José Jiménez Lozano, ganador del Premio Cervantes


ANGÉLICA TANARRO

A las cinco menos veinte de la tarde, cuando la ministra de Cultura, Pilar del Castillo, llamó a José Jiménez Lozano a su refugio de Alcazarén para confirmarle que es el sucesor de Álvaro Mutis en la lista de honor del Premio Cervantes -el más importante galardón de las letras hispanas- el autor de la 'Guía espiritual de Castilla' estaba en su estudio rodeado de libros y comentando con aparente tranquilidad que seguramente los pronósticos se equivocarán una vez más. Ha aceptado con simpática resignación que unos periodistas impacientes hayamos invadido su intimidad y cambiado sus planes. Ha quedado con un amigo para salir. Pero no podrá ser. Comentaba que él en realidad no escribe en ese estudio, salvo en las noches de invierno, que en realidad escribe en la casa de al lado, «la que está llena de libros. Si lo llego a saber os hubiera recibido ahí».

No se han equivocado los pronósticos y la voz de la ministra se distingue claramente en el silencio de la habitación que sólo Otto, un pastor alemán tan corpulento como inquieto y juerguista, se empeña en romper. La ministra de Cultura, Pilar del Castillo, comunicó a la 16,45 horas el fallo del jurado al autor de 'El mudejarillo' Tan sólo el perro exteriorizó su alegría y aún podrá volverse loco después con tantos visitantes. Estamos en esta habitación sencilla, como el resto de la casa, cálida y amable como el resto de la casa, con algo de esa rotundidad castellana del dueño. Una casa abierta y espaciosa, por una de cuyas ventanas se puede ver el cielo de Castilla con la ayuda de un telescopio estratégicamente situado. Einstein preside en la pared y su teoría es todo un manifiesto al que se adhiere el señor de la casa, maestro en relativizar las cosas, como buen castellano.

Un regalo

La propuesta de Miguel Delibes -también escritor de Valladolid, también periodista, también ex director de El Norte de Castilla- fue refrendada por el jurado del premio -considerado el Nobel español- compuesto por académicos de uno y otro lado del Atlántico y presidido por el director de la Real Academia española, Víctor García de la Concha.

A la vez que Jiménez Lozano, la noticia la reciben la poeta americana Emily Dickinson, la pensadora francesa Simone Weil, el Nobel japonés Yasunari Kawabata y la escritora sureña Flannery O'Connor. Todos ellos, desde las fotografías de los estantes abarrotados de libros en varios idiomas, acompañan las horas de lectura y escritura del autor de 'El mudejarillo'. «El premio es un regalo que procuraré honrar», dijo el cuarto escritor vinculado a Valladolid que recibe el galardón. Son las fotos de sus -parientes- y a ellos se siente ligado, pues la contradictoria familia de las letras universales es también la suya.

Jiménez Lozano acierta a dar las gracias a la ministra, por un premio que considera un regalo, «y al que procuraré honrar», dice con modestia, aunque por nada del mundo permitirá que cambie su visión de las cosas. «Esto no es un ascenso ni un concurso de méritos. Estas cosas no pueden ni deben cambiarle a uno. Lo único que puedo hacer es sentirme agradecido. Pero nadie me lo debía», dirá después, mientras fuma sin parar.

Todo en esa habitación habla del admirador de Spinoza, los pájaros en miniatura, las 'estancias holandesas' de las fotografías y postales, y las imágenes que nos regala el ordenador.

La llamada que hace oficial el premio pone fin al silencio. A partir de ese momento, el teléfono será un constante sonar y la casa se convertirá en un trasiego de cámaras, micrófonos y periodistas. Dora, la mujer del escritor, con la misma naturalidad con que anochece fuera, hace café para combatir el frío que los periodistas traen de la calle.

En Madrid, el secretario de Estado de Cultura, Luis Alberto de Cuenca, tras dar a conocerel nombre del ganador en una rueda de prensa asegura que el premio no está politizado.