Umbral
y yo nacemos juntos a la literatura aquí,
en Valladolid, con el Grupo Norte 60. Él
a su tiempo, yo con retraso –empecé tarde,
rebasados los 20–. Umbral demostró,
primero en Valladolid y luego en Madrid
y en toda España, una gran fuerza
con la pluma. Demostró que tenía
muchas cosas que decir y, sobre todo,
cómo debía decirlas con
belleza y eficacia. Era un grandísimo
escritor que conquistó los laureles
más estimados, incluido recientemente
el Premio Cervantes.
Como
periodista que ya se había
destapado en nuestra ciudad conquistó muchos
corazones a través de los diarios
nacionales. «¿A ver qué dice
mañana Umbral?» fue una frase
común que habla de la impaciencia
con que los lectores esperaban sus artículos.
Otro
tanto sucedió con sus novelas,
que fue publicando sin pausa hasta que
su salud empezó a quebrantarse hace
unos años. Entonces las novelas
las fue aparcando como en una retirada
prematura. Ahora nos llega la noticia de
su muerte que da justificación al
proceso, incomprensible en él, que
era un ser creador siempre en vanguardia.
Descanse
en paz nuestro querido Paco, que con sus
pequeños escándalos
y audacias animó el mundo siempre
un poco mortecino de nuestra vida literaria
durante prácticamente medio siglo. |