El
fuego y la lluvia arrasan Galicia
Los gallegos revivieron en agosto la angustia
del ‘Prestige’, en este caso con
1.900 incendios que quemaron 93.750 hectáreas de monte
y en otoño llegaron las riadas
J. Esteban 7Valladolid
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Obras de la bodega de Protos, diseñada
por Richard Rogers, bajo el castillo de Peñafiel.
/ F. J. |
Una comunidad, la gallega, aún reponiéndose
del desastre por el vertido del ‘Prestige’ ha
vivido el peor verano y otoño que se recuerda en décadas.
Las llamas arrasaron sus montes y, de nuevo, Galicia volvió
a estar en el punto de mira de todos los españoles
que, también de nuevo, no escatimaron a la hora de
prestar ayuda. En este caso fueron decenas de bomberos de
todo el país y voluntarios en la extinción de
incendios los que se trasladaron hasta la Costa de la Muerte
y demás zonas afectadas para combatir los efectos de
los incendios forestales, la mayoría intencionados.
En toda España ardieron en el 2006 un total de 143.990
hectáreas forestales. La comunidad más afectada
con gran diferencia es Galicia, que concentra 93.750 hectáreas,
el 65% de lo quemado en todo el país. En segundo lugar
está Castilla y León, con 16.598 hectáreas,
y el tercer lugar lo ocupa Asturias, con 8.549, que representan
el 6% del total nacional.
LAS PROVINCIAS |
· Pontevedra: Fue la provincia
más afectada donde las llamas arrasaron 40.825
hectáreas. · La Coruña:
Los incendios afectaron a 34.676 hectáreas
de monte. · Orense: Más
de 12.00 hectáreas fueron pasto de las llamas en
esta provincia. · Lugo: Fue
la menos afectada, donde el fuego calcinó 6.104
hectáreas de masa forestal. |
Los incendios forestales del 2006 ha supuesto la mayor superficie
quemada a consecuencia de los fuegos en Galicia de los últimos
16 años, según datos divulgados por la Consejería
de Medio Rural. De la zona quemada 53.271 hectáreas
corresponden a superficie arbolada y otras 40.479 a áreas
de monte raso.
La provincia de Pontevedra, con 40.825,5 hectáreas
es la más afectada por los incendios, seguida de la
de La Coruña con 34.676 hectáreas quemadas,
mientras que la de Orense tuvo 12.144 hectáreas que
ardieron y la de Lugo 6.104 hectáreas. El distrito
más castigado por las llamas y el humo fue el de Caldas
y O Salnés, en Pontevedra, con 19.236 hectáreas,
así como la vecina comarca coruñesa de Barbanza
con 10.468 hectáreas, ambos en el litoral gallego.
También resultaron ampliamente perjudicados el distrito
costero coruñés de Finisterre, con 13.070 hectáreas
y de Deza-Tabeiros, en la provincia de Pontevedra con 10.154
hectáreas de terreno forestal quemadas.
Los incendios forestales registrados este año en Galicia
–en particular la ola de fuegos sin precedentes registrada
en agosto por la proximidad a zonas habitadas– dejó
un trágico balance final con cinco muertos. Cientos
de personas tuvieron que abandonar sus hogares ante el riesgo
por la proximidad de las llamas, que les mantuvo en vilo día
y noche. La situación de agonía que llegaba
desde Galicia al resto de España generó una
movilización sin precedentes de medios aéreos,
terrestres y humanos, incluido el Ejército y ayuda
de otros países europeos en las tareas de extinción
y protección civil.
Mientras, un total de 73 personas fueron detenidas, acusadas
de provocar los incendios, entre ellas un hombre identificado
como S. P. P., de 52 años, con domicilio en Cerdedo,
acusado de provocar 93 incendios en los montes gallegos. La
juez constató la existencia de suficientes indicios
como para imputarle tres delitos, entre los que destacan el
de homicidio por imprudencia relacionado con la muerte de
una mujer de 75 años y de su hija de 50 años,
que resultaron atrapadas por el humo y las llamas en un incendio
forestal en el término municipal de Cerdedo.
Las dos mujeres fallecidas viajaban el pasado 4 de agosto
en un vehículo por la carretera N-541 cuando se vieron
atrapadas por un incendio cuya autoría se le atribuye
al vecino de Cerdedo. Entre los detenidos también figuran
voluntarios que han trabajado en campañas anteriores
en las brigadas forestales en Galicia.
