Luto
en las Letras por la muerte de Francisco
Umbral. Genial renovador del idioma,
explorador de la memoria colectiva y
personal, e indiscutible y controvertido
maestro del Periodismo, el escritor murió en
la madrugada de este martes a los 72
años y pidiendo recado de escribir
a su esposa, María España
Suárez. Su salud estaba quebrada
desde hacía varios años,
y en la madrugada de ayer no pudo superar
la crisis cardiorrespiratoria que acabó con
su vida. Sus restos serán incinerados
hoy en una ceremonia civil en el cementerio
madrileño de La Almudena. Sus
cenizas reposaran junto a los restos
de su único hijo, fallecido con
seis años e inspirador de su novela, ‘Mortal
y rosa’.
La
capilla ardiente con los restos de Francisco
Umbral quedó instalada
en el Hospital Montepríncipe de
Boadilla del Monte, en el norte de Madrid,
donde falleció el
laureado escritor, tan admirado como denostado,
poco después de las dos y media
de la madrugada. No pudo superar una parada
respiratoria aguda que devino en colapso
cardíaco. Poco antes de morir trató de
dictar a su mujer la que hubiera sido su última
columna.
Horas
después, acudieron
a rendirle homenaje y dar el último
adiós
destacadas figuras del Periodismo, la Literatura
y la vida cultural y pública española,
por más que la capilla ardiente
se quiso reservar para el duelo de amigos
y familiares. Tanto los Reyes de España
como los Príncipes de Asturias expresaron
su pesar mediante sendos telegramas remitidos
a la viuda del escritor. La Familia Real
destacó en su misiva que Umbral «ha
sido una figura imprescindible de la Letras
españolas» y cómo «fue
capaz de crear un lenguaje personal en
una obra de exquisita riqueza conceptual
y literaria».
También el presidente
del Gobierno, José Luis Rodríguez
Zapatero, se dolía por el fallecimiento
del escritor y articulista. Como los Reyes
y los Príncipes, Rodríguez
Zapatero envió un telegrama a la
familia de Umbral para expresar su pesar
y ofrecer sus condolencias. Lamentó el
presidente «la dolorosa pérdida» del
escritor que, a su juicio, «deja
un profundo vacío en la Literatura
española, que contribuyó a
renovar con una obra densa y un estilo
propio, y en el Periodismo, al que aportó durante
décadas su singular e iconoclasta
visión». Horas
y güisquis
En
el Café Gijón,
donde Umbral recaló en los años
sesenta y desde donde se consagró como
el gran cronista de la cambiante España
de la segunda mitad de siglo XX, se le
recordó con una fotografía,
una imagen del escritor dispuesta sobre
el velador en el que consumió horas
y güisquis, cultivó tertulias
y amistades y engrandeció el Periodismo
con su artículos.
La salud de Paco Umbral se había
quebrado hace cuatro años, cuando
una neumonía derivada de una operación
intestinal lo colocó al borde de
la muerte. No restablecido del todo, retomó su
cita diaria con la columna, escrita siempre
en su vetusta Olivetti. Umbral se había
mantenido activo hasta el pasado mes de
julio, cuando le fue extirpada una parte
del colon. El 28 de julio remitió a ‘El
Mundo’, diario en el que recaló en
los años noventa, su último
artículo titulado ‘Eugenio
D’Ors’, publicado en la serie ‘Los
placeres y los días’.
El
director de este rotativo, Pedro J. Ramírez,
afirmó que el gran
mérito de Umbral fue «elevar
el artículo a la categoría
de obra de arte». «Nadie como él
ha hecho un género literario en
sí mismo», dijo Ramírez,
que se refirió al articulista como «el
mejor escritor de periódicos en
la historia del periodismo español». «Ha
sido una referencia en la vida española
de los últimos cincuenta años»,
dijo.
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