuesto a la agricultura y los medios se adaptan
a la nueva realidad.
–¿Puede dar una pincelada de cabeceras
en la ciudad durante este siglo y medio?
–En 1787 nace el ‘Diario Pinciano’,
un periódico ilustrado, lo que llamaban un periódico
sabio, bastante bien hecho para la época. En
la Guerra de la Independencia hay dos muy interesantes:
la ‘Gaceta de Valladolid’ y el ‘Diario
de Valladolid’, que son periódicos afrancesados
por convicción. El director y redactor de ‘Diario’,
Antonio Peña, era un liberal convencido. Tuvo
que huir al final por la presión popular, porque
había pasquines contra él. Uno decía
«señor gacetero no sea usted novelero y
díganos para bien o para mal que es lo que pasa
en Portugal». Las tropas galas estaban cerca de
Lisboa y la gente no se lo creía. A mediados
del XIX, en 1856, nace EL NORTE, el 17 de octubre, que
es la fusión de dos periódicos, ‘El
Avisador’ y ‘El Correo de Castilla’.
Los primeros dos meses sale en días alternos
y, a partir de diciembre, diario, de ahí que
sea el decano de la prensa española. Como empresa,
‘El faro de Vigo’ es año y medio
más antiguo pero no se convierte en diario hasta
1876.
–¿Quién es el competidor
fuerte?
–El gran problema de la prensa de Valladolid es
la competencia de Madrid. Desde que llega el ferrocarril,
la distribución es fácil. Hay que pensar
que en los años ochenta el periódico más
vendido en Castilla y León era ‘El País’,
el 12% mientras que EL NORTE estaba en un 10,5%, algo
que no ocurre hoy. El segundo gran enemigo cara al periódico
regional es la prensa provincial. Es una región
de largas distancias, capitales pequeñas, y dificulta
penetrar en ámbitos rurales.
–¿Qué periodo de efervescencia
periodística destaca y es coincidente con la
actividad política?
–EL NORTE ha ganado siempre dinero. La época
dorada es durante la Restauración, el último
cuarto del siglo XIX. Ahí con un esfuerzo mínimo
y dando información sobre cereales ganó
mucho dinero. La época más difícil
fue la Dictadura de Primo de Rivera porque EL NORTE
era propiedad de Santiago de Alba que había sido
ministro de Asuntos Exteriores en el desastre de Annual
y quiso comprar el rescate de los prisioneros, algo
inadmisible desde el punto de vista del Ejército.
Así que los militares le convirtieron en su bestia
negra, pese a ser un gran político. En la Dictadura
le sometieron a una censura muy estrecha. Durante la
República, al periódico le va bien y el
momento crítico es el de 1939, al término
de Guerra Civil. La enemistad con el ‘Diario Regional’
es total. Publica unos artículos incendiarios
contra El NORTE. El ‘Libertad’ también
quiere acabar con él, por ideología y
para quedarse sin competencia. Cossío se vuelve
muy de derechas tras la Guerra y algunos dicen que eso
salva a EL NORTE. Pero yo creo que lo que le salvó
fue el esquema del régimen de Franco que, para
aparentar libertad de prensa, crea tres grupos: Los
periódicos en manos del movimiento, en manos
de católicos y el de empresa, que en Valladolid
está representado por El NORTE.
«Cumplir
un siglo y medio es casi un milagro»
–¿Llegar
a centenario es este negocio es un milagro o una demostración
de saberse adaptar a los tiempos?
–A centenario no es tan difícil, hay varios.
Pero llegar a 150 años es casi un milagro. Los
diarios se han ido adaptando a las distintas competencias
por la publicidad, con la radio y la televisión
y hoy el soporte electrónico. Es un continuo
buscarse un espacio, que creo que hay, pero tienen que
estar con el ojo avizor para captar publicidad y buscarse
esa adaptación y está en momento crítico,
en cuanto a que soportes electrónicos no han
irrumpido con fuerza.
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