El Museo de la Ciencia
inauguró ayer la exposición sobre el accidente
marítimo más famoso de la historia
Texto de J. A. / Fotografías
de Miguel Ángel Santos.
El
‘Titanic’ fondeó el viernes 14 de
noviembre junto al Pisuerga con una de las exposiciones
«más completas» que se han preparado
sobre este mítico barco, que se hundió
frente a las costas de Terranova el 14 de abril de 1912
después de colisionar contra un iceberg. Todos
los detalles técnicos sobre este buque, historias
conmovedoras de sus tripulantes y pasajeros y el horror
de un naufragio que se cobró la vida de 1.523
personas se evocan en esta muestra, que permanecerá
abierta en el Museo de la Ciencia hasta el próximo
25 de enero.
El alcalde de Valladolid, Francisco Javier León
de la Riva, fue el encargado de botar oficialmente esta
exposición estrellando una botella de champán
contra la reproducción del casco. Después,
el comisario de la muestra, el periodista y antiguo
responsable del programa de radio Onda Pesquera de la
Ser, Jesús Ferreiro, guió a los asistentes
en este recorrido por la historia del trasatlántico
más famoso del mundo.
Entre los ‘tesoros’ de esta exposición,
destacan la lista original de pasajeros que viajaban
en la travesía de la línea de la White
Star Line y que partió del puerto de Southampton
o dos cartas manuscritas del primer oficial del ‘Titanic’,
William Murdoch, fallecido en el naufragio, y en las
que narra las incidencias que sufrió el barco
durante los dos primeros días de navegación.
Ferreiro destacó especialmente un trozo de carbón
recuperado en una inmersión realizada el año
2000 y que corresponde a la caldera número 1,
en la que las 68 personas que trabajaban murieron, ya
que quisieron mantener la luz hasta el último
momento.
Una gran maqueta, de tres metros de largo y dos de ancho,
permite que el visitante se haga idea de las magnitudes
de este barco. Un corte en el casco de esta reproducción
ayuda a conocer su distribución interior, desde
las salas de máquinas, a las suites o los lujosos
salones para los pasajeros de primera clase.
La vista a la exposición se realiza con un equipo
de sonido individual que permite seguir un guión
basado en las declaraciones oficiales de los supervivientes
y de los datos científicos tras el descubrimiento
de los restos del ‘Titanic’ en 1985 a casi
4.000 metros de profundidad. Reproducciones de la entrada
al barco, de un pasillo de camarotes de primera clase,
de una de sus enormes hélices o de las entonces
innovadoras puertas estancas, que salvaron muchas vidas
al impedir que el buque se hundiera antes conforman
esta muestra, antesala de la celebración del
centenario accidente marítimo el próximo
año 2012.
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