La gestión del 2006 condicionará
la asistencia de los próximos ejercicios ya que han
sido
definidas políticas de personal, de infraestructuras
y competencias para un largo futuro
Ana Santiago/ Valladolid
La gerente de Sacyl, Carmen Ruiz,
y el consejero César Antón. / r. g.
El año más duro año para la asistencia
sanitaria desde el traspaso de las competencias en el 2002
y desde que se pierde la memoria en la época del Insalud.
Acusaciones de corrupción contra el que fuera gerente
de Sacyl durante cuatro años, Pedro Antona, y remisión
de las mismas al fiscal por parte de la propia Consejería
de Sanidad, abrieron el año con un escándalo.
Después, siguieron insinuaciones y veladas acusaciones
en otros ceses de cargos decisivos en la asistencia vallisoletana
y regional, disfrazados de dimisiones hasta alcanzar ocho
destituciones y ninguna explicación oficial. Una crisis
sanitaria que los responsables de la Consejería y de
la Junta negaron y apelaron, en cambio, a un relevo natural
al ser cargos de libre disposición.
Esta situación provocó además que la
sanidad vallisoletana haya estado guiada por tres manos diferentes
en un solo año. Antona dio paso a José María
Pino, quien decidió los primeros conciertos para las
listas de espera con la privada y pronto cedería la
plaza, tras el ascenso a director de Asistencia Sanitaria,
a Teófilo Lozano como gerente provincial. Además,
una crisis interna del PP, tampoco reconocida como tal, llevó
a una parte de la misma, dentro del sector sanitario, a pedir
el cese del consejero, César Antón, por dicho
listado de destituciones que empañaron el historial
profesional de los protagonistas.
Dos hospitales
Y ha sido en este ambiente de inestabilidad de la gestión
cuando Sacyl ha decidido proyectos tan importantes como la
definición final y aprobación del equipamiento
de un hospital como el Río Hortega, un gran complejo
hospitalario que pone ahora sus pilares para la asistencia
sanitaria de otro medio siglo. También la fase final
de las obras de ampliación y reforma del Clínico
parten de este año clave. Un ejercicio también
crítico en las políticas de personal.
El Estatuto Jurídico, la carrera profesional, las oposiciones
de Sacyl, los concursos de traslados, la plazas para centros
de salud que dejaron fuera a los titulados en Familia... todo
el futuro laboral, los permisos y descansos, las retribuciones,
las políticas para evitar que los médicos se
vayan a otras comunidades se han definido prácticamente
en el 2006 y todo lo citado ha tenido como respuesta la denuncia
judicial, desde los trabajadores y sindicatos, o movilizaciones.
Este ha sido también el penúltimo ejercicio
para responder al Plan de Reducción de Listas de Espera.
El próximo será especialmente difícil.
Si efectivamente se produce el traslado de hospital al nuevo
Río Hortega y el inicio de las obras del Clínico
y, además se mantiene un tercer edificio asistencial
–la vieja Residencia– para facilitar la convivencia
de estos cambios, el lograr esos 100 días máximos
para ser intervenido quirúrgicamente, objetivo del
año próximo, va a resultar marcadamente difícil.
Pero es que además, este cerrado ejercicio no ha colocado
las listas de espera en su mejor momento en Valladolid para
dar facilidades al próximo año. La polémica
desde principios de año del ya llamado ‘caso
Antona’, aún pendiente de resolución judicial,
y al que se ligan algunos de los otros ceses de una manera
poco clara, ha enrarecido las relaciones con el sector sanitario
privado y entre las empresas del mismo. En el conflicto se
cruza el proceso judicial entre Sanitaria de Inversiones,
empresa que acusó ante Sacyl de forma verbal a su competencia,
el Sagrado Corazón de beneficiarse de favoritismos
de Antona, y la de Quiromedic and Consulting, asesor de esta
última. Un proceso mercantil, con sentencia ya firme,
dio la razón a esta última y descartó
favoritismos de Antona hacia la misma.
Los conciertos con la privada se retrasaron al tener, entonces
Pino, que revisar todos los contratos. Los segundos lotes,
ya con Lozano como gerente, se adjudicaron por completo a
Sanitaria de Inversiones y al Ioba. Tal volumen de trabajo
plantea serias dificultades para cumplir con el contrato con
Sacyl para operar a sus pacientes.
Este fue también el año de decisiones sobre
la cartera de servicios que tendrá el futuro Río
Hortega, que la aumenta con la Unidad de Quemados, y el rechazo
a crear el de Radioterapia y concentrarlo en cambio en el
Clínico y a largo plazo, cuando se realicen las obras.
Los desplazamientos a Zamora y a Salamanca, o incluso a Madrid,
de enfermos con cáncer para su tratamiento han sido
también un escollo de los últimos años.
Encuesta
En la otra cara de la moneda, el barómetro sanitario
encargado por la Consejería de Sanidad a la Universidad
de Valladolid revelaba que más del 89% de los usuarios
estaban satisfechos con Sacyl. La valoración global
sitúa especialmente positivos los resultados de Atención
Primaria (91,9% de los encuestados) y por encima del 88% en
consultas externas, hospitalización o urgencias. La
encuesta no entraba a analizar, según criticaron los
sindicatos del sector, más que la profesionalidad del
personal y no problemas como las habitaciones triples del
Río Hortega o los recursos para el tratamiento del
cáncer. Según el barómetro de EL NORTE
DE CASTILLA, la sanidad es de los problemas que menos preocupan
al ciudadano.