Estalla
la inmigración ilegal
El éxodo de inmigrantes subsaharianos
hacia las Islas Canarias colapsa el archipiélago y
obliga al Gobierno a una ofensiva diplomática sin precedentes
en los países africanos
J. L. C./Madrid
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Un cayuco repleto de subsaharianos
se dirige hacia Canarias tras ser interceptado por dos
buques de Salvamento Marítimo. / carlos fernández-efe |
Las Islas Canarias se vieron desbordadas este año recién
concluido por el éxodo de miles de africanos que huyen
de la miseria en busca de nuevos horizontes en la Europa del
bienestar, de la que este archipiélago y el sur de
España son sus fronteras físicas más
cercanas.
Más de 31.000 inmigrantes irregulares africanos llegaron
a Canarias a lo largo del 2006 en cayucos procedentes primero
de Mauritania y posteriormente de Senegal e incluso de Guinea
Bissau, una cifra muy superior a los 4.751 interceptados durante
todo el 2005 frente a las mismas costas.
El aumento de la presión migratoria en el archipiélago
canario se produjo debido al cambio de rutas experimentado
por la inmigración ilegal africana hacia Europa tras
el refuerzo del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE)
en las costas andaluzas y los mayores controles en las marroquíes.
Como consecuencia del alejamiento entre origen y destino,
se multiplicó el riesgo y las frágiles pateras
fueron sustituidas por cayucos –la palabra empezó
en el 2006 a hacerse corriente en nuestro vocabulario–,
más resistentes y que ofrecen mayor autonomía
y estabilidad.
La nueva ruta hacia las Canarias comenzó su andadura
con muertos. Solo en marzo tres cayucos naufragaron y dejaron
60 cadáveres flotando en el Atlántico. Los primeros
siniestros comenzaron a movilizar al Gobierno en primavera.
No fue difícil convencer a Mauritania para que intensificara
los controles de sus costas a cambio de dinero y de patrulleras,
pero lo peor estaba por llegar y no desde las costas mauritanas,
sino desde las playas senegalesas.
Con el verano, las aguas del océano se calmaron. Solo
en agosto arribaron 6.081 inmigrantes a Canarias. En septiembre,
mes récord, fueron 7.532 los subsaharianos que ganaron
las costas del archipiélago; 251 inmigrantes al día,
o lo que es lo mismo: en septiembre llegaron tres cayucos
cada 24 horas cargados hasta los topes. La avalancha no paraba
y el Gobierno canario de Adán Martín puso el
grito en el cielo. Todas las islas recibieron cayucos, pero
fue Tenerife la que sufrió la mayor presión
de los ‘sin papeles’.
Aunque en menor medida que en años anteriores, también
continuó la llegada de magrebíes a territorio
español por el Estrecho de Gibraltar.
A la ofensiva
Para entonces, el Ejecutivo había montado una ofensiva
diplomática en el África subsahariana sin precedentes
en la historia de las relaciones internacionales, con la vicepresidenta
María Teresa Fernández de la Vega al frente
del gabinete de crisis y con los ministros de Exteriores e
Interior como puntas de lanzas.
Así las cosas, el Ejecutivo intensificó la firma
de convenios de cooperación con algunos Estados africanos
e intentó agilizar los procedimientos de repatriación
de inmigrantes clandestinos a sus países de origen,
a la vez que reclamó a la Unión Europea una
mayor y más activa implicación contra la inmigración,
con el objetivo de alcanzar una política común.
Ya en mayo, y en la misma línea de trabajo, la Comisión
Europea, bajo la coordinación de la Agencia Europea
de Fronteras Exteriores (Frontex), acordó un operativo
para patrullar toda la zona del África Atlántica
susceptible de ser punto de origen de pateras y cayucos.
No fue fácil para el Gobierno lograr avances en el
cometido de una mayor implicación de la UE en el problema
migratorio, pero de esas gestiones salió la celebración
de una cumbre en Madrid el 29 de septiembre de los ocho países
de la frontera sur mediterránea para estudiar la situación.
Otro intento por contener la inmigración ilegal fue
la aprobación en mayo del informe sobre el Plan África
(2006-2008), que reúne medidas para el refuerzo de
los procedimientos de repatriación inmediata, la creación
de nuevas embajadas en Cabo Verde, Mali y Sudán y la
potenciación del control de las fronteras españolas.
La ofensiva diplomática española se ha prolongado
desde entonces, con desplazamientos de diversas autoridades
españolas a países como Mauritania, Marruecos,
Argel, Guinea Conakry o Gambia, entre ellos el último
viaje en diciembre del presidente del Gobierno, José
Luis Rodríguez Zapatero, a Senegal para intentar cerrar
un acuerdo para la repatriación de senegaleses.
Más medios
No obstante, las llegadas casi diarias de cayucos con decenas
e incluso centenares de inmigrantes durante meses, obligó
a dotar al archipiélago de más medios materiales
y humanos.
Esta situación forzó al ministro de Trabajo
y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, a reunirse con las
oenegés y las comunidades autónomas para que
incrementaran la capacidad de acogida de inmigrantes que eran
desviados a la península, y también llegó
a un acuerdo con las autonomías para el reparto de
menores extranjeros no acompañados.
Durante este pasado año, el Gobierno repatrió
a unos 73.000 extranjeros a sus países, lo que da una
idea de que no solo Canarias recibe inmigrantes, aunque su
situación sea la más visible y también
la más dramática, ya que unas 300 personas murieron
mientras intentaban alcanzar sus costas.
Se desconoce, no obstante, el número de ‘sin
papeles’, que algunas organizaciones cifran en unos
700.000 y cuya entrada a España sigue siendo de forma
mayoritaria por los ‘coladeros’ de los aeropuertos
y la frontera con Francia.
Pese a que muchos partidos y diversos organismos coinciden
en resaltar la crucial importancia que la inmigración
tiene para el crecimiento económico del país,
en octubre fue de nuevo la principal preocupación de
los españoles, según el barómetro del
CIS.
Al empezar el 2007 nadie en el Gobierno ni en las fuerzas
de seguridad se atreve a vaticinar qué ocurrirá
cuando en primavera las aguas del océano comiencen
a calmarse y los alisios sean favorables para la llegada de
nuevos cayucos.
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