Los gallegos permanecieron semanas enteras prácticamente
sin dormir con el fin de atajar las lenguas de llamas que
desde los montes amenazaban incluso a sus casas, ganados y
campos de cultivo. Uno de estos fuegos cubrió de humo
a Santiago de Compostela. Cinco helicópteros y dos
hidroaviones trabajaron durante todo el día para evitar
que el incendio que comenzó en Rois se propagara hasta
la ciudad del Apóstol Santiago. Galicia vivió
un verano cercada por la angustia.
Desolación
Cuando lograron atajar los incendios el panorama con el que
se encontró la comunidad fue desolador. El consejo
extraordinario de la Xunta de Galicia celebrado el 24 de agosto
estimó en 100 millones de euros los daños producidos
por los más de 1.900 incendios que afectaron a Galicia
durante la primera quincena de agosto.
El gobierno gallego acordó destinar una cantidad de
13 millones de euros como media de choque para atender los
casos más urgentes derivados de la oleada de fuegos,
cantidad que será complementada con la del Gobierno.
«Necesitamos reformular en profundidad el sistema operativo,
e integrarlo en un sistema general de emergencias»,
reconoció el presidente de la Xunta, Emilio Pérez
Touriño, quien señaló que existe «un
monte inútil socialmente, desordenado porque no logramos
darle toda la rentabilidad social y económica que el
monte debe tener». «Tenemos que revisar la política
forestal», dijo.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez
Zapatero, visitó por un lado la zona y el líder
de la oposición, Mariano Rajoy, del PP, lo hizo por
otro. Ambos políticos se acusaron mutuamente por la
catástrofe mientras que los gallegos miraban al cielo
para pedir que sujetara a las aguas torrenciales. La temida
lluvia podía arrastrar las cenizas de los montes a
las playas desprotegidas y acabar con el marisqueo que este
año se reponía después de la catástrofe
del ‘Prestige’. Al final, las desgracias no llegaron
solas.
Nueve horas de lluvia
Nueve horas de lluvia torrencial sin interrupción que
llegó a los cien litros por metro cuadrado en muchos
puntos, unida a la pleamar en la costa y a las secuelas de
los incendios forestales del pasado verano, provocaron en
septiembre una de las mayores inundaciones que se recuerdan
en Galicia. La provincia de Pontevedra fue la más perjudicada,
sobre todo la comarca de O Salnés, cuya capital, Vilagarcía,
amaneció anegada al desbordarse el río O Con.
Comercios con toda su mercancía arruinada, más
de un millar de coches averiados, unos 1.200 niños
sin clase en la provincia de Pontevedra, siete carreteras
de la red viaria gallega cortadas y servicios básicos
inutilizados fueron algunas de las consecuencias de las lluvias
torrenciales caídas sobre Galicia.
En Caldas se calcula que se llegaron a retirar unas cincuenta
toneladas de lodo, escombros y enseres inutilizados. En otras
localidades, como Cangas, Bueu, O Grove o Cambados, también
gran cantidad de mobiliario de viviendas particulares quedó
arruinado y amontonado en las calles.
Carnota, Corcubión, Vimianzo, Aranga, Negreira, Dumbría,
Finisterre, localidades que en agosto necesitaban la lluvia
como el oxígeno para respirar, ofrecían un mes
después la imagen desangelada de destrozos en comercios
y viviendas y calles cubiertas de «lamadas». Ese
fango negro, mezcla de ceniza y barro, que se abrió
paso en cascada a través de los montes quemados el
pasado verano porque en ellos ya hay vegetación que
agarre el agua.
Una nueva «marea negra» alcanzó en el 2006
las costas de Galicia. Pero en esta ocasión no llegó
desde el mar –como ocurrió con el hundimiento
del petrolero ‘Prestige’– sino desde las
laderas de los montes en las penínsulas formadas por
las rías gallegas. Las secuelas del fuego que arrasó
más de 90.000 hectáreas de monte llegaron en
forma de cenizas y lodos hasta las cuencas fluviales, captaciones
de agua para consumo doméstico y algunos arenales donde
peligra la cría el marisco.
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