IU,
de socio preferente a aliado distante
A. López/Madrid
Izquierda Unida pasó el ecuador de la legislatura con
un giro hacia el «desencuentro» en su relación
con el Gobierno, y de socio preferente pasó a convertirse
en aliado distante e, incluso ignorado a veces, al interponerse
entre ambos la Ley de la Memoria Histórica y la política
económica y fiscal.
Tanto el líder de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares,
como el presidente del Gobierno, reconocieron esta brecha abierta
durante el debate del estado de la nación, más
bien un «socavón» como lo calificó
el dirigente de la coalición de izquierdas, que quebró
la relación «privilegiada» que mantuvieron
en la primera mitad de la legislatura.
El hecho de que el Gobierno se decantara por un modelo económico
que IU consideró «insostenible», se escorara
«hacia el centro» y eludiera abordar una reforma
fiscal «progresista», que prefirió pactar
con CiU y PNV, fue el principio de un alejamiento que se consolidó
con la Ley de la Memoria Histórica.
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